¡Shhh!: dos exponentes del teatro español le rinden homenaje al silencio
Juan Mayorga lleva al escenario del Teatro Español su discurso de ingreso en la RAE en un unipersonal interpretado por Blanca Portillo
No es frecuente que la ovación sea tan rotunda, inmediata y vibrante. Silencio es una lección de teatro, un discurso transformado en un texto teatral donde se encuentran dos de los máximos exponentes del teatro actual. El dramaturgo y director Juan Mayorga, Premio Nacional de Teatro (2013) y miembro de la Real Academia Española, lleva al escenario del Teatro Español su discurso de ingreso en la prestigiosa institución en un unipersonal interpretado por Blanca Portillo, también Premio Nacional de Teatro (2012). En una puesta sobria, el pequeño cuerpo de la intérprete, con la ayuda de algunos efectos de sonoros y de iluminación, inunda la amplia sala con una interpretación mayúscula.
«Se abre la sesión pública convocada para dar posesión a su plaza de académico de número electo a don Juan Mayorga», pronunciaba el 19 de mayo de 2019 el director de la Real Academia Española. Paz Battaner, la directora del Diccionario de la lengua española, y Carlos García Gual, erudito de la literatura clásica, atravesaban la sala donde el público, ya sentado, aguardaba la entrada del dramaturgo. El teatro tiene un origen ritual y esta ceremonia solemne y tradicional, con sus normas y actores, inspiraba a Mayorga a escribir su discurso (¿o se trataba ya de un monólogo teatral?). El flamante académico sobre el escenario miraba al público. Silencio. Luego, aplausos. Y así comenzaba, con cierto nerviosismo, su intervención, de pie.
«La situación es teatral. Lo es la división del espacio, que separa a los recién llegados de quienes ya estábamos aquí y ahora nos movemos como si hubiéramos ensayado; lo es el vestuario de los de esta parte y también, entre otros elementos de atrezo, el retrato de Cervantes a la espalda del director; lo es el silencio que ha seguido a la frase con que el director ha abierto el acto», pronunció Mayorga en 2019 y hoy, con pajarita, pronuncia este mismo texto Portillo, quien compone a una actriz a quien el autor de este texto ha convocado. «La situación es tan teatral que, al anticiparla con su fantasía y temiendo estropearla, quien escribió estas palabras pudo sentirse tentado, mientras las preparaba en soledad, de pedir, como acostumbra, a un intérprete que las pronunciase en su nombre. Si no se decidió entonces, ha podido hacerlo en la última hora», dice el discurso de Mayorga y también el texto que hoy dirige escénicamente y que salta del umbral de la no ficción a la ficción, que cobra vida, relieve y se convierte en pieza teatral.
«Vivo pendiente de lo que las personas hacen con las palabras y de lo que las palabras hacen con las personas»
Silencio es una obra escrita por un «enfermo de teatro» para otros pacientes crónicos de esta expresión. «Vivo pendiente de lo que las personas hacen con las palabras y de lo que las palabras hacen con las personas», dice el texto que indaga en las múltiples acepciones que tiene el silencio en nuestra vida cotidiana, pero también en el universo teatral, donde su presencia representa el paso del tiempo.
Durante la primera media hora de Silencio el texto es fiel al discurso pronunciado por Mayorga en 2019, pero, minutos antes de que promedie la representación, la actriz que ensaya el discurso «pierde los papeles» cuando decide que aquel texto que debe estudiar es quizá críptico o algo barroco. Mayorga, como dramaturgo, en este momento se aleja del discurso que escribió para el ingreso en la RAE y crea a un frágil personaje a quien ni directores ni dramaturgos llaman para trabajar. Portillo compone así a una actriz que desde hace 8 años, 5 meses y 17 días cultiva el silencio escénico. Interviene, como en una obra de Luigi Pirandello, con su propuesta, con sus ideas e interpela a un autor –a un Autor, pues es personaje también– físicamente ausente. Es en este momento donde Silencio se convierte en una master class, donde el espectador es abducido por esta interpretación magistral.
«El teatro, arte del conflicto, encuentra en silencio la más conflictiva de sus palabras», destaca el Autor/Mayorga, quien dedica en su discurso varias páginas a analizar el silencio en clásicos de la literatura e incluso desarrolla en escena el polémico ¿experimento? que John Cage efectuó en 1952 con 4′33″, es decir, una pieza teatral de silencio que dura el tiempo que su título indica.
«El teatro, arte del conflicto, encuentra en silencio la más conflictiva de sus palabras»
Silencio analiza escenas de Sófocles, de Federico García Lorca, de Chejov, de Georg Büchner, de Calderón de la Barca, e icónicos momentos de Los hermanos Karamazov, de Carta al padre y del Quijote de la Mancha. Pero la actriz decide que, sobre el escenario, es siempre mejor que pronunciar, interpretar. Se desdobla en varias ocasiones y así compone a Poncia, a Adela y Bernarda Alba, mientras brinda, con el hilo conductor del silencio, un análisis de la obra.
Si el (buen) teatro suele comentar al teatro, en un ejercicio metateatral, lo que logra Silencio es, además de este mérito, una obra architeatral. Portillo interpreta a Creonte y a Hermón, de Antígona; a Rosaura, de La vida es sueño; a Lopajin y a Varia, de El jardín de los cerezos; e incluso reflexiona sobre la famosa línea final de Hamlet: «Lo demás es silencio». Del orden, la pompa y los modos hacia una espiral de escenas, de personajes, de emociones, Portillo le imprime vida al discurso en una actuación sublime.