El director británico Stephen Frears ha recibido por videoconferencia el premio a su carrera del Atlàntida Film Fest, un festival que celebra su décima edición online (fue el primero de Europa), la quinta física y la más compleja en un contexto de pandemia.
En contexto: se esperaba a Frears en persona en Palma para recibir el galardón de manos del actor Joseph Fiennes, un asiduo de Mallorca que sí ha asistido a la gala inaugural celebrada en la Misericordia de la capital balear. Lo ha impedido la decisión del Gobierno británico.
«Mi Gobierno es absurdo», ha arrancado Frears desde casa tras disculparse por su decisión de último minuto de no viajar a la isla a raíz de la cuarentena impuesta por su país. «Vengo de una tierra con la mayor infección y no puedo compartir vuestra hospitalidad», se ha lamentado en una intervención convertida en diálogo con un Fiennes sosteniendo el galardón que ha acabado en promesa: «¡Quédate ahí, Joe, e iré a recogerlo!».
El ecléctico director de cintas como Las amistades peligrosas o Alta fidelidad no ha podido estar en un Atlàntida que, a pesar de todo, acogerá hasta el 2 de agosto una cincuentena de películas y documentales, coloquios y conciertos desafiando a la pandemia.
«Estos días hemos pensado mucho si vale la pena hacer un festival de cine», se ha sincerado en la gala el director del certamen, Jaume Ripoll, para contestarse: «¿Es un acto frívolo hacer un festival de cine? Yo digo que no porque da voz y pone el foco en mucha gente que ha trabajado mucho estos meses para producir cosas de nivel». Porque «encerrados en casa la cultura nos ha hecho compañía» y el festival, ha incidido Ripoll, da «trabajo y visibilidad» a muchos, desde los creadores hasta los que este lunes desinfectaban el estrado donde hablaba él y donde ha derrochado talento la joven cantaora cordobesa María José Llerga frente a un público separado metro y medio.
«Es mi primer concierto después del confinamiento, creí que no iba a ser capaz», ha confesado Llerga después de emocionar con un Pena, penita, pena y antes de bajarse del escenario para dar paso a un virtual Frears. Tan virtual como el propio festival, que comenzó siendo exclusivamente online y en su quinta edición pasó a serlo también físico en Palma, respetando ese carácter digital que garantiza la plataforma Filmin.
Un festival, ha destacado la presidenta del Govern balear, Francina Armengol, «ya muy reconocido y querido» en Palma. «Sabemos que estos momentos son muy difíciles, estamos viviendo momentos de mucha complejidad, no sabíamos si esto podía salir a la luz», ha afirmado la presidenta.
Pero, como Ripoll, Armengol ha apostado por mantener la cita cultural cuando «la sociedad necesita más que nunca espacios de debate, de reflexión y de pensamiento lúcido». Y es que el festival de este año se celebra en un mundo «al revés» y «en blanco y negro», como su cartel promocional, que levantó la crítica de una tía de Ripoll transformada luego en un deseo compartido: «Que el año que viene le den la vuelta y le pongan un poco de color».
Una crónica de María Traspaderne.