THE OBJECTIVE
El purgatorio

Cristian Campos: «Es inevitable odiar a los periodistas»

El periodista catalán presenta en ‘El purgatorio’ su nuevo libro, ‘Me gusta la fruta’, un extenso análisis del fenómeno Ayuso

Las redes sociales siempre dan una visión deformada de las personas. Aparentamos felicidad, lujo, viajes ideales y vidas que son ficción. Me pasaba con Cristian Campos (Barcelona, 1973) que había días en que me caía mal: su personaje en redes te llevaba al extremo, te agitaba, te gritaba, te encendía, y era, y sigue siendo, un gancho para polémicas y tuiteros ávidos de gresca, pero también de análisis refrescantes sobre la actualidad. La persona real, en cambio, sin la deformación de las redes es de un trato exquisito, un buen tipo, con el que da gusto hablar sobre política o lo que se tercie. Sabe Campos que ejerce un papel en redes, y hace bien en diferenciar persona y personaje, no vaya a ser. Ha publicado Me gusta la fruta: la historia de cómo Isabel Díaz Ayuso se erigió en bastión del antisanchismo y cambió a la derecha española para siempre. Un análisis extenso del fenómeno Ayuso y sus derivadas.

PREGUNTA.- Entonces de Twitter, o sea de X, no se va a ir.

RESPUESTA.- No, yo no me voy, me quedo, estoy muy a gusto. Y por cierto ya hay un montón de gente volviendo, ya he visto a Enric Juliana que ha puesto un tuit. El rollo este de «ahora Twitter está en manos de un multimillonario»… Y los de antes, ¿qué eran, panaderos? Es que es ridículo y además se van como una prima donna. Había un tuitero, no recuerdo el nombre, que decía: «Esto no es un aeropuerto, no hace falta que anuncies que te vas». Si te vas, pues vete, fantástico.

P.- ¿Cristian Campos es un personaje en Twitter?

R.- Sí (ríe). Es verdad que hay una parte de personaje, el personaje es en parte tú, es una parte tuya exagerada, la hipérbole de una parte tuya. Pero no, yo en la vida real no tengo absolutamente nada que ver con el personaje que se supone que soy en Twitter. De todas maneras, eso también lo fomenta un poco el propio formato con mensajes muy cortos donde la gente te responde claro. Que la gente te pueda responder es como alguien llamando a la puerta de tu casa, abres, y te dice: «Eres un hijoputa», eso es Twitter. Entonces tú te adaptas a ese rollo porque entrar en Twitter con un estilo académico, muy pomposo y «espera que aquí soy el periodista del New Yorker«, no funciona. Te has de adaptar a ese lenguaje.

P.- ¿Recuerda su mayor bronca en Twitter? 

R.- No la recuerdo. De hecho, es que al principio yo no quería entrar en Twitter. Entonces una amiga me dijo que tenía que estar allí y que si no me hacía una cuenta, ya me la hacia ella, me creaba un perfil. Al final, me hice la cuenta y no recuerdo el motivo pero se lio a la semana, se lio tremenda y entonces me asusté un poco, pero ahora ya es como parte del paisaje. Ni siquiera lo miro. A veces, llego el lunes a la redacción y me dicen: «Buah, menuda se ha liado este fin de semana» y yo no me he enterado.

P.- Hay una frase que ha rescatado, una de un usuario de X que dijo, respondiendo a un medio de comunicación: «Crees que odias a los periodistas, pero no los odias lo suficiente«.

R.- Es que esa frase es muy buena porque me pasa a mí y soy periodista. O sea, es inevitable acabar odiando a los periodistas porque somos unos manipuladores, unos mentirosos. Y además, a mí me hace mucha gracia porque yo ya soy periodista de opinión, entonces mi función es opinar básicamente, y la figura del polemista siempre ha existido en el periodismo y era una figura establecida y nadie se escandalizaba. Pero ahora parece ser que ahora hay como una especie de purismo del periodismo, procedente muchas veces de gente que ni siquiera es periodista, y que te venden que, bueno, todo ha de ser como periodismo New Yorker. Todo ha de pasar por un filtro, el filtro de los bulos, comprobación, fact checking, etcétera Y resulta que esta gente que va de ser ecuánime, objetiva, tú sabes perfectamente a quién votan. Esa gente que van de ecuánimes, te aseguro que sé perfectamente a quién votan y no lo dicen nunca.

P.- Cristian Campos publica libro, Me gusta la fruta: la historia de cómo Isabel Díaz Ayuso se erigió en bastión del antisanchismo y cambió a la derecha española para siempre. No hace falta ser adivino para intuir que el libro le va a gustar a la presidenta madrileña, no diré que es una hagiografía, pero crítico con Ayuso no es.

R.- No es crítico, es amable con su fenómeno sociológico.

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Me gusta la fruta
Cristian Campos
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P.- Ya he manifestado en alguna ocasión que no me gusta este lema de la fruta. No me gusta esta especie de chiquillada de camuflar un insulto a quien sea con un juego de palabras, pero entiendo que Campos tiene mejor opinión.

R.- A mí me parece que forma parte de la nueva política comunicativa. Evidentemente, si fuéramos todos por la calle o fueran los políticos insultándose por la calle, pues eso sería irrespirable. Pero esto es parte de una nueva forma de hacer política que han entendido muy bien Pedro Sánchez, Isabel Díaz y Pablo Iglesias, las tres figuras que han entendido la política del siglo XXI. Tú puedes estar más o menos de acuerdo, añorar las viejas formas, pero la realidad es que ahora la comunicación funciona así y es lo que llega a la gente. Hay un punto de espectáculo, casi de reality show en la política y ahora funciona así. Y los políticos que se han quedado en 1992: por ejemplo, creo que Feijóo se ha quedado en 1992, una buena parte del Partido Socialista, Page se ha quedado en 1992, hay mucha gente que se ha quedado en la política del siglo pasado. Son gente que continúa ganando elecciones porque alguien ha de ganarlas. Sin embargo, la gente que ha entendido la política moderna de la comunicación moderna son gente como Ayuso, Sánchez, Iglesias o cómo, sin entrar en ideologías, Trump, Milei, Meloni.

P.- Iglesias, Sánchez y Ayuso, de los que detalla en el libro que los tres son madrileños. Y le da importancia a ese dato.

R.- Es mucha casualidad, Madrid es la única ciudad española que vive en su tiempo histórico. Mira, yo había vivido toda la vida en Barcelona, viví durante 40 años en Barcelona y estaba convencido de que Barcelona, porque además te convencen desde la escuela, era prácticamente Londres, algo maravilloso, lo más moderno, que el resto de España eran Mordor y además anclados prácticamente en el 38. Y eso es muy goloso para un niño al que tú le dices: «Eres mejor por el hecho de haber nacido aquí, de ser catalán y de hablar catalán».

Y entonces yo llegué a Madrid y dije: «Hostia, pero es que esto no es lo que me habían vendido». Y Madrid, salvando todas las distancias, es una ciudad que está mucho más cerca culturalmente, económicamente, en atmósfera ciudadana y social de ciudades como Londres, París, Nueva York, que de una ciudad como Barcelona, que para mí está mucho más cerca del concepto pueblo. Es una ciudad que tiene 1 millón y medio de habitantes, pero sociológicamente es un pueblo con mentalidad de pueblo. Y esto no lo no lo digo en el sentido peyorativo, pero es lo que es y Madrid es otra cosa. La gente que ha entendido la política moderna por fuerza debía salir de una ciudad como Madrid.

P.- Escribe: «En Barcelona fui feliz, pero libre solo al llegar a Madrid«.

R.- (Ríe) Es una hipérbole, es el comienzo del libro y hay que entrar como el desembarco de Normandía. A mí me pasó una cosa cuando yo vivía en Barcelona, pero empecé a venir a Madrid por trabajo y entonces un día quedé con Rafa Latorre, que nos conocíamos poco, pero un día quedamos, fuimos a comer, nos liamos, fuimos a tomar algo y acabamos pues a las tantas, tomando algo en un bar no sé dónde, y me sorprendió porque estábamos en el bar y gente que estaba por ahí al lado, empezó a hablarnos y a charlar con nosotros. A mí eso no me había pasado jamás en Barcelona.

Mi reacción fue pensar que esa gente quería algo, que nos iban a atracar, algo raro, evidentemente no pasó nada. Eran gente muy maja con la que estuvimos ahí hablando y ya está. Y entonces me acordé de un artículo de Juan Soto Ivars que decía que él llevaba no sé cuánto tiempo viviendo en Barcelona y que tenía amigos de un montón de años y nunca había estado en su casa, pero que en cambio llegaba a Madrid una noche, conocía gente en el bar en esa misma noche y acababa en su casa tomando algo, y eso no pasaba nunca en Barcelona. A eso me refiero cuando quiero decir que Madrid es una ciudad moderna, abierta, cosmopolita y aunque Barcelona se lo crea, pues no lo es en ese sentido. Barcelona es una ciudad mucho más constreñida, mucho más de grupos, mucho más provinciana, y esto sí que lo digo en el sentido despectivo.

Cristian Campos posa en la sede de THE OBJECTIVE | Foto: Carmen Suárez

P.- Su interés por Isabel Díaz Ayuso entiendo que le viene de largo. 

R.- La descubrí a partir de la pandemia. Antes la verdad es que no había seguido su carrera. Coincidió mi llegada a Madrid porque yo llegué a finales de 2020 a Madrid, y coincidió con su despegue porque su ascenso no fue cuando ella es nombrada presidenta, sino que empieza en la pandemia. Cuando ella decide abrir Madrid, el famoso ‘abrir los bares’, a partir de ahí la empecé a conocer y a mí me interesó como fenómeno sociológico, como fenómeno político menos. Yo trabajo en periodismo político, pero en realidad no me fascina especialmente, pero sí que me interesaba como fenómeno sociológico, ella es realmente un personaje muy interesante.

Una vez comí con una persona de su equipo y me comentó que no le gustaba nada que hablaran de Ayuso como una estrella del pop porque es política. «Hay que juzgarla como tal y no nos hace ningún favor». Y yo pensé bueno, tiene razón, pero por otra parte a Ayuso la ha votado el 50% de los madrileños, o casi el 50%, es decir, uno de cada dos. Nadie llega a toda esa gente si no es un fenómeno sociológico más que un fenómeno político. Entiendo lo que él decía, pero por otra parte, su éxito es más sociológico que político. Ella tiene un carisma, independientemente de que estés de acuerdo, pero ella tiene un carisma que va mucho más allá del carisma normal de un político.

P.- Sobre el carisma, recuerdo que David Mejía escribió en THE OBJECTIVE: «Casado nunca iba a los bares que Ayuso cierra«

R.- Exacto, además ella es un personaje muy bien construido, porque piensas en Pablo Casado y la música que le gusta y no lo sabes. En cambio de Ayuso sabes que le gusta el pop español de los 80, Depeche Mode, es un personaje bien construido. Un personaje está bien construido cuando tú le pides a alguien: «Oye, defíneme ese personaje» y es capaz de definirlo en tres palabras. Piensa en Han Solo de La guerra de las galaxias, pues es un macarra, es chulo, pero en cambio un personaje que está mal definido, está mal construido desde el punto de vista del guion, cuando tú no eres capaz de definirlo. Entonces Pablo Casado era un personaje mal definido desde el punto de vista del guion, tú a Pedro Sánchez lo puedes definir como un chulo, un mentiroso o al revés, es osado o es audaz. Pero hay gente que es indefinible, ¿cómo definirías a Feijóo? Es como gallego, sí, pero seguramente utilizarías la misma definición que utilizarías para Rajoy. Y mira, ahí Rajoy ahora está mejor definido también porque de presidente mucho tiempo y eso ayuda a definir.

P.- Lo que también pasa con Ayuso es que le cae muy bien a mucha gente y le cae muy mal a otra. No sé si es algo parecido a lo que le pasa a Pedro Sánchez.

R.- ¿Crees que Sánchez cae bien? Creo que es utilitarista, creo que se piensa que ese es el tipo que tritura a los otros, a los que me caen mal.

P.- Le puedo comprar esta diferencia, el que a Sánchez se le vota porque sirve como baluarte frente a los de enfrente.

R.- Es que si hubiera Pedro Sánchez libertario, yo te lo compraba ya. Es el soldado que quiero en los videojuegos, lo quiero porque es alguien que tritura al contrario y evidentemente tiene triturado al Partido Popular, no Ayuso, pero sí al PP de Génova, al PP de Feijóo, de Soraya, de Rajoy. Y en ese sentido, Pedro Sánchez en lo suyo es un crack, eso hay que reconocerlo. Otra cosa son las consecuencias de todo eso.

P.- Ayuso es periodista, su jefe de gabinete Miguel Ángel Rodríguez es periodista, hay varios miembros del gabinete de Ayuso que son periodistas. Para usted es importante esto. 

R.- Para mí es muy importante porque demuestra que yo creo que una buena parte del éxito de ellos es la comunicación, lo saben manejar muy bien. Miguel Ángel Rodríguez es uno de los mejores jefes de gabinete o estrategas que ha habido en España, muy superior a Ivan Redondo, por ejemplo, que tenía un poco la fama, pero ni de lejos llegaba a lo de Miguel Ángel Rodríguez. Y si te fijas, el éxito de Ayuso se basa en buena parte en que es intuitivo. No hay un gran plan detrás de vamos a hacer esto, vamos a hacer lo otro. Ella funciona por intuición, hay muchas veces que tú ves algo que hace ella, por ejemplo, el anuncio aquel de las últimas elecciones, donde bailaban en una plaza de toros, era objetivamente horrible, pero pegadizo. 

Luego de repente lo veías en TikTok, los adolescentes lo copiaban, eso triunfaba. Si hubiera tenido poder de decisión en el gabinete de Ayuso nunca habría permitido eso, pero ni de broma, pues funcionó y eso demuestra una intuición. Le ha funcionado cuando el «me gusta la fruta», que era muy arriesgado. Tiene una intuición y tú lo ves si vas por la calle con ella o quedas para comer, para entrevistarla, lo que sea. Y se forman corros alrededor de gente que viene a saludarla, que se quiere hacer una foto, que quiere hablar con ella, eso no pasa con ningún otro político. Eso demuestra que de alguna manera conecta, de manera auténtica y espontánea, no está prefabricada. Y en el caso de Pedro Sánchez, la conexión es utilitarista, es el cañón, es la bomba con la que yo me estoy cargando a los otros que los odio a muerte, bueno, es muy útil, pero son fenómenos diferentes. 

«Ser serio y fiable sirve para venderme un piso, no para un proyecto político»

P.- Establece en el libro varias teorías sobre quién ha creado como figura política a Isabel Díaz Ayuso. La más repetida no ya en su libro sino por los medios es la de Miguel Ángel Rodríguez, la de M.A.R, el jefe de Gabinete. ¿Su importancia en Ayuso es tan importante como algunos parecen querer hacer ver a la gente?

R.- Él lo niega rotundamente y su equipo también dice no, el 90% es que preparan un plan con guion escrito y luego sale ella y sale por peteneras y da vueltas y acaba en un sitio absolutamente genial que luego se convierte en el titular y que genera la polémica y lo que le da visibilidad y lo que la pone en el foco. Eso es totalmente espontáneo. Ellos lo niegan rotundamente. Me lo he de creer que yo no estoy allí para ver lo que ocurre luego entre bambalinas, pero hay una buena parte de espontaneidad y parte del peligro que tiene ahora Ayuso es que esa espontaneidad se pierda. Lleva mucho tiempo como presidenta y que entre como en una rutina más de «yo soy política». Y entonces pierda un poco ese gracejo que tenía. Ahora está en un punto como muy institucional, y vamos a ver cómo se recicla, porque ahora ya no es ella la que confronta directamente con Sánchez, está Feijóo y antes Casado no era rival para Sánchez. Y como no está Casado, tampoco tienen un enemigo tan claro delante. Se debe saber reciclar.

«Feijóo cree vivir en la política de 1992»

P.- Se suele hablar de Esperanza Aguirre y de Díaz Ayuso, porque ambas han llegado a la presidencia de la Comunidad de Madrid, aunque hay diferencias entre ambas, por ejemplo, en los lugares de dónde viene cada una, cómo se situaron en el poder.

R.- Claro, porque Esperanza Aguirre consiguió mayorías absolutas, pero lo hizo en un momento en el que no existía Vox o no existía Ciudadanos, con lo cual era más fácil aglutinar todo el voto del centro hacia la derecha. Ayuso ha conseguido mayoría absoluta cuando existía Vox, Ciudadanos y el escenario político estaba atomizado en muchos partidos de derecha e izquierda, con lo cual tiene mayor mérito. Y Esperanza Aguirre es baronesa, eso necesariamente crea una barrera. Por supuesto que la Comunidad de Madrid de hoy es producto de lo que empezó a hacer Esperanza Aguirre en su momento, pero esta vez Díaz Ayuso lo ha hecho de un modo transversal.

Ella lo ha llevado más allá y ha hecho que eso es lo que construyó Esperanza Aguirre, que es convertir una comunidad autónoma española, sociológicamente socialdemócrata como todas las demás, la convirtió una comunidad autónoma sociológicamente centro derechista o liberal. Y eso lo ha llevado hasta sus últimas consecuencias Isabel Díaz Ayuso consiguiendo ganar en feudos que antes considerábamos que eran segundas a la izquierda, rocosos y que jamás se iban a caer en manos de nadie del Partido Popular. Ayuso es un partido aparte del Partido Popular. 

Cristian Campos. | Foto: Carmen Suárez

P.- Sé que le interesa la sociología y en especial el llamado marco mental. A Ayuso puede que le guste el libro, pero igual a ciertas personas dentro del Partido Popular no les va a gustar porque le metes algún palito. No lo llega decir, pero leyendo uno entiende que el PP para usted es poco menos que una especie de marca blanca del PSOE.

R.- Bueno, lo es en cierta manera. Entiendo que la gente de izquierdas no va a estar en absoluto de acuerdo con esto, pero la ideología del PP ahora mismo es absolutamente socialdemócrata. Por ejemplo, Juanma Moreno hace unos días hablaba del cambio climático con un discurso que era exactamente el mismo de Teresa Ribera y Teresa Ribera está considerada, incluso dentro del movimiento ecologista, como una radical en este asunto. Entonces, el discurso de Juanma Moreno era exactamente el mismo que el de Teresa Ribera, con lo cual es que la diferencia es realmente muy poca. Estoy de acuerdo con esa gente que dice: «Bueno, en el caso de que Feijóo llegara a la Moncloa, que está por ver, yo creo que no vaya a llegar, pero en el caso de que llegara no va a ser una gran revolución. Y no va a aplicar un programa de liberal o de derechas, va a corregir algunas cosas, va a poner orden en algunas cosas, pero no va a hacer grandes cambios». Es un poco aquello de que los partidos conservadores son conservadores de lo que hay en cada momento. Si lo que hay es la izquierda, pues vamos a conservar la izquierda. Y yo creo que el PP ahora mismo es un partido básicamente socialdemócrata. Todos los consensos socialdemócratas de la Unión Europea actuales los asume el PP prácticamente al 100%. 

P.- Defiende en el libro que el PP no tiene un proyecto de país alternativo al PSOE.

R.- El PP, desde luego, no lo tiene. Fíjate que ellos insisten mucho en la idea de que «somos un partido fiable, somos un partido serio, somos un partido que sabemos gestionar». Dices: bueno, vale, perfecto, pues ser serio y fiable y honrado son argumentos de venta para un comercial inmobiliario qué me ha da vender un piso, pero eres un político que tiene que tener un proyecto de país. Un proyecto de país que se distinga en algo sustancial de lo que tiene el partido de la oposición, porque si yo soy una persona de centro, de esas que supuestamente a veces vota el PP y a veces vota al PSOE, y me encuentro con que el PP lo que me propone es más o menos lo mismo que el PSOE, pero digamos: «Bueno, vamos a hacer eso, pero un poco más serio, un poquito más perfumado», pues a lo mejor me quedo donde estoy, porque el cambio tampoco es tan sustancial. Y creo que no tienen un proyecto. Además, estos bandazos que pegan: de repente se van a la derecha supuestamente más cercana a Vox y de repente te defienden las mismas ideas que defiende el PSOE.

Hay una indefinición total y a ellos se les nota mucho que no saben hacia dónde tirar. Entonces yo una vez hablaba con un estratega del Partido Popular que era muy crítico con la estrategia del Partido Popular y me decía pero es que elijamos uno de los dos. Si nos vamos al centro nos vamos al centro y somos más socialdemócratas que Pedro Sánchez, asumimos todos los mantras de la Agenda 2030 y no pactamos con Vox, perfecto. Nos convertimos en un partido de derechas socialdemócrata. Y si nos vamos al otro lado, y competimos con Vox, entonces nos convertimos en un partido de derechas que defiende ideas de derechas, liberales o conservadoras. Hay que tener un proyecto y la gente lo ha de ver una vez más.

A veces parece que se pone duro, pero le sale mal porque está fuera de personaje y a veces se ponen blandos, pero también están fuera de personaje porque evidentemente lo hacen mejor las izquierdas. Claro, si yo me voy a poner a competir en ecologismo con el señor Pedro Sánchez, con el PSOE o con Más Madrid, pues evidentemente no voy a ganar porque todas las claves las tienen ellos. No, yo no voy en bicicleta o en patinete. No, yo no defiendo la ciudad de 15 minutos, no voy con un tote bag. No lo voy a hacer tan bien como lo hacen ellos, porque la izquierda lo hace muy bien y lo ha capitalizado muy bien. Entonces, ¿de qué vas? O sea, defínete de una vez. 

«Ayuso es un partido aparte, está en el PP porque en algún lado tiene que estar»

P.- Me surgió una idea leyendo el libro, y es curioso la forma que tenemos los periodistas de hablar los temas. Siempre que se habla del PP hay como varios sectores, Ayuso, que sería un poco sector duro. Después hay sectores más blandos como Juanma Moreno, mientras que en el PSOE no hay sectores, están los críticos o el crítico que es García-Page y ya.  

R.- Y sanchismo, y ya. A ver, estar en la Moncloa aglutina mucho. Une mucho y además te da carisma. Sánchez era el repudiado del PSOE y en el momento en el que llegó a la Moncloa se convirtió en Dios Padre nuestro Señor. Entonces, claro, es normal que en la oposición pues haya más corrientes y en el PSOE no haya tantas corrientes. También es cierto que el PP controla ahora más autonomías, entonces hay más posibilidades de que tú veas las diferencias entre sus barones, las diferencias de personalidad y de programa entre los barones.

Pero fíjate, hay una cosa muy curiosa que has dicho Ayuso es el sector duro y Ayuso es liberal. En el tema social no se diferencia mucho en algunos temas, por ejemplo en el de los menas, no se diferencia mucho de lo que puede defender el PSOE en sus momentos sensatos. Y fíjate, nos convencen las formas porque para mí Ayuso están mucho más cerca del centro que alguien como Juan Manuel Moreno, que es un conservador, pero en cambio, socialmente, como defiende algunas causas de la izquierda, tú lo aproximas al centro, pero es un conservador con ideas socialdemócratas. Y es curioso eso, nos dejamos llevar por las formas. Las formas dominan mucho. Es como cuando los de Vox dicen: «Joder, ojalá tuviéramos a Cayetana».

No, Cayetana es Cayetana, es de Ciudadanos, Cayetana no ha sido nunca en su vida del PP, ideológicamente está en el PP y es el PP, pero su partido habría sido su partido natural hubiera sido Ciudadanos. Pero en cambio, como sus formas son aparentemente duras, entonces la gente de Vox desea tener a Cayetana y Cayetana no sería jamás a Vox porque lo considera un partido nacionalista, extremista, conservador y en todo caso se iría a Ciudadanos. Y Ayuso igual, si le das a escoger entre Vox y Ciudadanos seguramente se iría a Ciudadanos antes que Vox, pero de largo.

P.- Confundimos el tono con la ideología. 

R.- Claro, y por ejemplo, Pedro Sánchez, pues que es el que te habla con tono suave, con esta retórica de hablar mucho y no decir nada. Entonces parece que sea muy institucional, pero es un tipo hiper duro, es un tipo no de formas, pero de fondo casi autocrático. Es decir, controlar todas las instituciones, imponerse, pisar las cabezas que haga falta, triturar a los de tu propio equipo. Cuando has utilizado a alguien ya no te sirve, lo echas y luego lo recuperas y te vuelve a interesar. Ahora mismo después de levantar un muro contra la ultraderecha, la internacional ultraderechista, pues ahora están pactando con Orbán y Meloni porque le interesa que salga Teresa Ribera. Es un tipo sin ningún freno político moral, él si tiene un día que tiene que pactar con Vox porque le conviene para quedarse en la Moncloa, lo hará sin ningún tipo de problema. No pactará con el PP, que es alternativa, pero sí que pactará con Vox. Entonces estamos confundiendo las formas con el fondo.

«Ayuso habría ganado con rotundidad las elecciones de 2023»

P.- Una de las cuestiones que también se plantea el libro es el si funcionaría Ayuso fuera de Madrid, es una de las grandes preguntas que siempre se hacen.

R.- Ayuso habría ganado las elecciones de 2023, pero clarísimamente, y con las cifras que le daban los sondeos a Feijóo. Y porque además, ¿por qué no va a funcionar? Es decir, ¿cuál es el factor que hace que Ayuso no funcione fuera? No, es que es demasiado madrileña ¿Y Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no? Es que es muy chula, ¿Y Pedro Sánchez, que es un tipo que parece que camina con espuelas? O sea, qué es lo que no funciona fuera de Madrid ¿Por qué no va a funcionar? Ayuso es demasiado madrileña, y Feijóo no es demasiado gallego y Rajoy no era demasiado gallego. O sea, un señor de Murcia en qué se identifica con Feijóo, o un señor de Jaén y un señor de Bilbao. Son relatos que compramos, pero yo no lo compro.

Porque además, si tú preguntas a la gente cuál es el factor, el rasgo distintivo de Ayuso y no lo digo yo, lo dice Pilar Rodríguez Losantos en una entrevista que le hago, te van a decir los huevos, lo típico de las papas a la ayuso, que es una tía valiente. O sea, ¿Cuál es la comunidad española en la que ser valiente no es un atributo positivo? O sea, ¿en qué comunidad española se considera que ser un cobarde es algo positivo o deseable en un político? O sea, ¿por qué no va a funcionar Ayuso? No sé.

P.- ¿Cuál piensa que es el futuro de Ayuso?

R.- Creo que se ha de saber reciclar, ha de encontrar un nuevo banderín de enganche, porque ella ascendió por una razón muy clara y es que los dos tipos más odiados de España, que eran Pablo Casado y Pedro Sánchez, iban contra ella e iban a degüello contra ella. Ella resistió contra Sánchez, se impuso en muchos aspectos en la Comunidad de Madrid a Sánchez y se cargó a Pablo Casado y eso la catapultó. Entonces tuvo un pico, pero ahora ya no hay ese enemigo, por supuesto, continúa estando Pedro Sánchez, pero la tarea de oposición está más dividida. No la hace ella, también la hace Feijóo y entonces está mucho más diluida en ese aspecto.

Y ya veremos cuál es el banderín de enganche, si lo encuentra, pues todavía puede tener vida. Si no, pues bueno, ya se quedará en la Comunidad de Madrid todo el tiempo que le dé la gana. Creo que es muy difícil que la izquierda logre montar algo, un proyecto alternativo con pies cabeza. Pero ella se quedará en la Comunidad de Madrid todo el tiempo que le dé la gana. 

P.- Siendo un libro muy elogioso con ella, ¿qué es lo que menos le gusta de Ayuso?

R.- Pues precisamente lo que te he dicho antes. Yo creo que está perdiendo una de las claves de su éxito, la que la convierte en un fenómeno sociológico es esa espontaneidad macarra y fresca de «Yo no me creo al 100% que soy una política, yo soy alguien que ha caído en la política, pero yo no soy una política profesional». Y ahora transmite la sensación de que ella ahora ya es una política profesional, ya no es un elemento extraño, marciano, que ha caído en la política y que se comporta de una manera más desenfadada. Es como, salvando las distancias, y no tiene nada que ver, ves a Javier Milei y lleva un año gobernando, y sigues sin verlo como un político. Es como un elemento extraño que ha aterrizado ahí, es un marciano que ha aterrizado. Incluso Donald Trump no lo ves como un político, lo ves cómo alguien de fuera de la política.

Y precisamente eso es lo que te hace pensar que esa gente puede cambiar algo. A lo mejor, luego es un desastre el cambio, pero piensas, bueno, esta gente va a cambiar algo porque vienen de fuera de la política y no tienen los condicionantes de la política. Eso era lo que transmitía Ayuso y yo creo que ahora ha dejado de transmitirlo. Entonces creo que recuperar la frescura es un poco difícil, es lo que pasa con los grupos de música. El primer disco es la hostia y luego ya con el tiempo se van aburguesado. Y pasa un poco que Ayuso ya está en su tercer o cuarto disco.

P.- La última, para cerrar El purgatorio, si tuviera que poner un epitafio en su tumba, ¿cuál sería? 

R.- Volveré cabrones.

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