THE OBJECTIVE
El purgatorio

Alfredo Duro: «Le montaría una huelga al Gobierno, pero ya»

El periodista deportivo, tertuliano estrella en ‘El Chiringuito’ de Pedrerol, visita ‘El purgatorio’

«Sé de música más que de fútbol» es una de las máximas que deja por delante Alfredo Duro (Madrid, 1960). Este periodista deportivo que probó la dirección deportiva del Getafe, fue narrador muchos años en la radio y ahora lleva tiempo montado en el caballo de la fama catódica gracias a ser uno de los tertulianos destacados de El Chiringuito de Josep Pedrerol. Rockero, rebelde, personaje de cuidado. Ejemplifica el cabreo con los sinsentidos de esta vida moderna, defiende que los futbolistas se posicionan políticamente, le tentaron en los mundos del balompié con mucha pasta y dijo que no. Aclara que el Real Madrid es el verdadero equipo del pueblo. De Villaverde, del cinturón rojo de Madrid, para todo el mundo. Aunque no quiera contentarlos a todos. Es lo que tiene mojarse, que siempre molestas con alguna salpicadura.

PREGUNTA.- ¿Cuánto daría por ser una estrella del rock?

RESPUESTA.- Todo, absolutamente todo. Que me digan en qué calle vive el Diablo que me voy a firmar con él. Daría mi vida por ser una estrella del rock and roll. Lo que ocurre es que en la próxima vida, en la que evidentemente no me dedicaré al fútbol, me dedicaré al rock. Me pide más el cuerpo ser el bajista de un gran grupo, de un grupo espectacular, mítico, pero que no tuviera éxito. Es un poco mediocre eso de tener éxito. En el rock es un poquito vulgar. No sé si casa mucho el rock and roll con el éxito, tal y como entendemos aquí el éxito. 

P.- ¿Cómo lo entendemos?

R.- Muy vulgarizado, tremendamente simplista. Es un concepto tremendamente simplista. ¿Qué es el éxito? No he visto que le llamen un tipo de éxito a ningún trabajador que se levante a las 06.00 y que mantiene una familia tipo, no te digo ya de cuatro hijos. Un hijo, una mujer en una situación compleja y que sale un mes y otro mes hacia adelante, y que es capaz incluso de conseguir que su hijo o sus hijos estudien, sean gente de provecho, gente preparada. Y bueno, están ahí. Clase media se les llama ahora o clase trabajadora. ¿Eso no es éxito? ¿Qué es éxito? Es un término simplista. ¿El éxito es salir en la televisión? ¿Tener una empresa en Panamá?

P.- Aunque usted no sea de rock, lo de ser estrella televisiva, mediática, eso sí lo tiene un poco.

R.- Bueno, si eso es éxito, no lo sé. Es un reconocimiento, cierta fama. Pero el éxito no lo concibo por el hecho de que tú aparezcas en un programa de televisión que tiene mucha audiencia, que tiene mucho seguimiento. El éxito, en cualquier caso, lo tendrá el programa y tú colaboras ahí en parte de lo que sea aquello, si es éxito o es seguimiento. El reconocimiento de la gente de la calle, sí, de la gente que se dedica a utilizar parte de su tiempo en lo que a nosotros nos gusta y además es nuestra ocupación, que es el fútbol, el deporte.

P.- ¿Un devoto de Oasis como Alfredo Duro está contento por la vuelta de los hermanos Gallagher?

R.- No, para mí no fue una buena noticia. La vuelta a la escena de Oasis no estaba escrita en ningún guion de la épica del rock and roll que escribió Oasis. Su separación fue perfecta, a hostia limpia, dejándote tirado. Irte de un escenario por el imbécil que está tocando la guitarra allí a la izquierda. O sea, era todo perfecto. Se daban esas dosis de misticismo, de bronca. Para mí es insuperable.

Y digamos que los Gallagher habían conseguido tener durante estos años fama de hacer lo que no habían hecho un montón de grandes grupos: resistirse a la vuelta, que es algo que no debe ser sencillo. Claro, a esta gente es verdad que son 60 millones de libras los que les han puesto ahí para empezar a hablar. Y a partir de ahí, a ver de los conciertos lo que se saca. Creo que se rompe un poquito todo eso, esa mística tal y como yo la entiendo en el rock. Yo no quería que volvieran.

P.- ¿Qué le pasa con el reguetón? 

R.- Me parece una de las grandes mentiras que le faltaba al ser humano, en este caso en el terreno musical. Para que todo lo vulgar intente estar en el lugar que debe estar la sensibilidad, la calidad, el conocimiento, el alma. Hay cosas en la música, como en otros conceptos de la vida, que son muy compreseras, de usar y tirar. ¿Crees que la gente que escucha reguetón se acuerda de un año para otro de lo que hay detrás de cada canción?

Hablo en términos de sensibilidad, hablo en términos de aquello que normalmente te llega al alma, eso que perdura, eso que perdura más allá de los tiempos. Yo me acuerdo perfectamente de todo lo que me empezó a gustar con diez años, cuando ya la música empieza a tener sonidos que te empiezan a atrapar. Me acuerdo perfectamente de cosas que me atrapaban hace 50 años. ¿Crees que eso es trasladable al reguetón? Estos sonidos. 

P.- Si Duro entra ahora mismo a un vestuario de fútbol, al finalizar un partido, y escucha la música que ponen los jugadores, saldría horrorizado. 

R.- Me cargaba a todos. Si fuera director deportivo, no renovaba a ninguno. Es terrible el mal gusto que tienen musicalmente hablando los futbolistas, es insuperable. No se puede tener peor gusto del que tiene esta gente. 

«Me gustó ver a Mbappé pronunciarse contra la extrema derecha de Le Pen»

P.- A Guardiola le gusta Oasis.  

R.- Lo de Guardiola es un rollito… Evidentemente, le gustaba porque ambos son del City de toda la vida. Uno de los grupos de los que empecé a huir con el tiempo fue Coldplay, y tuvo algo que ver que se pusiera Guardiola intenso con el «Viva la vida», de Coldplay. Y aparece toda esta prensa, ignorante por completo de lo que hay en el trasfondo de la música, a alabar a Coldplay, y de repente, empezó a gustar a todo el mundo Coldplay. Empezaron a ser un grupo de 40 principales. Carne de éxito, entonces dije: «Ya no».

P.- Pero del panorama cultural actual, más o menos el que consume la mayoría de gente. ¿Le gusta algo o en general tiende a rechazarlo?

R.- Me espanta la deriva que ha tomado el cine, me espanta la parte del negocio musical que directamente apuesta por sonidos que son consumistas y vulgares. Y luego la cultura que yo he consumido más o menos la mantengo. Sigo yendo al teatro cuando puedo, sigo leyendo el tiempo que puedo. En la literatura me da igual que haya apartados de estas biografías y de estos libros de cocina. Pero bueno, la literatura se mantiene como se ha mantenido siempre. Creo que España, si no es el primero, debe de ser el segundo país de Europa que más pública. Se publica una barbaridad. No se consume en proporción ni la mitad y es una cosa llamativa.

En ese sentido, no hay excusas para no leer un buen libro. No tienes excusa. Claro, háblale ahora a cierta gente de leer un libro. O sea, te miran como si fueras un marciano que viene de Plutón, y además eres un tío de Plutón agrio, un tío, pero de los raros de Plutón. Te pones aquí a hablarle de un libro antiguo. Ya hay que hablar de televisión, series, si no es serie… No, no, no, yo me he borrado de las series. ¿Cómo lo hacéis, macho, para ver series que duran 80 temporadas de 100 capítulos cada temporada? O sea, me estáis engañando, a mi padre y a mí, porque yo he hecho la cuenta. No podéis, o sea, no tiene suficientes horas el día para que veáis las series que decís que veis y de las que habláis.

P.- En general, noto que hay un cabreo en cuanto a la deriva del mundo.

R.- Me cabreo o no me cabreo, es que no lo sé. Lo que sí que soy es un tipo al que no le cuesta rebelarse. Bueno, más que rebelarse, hacer pública su rebelión, su descontento, su necesidad de no admitir ese tipo de cosas. «Es que esto es lo que se escucha ahora», lo escucharás tú, yo no escucho esa mierda, ¿cómo que se escucha ahora? Lo escucharás tú y tus amigotes, que no tenéis un mínimo de sensibilidad o que os vale cualquier cosa. Entonces a mí me sabe mal que haya una especie de aceptación general, no sobre la música, sobre un montón de cosas. «No, es que esto es lo que hay». ¿Cómo que esto es lo que hay? Esto es lo que hay porque queremos nosotros que esto sea lo que haya.

Se mantienen todavía situaciones de precariedad, a mí me condena ver que la gente quiera trabajar, que la gente trabaje y que no le correspondan con aquello que ellos hacen, pagar el trabajo que haces. O sea, si quieres que trabaje y me das trabajo para mí, yo hago un trabajo, págame. El jugar con la necesidad de la gente. No lo soporto, no lo admito, no puedo con eso. Lo que está pasando en España ahora, hace 30 o 40 años nos llevaba a la calle permanentemente. Pero no porque la gente fuera más agresiva, sino porque eso que se llama conciencia social se ha perdido en gran medida.

No voy a decir que por completo, porque hay gente que sigue manteniendo mucha conciencia social. Por cierto, la conciencia social no es ni de derechas ni de izquierdas. La conciencia social es exactamente eso, conciencia social. Que yo me preocupe por ti, que tú te preocupes por mí, y que todos sepamos que tenemos derechos y obligaciones. Además son términos de estos vacíos que recoge la Constitución, pero que luego, en la calle, no somos capaces de manejarlos, por lo que sea.

P.- O sea, que salimos poco a la calle a manifestarnos.

R.- No salimos nada. Hay una aceptación que a mí me empieza a preocupar porque no quiero que el futuro siga siendo ese.

P.- ¿Alfredo Duro le montaría una huelga al Gobierno? 

R.- Le montaría una huelga al Gobierno, pero ya. Si el Gobierno tiene cierta pasividad para reconocer derechos que tiene la gente y que están recogidos en la Constitución, vamos a ver, esos derechos son míos. ¿Por qué? Porque yo soy el Estado, o sea, el Estado soy yo, no es quien me gobierna. El Estado soy yo. 

P.- Y les paga a ellos.

R.- A ellos y a más gente que están ahí invisibles. Pero claro, me tendrás que reconocer todo ese tipo de derechos que se van perdiendo, se van admitiendo cosas que no deberían admitirse, que es para mí la clave de todo esto. Por ejemplo, el rollo de que aquí tú trabajes para pagar un alquiler. Claro, pasa el tiempo y vamos a acabar entendiendo que tú trabajas para pagar un alquiler. Ya no hablo de comprar una vivienda…

Duro, en primer plano. | Víctor Ubiña

P.- Alfredo Duro, aparte de mostrar su rebeldía, es un hombre que sabe de música.

R.- Creo que sé de música más que de fútbol, fíjate.

P.- Usted tiene engañada a la gente.

R.- Muy engañada, en muchas cosas. Soy de barrio, de Villaverde.

P.- Alfredo Duro se ha dado a conocer al gran público por El Chiringuito de Pedrerol, que es ese programa que levanta pasiones. Unas muy a favor y otras muy en contra, pero que la gente ve. También, aparte de por acudir, he de darle las gracias porque me he reído mucho viendo a Alfredo Duro. Tiene una vis cómica importante, un cabreo muy gracioso.

R.- Hay gente que me lo dice. Se ríen, pero se ríen más cuando se supone que estoy medio cabreado. Debe de ser que tengo un cabreo gracioso. No me parece mal y tampoco es forzado. 

P.- Siempre he pensado en esto del espectáculo televisivo del que, en momentos, forma parte El Chiringuito, y que al final entiendo a Pedrerol cuando lo explica. El fútbol da de sí para el espectáculo, para aflojar un poco la seriedad. Al final, el fútbol es fútbol y el deporte es deporte. Lo que sí me parece más preocupante, y le quería preguntar por ello, es si ves un aumento de show y de espectacularidad en tertulias de ámbito político. Porque ahí sí que no hablamos de tíos que juegan al fútbol, por simplificarlo, hablamos de cosas mucho más serias.

R.- No hablaría de show. Pero sí hay un posicionamiento exagerado en el mundo de la información política. Hay un posicionamiento exagerado y eso es más peligroso que en el caso nuestro. Porque en ese caso se falta a la verdad o se intenta manipular la verdad o se hace una interpretación engañosa de ciertos hechos, actos, situaciones.

Hay un agravio comparativo permanente, dependiendo de quien haga una cosa o quien haga otra. Hay un posicionamiento bastante radical en el mundo de la política, y mira, si hablamos de bufandas, creo que más bufanda que en El Chiringuito hay, por supuesto que sí, en la política. Pero es una bufanda peligrosa, es una bufanda que puede hacer daño. 

P.- El forofismo político es mucho más dañino que el forofismo futbolístico. 

R.- Sí, porque ese sí que está medido, ese sí que está muy guionizado, ese sí que está muy preparado. Esa cuenta detrás con elementos invisibles que, sin embargo, son muy conocidos o que están en la mente de todos. Y luego en la política, la gente actúa por ambición. En el fútbol, ¿cuál es tu ambición? Ganar. Es una ambición blanda, blanca, nunca mejor dicho.

El punto de peligro que hay en aquello que nosotros discutimos en el fútbol se queda en lo que siempre hemos entendido como la rivalidad. ¿El peligro cuál es? Que yo te gane siempre es al final lo más dañino que pueda haber en el escenario del fútbol, que las Copas de Europa siempre las gane el Madrid, eso es lo más dañino. Llegados a este punto, debo decir que seguramente me estoy equivocando, porque hay gente a la que le hacen muchísimo más daño las Copas de Europa del Madrid que el ser moneda de cambio en todos los asuntos económicos de la gran macroeconomía, de la política, cuestiones sociales. Ahí les importa menos, pero si gana una Copa de Europa al Madrid, ahí estamos muertos. 

P.- Siendo un poco, digamos, rebelde con la música o con la música dominante, ¿también eres rebelde en el fútbol actual? ¿El odio eterno al fútbol moderno?

R.- Me preocupa una cosa. Que cada vez tengan más responsabilidad los tecnócratas. Los tecnócratas, que son gente peligrosa, han conseguido que del fútbol cada vez entendamos menos todo. Cuando hablo de entender menos, me refiero a cuestiones que tienen mucho que ver con el reglamento. Es decir, yo soy profesional de esto. Yo, que me dedico a esto, que he sido director deportivo de un equipo de Primera División, y que en fin, estudio cosas que tienen que ver con la forma en la que se maneja el fútbol, la liga profesional en España -cosa que tiene que ver con leyes, con normas-, me pierdo.

No puedo seguir este ritmo, no puedo seguir las circulares estas que cada diez minutos meten los árbitros para justificarse ellos nada más. Están permanentemente cambiándolo todo. Hoy he estado viendo que la mano de Cucurella contra Alemania en la Eurocopa ahora va a ser penalti. Antes era penalti y luego no fue penalti y ahora vuelve a ser penalti ¿Eso a dónde nos lleva? Nos lleva solamente a una conclusión y es que esto empieza a estar en manos de tecnócratas, gente que busca otra cosa, gente que no es del fútbol. Gente a la que le interesan otro tipo de cosas.

Yo no digo odio el fútbol moderno porque el fútbol, 100 años que viva, 100 años que me va a seguir apasionando, va a ser mi vida. Pero el fútbol camina exactamente en ese rumbo, a que sigan llegando tecnócratas. Gente que viene de otros poderes muy relacionados con las altas finanzas y que le sacan partido al fútbol o que le llevan al fútbol una deriva que cada vez es menos popular.

Y hablo de popular en el sentido de que sea algo que le pertenece a la gente de la calle, al aficionado, que cada vez pinta menos. Y pinta menos, hasta el punto de que ya no sabe el reglamento. No se lo sabe, Carlos, la gente no se sabe el reglamento y es culpa de estos. 

P.- Alfredo Duro fue director deportivo del Getafe. Estuvo dos temporadas. Cuando entra de director deportivo de un equipo no demasiado grande como es el Getafe -aunque sea muy grande para quien lo siga y sea del equipo, usted me entiende…-, ¿uno se asusta de la cantidad de dinero que se mueve en un equipo como este?

R.- Hay un momento en el que no eres consciente de lo que realmente se mueve en torno al fútbol. El gran peligro que tiene el fútbol y los graves problemas que ha tenido mucha gente en el fútbol es justamente por eso. Delante de ti, circula una cantidad ingente de dinero, y ese dinero no es de nadie. El dinero que circula delante de ti, que es el dinero de teóricos traspasos de renovaciones de ingresos extraordinarios, ordinarios y no confiables, eso no es de nadie. Entonces es muy tentador que la gente haga cosas raras con todo eso que circula por delante. A todo el mundo, en un momento determinado, se le puede ir la mano. 

El periodista deportivo Alfredo Duro, durante la entrevista. | Víctor Ubiña

P.- ¿Tuvo tentación de que se le fuera la mano?

R.- No, me tentaron. Pero de forma muy ligera y para cosas que tenían que ver con grandes comisiones, en un momento determinado, si yo aceptaba fichar a determinados jugadores. Nunca llegué a tener el riesgo de caer en esa tentación, en el sentido de que yo tenía claro el margen en el que me podía mover. Y bueno, no sé si es que no estuve el tiempo suficiente para que luego esa tentación fuera mayor. Algo se intentó, pero de forma que tampoco era muy difícil decir que no. O sea, héroe no he sido porque no he caído en la tentación.

P.- Entiendo que hay un momento en el que uno llega a ser director deportivo de un equipo y en los primeros días supongo que hablar de millones de euros le extraña un poco y después ya lo tiene normalizado.

R.- Nosotros, en el Getafe, la inversión mayor que hicimos, cuando estaba en la dirección deportiva, fue un jugador brasileño que se lo fichamos al Feyenoord y nos costó exactamente un millón de euros. Y me acuerdo de que dije: «Macho, un millón de euros me acabo de gastar». Qué bueno, que no son míos, pero me lo he gastado. Cuando era pequeño había un programa en televisión, Un millón para el mejor, y era un millón de pesetas. Y acabo de darles a estos tíos del Feyenoord un millón de euros por un tío que no sé cómo lo va hacer. Igual las tira al palo en lugar de meterlas dentro, pero claro, a esto te acostumbras.

Seguramente porque no es tuyo, te acostumbras a que los ceros no sean más que eso, ceros. La primera vez que tengo que llegar a un acuerdo de una renovación de un tipo que se me va por encima de los 300.000 euros. Todavía en aquella época, porque hablamos de 2004, enseguida hacía los números en pesetas, decía 300.000 euros, tío, 50 millones de pesetas, le estoy dando a este tipo 50 millones de pesetas por temporada. 

«Hay más periodismo de bufanda en la política que en ‘El Chiringuito’ de Pedrerol»

P.- Desde que estuvo como director deportivo del Getafe, ¿valora más el éxito de los demás? Sabe lo difícil que es llegar a tener un buen equipo y a construirlo y a que no te saquen la pasta y a que no se te vayan las riendas del club.

R.- Sí, porque sé de los problemas que uno tiene para que su equipo, el que tú tienes en tu mesa de trabajo, para que tu equipo se parezca un poquito al que al final acabas jugando en el mes de agosto, es que es imposible. Supongo que en el Madrid, en el Barcelona, en los grandes clubes, se acerca mucho, pero en un equipo medio, un equipo con no demasiadas posibilidades económicas, es la soledad y la incomprensión de aquel que tiene en su mesa de trabajo un equipazo. Pero ojo, un equipazo que se adapta a tus posibilidades.

O sea, que son gente que su valor de mercado permitiría que estuvieran en tu equipo. Luego, por lo que sea, esos jugadores no llegan, seguramente porque al final se van a sitios donde les pagan más. Y es terrible, es de una impotencia… Es algo que está muy difícil y fuera del alcance de la comprensión del que no está viviendo aquello. El ver que nadie sabe que en realidad esos jugadores eran tuyos porque tú lo consideras tuyos, y se lo llevan otros. Y a ti te están haciendo culpable de que no vengan jugadores como esos. Hay un montón de situaciones de ese tipo que se viven en la soledad de una dirección deportiva de equipos de media tabla para abajo, que es terrible. 

P.- Hablamos antes de la conciencia de clase, del sentimiento de clase. Usted es hijo de una peluquera y nieto de un peluquero. ¿Quedan muchos futbolistas que tengan ese sentimiento de clase? O el dinero a raudales y la fama les hacen olvidar a los que tengan orígenes más humildes este sentimiento de clase. 

R.- Alguno queda, pero son minoría. Aunque cuando hablamos de jugadores tenemos siempre la sensación de que estamos hablando de los jugadores de grandes equipos. Hay jugadores en equipos donde la cosa cambia mucho porque vienen de ser jornaleros del fútbol, gente que viene de campos difíciles, de equipos modestos, donde hay que ganárselo todo y ahí hay una conciencia. La conciencia de tener que ir en autobús en un desplazamiento de 600 kilómetros, cosa de la Segunda B y de la Segunda División. Eso hay muchos jugadores que lo tienen. A nivel de grandes equipos, pues olvídate, algún caso te encuentras, pero pocos.

Duro posando en la sede central de THE OBJECTIVE. | Víctor Ubiña

P.- Vimos este verano a Kylian Mbappé y a otros jugadores de la selección francesa pronunciarse, antes de la segunda vuelta de las elecciones francesas y ante el auge de la extrema derecha. No dijeron directamente que la gente no votara al partido de Le Pen, pero se entendió eso: «Hay que tener cuidado con los extremos». Un discurso político que es verdad que aquí en España no estamos tan acostumbrados a que jugadores de un nivel muy alto lo hagan. ¿Eso le gustó?

R.- Me gustó porque yo creo que tú debes implicarte en todo. Es que hay situaciones y situaciones. Cuando se estaba hablando de la situación de las elecciones francesas, aquí todos entendíamos que era una situación especial que no había pasado nunca. No había pasado nunca que de repente un partido de extrema derecha como el de Le Pen pudiera alcanzar el poder en Francia. Eso lo veíamos como algo extraordinario. Pues imagínate cuando un francés que le toca directamente, o sea que participa directamente de un cambio brusco en política, pues claro que se tiene que implicar y pronunciar. Aquí no sé, hay un tipo de tabú, de cliché establecido que el jugador no tiene por qué implicarse, no tiene por qué manifestarse, que no tiene que identificarse.

¿Pero esa imbecilidad a quién se le ha ocurrido? Pero como que no tienen que pronunciarse. A mí me lo dicen, a mí como periodista muchas veces también me viene uno a decirse que me dedique al fútbol. ¿Vas a decir tú a mí a decirme a lo que me tengo que dedicarme, de lo que tengo que hablar y de lo que tengo que opinar?

Es que a mí me pinchan y no sangro, no siento, no padezco. ¿Qué soy? ¿Un mecano? Un tipo que le ponen aquí una llave detrás en la espalda me dan cuerda y el mecano habla de fútbol y hace aquí las cositas que a ti te gustan o no te gustan. ¿Pero dónde estamos? Está la sociedad que queremos, o sea, gente mecanizada, gente robotizada, gente que dependiendo de aquello a lo que se dedique, puede establecer una posición ante la opinión pública u otra. ¿En qué mundo vivimos? 

Hay gente convencida de que eso tiene que ser así. Es terrible, es terrorífico. Yo hay veces que digo de cachondeo y ya no es cachondeo, lo digo convencido. Los marcianos ya prácticamente no vienen aquí por eso, porque ven lo que hay. Estuvieron aquí un momento determinado pensando que éramos una civilización de la que se podía sacar algún provecho perdido. Y nada, nos han dejado por imposible. Ya no vienen porque ven al personal entre el reguetón, el patinete, la Wikipedia.

«Me hubiera gustado que Carvajal le diera la mano de una forma más natural a Pedro Sánchez»

P.- Es verdad que aquí no nos sorprende, por ejemplo, escuchar a Javier Bardem hablar de política, y bien qué hace, libremente que opine lo que quiera. Y después sale un jugador como Kylian Mbappé y hay algunos que deciden poco que menos, «qué necesidad»

R.- Pero a mí me da igual que alguien se manifieste en la dirección política que quiera y en la dirección social que quiera. Pero ¿quién soy yo para decirle a un tipo aparte qué habrá pasado en su vida? ¿Cómo habrá entendido su vida? Vamos a ver qué situaciones habrá vivido cada uno como para que yo le dirija. El tipo de sentimientos que debe tener sobre política estarán más o menos equivocados desde el punto de vista que yo tengo, de la forma en que yo interpreto las cosas. ¿Pero cómo no se va a manifestar públicamente? ¿Pero por qué se va a tener que esconder?  

P.- También es cierto que hubo muchos que decían «muy bien Mbappé», después vino aquí Dani Carvajal, que no opino de política, pero le dio la mano un poco blanda al presidente, si queremos decirlo, y hubo gente que lo quería sacrificar por fascista.

R.- No fue muy cariñoso. Digamos que se tomó la situación aquella de forma menos afectiva de la que seguramente me habría tomado yo, pero ya está. Pero yo no tengo porque decirle a Carvajal como tiene que saludar al presidente. Yo no descarto que si un día tengo que ir a algo que me pase a mí y que tenga que ir ahí a saludar al presidente del Gobierno, dependiendo de quien esté, pues igual no le doy la mano. Es decir, a mí me hubiera gustado que Carvajal hubiera dado la mano de forma más normal y natural a Pedro Sánchez, a mí particularmente sí. Pero ya está. Le da la mano, no le mira. Sabrá Dani Carvajal las razones por las que ha hecho eso, yo qué sé. 

P.- ¿Por qué ser de izquierdas y del Real Madrid sigue pareciéndole a algunos un caso extraño, una combinación extraña de elementos?

R.- Es una muy buena pregunta. Somos un país de muchos clichés, de mucho patrón establecido de toda la vida, y ya está. Y es que esto es así porque es así y ya está. Pues es el desconocimiento de la historia, es el desconocimiento de qué es lo que nos ha pasado realmente. Es el desconocimiento de la realidad. Venir aquí a tener que contarles que el Real Madrid es un equipo que después de la Guerra Civil era carne de Segunda División permanentemente, un año y otro año, y otro año y otro año.

La gente no se acuerda que el Real Madrid no gana nada hasta que llega Di Stéfano y hasta que se levanta el estadio Santiago Bernabéu. Es una cuestión visionaria por parte del presidente Bernabéu, que tuvo dos visiones: la de levantar un estadio que estaba, por cierto, en las afueras de las afueras de una parte que estaba también las afueras de Madrid. A patitas 120.000 tíos iban a ese campo y que en un 80% eran trabajadores. A los que Santiago Bernabéu, teniendo en cuenta lo que significó, significaba y representaba el Atlético de Madrid, Atlético Aviación después de la Guerra Civil.

«Hay algunos imbéciles, pero no soy capaz de decir que España es un país racista»

Porque en el Atlético Aviación los que dirigían el club eran grandes oficiales del régimen, los que tenían el Metropolitano, el Campo de Madrid, el bueno era el Metropolitano. Y Bernabéu supo venderle a la clase más trabajadora que el Real Madrid que él tenía en la cabeza, era exactamente lo que ahora le niegan al Real Madrid, el equipo del pueblo, el equipo destinado a hacer grandes cosas. El equipo que se revelaba a su situación de haber quedado hecho trizas después de la guerra. No tener campo, no tener nada, no le dieron una sola peseta, una miserable peseta le dieron al Real Madrid para construir el Bernabéu. Rafael Salgado, que era el de un banco pequeñísimo, que por eso lleva el nombre del fondo Norte, el nombre de calle Rafael Salgado, que era ahí donde estaba la sede de aquel banco.

Y el Bernabéu se construye con esto que había en la época, que eran letras de no sé qué, para que el trabajador poco a poco contribuyera y el campo se pudiera levantar y ya tú te lo iré devolviendo. Esa es la realidad. Esa es la realidad de la gente que iba con el mono al fútbol, con el mono de trabajo. Porque los señoritos estaban en el Metropolitano, coño, que no nos enteramos. Ahí en Reina Victoria, en el centro de Madrid. Con los coroneles y con los comandantes y con los capitanes…

P.- O sea, que el equipo del pueblo…

R.- El equipo del pueblo es el Real Madrid. Y está perfectamente documentado lo que en sus orígenes era el Sky Fútbol Club. ¿Pero quién monta aquí esta historia de que el Real Madrid es un equipo de millonarios? ¿Cómo y cuándo? 

P.- O lo del equipo afecto al régimen.

R.- Dime en qué momento condecoró el Real Madrid a Franco, a diferencia de las tres veces que lo hizo el Fútbol Club Barcelona. Dime en qué momento Franco recalifica terrenos para que el Real Madrid engrandezca no sé qué. La Ciudad Deportiva hecha con sudor, imaginación y atrevimiento. Y con visión de estadista, qué es lo que le permitió meterse desde el minuto uno en lo que fue en la Copa de Europa. Claro, algunos como estaba muy cómodo en lo que estaban.

Y Bernabéu tenía esa visión continental de lo que iba a ser el fútbol antes que los demás. Y por eso el Madrid es lo que es. Es lo que es por Bernabéu. Y luego, por supuesto, la llegada de Di Stéfano. Lo demás son milongas de gente que tiene una ignorancia que les ha consumido el cerebro y todo lo demás. Les ha consumido el cerebro y todo lo demás, las neuronas, todo aquello que dicen los neurólogos que nos hace pensar, no piensan. La ignorancia no se lo permite, se lo impide.

El tertuliano de ‘El Chiringuito’ en su visita a ‘El purgatorio’. |Víctor Ubiña

P.- Le enciende esto más que lo del reguetón.

R.- Y está en los libros, macho. Está en los libros, es parte de la historia, es la historia de tu país. ¿Por qué diablos no te quieres enterar de lo que ha pasado en tu país y en el fútbol de tu país? Dime una razón por la que eres un estúpido ignorante y no te quieres enterar de lo que pasó. Y que el Madrid estuvo al borde del descenso a Segunda División un montón de años. El año 39 acaba la Guerra Civil, hasta el año 53 que llega Di Stéfano, el Madrid más tieso que la mojama. No gana nada. Nada es nada. ¿Quién ganaba? El Atlético Aviación y el Barcelona, qué casualidad. Joder con el equipo del régimen, que nos salvamos la última jornada de bajar a Segunda División. Joder con el equipo del régimen, es alucinante. 

Y luego, claro, de izquierdas. Fíjate, soy del barrio más al sur de Madrid, Villaverde. Luego ya está Getafe, Leganés. Es decir. el cinturón rojo de Madrid, clase obrera. Barrios que se habían dejado de lado y donde simplemente se levantan ahí barrios para trabajadores y poco más. Muy desfavorecidos en todo. Macho, pues se supone que todos teníamos que haber sido del Atleti.

P.- Voy a hacerte una pregunta rara: ¿se parecen en algo Pedro Sánchez y el Real Madrid?

R.-  No, ahí no se pueden establecer paralelismos. Porque hay una cosa que está fuera de discusión. Es decir, la aceptación mundial que tiene el Real Madrid, no está sometida a debate. La aceptación de Pedro Sánchez pues está un poco a debate.

«Es terrible el mal gusto musical de los futbolistas»

P.- Un asunto siempre polémico, pero que cada dos por tres se vuelve otra vez al debate periodístico, que es el tema del racismo. ¿España es un país racista?

R.- Hay sectores que desprecian no al no al negro por ser negro, no al oriental por ser oriental, desprecian a la gente por otro tipo de razones. No sé, por un aire de superioridad, no sé si moral, económico o lo que sea, hay cierto desprecio en eso. Para ponerte en situación, si estamos hablando de los jornaleros que llegan a trabajar la tierra a zonas de Andalucía y vemos que hay una mayoría ingente, que es lo que ocurre ahora, son inmigrantes. Gente que viene de Sudamérica, gente que viene de África, ¿es gente a la que se les somete a una situación de vida más complicada, más difícil por el hecho del color de su piel?

Creo que no, creo que sinceramente, que hace años, cuando ese trabajo lo hacía gente de nuestro país, era igual de complejo. Tenían las mismas dificultades o quizá alguna menos, pero no me parecía que estuviera en una situación de cierto bienestar en relación a la gente que hace ahora los trabajos y las tareas más duras.

En eso siempre ha habido una situación de cierto desprecio a la hora de atender a cosas que son básicas para la gente. Y sí que ha habido en este país la sensación de que es que eso era así, lo que hablábamos un poquito antes. Si considero que muchas cosas que ocurren tienen que ver con el tema de la ignorancia, la incultura, la educación, la falta de conciencia. A mí no se me ocurriría jamás llamarle ‘mono’ a un jugador negro en un campo, pero tengo dudas sinceramente de que el tiparraco, el imbécil que le llama mono a Vinicius o quien sea, es un imbécil que no tiene un tipo de conciencia que no sabe nada de nada. Le llama ‘mono’ igual que le podría llamar otra cosa. No sabe lo que son ni lo blancos ni lo negros.

No sabe nada de Martin Luther King, ni de Mandela, ni de la lucha de clases y de lucha contra el racismo que ha podido ver en países como Sudáfrica. Gente que no tiene ni conocimiento, ni conciencia de cuál es realmente el proceso que ha llevado todo eso. No saben nada de nada y acaban ahí diciendo esas barbaridades y generamos el debate de si España es un país racista.

Hay mucho tonto por ahí suelto, pero no soy capaz de decir que vivo en un país racista. Hay tipos que desprecian al negro por ser negro, sí, pero no te creas que desprecian a un tío humilde, trabajador y poca cosa. A un perroflauta creo que lo desprecian más, ellos no saben lo que es un perroflauta. Simplemente le ven la pinta al chaval y creen que vive del cuento. Es decir, esa tendencia que estamos viendo ahora de la degradación de la persona por raza y por clase social, se extiende perfectamente a cosas que van más allá del color de la piel, incluso por ideas políticas. Gente que desprecia.

«Me tentaron con grandes comisiones, nunca caí en la tentación»

P.- Le he preguntado por la nostalgia en la música y en el fútbol. ¿Tiene nostalgia de algo en la política o en la izquierda política?

R.- En la izquierda, sí, en la izquierda llevo fatal, lo he llevado fatal toda la vida, la falta de entendimiento entre las corrientes políticas. La izquierda tiene mucha facilidad para entender las cosas de forma incomprensible para el común de los mortales. Yo asisto, toda la vida ha pasado, a debates que están carentes de contenido. Son muy vacíos, porque de repente tienen algo de ideología, algo de lo que realmente ocurre en el día a día. Pero luego son raros, son debates raros, son debates complejos marcados por cosas que no se entienden bien y de repente, pues eso significa que tú vayas por allí, el otro por aquí y el otro por aquí. Y acaban aprovechándose los de siempre.

Hay una necesidad de entendimiento sobre las cosas concretas, las cosas reales, déjate de rollos. Esto que ha ocurrido en Francia, que un partido de centro diga: «Oiga, que a mí me da igual, que este no es un momento para hablar de derecha o de izquierda, estamos hablando de la República», refiriéndose al país.

O sea, que un tío que representa a un partido de centro sea capaz de aparecer ante la opinión pública diciendo que este un momento en el que nos tenemos que unir. Y mira hacia su izquierda, porque no puede mirar hacia otro lado, porque la derecha que tiene es la que tiene y no es derecha, ya está él para eso. Y eso aquí hoy es evidente que está muy lejos de ocurrir. Pero incluso para un debate de algo que se parezca a lo de una asociación de vecinos. Y aquí te digo yo que estaremos cerca un día de vivir la situación de Francia, e iremos «al carrer».

P.- Una curiosidad, ¿tiene amigos que voten a Vox?

R.- Sí.

P.- ¿Y no se toca el tema de la política?

R.- Con mis amigos sí, nos vacilamos, nos cabreamos. 

P.- Antes de cerrar, si tuviera que poner un epitafio en su lápida, ¿cuál sería?

R.- Que pusieran: «Duro, ¿por qué te has ido?»

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