¿Qué obras salvaría antes un museo en caso de incendio?
Los museos tienen planes de emergencia para enfrentarse a distintas situaciones que pongan en peligro las obras de arte que custodian
Los museos son lugares para la contemplación, sin embargo no todo lo que importa en un museo es visible a los ojos de los visitantes. Hablamos de los planes de emergencia para salvar las obras de arte: ¿qué sucede en caso de incendio, ataque o inundación? ¿Existen listas para salvar unas obras frente a otras en caso de emergencia? La respuesta a la última pregunta es sí, pero más allá del morbo que supone saber qué obra tiene preferencia para salvarse frente a las demás, está el sistema de seguridad que implica más que decir «esta se salva y esta no».
Lo habitual es encontrarse ciertas reticencias al hablar de estos temas pues se trata de un asunto de seguridad. Decir claramente qué obras están en tu lista de preferencias para salvarse y cuáles no puede poner el foco sobre ellas de cara a un posible ataque y también desvirtuar al resto de obras que forman parte de la colección. Obviamente ningún museo esconde cuáles son sus obras principales, basta con mirar sus páginas web o folletos, pero aún así los planes de emergencia son mucho más que listas de obras que salvar.
El Museo Nacional del Prado
El madrileño Museo del Prado tiene un plan de emergencias general y otro para colecciones. El general se parece al de cualquier empresa y es el más importante pues afecta a las personas: visitantes y trabajadores. «Lo principal es poner a salvo a las personas. En caso de que haya un atentado, por ejemplo, el plan de emergencias para colecciones queda supeditado a que la seguridad de las personas esté garantizada», explica Enrique Quintana, coordinador jefe de Restauración y Documentación Técnica del museo. También puede suceder que se active el plan de emergencias para colecciones y no el general cuando se produce una situación como la siguiente: un hombre se marea, da un traspiés y cae sobre una obra. Entonces se alerta al servicio médico del propio museo, a los restauradores y al jefe de emergencias, pero no es necesario evacuar ni poner a salvo al resto de personas que están trabajando y de visita.
«Lo principal es poner a salvo a las personas. En caso de que haya un atentado, por ejemplo, el plan de emergencias para colecciones queda supeditado a que la seguridad de las personas esté garantizada»
Enrique Quintana, Restauración y Documentación Técnica del Museo
El plan de emergencias para colecciones tiene en cuenta multitud de circunstancias, incluso se piensa en posibles situaciones que todavía no se han producido en un museo. De todas formas sería absurdo decir que está todo previsto porque es imposible, se tiene previsto lo que es más probable que suceda. «Lo único que podemos decir es que tenemos métodos para actuar lo más rápido posible», dice Quintana.
Hay que tener en cuenta que la razón de ser de un museo es custodiar y conservar obras de arte, así que, centrándonos en las obras, el plan de emergencia del Prado se realizó tras hacer un estudio del museo y consultar con distintos museos internacionales para conocer cómo lo hacían ellos. En este plan hay dos piezas clave: el manual –el primero se hizo en 2009– que tienen los trabajadores y que recoge los protocolos de actuación en caso de emergencia; y el carro de emergencia que hay en cada planta del museo. Estos carros están siempre ahí, preparados para ser usados a la mayor celeridad. En el carro hay un plano del museo, un manual, una escalera plegable y un equipo básico de intervención para obras de arte; no se trata de realizar una restauración de la obra dañada en el momento en que se está produciendo la emergencia, sino de paralizar el daño o conseguir que no se produzca. Una vez que se ha estabilizado la situación y ha pasado el peligro, se decidirá si la obra se traslada al taller de restauración o qué hacer con ella. «Si hay una emergencia al equipo de restauración se nos avisa a cualquier hora del día o de la noche. Si no estamos en el museo a los primeros que avisan es a los que viven más cerca porque la rapidez es fundamental en estas circunstancias. Si cae agua en un lienzo, por ejemplo, los restauradores acudimos rápidamente con el carro de emergencia para realizar la intervención más imprescindible que garantice la conservación de la obra», cuenta Quintana. «Para poder realizar esta intervención han tenido que dar el visto bueno los bomberos, caso de que lo que se esté produciendo sea un incendio, por ejemplo».
Antes de que existiera este manual el restaurador que llegaba primero tenía la responsabilidad de decidir qué hacer. Todo dependía de su criterio y ante una emergencia de gravedad es fundamental que nadie tenga que decidir sobre la marcha en base a sus conocimientos, sino que haya toda una metodología previa que esté pensada por todo el equipo de emergencias. Cualquier actuación en una emergencia está marcada por los nervios, la rapidez y un largo etcétera, así que contar con un manual que se haya estudiado con anterioridad y que guíe esa labor se revela como una pieza clave del proceso.
¿Y qué pasa con Las meninas?
Actualmente en El Prado hay expuestas –estas cifras no incluyen las obras del almacén– más de 1.300 pinturas, más de 200 esculturas y más de 250 piezas de artes decorativas. Si sucede una hecatombe pensar en evacuar todas las obras es inviable. En el Prado hay listas para salvar unas obras frente a otras aunque Quintana no está muy por la labor de hablar sobre esto pero sabe que todo el mundo adivinará que las listas incluyen: Las meninas, El jardín de las delicias, Las hilanderas, El 3 de mayo en Madrid o Los fusilamientos…
En El Prado hay expuestas más de 1.300 pinturas, más de 200 esculturas y más de 250 piezas de artes decorativas
En cualquier caso lo primero es determinar qué emergencia se está produciendo y dónde. No es lo mismo una gotera en una sala que un incendio. Si hay una gotera en una sala distinta a la de Las meninas, el cuadro de Velázquez no entraría en ningún plan de emergencias. En un caso así lo primero sería actuar sobre las obras que están cerca de esa gotera. De ahí que aunque existan listas con la obras catalogadas como de máxima importancia, lo primero es saber qué está pasando y dónde.
También hay que tener en cuenta que las obras no son fáciles de mover sin riesgo, así que hay que ser conscientes de que se puede producir un daño mayor moviéndola que dejándola donde está. Las obras se mueven tanto dentro de los museos –al taller de restauración, por ejemplo–, como prestadas a otros centros. Pero no es lo mismo que las obras sean movidas por la brigada de obras de arte del Prado con toda la seguridad y la calma que en mitad de una alerta por una emergencia, por eso solo se moverían ante un riesgo real y sabiendo que moverlas es más seguro que dejarlas donde están.
«Mover Las meninas requiere experiencia y capacidad, es un cuadro enorme de muchísimo peso», dice Quintana mientras está plantado delante de la obra de Velázquez. Así que en función de la emergencia quizás sea más acertado cubrir Las meninas que llevárselo a otra parte. «Aunque pusieras Las meninas justo al lado del almacén, por si pasa algo poder guardarlo allí, descolgar el cuadro del muro es muy complicado», añade Quintana. El tamaño de los cuadros influye a la hora de tener en cuenta si es mejor moverlos o no y también influye el estado de conservación de cada obra y el de Las meninas, por ejemplo, es muy bueno.
Las listas podrían entrar en acción en caso de gran emergencia, aunque en tal caso la situación es complicada. Si la premisa es salvar primero las obras que corren más riesgo por su cercanía al peligro pero todo el museo está corriendo un riesgo simultáneo: «Igual es que ni nos dejan entrar los servicios de emergencia y solo se puede rezar», dice Quintana.
Mantas ignífugas
Si miras El jardín de las delicias –otra obra muy delicada de mover– en la parte izquierda de la peana que sujeta el tríptico hay una puerta prácticamente invisible tras la cual hay una escalera y una manta ignífuga. Esta manta se puede desplegar en caso de incendio sobre el cuadro del Bosco. La manta forma parte de un proyecto de innovación, casi un experimento, que se hizo en El Prado cuando tuvieron que cambiar las peanas de la Sala del Bosco. Aprovechando que había que poner peanas nuevas se probó esta solución para actuar en caso de incendio.
También tienen manta ignífuga y escalera para colocarla Las hilanderas. Este cuadro está instalado detrás de un portón abatible que se hizo para mostrar la obra original tal y como la pintó Velázquez. Aprovecharon que tenían que hacer este portón para hacer el experimento de dejar un espacio dentro para la escalera y la manta.
Quintana dice que es inviable que todas las obras del museo tengan sus mantas. Primero porque es una solución para un tipo de emergencia muy concreto: fuego y humo, obviando al resto de emergencias. También está el tema económico, el portón del cuadro de Velázquez lo pagó American Express, por ejemplo. Además está la pura experiencia estética; los lienzos generalmente están en sus marcos: ¿dónde esconder la manta y la escalera de cada uno? En el caso del Bosco la peana que sujeta El jardín de las delicias permite hacerlo, lo mismo que sucede con el portón de Las hilanderas, pero en el resto de cuadros habría que ponerles un escondite aparte cuando «de lo que se trata en un museo es de que prime la experiencia del espectador, olvidarte y abstraerte de todo lo que te rodea y relacionarte con la pintura de la manera más natural posible», defiende Quintana.
Por último hay que tener presente que en El Prado todo es ignífugo, el suelo que estamos pisando ahora mismo es de piedra, por ejemplo. De hecho en El Prado no se colocan las obras de arte en las distintas salas pensando en su seguridad en caso de emergencia porque se parte de la base de que el museo es seguro, lo que no exime de contar con herramientas para poder actuar en caso de emergencia.
Dicho esto, las famosas listas del Prado se elaboran exclusivamente teniendo en cuenta la importancia como obras de arte y no atendiendo a si son más o menos fáciles de mover u otros aspectos. «La única jerarquía es la calidad», concluye Quintana.
Las grandes emergencias del Guggenheim
Lo habitual es que todos los museos tengan un plan de actuación en caso de emergencias. El del Museo Guggenheim de Bilbao data de 2003, el primero que hubo en España, cuenta Ainhoa Sanz, coordinadora del Área de Conservación. De lo que se trata es de saber cómo enfrentarse a situaciones no controladas y cómo salvaguardar las obras. En el museo analizaron los riesgos y determinaron tres agentes de deterioro: presencia de agua, de fuego y de partículas en suspensión. Dada su ubicación la presencia de agua puede deberse a una subida de la ría que produzca una inundación, por ejemplo. Por partículas en suspensión entienden el polvo, el humo: puede haber un incendio en un coche que esté en un parking que hay al lado y que entre el humo al museo o a alguna obra cercana al centro.
Al igual que en el Prado el primer plan que se pone en marcha es el que atañe a las personas y cuando está garantizada su seguridad se pasa al plan de salvamento de las obras de arte. Todos los trabajadores están al tanto del plan de emergencias, incluidas las personas encargadas de la seguridad y de la limpieza porque puede suceder que la emergencia se produzca por la noche, que es cuando están ellos solos en el museo. Tienen formación para saber cómo hacer una primera actuación: qué tienen que hacer para no hacer más daño a la obra de arte en función de la emergencia que esté sucediendo; son unas pautas básicas para seguir hasta que llega el personal especializado. En el Guggenheim también tienen unos muebles con ruedas en cada planta con material para realizar esta primera intervención de emergencia. Para que todo el personal sepa lo que tiene que hacer dos veces al mes salta una falsa alarma y se hace un simulacro para que «lo tengamos interiorizado», cuenta Sanz. El plan de emergencias se actualiza cada vez que cambian las exposiciones y en el mueble se cuelga la información actualizada.
«Tenemos en cuenta el valor económico, histórico, simbólico. También tenemos en cuenta si se trata de una pieza clave en nuestra colección»
Ainhoa Sanz, coordinadora del Área de Conservación de Guggenheim de Bilbao
Aquí también existen listas y tampoco podemos conocer su contenido. Tienen un código de tres niveles: rojo, amarillo y verde. Todas las obras tienen uno de esos colores –no visibles para el público pero sí para los trabajadores–, siendo el rojo el más sensible y la primera obra en atender en caso de riesgo. La calidad de la obra no es el único criterio a la hora de ponerle uno u otro color. «Tenemos en cuenta el valor económico, histórico, simbólico. También tenemos en cuenta si se trata de una pieza clave en nuestra colección o circunstancias como que fue la primera pieza que compró el director para el museo», explica Sanz.
Más allá de las listas existen otro tipo de factores a la hora de actuar en una emergencia. En el Guggenheim tienen en cuenta el material del que está hecho la obra –si es más o menos resistente–, si está expuesta o está almacenada, si es fácil de mover, etc. «También puede suceder que se trate de una obra hecha de un material muy delicado y que tenga mucho valor artístico pero que esté protegida dentro de una vitrina», explica Sanz. Aquí también se centran en qué emergencia se está produciendo y dónde. Las galerías del Guggenheim son estancas con la idea de aislarlas en caso de incendio, por eso sus listas incluyen también las primeras obras que habría que proteger en cada galería.
«Ante una situación de riesgo extremo habría que planificar una evacuación exterior con camiones, eso es más complejo pero lo tenemos contemplado y tenemos detectados espacios cercanos que nos abrirían las puertas en caso de necesitarlo»
Ainhoa Sanz, coordinadora del Área de Conservación de Guggenheim de Bilbao
«Aquí tenemos previsto poder mover las obras de una sala a otra o llevarlas al almacén en caso de que sea necesario. Ante una situación de riesgo extremo habría que planificar una evacuación exterior con camiones, eso es más complejo pero lo tenemos contemplado y tenemos detectados espacios cercanos que nos abrirían las puertas en caso de necesitarlo», cuenta Sanz. A la hora de mover una obra en una emergencia volvemos al tema del tamaño y peso: «Piensa en una escultura de Chillida que pesa 4.000 kilos y está en riesgo. Hacen falta ocho personas para moverla y una grúa, así que igual no es viable hacerlo y es mejor cubrirla con un plástico. O un cuadro de Kiefer de cuarenta metros cuadrados…».
En el hipotético caso de que subiera la ría y les dijeran que tienen ocho horas para desalojar el museo priorizarían la primera planta y desde allí irían subiendo. Las obras del almacén también tienen sus colores: rojo, amarillo y verde. Ellos tampoco colocan las obras en las galerías teniendo en cuenta el riesgo en caso de emergencia, pero en el almacén sí lo hacen: allí las obras se colocan en función de su color en la lista. Si está la primera, la colocan lo más cerca posible a una salida o vía de incendio.
El Pompidou y el Reina Sofía
En el Centre Pompidou de Málaga también cuentan con un plan de emergencias que incluye todo lo que puede suponer un riesgo para las personas, los bienes o la imagen del centro. El incendio se considera el principal riesgo porque puede ser el más letal de las posibles emergencias. «Sin embargo no se contempla la evacuación de obras de arte en caso de incendio, aviso de bomba o ataque terrorista. Si la emergencia supone un riesgo para las personas, su evacuación es lo que se prioriza», explica Joaquín Laguna, administrador y responsable de la seguridad.
En caso de incendio el centro cuenta con un protocolo que activa el cierre de los espacios para garantizar que sean estancos y activa un sistema de extinción automática con agua nebulizada. El plan de emergencias del Pompidou también incluye todas las obras y se priorizan igualmente por colores: rojo, amarillo y verde. El rojo es orden de prioridad uno en el caso de que sea necesaria una evacuación porque, aunque trabajan para no tener que sacar las obras del museo, tienen previsto evacuar el centro. Laguna también prefiere omitir cuáles son esas obras catalogadas con el rojo pero los criterios suelen estar asociados a las que son más valiosas. En función de la emergencia también se tendría en cuenta el espacio o los espacios afectados, por lo que se evacuarían las obras de los espacios más accesibles en función de su prioridad. Si hubiera que realizar la evacuación las obras se trasladarían en camiones al Museo del Patrimonio Municipal, que está cerca del Pompidou, siguiendo una ruta principal o una alternativa, en caso de que en la primera hubiera obras, cortes de tráfico, etc.
Todas las obras del museo tienen un coeficiente de riesgo en función del espacio donde se encuentran, de la atracción que despiertan en el público, de la vulnerabilidad y del valor dentro de la colección y del panorama cultural
El plan de emergencias del Museo Reina Sofía de Madrid cambia con cada nueva exposición y los consiguientes movimientos de espacios. Su plan existe desde 2014 e incluye «desde la incidencia de que se tropieza un visitante con una escultura hasta el desastre total: incendio, terremoto», cuenta Jorge García, jefe de Restauración. Si hay un incendio no va a entrar el personal del museo, pero sí trabajarán en coordinación con los bomberos, con los que ya se han reunido en distintas ocasiones. «Los bomberos tienen que saber qué obra hay en cada sitio», explica García.
En el Reina Sofía también existen listas donde las obras están catalogadas por niveles de importancia: para saber cuáles se retirarían antes, cómo se desmontan, cuáles son las vías de evacuación, las herramientas necesarias para poder sacarlas. Todas las obras del museo tienen un coeficiente de riesgo en función del espacio donde se encuentran –el sótano y la última planta son lugares más vulnerables–, de la atracción que despiertan en el público, de la vulnerabilidad –que el material sea delicado– y del valor dentro de la colección y del panorama cultural. En función del espacio que se vea afectado y atendiendo a estos factores se sacarían primero las obras que más puntuación tienen. García también prefiere omitir cuáles son las obras que tienen mayor puntuación pero es inevitable que El Guernica salga a relucir. «Por su formato y su delicadeza hemos facilitado su vía de evacuación simplificando el recorrido», explica. El Guernica está muy bien situado en cuanto a niveles de seguridad: está en un piso intermedio con acceso directo al montacargas, aunque la política es estar lo más organizado posible para salvar todas las obras posibles, actúan primero sobre lo más valioso y las zonas afectadas.
«Por su formato y su delicadeza hemos facilitado la vía de evacuación del Guernica simplificando el recorrido»
Jorge García, jefe de Restauración del Museo Reina Sofía
En caso de tener que evacuar, el museo tiene cuatro edificios, con lo que cuentan con poder trasladar las obras de uno a otro. En caso de desastre total, de que todos se incendiaran, entonces los llevarían a otros museos cercanos como El Prado o el Thyssen. Y pase lo que pase siempre tiene la última palabra el director.
Como no todo son las grandes emergencias, el Reina Sofía cuenta con un histórico de incidencias, se parece a los puntos negros de las carreteras. Cuando ven uno de esos puntos donde es más habitual que alguien tropiece, por ejemplo, ahí no ponen obras.
Lo que une a todos los museos no es solo tener un plan de emergencias, sino también el deseo de que todo el trabajo que hacen para saber qué hacer en caso de emergencia nunca se tenga que llevar a la práctica.