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A la guerra por Ucrania

Putin ha concentrado 120.000 soldados en la frontera con Ucrania: para los rusos Ucrania forma parte de su identidad histórica

A la guerra por Ucrania

Los fundadores de la dinastía Rúrica, que dio nombre Rusia y al Rus de Kiev. | Mural en el Kremlin de Moscú

En los siglos oscuros de la Alta Edad Media, cuando en España los cristianos apenas habían salido de Covadonga para iniciar la Reconquista, se formó alrededor de la cuenca del rio Dnieper una confederación de tribus eslavas. Abarcaría un territorio muy extenso, sobre la actual Ucrania y la parte central de Rusia, incluido Moscú. Como la fundó un príncipe de la dinastía Rúrika, fue conocida como «Rus de Kiev».

Atención al nombre porque la etimología es una auténtica arma de guerra. De aquel «Rus» deriva el nombre de Rusia, el estado más grande del mundo. Pero Kiev es el nombre de la capital de la actual Ucrania, que se separó de Rusia (entonces Unión Soviética) en 1991. Ahí están las claves del conflicto, por eso ha concentrado Putin 120.000 soldados en la frontera. Los rusos consideran que Kiev fue su primera capital y que Ucrania forma parte de la identidad histórica rusa. Los ucranianos pretenden que son un estado desde antes del año 1000.

El Rus de Kiev existió varios siglos, pero en el XI se fraccionó en varias soberanías. De ahí surgieron la República de Novgorod (ciudad rusa al sur de San Petersburgo), el principado de Moscú y el Principado de Kiev. Y luego vinieron los hijos de Gengis Kan. En la primera mitad del siglo XIII las invasiones mongolas llegaron a Europa, alcanzando incluso el Mar Adriático. Una coalición germano-polaca les hizo retroceder, pero la denominada Horda de Oro se quedó con la mayor parte de Rusia.

Los rusos llamaban a los mongoles tártaros, un nombre de resonancias negativas. «Gente cruel y feroz, no tienen asiento propio y así andan vagando, viven de la rapiña», los define el famoso Tesoro de la lengua castellana o española de Covarrubias, el primer diccionario español (1611). Además los tártaros eran musulmanes, de modo que a finales de la Edad Media y principios de la Moderna se produjo en las estepas un proceso parecido a la Reconquista española.

Si en nuestro país fue Castilla la nación que surgió hegemónica de la Reconquista, en Rusia fue el Principado de Moscú. En el siglo XVI su soberano, Iván el Terrible, pudo emprender la conquista de Siberia, y fue el primero en adoptar el título de «Zar», que es una deformación de «César», es decir, emperador.

El principado de Kiev tuvo la suerte opuesta al de Moscú, en vez de convertirse en hegemónico se convirtió en subsidiario, vasallo. En 1240 los tártaros destruyeron completamente Kiev y arruinaron el país, que ya no levantaría cabeza en los siglos venideros. Su territorio se lo repartieron en diferente suerte las naciones vecinas, primero el Gran Ducado de Lituania, luego Polonia, Austria.

Para librarse del dominio polaco, los cosacos, pueblo de hombres libres que habitaba el este de Ucrania, solicitaron protección a Rusia en 1654, que integró en su Imperio la mayor parte del territorio. Fue cambiar un amo por otro, del que ya no se librarían hasta 1991.

Revolución y Guerra Mundial

Tras la Revolución bolchevique de 1917 y durante la Guerra Civil que la siguió, hubo diversos proyectos nacionalistas, estados efímeros que se titulaban Ucrania, pero tras la Paz de Riga de 1921, que supuso el asentamiento de los comunistas en el poder, Ucrania fue repartida entre Polonia y Rusia. La República Socialista Soviética de Ucrania formaría como miembro fundador de la Unión Soviética en 1922.

El germen del nacionalismo ucraniano reviviría en la Segunda Guerra Mundial, con la invasión alemana. Los nazis atizaron los nacionalismos locales en los países que ocuparon, y en Ucrania se encontraron con muchos ucranianos dispuestos a luchar contra los rusos. Hubo también nacionalistas que pretendieron enfrentarse a nazis y soviéticos a la vez, con resultado trágico para ellos.

En 1982 entrevisté a José Gros, jefe de seguridad de Santiago Carrillo, el líder del Partido Comunista de España. Gros había luchado en la URSS durante la Segunda Guerra Mundial y me contó que se lanzó en paracaídas tras las líneas alemanas junto a una docena de comunistas españoles. El objetivo de este comando de elite era Ucrania, pero su misión no era hacer guerra de guerrillas contra los alemanes, sino «la reconstrucción del Partido Comunista». Traducido al lenguaje real, esto quiere decir que lo que Stalin le encargó a Gros fue acabar con los partisanos nacionalistas ucranianos, que ellos denominaban «bandidos». Lo hizo.

Los odios entre nacionalistas ucranianos y soviéticos estaban vivos, y cuando el régimen de Gorbachov colapsó en 1991, Ucrania fue de las primeras repúblicas soviéticas en declararse independiente. Ucrania fue el primer actor en la destrucción de la Unión Soviética, y Putin no se lo ha perdonado. La historia de este conflicto, como se ve, tiene profundas raíces en la historia.

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