Una guía traza un mapa literario de la actualidad lectora en Latinoamérica
Clara Obligado y Nórdica libros dibujan un ‘Atlas de Literatura Latinoamericana’ que ofrece un camino mutable hacia los clásicos latinoamericanos
Después del Atlas de literatura universal (Nórdica, 2017), un libro que daba una vuelta al mundo en 35 obras y que estaba al cuidado del catedrático de la UAM Pedro García Martín, surgió la idea de un nuevo atlas, esta vez de Latinoamérica y, para ello, García Martín convocó a la escritora Clara Obligado. Por problemas personales, García Martin hubo de apartarse del proyecto y éste quedó al cargo de Obligado. Se trata de un proyecto que ha tardado más de tres años en gestarse y que finalmente ahora ve la luz.
«La literatura y todas sus formas son inestables, son ideológicas y relativas»
Clara Obligado tenía claras algunas cosas al acometer tamaño proyecto. De un lado, sabía que no podía embarcarse en un proyecto abarcativo. Quería huir del canon, de las listas, porque le sonaban falsas; «la literatura se teje en otras trincheras», nos cuenta al teléfono. Sabía, además, que era un proyecto que debía mantener una frescura actual, porque «la literatura y todas sus formas son inestables, son ideológicas y relativas», nos dice. Y, de ahí, de hecho, surge la idea del subtítulo, el de «Arquitectura inestable», Además, tenía tres premisas: dejar afuera el boom, incorporar un 50% de mujeres (y no como sucede en los atlas convencionales que el 100% se corresponde con la presencia masculina) y no entender la literatura desde la cárcel de lo nacional. Esto es, que no se convirtiese en un «himno a lo nacional», sino que se entienden aquí las fronteras como algo inestable y poroso. De aquí también que no necesariamente todos los autores sean nacidos en Latinoamérica, sino que se entienden estos desde su influencia en las literaturas de Latinoamérica. Y de ahí también que cada uno de los autores convocados para escribir sobre otros no tenga que compartir necesariamente la nacionalidad con el autor/a sobre quien escribe.
El texto tuvo unas cuatro o cinco vidas, porque Clara Obligado se fue dejando llevar por las opiniones de los participantes, y así, con ello, se destaca una de las características más importantes de este texto y es que «es un atlas que permanentemente dialoga», nos dice Obligado, quien añade que «fue un trabajo a muchas plumas, por decirlo de alguna manera. Y eso es una de sus riquezas».
Otro de los logros del atlas y por los que la editora se siente muy orgullosa es porque el volumen incluye la microficción. Queda pendiente, eso sí (y como la propia editora reconoce) «las literaturas escritas en lenguas originarias».
Clara Obligado a los autores convocados les pedía que demostraran entusiasmo, que usaran (si querían) la primera persona («porque eso les obliga a opinar a ellos», nos dice Obligado), y que eligiesen el personaje que ellos pondrían en un atlas. Además, les pidió que pensasen en sus textos en un lector no profesional, que explicasen las razones para leer hoy a los autores y autoras escogidos.
Estamos destinados a leernos
Para buscar coherencia en el catálogo de autores y autoras convocados, Clara Obligado pensó primero en que los escritores latinoamericanos se miraran entre sí, para pronto darse cuenta de que esa visión se había de ampliar con la mirada de los catedráticos españoles que han apoyado a la literatura latinoamericana y, finalmente, incorporó también en su listados de voces la del editor Juan Casamayor, sobre quien dice Obligado que es «el editor que más ha apoyado a la literatura latinoamericana».
«Como es normal, hay muchas tensiones, pero estamos destinados a leernos, no sé si a entendernos, pero sí a leernos»
El castellano es nuestra lengua común y es algo que compartimos. «Como es normal, hay muchas tensiones, pero estamos destinados a leernos, aunque no sé si a entendernos -nos dice Obligado, pero sí a leernos». De ahí que este atlas persiga el aliento vital que ha guiado a esta escritora argentina establecida desde hace cuatro décadas en España: el de tender puentes. Y esta es uno de los cometidos que cumple Atlas de Literatura Latinoamericana, que es el de acercar a autores clásicos latinoamericanos que son muy leídos y conocidos en sus países de origen, pero que aquí en España no se conocen.
Una suma de mapas
Atlas de Literatura Latinoamericana es un mapa personal, pero colectivo, en el sentido de que se enuncia en primera persona, pero son múltiples sus voces. Así, se pretende «una visión global de la literatura de América Latina, desde los cronistas en adelante», nos dice Obligado. Por ello, en cierta medida, se puede leer como una novela, como una colección de cuentos, pero también como «una historia rota de América Latina, donde el orden no es cronológico, pero si lo lees completo te das cuenta de que se habla de los grandes momentos (sobre la etapa de los viajes a finales del XIX, la gauchesca, los diferentes indigenismos, etc)», afirma la editora. En grandes pinceladas, quería la editora trazar una «idea del panorama histórico en América Latina, desde el Inca Garcilaso en adelante».
Asimismo, dada su condición personal de escritora latinoamericana radicada en España, no quería Clara Obligado establecer distinciones entre los géneros de los autores, no quería separar, sino más bien integrar. Por ello, a pesar de que la propia autora es feminista, no lo es el Atlas, sino que sitúa con justicia las diferentes literaturas históricas, independientemente del género (por decirlo de otro modo: el equilibrio no ha implicado el forzar cuotas). Así, son 47 los autores y autoras actuales que reseñan a 50 autores clásicos.
Repiten artículo Fernanda Trías (que reseña a Marosa di Giorgio y a Mario Levrero), Julio Prieto (que reseña a Gabriela Mistral y a Felisberto Hernández) y Violeta Rojo que hace lo propio con Rómulo Gallegos y Teresa de la Parra. Los reseñados son 28 hombres y 22 mujeres y los reseñistas 22 hombres y 25 mujeres. Como dijimos antes, una cosa importante de este Atlas es que no necesariamente quien reseña a un autor o autora determinado pertenece al país del reseñado.
Los autores que aparecen en el Atlas de Literatura Latinoamericana están agrupados en bloques, por países, y en orden alfabético. Con la siguiente composición: Argentina (8 autores), Bolivia (2), Brasil (2),Chile (4), Colombia (4), Costa Rica (1), Cuba (4), Ecuador (1), El Salvador (1), Guatemala (1), Honduras (1), México (5), Nicaragua (1), Panamá (1),Paraguay (1), Perú (4), Puerto Rico (1), República Dominicana (1), Uruguay (3), Venezuela (4).
A ello, se le ha de sumar tres textos insertos durante el libro que vendrían a conformar su parte explicativa y/o teórica: un prólogo de Clara Obligado, el artículo el viaje, de Armando Victorio Minguzzi y el artículo Las mujeres del boom, de Ana Gallego Cuiñas, y, por supuesto, las hermosas ilustraciones de Agustín Comotto.
Atlas de Literatura Latinoamericana es un compendio de textos que desestabilizan cánones, una mirada intergeneracional y diaspórica, movediza e inestable. Un organismo vivo que retrata, no obstante, un momento muy particular (el actual) y que, por fuerza, esta sometido a la disputa, el diálogo, el cambio, la mutación.
Sobre esta idea incompleta del Atlas (porque este lo es, necesariamente), afirma Clara Obligado que le «parece muy bueno que los silencios actúen en un libro, no solo lo que se dice, sino lo que no se dice». Así, este Atlas es importante tanto por lo que es como por lo que nunca será. Lo resume en el prólogo la propia editora, al decir que «un Atlas es un conjunto de mapas que busca describir y reconocer un territorio de manera icónica y a través del tiempo, organizando un entorno. Y un Atlas de literatura es, también, un itinerario de libros, pero es un camino mutable, porque la literatura se caracteriza por un asentarse complejo en el territorio, por un movimiento perpetuo». Lo matiza (y amplia) el profesor argentino Armando Vitorio Minguzzi al escribir que «los viajes desestabilizan las fronteras».
Viajen pues con este libro, sin miedo (y sin prisa) para ir sumando mapas a sus lecturas y para crear también su propio mapa lector (no canónico).