Todo lo que puede enseñarnos un valioso hongo sobre economía y capitalismo
‘La seta del fin del mundo’ (Capitán Swing, 2021) es un ensayo que nos ofrece respuestas sobre la convivencia en un futuro en el que se agotan los recursos
El matsutake es un hongo tan preciado por los japoneses que es apodado por algunos como «oro blanco». Para sus comensales es una delicatessen que evoca el otoño. El enigma empieza con todo el comercio ilegal que lo rodea y por sus condiciones simbióticas. ¿Cómo puede un seta valiosa crecer en zonas previamente deforestadas? ¿Qué tipo de seres logran vivir en las ruinas que hemos creado?
«¿Qué haces cuando tu mundo empieza a desmoronarse? Yo salgo a pasear, y, si tengo mucha suerte, encuentro alguna que otra seta»
Anna Lowenhaupt Tsing
Respondiendo a preguntas aparentemente muy concretas la antropóloga estadounidense Anna Lowenhaupt Tsing (1952) aborda en realidad el presente y el futuro del actual sistema económico global en crisis. Muchas son las voces distópicas que argumentan que no únicamente somos incapaces de crear un mundo mejor, tampoco somos capaces imaginarlo. Tsing, en cambio, aporta en su ensayo pruebas palpables de que una alternativa es posible, siguiendo la estela de la antropología feminista como la que ha desarrollado Donna Haraway.
La investigación en la que se basa el libro surgió del llamado Grupo de Investigación sobre los Mundos del Matsutake, con apoyo de la comunidad de estudios de ciencia feminista de Santa Cruz (California), y, entre otras varias colaboraciones, junto a la cineasta Sara Dosa han producido además el documental The Last Season (La última estación, 2014).
La seta del fin del mundo, cabe destacar, no ha dejado de recibir reconocimientos académicos desde su publicación en 2015. Anna Lowenhaupt Tsing es profesora en el Departamento de Antropología de la Universidad de California. En 2018 recibió la medalla en memoria de Huxley del Real Instituto Antropológico. Actualmente es directora de AURA (Aarhus University Research on the Anthropocene) en la Universidad de Aarhus, en donde desarrollan un programa transdisciplinario para explorar el Antropoceno. Y, recientemente, el pasado 9 de noviembre, la autora estuvo de visita en nuestro país impartiendo una conferencia en el CCCB en conversación con Maria Ptqk, comisaria de la exposición Ciencia Fricción.
«Las historias humanas y las no humanas forman parte del mismo conjunto de desafíos de investigación»
Anna Lowenhaupt Tsing
Interesada en la antropología multiespecies, las etnoecologías forestales, la teoría feminista y la etnografía multilocal, Lowenhaupt Tsing también es autora de In the Realm of the Diamond Queen (En el reino de la reina diamantina, 1993) y Friction (Fricción, 2005). En los numerosos vídeos online que podemos ver sobre el Antropoceno y, especialmente, sobre lo que se ha denominado Plantacionoceno —término que captura el hecho de que el patrón de acción humano negativo proviene de una lógica especifica: el monocultivo y las plantaciones— se hace evidente su postura: «En esta época de desafíos medioambientales causados por los humanos, tenemos que acordar que las historias humanas y las no humanas forman parte del mismo conjunto de desafíos de investigación».
De ecología
El hecho que ha servido de inspiración utópica para la autora es el siguiente: la deforestación y los incendios llevaron a la proliferación del pino rojo que es parasitado por las setas que se venden a elevado coste a los japoneses; los propios japoneses no tienen ya apenas matsutake precisamente por intervenir demasiado poco en los bosques desde 1970, momento en que empezaron a importar del resto del mundo.
Que un producto que se emparenta con las ratas o las cucarachas por su capacidad de supervivencia en las ruinas del capitalismo genere empleos y alimento, supone para la antropóloga el inicio de un acto de imaginación en el que proyectarnos sobreviviendo de nuevos modos en las ruinas de un mundo que se queda sin recursos.
«Hemos dejado de creer que la vida en el bosque es lo bastante fuerte como para hacer sentir su presencia a los humanos que los rodean»
Anna Lowenhaupt Tsing
En su periplo, Lowenhaupt Tsing viaja hasta los deforestados bosques de Oregon para registrar cómo emigrantes asiáticos han desarrollado otra ciencia paralela del hongo, revelando así que esta no es tan universal como parece, que incluso la ciencia puede verse contaminada por el concepto económico de escalada y que, en última instancia, «la ciencia funciona como traducción poscolonial». La traducción sería el modo en que un mismo elemento fluye con distintos valores en función del sistema por el que transite (legal o no, de lujo o pauperizado, etc.).
Por supuesto, hay otras lecciones de ecología en el libro, empezando por el detalle a la atención de los olores o los modos de leer y construir un bosque. Su enfasis al hablar de Plantacionoceno en lugar de Antropoceno para que la atención se enfoque no tanto la acción humana sino en ciertos sistemas masivos de explotación que no permiten a la naturaleza tener tiempo para recuperarse. También, en las páginas de La seta del fin del mundo, Lowenhaupt Tsing presta cierta atención a las temporalidades múltiples, o a la suma de ingenierías de sistemas que dan como resultado un diseño involuntario que atiende a toda esa variedad (y que recuerda mucho al concepto filosófico «enredados» de Timothy Morton).
De economía
Las aportaciones de Anna Lowenhaupt Tsing en su análisis del sistema económico también resultan interesantes para pensar la presente crisis global en clave de futuro, en ocasiones, sin embargo, salta muy rápido del marxismo al optimismo utópico. Su punto de partida es que la falta de estabilidad no es una excepción sino una constante del presente, que la línea temporal del progreso está completamente rota y que la norma es la precariedad.
«Si bien me niego a reducir la economía a la ecología o viceversa, sí existe una conexión entre economía y medio ambiente que parece importante introducir: la historia de la concentración humana de la riqueza haciendo que tanto los humanos como los no humanos se conviertan en meros recursos de inversión»
Anna Lowenhaupt Tsing
A partir de esa presunción y analizando un poblado ilegal de venta de matsutake apodado Billete Abierto, en el que conviven refugiados de etnias hmong o menes, llega a la conclusión de que la crisis del capitalismo y la precariedad pueden esquivarse empleando una traducción de valores no capitalistas. Dicho de otro modo, los vendedores ilegales de setas y sus peripecias al margen de la ley suponen para la autora una imaginativa alternativa que escapa al omnipoderoso capital.
Así que en definitiva, respondiendo a la pregunta sobre qué podía enseñarnos el matsutake, descubrimos que como otros de sus parientes este hongo también permite hacer volar la imaginación, en este caso presentándonos alternativas al capitalismo que brotan de entre sus ruinas. Un poco de optimismo que permite mantener la esperanza científica de que, pese a todo, siempre predomina la supervivencia.