Reyes de larga duración
Isabel II cumple 70 años sobre el trono británico. Si la virtud del sistema monárquico es la estabilidad, los reyes longevos la benefician
El monarca que más tiempo ha permanecido sentado en un trono es Sobhuza II, rey de Swazilandia, que reinó casi 83 años. Swazilandia es un pequeño país del África Austral, situado entre Sudáfrica y Mozambique, sin salida al mar. Está poco poblado, es débil y pobre, y si logró sobrevivir sin ser absorbido por Sudáfrica fue por inteligencia política, porque buscó el Protectorado de Inglaterra.
Sobhuza se convirtió en rey de los Swazis en 1899, con muy pocos meses de edad, cuando su padre murió inesperadamente mientras ejecutaba una danza ritual. Fue su abuela quien asumió la regencia, y luego su tío, una larga regencia de 22 años, no siendo coronado Sobhuza hasta 1921. La mayor parte de su reinado transcurrió bajo el Protectorado británico, gobernado de hecho por el «Residente» inglés, hasta que en 1968 proclamó la independencia. Falleció en 1982.
Tan larga vida, y dado que en Swazilandia se practicaba la poligamia, le permitió acumular 70 esposas y tener una prole de 210 hijos. No fue precisamente un monarca democrático, pues al poco de la independencia anuló la Constitución y prohibió los partidos políticos. Pero su principal hándicap es que, debido al Protectorado, no ejerció la soberanía plena más que durante 14 años. Por eso no cuenta cuando se cita al reinado más largo de la Historia, y se concede este título al de Luís XIV de Francia.
Luís XIV reinó durante 72 años y 110 días (1643-1715) gracias a que subió al trono a la muerte de Luís XIII, cuando solamente tenía cuatro años. Naturalmente su primera etapa transcurrió bajo la regencia de su madre, la española Ana de Austria, hija de Felipe III y hermana de Felipe IV, a la que hizo famosa Alejandro Dumas en Los Tres Mosqueteros, donde D’Artagnan estaba enamorado de ella. La regencia, en la que gobernaba el Cardenal Mazarino, valido de la reina –y su esposo secreto- fue una época tumultuosa, con permanentes rebeliones, llamadas Frondas, que obligaron incluso a huir de París al rey niño y su madre. Esa situación llevaría a declarar mayor de edad a Luís con sólo 13 años.
Se le llamó el Rey Sol y realmente fue el astro que iluminó el mejor siglo de Francia, que con él se convirtió en la primera potencia del mundo. Se casó, como su padre, con una prima española, María Teresa de Austria, con la que tuvo un hijo y sucesor, Luís, el Gran Delfín, que moriría a los 50 años, antes que su padre. Pasó entonces la sucesión al nieto, llamado el Pequeño Delfín, que también falleció cuando Luís XIV seguía vivo, de modo que la corona pasaría a su biznieto, Luís XV. Eso es lo que pasa con los reinados prolongados, en los que si no es la muerte prematura, es la frustración la que invade a los herederos, como bien sabe el actual príncipe de Gales, Carlos.
De larga duración fue también la tatarabuela de Isabel II, la reina Victoria, que llevó la corona entre 1837 y 1901, casi 64 años que sin duda fueron los más gloriosos de Gran Bretaña. Pero en esa época el monarca europeo más longevo fue sin duda Francisco José, emperador de Austria-Hungría (1848-1916), al que le faltó solamente 11 días para alcanzar los 68 años de reinado. Su larga permanencia se debió a los acontecimientos traumáticos de la Revolución de 1848, que obligaron a abdicar a su tío Fernando I. De no ser por esta circunstancia Francisco José habría reinado 30 años menos.
Reyes de España
En España el monarca que más tiempo ha reinado fue Felipe V (1700-1746), que alcanzó 45 años justos. Y eso que había abdicado a mitad de su reinado en su hijo mayor, Luís I, según algunos historiadores porque tenía la esperanza de conseguir la corona de Francia (era nieto de Luís XIV), según otros debido a la enfermedad mental que padeció casi toda su vida, que le producía crisis de nerastenia y melancolía –lo que hoy llamamos depresión-. Pero Luís I se murió a los ocho meses de subir al trono, y Felipe V reasumió la realeza.
Otro monarca español debería haberle quitado el título de más longevo a Felipe V, Alfonso XIII, pero las guerras y las revoluciones se han cruzado muchas veces con las carreras de los reyes. ¿Cuánto tiempo habría durado el reinado de Alfonso XIII si el 12 de abril de 1931 no hubiesen ganado los republicanos unas elecciones municipales? Tenía las condiciones para batir marcas porque era rey desde antes de nacer, un caso único en la Historia.
Cuando el 25 de noviembre de 1885 murió con sólo 28 años Alfonso XII, debería haber subido automáticamente al trono su hija mayor, María de las Mercedes, que había sido proclamada princesa de Asturias cuatro años atrás. Sin embargo la reina estaba embarazada de tres meses, y el presidente del gobierno y artífice de la Restauración, Cánovas, con el visto bueno del jefe de la oposición, Sagasta, decidió esperar medio año de trono vacante, por si había suerte y nacía un varón. Así fue, por lo que puede decirse que Alfonso XIII ocupó el trono seis meses antes de nacer, en el sentido de que no dejó acceder al mismo a la princesa de Asturias.
Cuando el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República Española, a Alfonso XIII le faltaban 33 días para cumplir 45 años de edad y de reinado. Era un hombre joven el que partió esa noche hacia el exilio, pero su vida estaba acabada. Fue incapaz de adaptarse a una condición que podríamos llamar contra natura, porque para Alfonso XIII lo literalmente natural era ser rey. Sumido en la melancolía, sin nada que hacer, se fue consumiendo durante diez años, y murió a los 54 de una angina de pecho. Pero si hubiese continuado reinando en España, seguramente su salud habría seguido un rumbo distinto y podría haber vivido muchos años sobre el trono.
Una suerte opuesta fue la que disfrutó Hiro-Hito, emperador de Japón durante 62 años. Había sido coronado en 1926, siendo un joven de 25 años, pero su reinado debería haber terminado antes de la veintena, por harakiri o por ejecución por crímenes de guerra. Hiro-Hito tenía efectivamente las mismas culpas por la Segunda Guerra Mundial que Hitler o Mussolini, pero tras la derrota del Japón en 1945 no tuvo el valor de afrontar el suicidio ritual, como hicieron otros dirigentes japoneses, y los americanos decidieron por razones políticas cerrar los ojos ante sus responsabilidades. Eso le permitió conservar la corona hasta que falleció con 88 años.