Óscar Corominas, el gurú del corazón del MIT: «Los popes de Silicon Valley están locos»
Tras 20 años ayudando a líderes de toda clase, advierte que la humanidad sólo puede remontar «desde el amor»

Óscar Corominas, 'learning facilitator' del MIT Professional Education. | Cedida
Sin negarle un aire metafísico, Óscar Corominas, learning facilitator del MIT Professional Education, desprende sobre todo un vapor curativo en tiempos revueltos. Corfulness, el ensayo presentado en España a finales de septiembre, enyesa las paredes de corfulness, un método aplicado a directivos y políticos durante 20 años que ahora se abre en abanico a la sociedad. Pese al bienestar procurado por los avances tecnológicos, sostiene Corominas, la humanidad registra hoy sus peores niveles de angustia, depresión y ansiedad. Algo falla y el profesor lo tiene claro: nos hemos alejado del corazón, nos hemos entregado a la apariencia, el sesgo, la hiperproductividad y el estatus. Pero el único motor de una vida colmada es el amor.
PREGUNTA.- Usted preconiza una suerte de filosofía del corazón, por decirlo de alguna forma. ¿En qué consiste exactamente?
RESPUESTA.- Dios, la mística y la literatura sagrada apelan al corazón del ser humano, no a su mente. El corazón es nuestra brújula. No somos nuestros pensamientos, nuestras emociones, ni nuestras acciones; hay que desplazar el centro de gravedad de la cabeza al corazón. He trabajado durante dos décadas con todo tipo de personas y algunas logran liberarse y tomar el rumbo correcto. Entre los líderes políticos a los que he tratado de guiar, por ejemplo, se busca en esencia un discurso que se aleje de la apariencia, de lo banal, del papel mojado, porque no hay unidad entre lo que piensan, sienten y actúan y lo que viven.
P.- Suena tan hermoso como impracticable.
R.- Este cambio de paradigma parece muy complejo, pero es de lo más sencillo. Recordemos la teoría de la relatividad de Einstein: el cuerpo más pesado es el que hace mover al resto. La realidad con mayor densidad es el amor. Todo lo demás queda a años luz. No sabía cómo armar este pensamiento y un día me sorprendí pensando en una palabra que no existe: corfulness. Fue como la piedra angular que conectó todas mis ideas. Lo que buscaba era un principio de verdad en el que se pueda confiar. Necesitamos la verdad para fijar el suelo desde donde construir algo que tenga sentido. Si no, simplemente sobrevivimos.
P.- Digamos, pues, que el amor como eje existencial lo depura y arraiga todo. ¿Cómo describiría las transformaciones observadas en esos líderes a los que lleva tanto tiempo auxiliando?
R.- Somos seres únicos, singulares e irrepetibles; tenemos un lugar en el puzle de la vida, una misión que nadie más puede cumplir. El amor como acto fundador de tu existencia hace que pierdas el miedo principal del ser humano, que no es sólo el sufrir, sino el ser. Hay que despojarse del ego, del mundo de las apariencias, del querer manipular a los demás… la verdad no se conquista, se descubre y se desvela.
P.- ¿Por qué somos cada vez más infelices?
R.- Vivimos una incoherencia interna que genera mucho ruido y hace imposible ver el camino de conexión con el corazón. Nos hemos quedado en la periferia, no sabemos vislumbrar el conjunto ni nuestro lugar en la vida. Eso nos desconfigura. Cuando se pierde a sí mismo, el ser humano es el mayor depredador de la naturaleza. El haber perdido esa conexión es un grito del alma. Y entonces la inercia, la ansiedad y la angustia nos consumen.
P.- Su teoría resuena, sin ninguna duda, pero el capitalismo y cualquier otra forma de organización económica ponen sobre la mesa, o mejor, sobre la mesilla de noche y la conciencia atormentada del sapiens, un único elemento vertebrador: hay que tener comida en el frigorífico. La poesía, si llega, sólo llega después.
R.- En su pirámide, Maslow elabora erróneamente la hipótesis: él dice que para filosofar necesitas llenar primero el estómago. Yo digo que no: necesitas ante todo una razón para vivir. Todo aquel que conecta consigo mismo conecta en paralelo con la lógica de la abundancia. La permanencia en el amor es una fuente de creatividad que te ayuda a reinventarte.
P.- Colabora con una startup catalana dedicada a la educación, CenteIA, impartiendo un módulo de ética aplicada a la inteligencia artificial. ¿Representa esa herramienta la mayor amenaza para el hombre? Elon Musk la compara con la bomba atómica y Sam Altman se jacta de que sus soluciones algorítmicas arrasarán millones de puestos de trabajo.
R.- Los popes de Silicon Valley están locos, directamente. Y ya existe el antropoformismo, una conducta bastante neurótica que convierte a la IA en tu amigo o tu psiquiatra. Pero también hay cosas buenas: la IA permitirá identificar lo que es propiamente humano. Por ejemplo, el pensamiento estratégico profundo. O las relaciones sociales (el contacto directo, la empatía, los cuidados). O el ser más en vez de hacer más.
P.- Si le escuchan los mesías de la hiperproductividad, van a llevarse las manos a la cabeza.
R.- Es que no somos una función. Se ha abusado de la eficiencia, de los resultados. Nos han intentado convencer de que es normal sentirnos como una gallina ponedora que está 24 horas con un foco de luz en la cara. Somos mucho más que trabajar a destajo. Y eso tiene que ver con el corazón.
P.- ¿Quiénes compondrán los consejos de administración de las empresas del Fortune 500 en cinco o diez años?
R.- Sin lugar a dudas habrá filósofos, antropólogos y humanistas. Vamos a necesitar a gente que sepa pensar no sólo desde una realidad materialista.