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Qué es el aleteo auricular y qué puede decir de tu corazón y tu salud cardiovascular

A pesar de no ser tan conocido como otras taquiarritmias, conviene comprender qué es y cómo se identifica

Qué es el aleteo auricular y qué puede decir de tu corazón y tu salud cardiovascular

Un hombre con dolor en el pecho. | ©Freepik.

Al hablar de enfermedades del corazón, hay ciertas palabras que despiertan una alarma inmediata. Terminos como infarto, ictus o arritmia suelen provocar inquietud. Y con razón. Las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares representan la primera causa de muerte en el mundo. Incluso por delante de los distintos tipos de cáncer, según datos de la Organización Mundial de la Salud. No obstante, hay en países en los que esa tendencia se ha invertido, como España, donde los cánceres ya son la primera causa de muerte.

Este dato, que puede parecer lejano hasta que nos toca de cerca, justifica que prestemos atención a cualquier señal que pueda darnos nuestro corazón. Sin embargo, no todas las afecciones cardiovasculares implican un riesgo inmediato de vida. Algunas, aunque requieren seguimiento y tratamiento, pueden convivir con nosotros durante años sin mayores complicaciones si se abordan correctamente.

El aleteo auricular es un ejemplo de ello. Aunque su nombre puede impresionar, se trata de una arritmia cardiaca que, con un buen diagnóstico y un seguimiento adecuado, puede mantenerse bajo control. Reconocerlo a tiempo y conocer cómo afecta al organismo es clave para reducir los riesgos asociados. No obstante, también hablamos de una patología que aumenta el riesgo de trombos y de ictus, por lo que no conviene tomarla como algo menor.

Qué es el aleteo auricular

El aleteo auricular es una forma de arritmia, tal y como explica la Fundación Española del Corazón, es decir, una alteración en el ritmo normal del corazón. En lugar de latir de forma regular, como una maquinaria bien engrasada, el corazón —concretamente las aurículas, que son las cavidades superiores— late de forma muy rápida pero organizada, generando un aleteo constante que puede interferir con el funcionamiento del resto del corazón. Aunque puede parecer un trastorno leve, puede tener implicaciones importantes si no se trata.

Se diferencia de otras arritmias como la fibrilación auricular, aunque ambas se producen en las aurículas. En el aleteo auricular, la actividad eléctrica sigue un patrón más ordenado, aunque mucho más rápido de lo normal, lo que puede llevar a una frecuencia cardiaca elevada. Esta aceleración puede derivar en síntomas como palpitaciones, sensación de fatiga, mareo e incluso dificultad para respirar. Algo de lo que alertan desde MSD Manuals.

El diagnóstico del aleteo auricular se realiza habitualmente mediante un electrocardiograma (ECG), que permite observar el patrón eléctrico del corazón. En ocasiones, también se puede requerir un Holter (un dispositivo que registra la actividad cardíaca durante 24 o 48 horas) si los episodios son intermitentes. La detección temprana es fundamental pues el aleteo auricular no es una broma, aunque creamos: este tipo de arritmia puede incrementar el riesgo de trombos y, por tanto, de ictus.

Su vínculo con el estilo de vida y con otras patologías: el perfil de riesgo

En cuanto a sus causas, el aleteo auricular puede deberse a diversas condiciones. Algunas veces aparece en personas con enfermedades cardiacas estructurales previas, como valvulopatías o insuficiencia cardiaca. También puede ser consecuencia de cirugías cardíacas, hipertensión o hipertiroidismo. En otros casos, aparece sin una causa aparente, lo que se denomina idiopático.

Existen ciertos factores genéticos que pueden predisponer a una persona a sufrir arritmias. No obstante, el estilo de vida juega un papel igual o incluso más relevante. El consumo de alcohol en exceso, el tabaquismo, el estrés mantenido o la falta de sueño pueden facilitar la aparición de episodios. Por eso, los hábitos cotidianos tienen una influencia directa en su evolución. Aunque no siempre es una urgencia médica, el aleteo auricular merece atención. La clave está en detectarlo, comprender cómo afecta al cuerpo y seguir el tratamiento adecuado para evitar complicaciones. Escuchar al corazón, en este caso, puede marcar la diferencia.

Cómo se controla y convive con un aleteo auricular

Una vez diagnosticado el aleteo auricular, el objetivo principal del tratamiento es controlar la frecuencia cardíaca y evitar complicaciones mayores. Para ello, los médicos establecen un plan que puede incluir medicación, seguimiento periódico y, en algunos casos, procedimientos específicos como la cardioversión eléctrica o la ablación. Esta arritmia no siempre provoca síntomas intensos, pero cuando el corazón late a más de 100 pulsaciones por minuto de forma sostenida en reposo, se considera una taquicardia, y es uno de los signos que pueden justificar su diagnóstico.

En el aleteo auricular, el ritmo de las aurículas puede alcanzar entre 250 y 350 latidos por minuto, aunque no todos esos impulsos se transmiten a los ventrículos (las cavidades inferiores del corazón). Esto significa que la frecuencia cardiaca que se percibe –la que sentimos al tomarnos el pulso– puede situarse habitualmente entre 120 y 150 latidos por minuto, especialmente si no se ha iniciado tratamiento. Estas cifras están por encima del rango considerado normal en reposo, que oscila entre 60 y 100 pulsaciones por minuto. Una frecuencia elevada sostenida obliga al corazón a trabajar de más, lo que a medio plazo puede deteriorar su función.

El tratamiento farmacológico suele basarse en dos pilares. Por un lado, fármacos que controlan la frecuencia (como los betabloqueantes o los antagonistas del calcio). En el otro, por anticoagulantes orales para reducir el riesgo de trombos. En algunos pacientes, especialmente cuando los episodios son recurrentes o no responden bien a la medicación, se puede valorar una intervención como la cardioversión eléctrica, que restablece el ritmo normal, o una ablación por radiofrecuencia, que busca eliminar el circuito eléctrico anómalo en las aurículas.

Además del tratamiento médico, es fundamental que la persona con aleteo auricular se someta a revisiones periódicas con su cardiólogo. Estas consultas permiten ajustar la medicación, valorar la eficacia del tratamiento y detectar posibles cambios en el patrón de la arritmia. La vigilancia estrecha es lo que permite que esta afección se mantenga bajo control en el tiempo y evitar que una arritmia inicialmente benigna derive en una complicación grave.

Tratamiento y correcciones en los hábitos de vida: los dos grandes aliados

El tratamiento farmacológico suele basarse en dos pilares: fármacos que controlan la frecuencia (como los betabloqueantes) y anticoagulantes orales para reducir el riesgo de trombos. En algunos pacientes, especialmente cuando los episodios son recurrentes, se puede valorar la posibilidad de una intervención mediante ablación por radiofrecuencia. Con ella lo que se busca ees eliminar el circuito eléctrico anómalo en las aurículas.

Además del tratamiento médico, es fundamental que la persona con aleteo auricular se someta a revisiones periódicas con su cardiólogo. Estas consultas permiten ajustar la medicación, valorar la eficacia del tratamiento y detectar posibles cambios en el patrón de la arritmia. La vigilancia estrecha es lo que permite que esta afección se mantenga bajo control en el tiempo.

El estilo de vida tiene un papel determinante en la evolución del aleteo auricular. La actividad física moderada, una alimentación rica en frutas, verduras y baja en sal, y el control del peso corporal ayudan a reducir la frecuencia de los episodios. A su vez, el descanso adecuado y la gestión del estrés contribuyen a estabilizar el ritmo cardíaco.

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