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Rafael Zardoya San Sebastián: «La ciencia no es un gasto, es una inversión»

Las primeras piezas que conformaron el Real Gabinete de curiosidades de España, llegaron desde tierras lejanas como obsequios exóticos al Rey Carlos III

Rafael Zardoya San Sebastián: «La ciencia no es un gasto, es una inversión»

Carmen Suárez | The Objective

Nos encontramos con Rafael Zardoya San Sebastián, actual director del Museo de Ciencias Naturales de Madrid para que nos cuente las actividades que se celebrarán por la conmemoración de los 250 años de la creación del museo. Exposiciones, un documental y un congreso con directores de distintas partes del mundo de museos de ciencias naturales, son algunos de los eventos  que se realizarán durante el año.

El 17 de octubre de 1771 el Rey Carlos III fundó el Real Gabinete de Historia Natural, lo había intentado años antes pero no le fue posible: «era un hombre ilustrado y quiso integrar la ciencia con la cultura para la mejora de los pueblos. Además le traían animales considerados exóticos, de diversos virreinatos a manera de obsequio. En un principio llegaban al puerto de Cádiz, con notas indicativas de cómo debían ser alimentados y cuidados, obviamente muchos morían en el viaje. Desde ahí, los traían andando hasta Madrid, cada pueblo por el que pasaban, se convertía en una fiesta. De estos obsequios es que se trata de hacer un primer gabinete, el segundo que se convierte en el Real, se logra gracias a la colección de especies que le compra el Rey al comerciante y explorador guayaquileño Pedro Franco Dávila. Dávila vivía en París cuando le vendió su gabinete de maravillas, y el Rey le confió el puesto de director del Real Gabinete, y lo ocupó hasta su muerte», nos cuenta Zardoya.  

Arreglo interior del Arca de Noe, por A. Kircher. Crédito: Wellcome Library, London vía Fritha Langerman.

P: Por ese entonces se empezaron  a construir los jardines botánicos y museos de ciencias naturales en Europa, ¿cómo ha sido desde entonces la evolución del museo?

R: Era el auge de los jardines botánicos y museos de historia natural en Europa, los primeros se hicieron en París y en Londres, en 1771 inauguraron el nuestro.  Luego llegaron las guerras Napoleónicas, durante esa etapa hubo expolio de muchas piezas que felizmente luego fueron recuperadas. En tiempos de Isabel II, pese a que la colección no tenía una sede concreta, se amplió. El Rey Carlos III quería que estuviera en lo que ahora es el edificio del Museo del Prado, pero finalmente se acordó poner ahí los cuadros. Todo el tiempo que no existió un lugar físico para guardar la colección, el fondo estuvo en cajas en la Biblioteca Nacional. Durante esta etapa se financiaban muchas expediciones a diversas tierras lejanas, así que aumentaron los hallazgos y por tanto la investigación. Otro de los directores icónicos del museo fue Bolivar Urrutia, quien  tomó la dirección en 1850. En este momento nace la cuna de la zona de la Residencia de Estudiantes donde coincidieron personajes como Buñuel, Dalí, Juan Ramón Jiménez o Lorca, había un entorno muy cultural y científico. Este edificio se construyó en 1881 con el motivo de la Exposición Nacional de Bellas Artes y el Museo tomó el lugar en 1900 junto con la Facultad de Ingeniería de la Universidad Politécnica. Con la llegada de la Guerra Civil, se cerró todo y se retomó con la democracia. 

Imagen cortesía de Fritha Langerman.

¿Hoy en día cuáles son los principales objetivos del museo?

La investigación y la divulgación. Trabajamos junto al CSIC en la labor investigadora, dependemos mucho de las colecciones científicas y todo lo guardamos como  patrimonio. Siempre se necesita más apoyo porque falta crear la continuidad que demandan las ciencias, pese a que los resultados no se vean inmediatamente, siempre nos estamos beneficiando de su investigación. Hay una visión de que invertir en ciencia es gastar y no es así, es una inversión. 

¿Ahora en qué campos de investigación se están concentrando?

En el Museo tenemos una rama biológica y otra geológica. La primera se centra en ver cómo el cambio climático está afectando a la biodiversidad, desapareciendo hábitats o especies más rápido de lo que deberían y cómo estas a su vez se tratan de adaptar a las nuevas temperaturas. La parte geológica se centra en la investigación con respecto a los sistemas físicos de la Tierra a diferentes escalas espaciales y temporales. España por ejemplo se está desertificando, aparecen  cada vez más especies adaptadas a climas áridos. Esto se traduce también en lo económico. Al ser mediterránea, todas las vides y su producción está subiendo hacia latitudes al norte porque están cambiando las temperaturas. Por eso también hay que invertir en tecnología, para hacer frente a estos cambios. Esto tiene también un impacto a nivel social, en crisis humanitarias, éxodos o migraciones  que suponen un reto para nuestro trabajo como científicos.

Imagen cortesía de Fritha Langerman.

Previamente a la pandemia el Museo recibía un aproximado de trescientos mil visitantes al año, actualmente se están superando los doscientos mil. La mayoría de actividades que se realizan están dirigidos a grupos escolares. Las exposiciones itinerantes son un atractivo que pone aún más en valor la visita al Museo. Actualmente la artista Fritha Langerman, está presentando la obra «FREIGHTED 500 años de colección y exposición de rinocerontes». La instalación, una caja que abarca exactamente el tamaño de un rinoceronte, ha estado previamente en Cape Town y en Lisboa. «Hay muchas conexiones y vínculos que creo a partir de diversos soportes, como el grabado, el video o la recolección de piezas, todo lo que encontramos acá son reproducciones falsas de lo que alguna vez fueron muestras reales de cómo se describía o representaba a un rinoceronte. Lo presento  como un objeto de espectáculo, de estudio, de moneda y deseo haciendo también referencia a la compleja historia de la colonia, el poder y la adquisición en relación con las primeras colecciones de historia natural», nos cuenta Langerman. 

Instalación. | Imagen cortesía de Fritha Langerman.

Este 22 de abril se presentará en el Palacio de la Prensa el documental de celebración de aniversario del museo titulado Evolución: 250 años del Museo de Ciencias Naturales. Su director Mario Cuesta, nos invita a manera de diálogo constante con diversos personajes del museo, ha recorrer y conocer todo lo que en un día sucede en este maravilloso espacio. Otra cita imprescindible se llevará a cabo el 24 de octubre de este año, en el que se congregarán directores de diversos museos de ciencias naturales de varias partes del mundo para tocar temas como el rol de los museos y las perspectivas a futuro. 

¿Cómo ves el interés de parte de las nuevas generaciones por conocer y vivir de cerca las ciencias naturales?

Creo que es imprescindible atraer cada vez a más público. Hay una edad en la que la imaginación sigue muy viva, yo creo que los niños cuando nos visitan y ven a los animales todavía los sientes como si estuvieran vivos, le ponen mucha imaginación al recorrido.  Los jóvenes en cambio viven el mundo a través de las tablets, eso es un reto para nosotros, utilizar la  tecnología es clave para acercarlos al conocimiento científico. También trabajamos con adultos mayores que son voluntarios como guías, eso nos aportan mucho y a su vez a ellos los enriquece. Se trata de sumar a todos los grupos sociales para que participen y vivan el Museo.

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