THE OBJECTIVE
El purgatorio

Andrés Rodríguez (editor de Forbes): «Situar al rico como el enemigo es una barbaridad»

El presidente de ‘Forbes’, la revista del dinero en España, se sube a ‘El purgatorio’

Con un traje de corte clásico, la camiseta con el pecho a descubierto, elegantes gafas de montura color negro y una barba –intuyo que calculadamente descuidada–, se presenta Andrés Rodríguez. El editor de Forbes en España, el creador de la revista Tapas, el presidente de SpainMedia, empresa editora de revistas. Responde calmado, dejando unos segundos para pensar entre contestación, y elige con precisión los términos. Hace años, en una aventura que parecía imposible, dejó Prisa y se lanzó a ser editor. Hoy podemos ver que todo ha salido bien, algunos siempre lanzan aquello de «no sabes el frío que hace ahí fuera», pero es que hay gente que nació para sobrevivir a una glaciación.

PREGUNTA.-¿Alguna vez se ha montado en un Lamborghini?

RESPUESTA.- Una vez, y te diré que es difícil de conducir. Es una cosa compleja. Era una muestra de prensa y recuerdo además que no se debieron fiar mucho de mí porque había alguien detrás con otro coche que me dijo: «Mira, ahora te puedes dar una vuelta por aquí». Pero el otro no me dejaba de seguir. No sé si pensaba que me iba a fugar o que se me iba a calar el coche. 

P.- ¿Impone conducirlo?

R.- Impone mucho porque todo el mundo te mira incluso antes de haberte montado. O sea, tú te acercas al coche y la gente te mira. Ahora métete ahí, te sientas, ya te está mirando todo el mundo y cuando vas conduciendo te siguen mirando. Pero es que no es sencillo porque tienes las marchas en el volante, acelera muy rápido, hace mucho ruido. No lo consideraría yo placentero. 

P.- Recordará la frase de Sánchez: «Queremos más transporte público y menos Lamborghini», causó sensación.

R.- Entiendo que es un eslogan que ha conseguido lo que buscaba, que estemos hablando de esto. Pero creo que el eslogan correcto sería: «Queremos mejor transporte público y más Lamborghinis». Un país con mejor transporte público y 200 Lamborghinis va mejor. 

P.- ¿Le parece inteligente esta utilización del rico como enemigo?

R.- Es una barbaridad. Primero, el rico no es una sola persona, no es solo un ente. El rico parece el enemigo del pobre o el enemigo de la sociedad en muchos casos, y nosotros en Forbes hacemos la lista de las mayores fortunas, son los grandes empleadores de este país. Se habla del hombre más rico de España, pero no se habla de la cantidad de puestos de trabajo que genera. Necesitaríamos cinco personas como Amancio Ortega, diez personas como Amancio Ortega que generaran sus puestos de trabajo y el país iría mejor. Es una barbaridad. Lo que pasa que en términos demagógicos y digamos para incentivar el cabreo del que lo pasa mal, del que no llega a fin de mes, funciona muy rápido. 

P.- ¿Por qué nos interesa tanto saber quiénes son los más ricos del barrio, del pueblo, de la ciudad, de España? ¿Por qué tenemos ese interés?

R.- Hay una asociación entre riqueza y poder. A veces, coincide riqueza y poder, otras veces, no. La gente más poderosa no siempre es rica, aunque alguna gente con mucho dinero es poderosa. Alguna gente con mucho dinero es poderosa y no usa su poder. Tener mucho dinero en el banco no significa tener poder. Poder de hacer cosas, puedo irme mañana al Caribe en primera, sí, pero eso no es lo que yo entiendo como poder, en el sentido que yo entiendo de cómo poder influir en la sociedad. Esas curiosidades de riqueza y poder y también el que ‘a mí me gustaría ser como ellos’, pensando que es un error tremendo, que el dinero da la felicidad y que cuanto más rico, más feliz eres. Ahí se produce una combinación morbosa.

P.- Escribió Balzac: «Detrás de toda gran fortuna hay un crimen escondido». ¿Se ha tenido que especializar en crónica negra?

R.- Como Margarita Landi, voy a empezar a fumar en pipa (ríe). No, a ver, nosotros no somos inspectores fiscales. Hacienda sabe mucho más de las grandes fortunas de lo que sabe Forbes. Lo que hace Forbes es ordenarlas, y ahí es cuando se produce una información muy, muy interesante. Yo suelo poner un ejemplo que es divertido. Por ejemplo, nosotros elegimos los más ricos por comunidades, los de la Comunidad de Madrid, Cataluña, el País Vasco, son relativamente conocidos.

Cuando uno se va a una comunidad pequeña, Castilla-La Mancha o Extremadura, la persona más rica de Castilla-La Mancha o de Extremadura es una de las personas más influyentes de esa comunidad, porque cambie el presidente de la comunidad, sea el que sea, de alguna manera conversa con él y le escucha y le dice: «Mira, lo que yo creo que necesitamos es esto o qué te parece si hacemos esto». Y ahí no todos los ricos o todos los influyentes son el top diez, no son las grandes fortunas que todos tenemos en mente. 

P.- Andrés Rodríguez es periodista de largo recorrido y desde 2007, desde que se fundó el grupo editorial SpainMedia, es el líder del mismo. Es la empresa que está detrás de revistas como la edición de Forbes en España o Tapas. Voy a hacer una pregunta con malaje: ¿hacer revistas en España no es ruinoso?

R.- Te puedo contestar como presidente de la Asociación de Editores, que mis compañeros de revista que han tenido la irresponsabilidad de elegirme. La respuesta sería: no, no es ruinoso. Y como propietario y editor de SpainMedia, a nosotros nos va muy bien y llevamos 18 años, con una cuenta de resultados saneada y haciendo las revistas que queremos y que quiere la audiencia. No es ruinoso. Ahora bien, no es fácil. 

«Ojalá diez como Amancio Ortega y España iría mejor»

P.- En el 2007 llevaba una trayectoria de gran recorrido en el grupo Prisa como encargado del asunto revistas y de repente decide que se va. Sin ninguna cuenta de millones detrás. Decide montar una empresa editora de revistas en pleno momento de crisis.

R.- Pero tengo suerte. La verdad, no tenía ni idea que había una crisis, si no, probablemente no lo habría hecho.

P.- Y le llamaron loco por hacerlo o aventurero…

R.- Hubo de todo. Imagínate, yo fui a despedirme de Jesús Polanco, el gran editor de entonces, y faltará mucho tiempo para que venga un editor tan importante como él. Imagínate lo que es decirle a Jesús Polanco: «Jesús, quiero ser editor, voy a probar, tengo pensado dedicarme además a editar revistas». Bueno, muy generoso, lógicamente me dijo: «Oye, te deseo suerte y cualquier cosa que necesites, aquí estoy». Pero escuché frases como la famosa de «Tú no sabes, el frío que hace ahí fuera». Y fuera hace frío y hace calor. Estuve trabajando en Prisa, en la cual tengo buenos amigos y muchos buenos recuerdos porque aprendí mucho. Estuve 13 años, pero yo me paré un momento a pensar e hice un argumento muy tonto, la verdad. Pero pensé: si me tocan muchísimos millones en la lotería como para no tener que preocuparme del dinero, ¿qué harías?

Y rápidamente, tardé, no sé, cinco minutos, en decidir qué me gustaría ser editor, probar a ser editor, que para mí significaba tener la última palabra de qué se publica, con quién se trabaja, qué se edita y qué no. Básicamente, ser editor es esto. Y entonces dije: «Bueno, la vida es muy corta. ¿Qué te impide hacerlo? Pues que no te cueste un montón de dinero». Pero a mí el dinero me parece que, con todo el respeto, es una herramienta para hacer cosas. En sí mismo, el dinero no es nada. Entonces me dije: «Tengo que buscar dinero o gastarme muy poco». Tengo que lidiar con esto del dinero. Pero es que si no lo mismo un día me voy de este mundo y no lo he probado. Y esto fue lo que me impulsó a hacerlo. 

El director de SpainMedia posa en la sede de THE OBJECTIVE. | Víctor Ubiña

P.- Su amor por las revistas, como casi todo lo que nos acompaña después de por vida, ¿es un amor de niño? ¿De infancia?

R.- Sí, es un amor de infancia. Es un amor de salir a pasear de casa cuando ya te dejan salir solo de casa a darte una vuelta sin un duro en el bolsillo o con la paga del mes, pasar por el quiosco y quedarse absolutamente hipnotizado de ver todas aquellas ventanitas de papel que yo no entendía. Entendía el castellano, pero no entendía lo que querían decir y ver cómo iban cambiando.

Cada mes, aparecían otras ventanas, otras ventanas. Y fui comprando unas, otras, no sé. Seguía sin entenderlo. Pero ahí fui entrando en un mundo de colores, de temas, lenguajes y de actitudes. Y he ido al quiosco decenas de veces a preguntar por una revista y que el quiosquero me dijera: «Aún no ha venido». Y volvía al día siguiente. Y supongo que eso me ha ido llevando a esto. 

P.- ¿Tiene muchas diferencias el tema de una revista como Tapas o Forbes a un periódico?

R.- Son dos lenguajes distintos. Muchas veces, los grupos que editan periódicos y tenemos grandes editores en España, publican revistas porque dicen: «Bueno, si lo difícil es hacer un periódico, hacer una revista es más fácil». Y no les salen muy bien las revistas. Algunas salen bien, pero es que son lenguajes diferentes. Es como pensar que un periodista puede, no sé, presentar un informativo de televisión, la portada de una revista, la portada de un periódico y una columna de opinión y un monólogo en la radio. Algunos hay, pero es muy difícil.

P.- ¿En qué se diferencia más? Aparte del contenido en sí mismo.

R.- Se diferencian en muchas cosas. Pero la primera diferencia sería que cuando te acercas a una revista de papel, tu cuerpo está relajado. Tú te acercas a la revista con una disposición de descanso, de calma, de hojear. Hojear parece una palabra menor respecto a leer, pero no, cualquier cosa entra primero por el ojo y luego a lo mejor me la leo. A la revista tú vas relajado, vas a hojear en papel.

En digital ya no, ya estás tenso porque el teléfono o el iPad te van mandando electricidad y tú mismo estás en tensión respecto a la cantidad de energía y de información que hay ahí. Y en un periódico a veces está relajado, pero a veces estás con el breaking news, con enterarte de lo último. Además el periódico, como es lógico, es de usar y tirar. Y las revistas, si son buenas, se van a quedar en tu casa independientemente del mes o la semana.

P.- Y con el periódico te cabreas. 

R.- Los periódicos están, en mi opinión, demasiado politizados en España, en todo el mundo. Pero en España, en mi opinión, están demasiado politizados. Y las revistas no tienen que complicarse la vida con esto. 

P.- A la revista se va a disfrutar.

R.- Suelo decir que para que una revista funcione tiene que funcionar en la cama. La puedes leer en la cama y quedarte dormido, en el baño y en el sofá. Tiene que funcionar en los tres sitios, que no significa que tú la uses en los tres, pero si en ninguno de los tres no funciona, ya no es una revista, ya es otra cosa. 

P.- ¿Qué se plantea a la hora de hacer una revista?

R.- Me planteo dos cosas que parecen contradictorias, pero no lo son. En primer lugar, tiene que haber un caldo de cultivo, gente interesada en algo. Cuando inventamos Tapas hace nueve años, yo percibía un cambio generacional relacionado con la manera de comer. Los cocineros se convertían en estrellas del rock. Aquello estaba cambiando. Tiene que haber un caldo de cultivo. Y por otro lado, lo que puede parecer un poco contradictorio. Yo no me pregunto constantemente qué quiere esa comunidad, voy un poquito por delante de la comunidad. Es decir, yo hago las revistas para mí y para mi equipo, no las hago yo solo.

P.- Es usted el primer lector, por así decirlo.

R.- Si tú haces una publicación intentando complacer a toda esa comunidad que te imaginas o tienes los datos exactos de lo que haces, te quedan dos números por publicar. Porque la comunidad lo que busca es que tú vayas por delante, no demasiado por delante, porque entonces no te entiende, se pierde. Pero tú tienes cada mes que cambiarles el ritmo, sorprenderles, darle algo que no esperan, mezclado con algo de lo que esperan. Y esto es lo que convierte las revistas en un trabajo bastante interesante.

Tengo una anécdota al respecto. Recuerdo un editor alemán cuya metodología de editar revistas, absolutamente respetable, era hacer un focus group. Es decir, un trabajo de campo en el que le preguntaba a sus lectores, en este caso lectoras de clase media o clase media baja. Preguntaba: «¿De qué quiere usted que hable esta semana?». Y con ese focus group hacían la revista y acertaban. No es mi manera de editar.

P.- Hablemos de Forbes, que es, digamos, la insignia de su grupo. Fuera de tópicos sobre la revista, ¿Forbes intenta explicar cómo somos en cuanto a la relación con el dinero?

R.- Esto es lo que yo intento o intentamos que pase aquí, porque el Forbes que yo recojo hace 11 o 12 años, era un Forbes, como sigue siendo en algunos lugares del mundo, muy económico, muy para directores financieros, para grandes inversores, o sea, muy especializado. Casi había que tener una preparación económica para entenderlo y a mí no me interesaba publicar esa revista.

Quería ensanchar la revista. La reflexión que tú tienes que hacer con un bolígrafo y un cuaderno es hacia dónde quieres mandar esa revista, cuál es el rumbo que le quieres dar. Yo la quise ensanchar tanto como esto que tú acabas de decir, que es explicar cómo funciona el mundo a partir del dinero. Y todo el mundo tiene una relación con el dinero: la doméstica, la profesional, el que tiene una herencia de sus padres, una cosa que le ha ido mal, caprichos, etcétera. Y todo el mundo tiene una visión del mundo a partir de cómo funciona su economía. Ahí es donde nosotros estamos y por eso es una revista muy ancha. 

P.- Cabe todo.

R.- Cabe que Georgina, la mujer de Cristiano Ronaldo, te recomiende, como nos ha pasado esta semana y tengamos 12 millones de visualizaciones de una chica que era dependienta en una tienda, se casa con Cristiano Ronaldo, monta una familia. Cabe esto y cabe entregarle un premio al CEO del año y que lo recoja Florentino Pérez en una cena. Eso es bueno, oye, tiene que haber coherencia, no basta con ensanchar, tiene que haber una coherencia. 

P.- ¿El que seamos judeocristianos nos marca mucho nuestra relación con el dinero?

R.- Mucho. Hay dos modelos en relación con el dinero y los dos modelos son religiosos. Uno es el anglosajón calvinista, en el cual una persona que hace dinero es una persona inteligente, reconocida por la sociedad porque ha sabido moverse en la sociedad y se utiliza su riqueza como un baremo de lo bien o lo mal que te has movido en la sociedad a cambio de ese reconocimiento social y de que te pongan una sala en el MoMA. En ese caso, tú tienes la obligación de ser un buen filántropo y de airear todo lo que tú le devuelves económicamente a la sociedad en los proyectos que tú quieras. Y por eso, la filantropía pública en los países sajones está infinitamente más avanzada que los latinos.

Con los latinos, por el contrario, el concepto religioso es que a los mercaderes se los expulsó del templo. Y en cuanto a la filantropía, si te sobra dinero, tienes que hacer caridad, y la caridad tiene que ser, si es posible, privada. De tal manera que no vas a contagiar a otro a que la haga. Y hay un cierto complejo de culpa del rico, mucho menos del hombre hecho a sí mismo. Es decir, el hombre hecho a sí mismo que consigue una riqueza no tiene complejo de culpa, porque yo no tenía nada, pero del que lo hereda, sí que percibe una animadversión y ahora con las redes se percibe muchísimo. Entonces quiere pasar desapercibido.

P.- En España entiendo que se odia más al rico que hereda que al rico hecho a sí mismo.

R.- Sí, en este país todos llevamos una piedra en el bolsillo y la condena es que cuando nos acostamos hay que haberla tirado. Por la mañana ya tienes otra y entonces eso es un poco España. Entonces cada uno elige a quien le lanza el pedrusco. 

P.- ¿Pero en España el dinero sigue siendo tabú?

R.- Sí, cada vez menos. 

P.- Da menos cosa hablar de sexo que de dinero.

R.- Sí, claro. El tema del tabú del dinero se va diluyendo, no se va a poder diluir totalmente porque nuestra cultura judeocristiana está metida en nuestra sociedad. No se va a diluir totalmente. Pero bueno, las listas que nosotros publicamos de las personas más ricas del país ya no son escandalosas. No hemos tenido nunca jamás una denuncia.

P.- ¿Qué conclusiones sacáis cuando cada mes de noviembre se publica en Forbes la lista anual de los hombres y mujeres más ricos de España? Me refiero a las 100 personas más ricas del país.

R.- La primera conclusión sería que es una lista poco dinámica, o sea, que se mueve poco y se mueve poco porque tenemos un tejido industrial y una sociedad que no es muy permeable a negocios disruptivos. Si lo comparamos con la sociedad americana, donde los primeros puestos son tecnológicos: Elon Musk, Jeff Bezos. Han descubierto una manera nueva de vender y entran arriba. Dos de nuestras grandes fortunas, que son Amancio Ortega y Juan Roig, han sido disruptivos. Roig en la distribución de alimentos y Amancio en la distribución del textil. Pero es dificilísimo que eso suceda en otros sectores.

No se mueve mucho, es poco dinámica. Luego hay grandes herencias, grandes familias que gestionan normalmente bien patrimonios heredados y los hacen más grandes, esa sería una primera conclusión. La otra gran conclusión es que este país sería infinitamente mejor si pudiéramos coger la lista de las 100 fortunas y hubiera otras 100, porque duplicaríamos los puestos de trabajo. Y luego, constantemente, cada año explicamos que esta gente paga impuestos. Si considera el ciudadano que tienen que pagar más impuestos, pues eso, hay que ir a votar y elegir el partido que proponga una reforma fiscal. En las sociedades que van bien en cualquier lugar del mundo, en las democracias que van bien en el capitalismo, cuantas más fortunas tienen, hay más tejido empresarial. 

P.- Que buena parte de la lista de Forbes sobre los más ricos sean herederos, ¿esto habla mal del país, de su economía?

R.- El problema no es tanto que haya una buena parte de herederos como que no haya una buena parte más de emprendedores. El heredero no tiene culpa de nada, el heredero tiene un que una dificultad, no voy a decir un problema. Uno tiene mucho dinero y está contento al principio, y luego sigues contento, pero empiezas a estar, además de contento, responsable de qué haces para que ese dinero no se diluya, si confías realmente en tu gestor, si tienes que tener tres gestores diferentes, si debes meterlo siempre en es un negocio. Bueno, tiene complicaciones y los herederos tienen una parte de su vida solucionada y otra muy compleja. 

«Hacienda sabe mucho más de las grandes fortunas de lo que sabe ‘Forbes’»

P.- ¿La entrevista soñada es Amancio Ortega?

R.- Sí.

P.- Y la imposible también. 

R.- Sería genial que Amancio Ortega, que hace muchas cosas por este país, legara su visión, eso lo puede legar en una entrevista legal, en un libro, en unas memorias. Ojalá la hiciera con nosotros o con quien sea, estaría muy bien. Le considero una persona muy responsable y estaría muy bien que explicara su visión. Sería bueno para todos. Lo hemos intentado, pero él tiene esta política de no hablar, supongo que eso le protege a nivel personal y familiar. Pero creo que se puede hablar también con un cierto control.

P.- En general, los ricos en nuestro país hablan mucho menos que en otros países también por lo que comentábamos antes. Amancio Ortega dona dinero para hospitales y hay quienes le están criticando.

R.- Claro y hay un efecto contagio. Es decir, como no habla Amancio Ortega, no hablo yo, pero si uno hablara, habla el de al lado o habla el que se quiere parecer. Y eso nos ayudaría un poco a explicar su responsabilidad, porque nosotros los conocemos muy bien. Tengo trato cercano con casi todos y son gente muy responsable, con retos, con dificultades. 

P.- ¿Hay quien se ha cabreado por aparecer en la lista Forbes?

R.- Sobre todo, al principio, el primer año y el segundo año hemos tenido peticiones de gente importante que nos dijo que no quería salir. Recuerdo un empresario vasco cuando ETA estaba todavía activa, que me dijo: «Oye, si me pasa cualquier cosa es responsabilidad tuya». Y yo le dije: «Primero, ojalá no pase nada, no podemos estar más en contra del terrorismo, pero mi responsabilidad es publicar la lista y nada más». Bueno, no pasó nada ni nunca hemos tenido una denuncia. Siempre hay alguien que bromea: «¿Qué tenemos que hacer para aparecer?». Y yo le digo: «Muy fácil, aquí tienes mi teléfono».

P.- Andrés, ¿diferencia el que tiene poder a el que tiene influencia o la influencia es un modo de poder?

R.- Nosotros definimos influencia como esa llamada que a ti te hacen y rápidamente dejar lo que estás haciendo para devolverla. «Ha llamado el Papa, te tengo que dejar que tengo que devolver esta llamada». Tienes que devolver esa llamada, eso es influencia. Y esa influencia a veces está relacionada con el dinero y otras no. Podríamos hacer un listado de gente influyente que no son empresarios.

Y el poder puede no ser influyente, y desde luego, alguna de las dos cosas en los ejemplos que he puesto pueden tener que ver con el dinero o no, porque alguien que tenga mucho dinero puede llamarte y que a ti te dé exactamente igual lo que te propone, porque tu mundo es otro. Ni te va ni te viene ese negocio.

El periodista durante la entrevista en ‘El purgatorio’. | Víctor Ubiña

P.- Después de trabajar en Forbes, al conocer a gente que se supone tan exitosa o tan adinerada, ¿le ha cambiado su idea del éxito?

R.- El mío personal es gestionar el tiempo en el que estamos aquí lúcidos, en lo que a uno le gusta hacer en la vida, rodeado de la gente que te quiere y cuidar la gente que te quiere. Y eso es para mí el éxito personal no tiene que ver con el dinero. También entiendo que haya gente que tenga otro u otro baremo y que tengan otras pretensiones y las respeto. Pero vamos a estar aquí dos días y medio con suerte.

P.- ¿Tiene sentido envidiar a la gente que tiene mucho dinero?

R.- No, porque no sabemos luego si en casa no duermen. No sabemos si se llevan bien con su familia, no conocemos sus seguridades o inseguridades. La felicidad son cosas pequeñas. El dinero te puede ayudar a construir algunos de tus sueños, pero también el ser humano está condenado a una cosa, y es que en cuanto desea algo y en cuanto lo tiene, ya quiere otra cosa. Somos errantes. Entonces, cuanto más dinero tengas, pues ahora nos iremos toda la familia a dar la vuelta al mundo y lo conseguiremos en un mes. Al día siguiente ya querrás otra cosa. Entonces conviene gestionar eso porque si no vas como vaca sin cencerro. 

P.- Esto de que tienes una casa con césped pero te da envidia la del vecino cuyo césped está mejor cortado.

R.- Claro, siempre hay algo ahí que te fastidia. Entonces los que no son ricos quieren más dinero, los que tienen dinero quieren reconocimiento y discreción, el que tiene mucho dinero quiere ser invisible. Siempre es lo contrario. 

«Una revista vale si funciona en la cama, en el baño y en el sofá»

P.- Si Forbes habla de la relación con el dinero y Tapas habla sobre nuestra relación con la comida, con la bebida y con el evento que es sentarse a una mesa. 

R.- Explica cómo somos a partir de la comida y la bebida. Y eso es muy divertido porque también es ancho, ancho, ancho. Suelo poner un ejemplo: no es lo mismo tener una primera cita para comer que para cenar. En la cena quizá haya más expectativas. Y no es lo mismo un desayuno de trabajo que una cena de trabajo, así todo. Y en este país no se celebra nada que no sea comiendo y bebiendo. La comida y la bebida están en todo, si hablamos de este país.

Pero es que si hablamos de la diferencia que hay entre San Sebastián y Cádiz, pues ya ni te cuento. Y si ampliamos, porque nosotros tenemos pretensiones internacionales de explicar cómo funciona el mundo a partir de comida y bebida, pues es infinito. La gran aportación de Tapas fue no hacer una revista que te enseñe a cocinar un besugo, alguna vez podremos contarlo, sino explicar lo que pasa alrededor del besugo cuando ya está en la mesa. ¿Qué sucede?

Por ejemplo, si se ponen servilletas de tela o servilletas de papel, o quién empieza primero a comer. Yo tengo un chaval que tiene un hambre voraz y en cuanto el plato se posa sale disparado y quedan cinco segundos para que nos sentemos todos. Todas esas cosas son interesantes. 

«Queremos mejor transporte público y más Lamborghinis»

P.- La palabra Tapas, además, está muy bien elegida porque es una cosa que define muy bien a España, pero que a su vez es internacional.

R.- Recuerdo que tenía clara la idea de la revista, pero no tenía un nombre y yo buscaba una marca que se pudiera entender en cualquier lugar del mundo. Y claro, es una marca propia. Lo que yo he hecho con las otras revistas ha sido adaptar la voz de otra marca a nuestro país. Y aquí lo que buscaba era crear una marca que pudiera entenderse en cualquier lugar del mundo y algunos ejemplares son bilingües en castellano, en inglés y un día iba por Londres en un taxi y por la ventanilla mojada vi un neón que ponía tapas.

Y yo dije: «¿Quién será el loco que entra aquí en Londres a tomar tapas?». Y en ese momento dije: «Ostras, esta es la marca». Si está aquí este nombre es que hay un inglés que entra y sabe lo que es. Ahí fue cuando decidí la marca, y me di cuenta que los extranjeros entienden por tapas, pequeñas porciones de comida que no las comes formalmente o no te sientas. O sea que vas a conversar tanto como a comer. Y dije pues eso también es una revista. Conversar tanto como comer.

P.- Para cerrar, Andrés, en esta nueva temporada de El purgatorio, siempre preguntamos: si tuvieras que poner un epitafio en tu lápida, ¿cuál sería?

R.- Te tengo que decir que tengo algunos apuntados, pero el eslogan de Forbes en España está muy bien: «Nada personal, solo negocios».

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