Sánchez y Vallejo, los protagonistas ausentes
«Ancelotti confía más en cualquier central del Real Madrid de Veteranos antes que en el defensa maño»

El jugador Jesús Vallejo en el banquillo del Bernabéu. | Zuma Press
El pasado sábado se celebraron dos funerales. Por la mañana el del Papa y por la noche el del Real Madrid. Ambos solían vestir de blanco y tener un pie en el cielo cuando decidieron humanizarse. Botas de tacos y clavos de Cristo fue lo que utilizaron para cerrar sus ataúdes. Chotis y tangos sustituyeron a un réquiem por un sueño que siempre se supo eterno. Mozart entre las mocitas madrileñas del hoy himno sordo de la alegría. Mientras tanto Beethoven sigue discutiendo con Amaia Montero por una oreja a la que ambos les vendría muy bien. El Real Madrid en la primera media hora del encuentro quiso ser fiel a su folklore musical. Bailar sobre una baldosa y no moverse de ella. No acertaron con su pareja, que no se dejaba coger ni a la española ni a la argentina. Los jugadores del Barcelona se les escapaban como el agua entre las manos. Resbaladizos como un suelo recién fregado. Un personal de limpieza que lucía un blanco impoluto en su indumentaria y que sólo ha obtenido la gloria cuando se ha manchado hasta el cuello con el barro más terrestre. La cosa mejoró cuando se pusieron a improvisar con músicas ajenas. Comenzó un homenaje tanguero al Papa recién fallecido. Vieron que era necesario que sus piernas se entrelazaran con las del rival. Que las filigranas egoístas de piernas de vedette llevadas a cabo de manera individual por Lamine Yamal o Pedri, necesitaban de una pareja de baile para que quedasen enmarañadas entre las suyas. Hacer un nudo donde ahogarlas.
Por la mañana en el Vaticano, las principales autoridades y mandatarios de este mundo empeñado en hacerse apocalíptico, se iban colocando en sus lugares asignados para presenciar el funeral por el Papa Francisco. La comitiva española iba encabezada por los Reyes. A estos les acompañaron los pizpiretos ministros Bolaños, María Jesús Montero y Yolanda Díaz. También lo hizo Feijóo, Falcon mediante. No fue Pedro Sánchez, al que nadie le echó de menos, lo mismo que le pasa a España cuando sí que tiene a bien salir de nuestras fronteras, y aprovechamos para, por fin, airear nuestra casa común. Estuvo Trump acompañado de su mujer Melania. Como excelente ex modelo sabe que la ropa es una forma de comunicarse. Se vistió de devota católica y plañidera del sacramento del matrimonio. A dos sillas de distancia de estos se encontraban los Reyes de España, y Felipe VI se dio la paz con Donald Trump para sentir las vibraciones táctiles que le había dejado entre los dedos su apretón anterior de manos con Zelenski.
El Real Madrid fue mejorando. No era difícil hacerlo. Pedri había puesto justicia a lo ocurrido en el campo con un gol cuya asistencia fue dada por un rubio «peliteñido» catalán de ascendencia marroquí y padre muy madridista. Llegó a ponerse por delante en el marcador, pero la épica del encuentro necesitaba una nueva vuelta de tuerca donde se igualaron las fuerzas y el marcador. Llegó la prorroga y Vinicius tuvo que ser sustituido por problemas físicos. Los mismos o mayores que sufría Rüdiger. Fue vendado como una momia que pretendiese desnudarse. Cojeaba de la misma manera que si acabara de salir de un sarcófago donde llevase mucho tiempo. Vallejo y Endrick empezaron a calentar en la banda. El primero es un experto probador de banquillos, y el segundo es un jugador con gran presente y mejor futuro. La lógica decía que el cambio debía ser por Vallejo, pues juega en la misma demarcación que la momia desharrapada en que se había convertido Rüdiger en esos momentos. Ver calentar a Vallejo fue una esperanza para que ello ocurriera. Pero es que Ancelotti confía más en cualquier central del Real Madrid de Veteranos antes que en el defensa maño. El Madrid necesitaba músculo y fortaleza, y la lesión de alguien como Rüdiger, que en buenas condiciones daría eso y más, debilitaba en exceso al equipo. Al final se realizó el cambio y el defensa alemán fue sustituido por el delantero brasileño Endrick. El técnico italiano prefirió hacer más débil su retaguardia que sacar a un presunto central como es Vallejo. O por lo menos lo era cuando le sacaban a jugar. El Madrid aguantó colocando a Tchouaméni de central, pero en una jugada aislada tras un mal pase de Modrić a Brahim, o una mala recepción por parte de este último, elijan ustedes, Koundé se anticipó y marcó el gol que dio la victoria al Barcelona. Nadie pensó que con Vallejo hubiera pasado algo distinto, pero durante un instante en la banda mientras calentaba se sintió menos invisible, como Pedro Sánchez al no acudir al funeral del Papa. Dos protagonistas ausentes a los que otra vez nadie echó de menos.