Lluís Domènech i Montaner y el modernismo en Cataluña
En el Día mundial del modernismo homenajeamos a uno de sus más geniales (y desconocidos) exponentes: Lluís Domènech i Montaner
Tal y como ocurrió con numerosas expresiones artísticas de finales del XIX y principios del siglo XX y en propia conjunción con ellas, la arquitectura del Modernismo supuso una ruptura y cambio radical respecto a la normativa clásica, intentándose así adaptar a los profundos cambios sociales y tecnológicos generados por la revolución industrial.
Desde finales del siglo XIX y de la mano del arquitecto belga Victor Horta, entre otros, el Art nouveau surgió como instrumento de este cambio del paradigma arquitectónico, desde la ondulación y curvaturas en fachadas y techos, pasando por la introducción de nuevos materiales que en esos momentos podían ser trabajados de un modo más variado debido al progreso científico, como el hierro, el ladrillo o el vidrio, hasta la inclusión de motivos de origen natural, cuidando el diseño, la decoración y el mobiliario.
En líneas generales el Modernismo y otras vanguardias del siglo XX caminaron paralelas al propio progreso científico, industrial y social, que también abriría la puerta a nuevas innovaciones, estimulando la experimentación y la creatividad.
Y en este escenario de cambio, casi revolucionario, países como Belgica, Austria, Reino Unido, España y Latinoamerica iniciaron este camino de nuevas tendencias que se alargaría hasta la década de los años 60.
El modernismo en España
En nuestro territorio la arquitectura se extendió por ciudades y comunidades autónomas, con especial presencia en ciudades como Melilla, segunda ciudad tras Barcelona con más edificios modernistas. Pero fue en Cataluña donde una hornada de un centenar de arquitectos desarrollaron este nuevo idioma arquitectónico con una prolífica actividad, del que Antoni Gaudí partiría para comenzar su universo creativo. Un movimiento que fue impulsado por la burguesía catalana, que daba importancia a la modernización, al arte y que también servía para empoderar la identidad catalana así como un renacer de su cultura.
Lluís Domènech i Montaner fue, junto a Antoni Guadí y Josep Puig i Cadalfach, el representante más destacado del Modernismo en Cataluña. Nacido en Barcelona a mediados del siglo XIX y compatibilizando su obra arquitectónica con su conocida labor política, Lluís Domènech influyó notablemente en el auge del Modernismo desde su posición de catedrático en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, diseñando más de una veintena de edificios, colaborando siempre con los profesionales más importantes del momento en distintas disciplinas como la decoración, la forja, carpintería o cerámica, entre otras.
En su obra se incluyen dos Patrimonios de la Humanidad de la Unesco, ambos en Barcelona, el Palacio de la Música Catalana y el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo, el mayor complejo modernista del mundo que, de haber sido construido en otra ciudad sería uno de sus edificios más importantes pero que en Barcelona se ve quizá eclipsado por la obra de Gaudí; de hecho se encuentra a unos centenares de metros de la Sagrada Familia. El hospital fue diseñado y construido partiendo de su experiencia en otro hospital, el Instituto Pere Mata de Reus.
El descomunal complejo fue concebido para cubrir todas las necesidades sanitarias de la ciudad, un total de 27 pabellones en donde se cubrían muchas especialidades médicas, pero en donde también existían calles y edificios religiosos, además de los pabellones en donde todos los detalles y soluciones del modernismo se encuentran presentes, tal y como ocurre en la fachada principal, que Domènech orientó hacia el mar, de tal modo que la brisa ventilara el hospital y sanease el ambiente.
Pese a los 30 años que duró su construcción, en la que participó su hijo, el proyecto inicial no pudo ser terminado y en 2009 se construyó la nueva sede, que permitió la remodelación de los pabellones modernistas y la inauguración de su actual función como museo.
Sin salir de Cataluña y como ejemplo de otra construcción al servicio del ser humano, el Instituto Pere Mata de Reus fue y sigue siendo un hospital psiquiátrico en donde la decoración y su ubicación estuvieron diseñados para el bienestar de las personas ingresadas, de este modo y dado su gran tamaño nos encontramos ante una pequeña ciudad donde el interior alberga decoración con motivos naturales, mientras que los exteriores están destinados al paseo entre zonas ajardinadas.
En la actualidad la labor sanitaria del edificio se encuentra separada del complejo modernista, donde «El Pabellón de los Distinguidos», declarado como Bien Cultural de Interés Nacional, puede ser visitado como museo.
El instituto Pere Mata supuso el inicio de la arquitectura modernista en Reús, cuna de Gaudí y en donde se construyeron cerca de 80 edificios de este estilo, que continuó vigente hasta la década de los sesenta cuando otras tendencias entraron en vigor. Por fortuna en nuestro país tenemos un importante legado modernista, con el que admirar la fantasía ecléctica y creativa que no ha perdido su capacidad de sorpresa.