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'E.T.' sigue conquistando corazones 40 años después

El clásico de Spielberg cumple cuatro décadas desde su estreno: la película se llevó cuatro Óscars y dejó una banda sonora inolvidable

‘E.T.’ sigue conquistando corazones 40 años después

El clásico de Spielberg cumple cuatro décadas desde su estreno: la película se llevó cuatro Óscars y dejó una banda sonora inolvidable

Corría el 11 de junio de 1982 cuando E.T. el extraterrestre llegaba a las salas (en España fue el 6 de diciembre de ese año), pero aún no se sabía que marcaría la historia del cine, sobre todo del de ciencia ficción. Cuarenta años después, la criatura sigue enterneciendo al mundo en su empeño de volver a su hogar.

La idea original surgió de la propia vivencia infantil del director, Steven Spielberg, afectado por el divorcio de sus padres y que inventó un amigo imaginario. E.T. anhela volver a casa, en una galaxia a tres millones de años luz y con la que intenta comunicarse («mi casa, teléfono» se convirtió en una frase tan célebre que se integró en el acervo cultural). Él, al igual que el pequeño Elliot, siente que su hogar está incompleto.

La escena final, en la que E.T. le dice a Elliot: «Estaré aquí mismo», mientras señala al cielo con la punta de su dedo brillante, justo antes de subir a la nave espacial que lo devolverá a su planeta, se convirtió en uno de los finales más conmovedores y lacrimógenos de la historia del cine.

Casualmente, el guion de E.T. surgió durante el rodaje de la también exitosa cinta Indiana Jones: en busca del arca perdida. En las pausas del rodaje, Spielberg se juntaba con la guionista Melissa Mathison para trabajar conjuntamente en la cinta. Una vez que tenían el esquema más o menos hilado, Mathison escribió una primera versión en dos semanas que convenció al director inmediatamente.

Curiosidades de la película

En la audición para seleccionar al actor que interpretara a Elliot, y tras no ser muy convincente en la prueba, Henry Thomas improvisó una escena en la que, para expresar tristeza, pensó en el día que murió su perro. Sus lágrimas conmovieron de tal modo a Spielberg que decidió darle el papel al momento.

La inspiración para diseñar el semblante del tierno extraterrestre resultó ser una combinación de las caras del científico Albert Einstein, del poeta Carl Sandbug y del escritor Ernest Hemingway.

Se rodó entre septiembre y diciembre de 1981 en California, con un presupuesto de 10.5 millones de dólares (según la página Box Office Mojo) y fue un éxito de taquilla no solo en Estados Unidos, sino a nivel mundial.

De hecho, en su momento, desbancó a La guerra de las galaxias (1977) (ahora renombrada como Star Wars: Episodio IV- Una nueva esperanza), que hasta entonces era líder en taquilla. Tan solo otra película de Spielberg la destronaría en años posteriores: Parque Jurásico (1993).

Una banda sonora inmortal

E.T. conmovió a millones de espectadores, fue aclamada por la crítica y estuvo nominada a nueve premios Oscar, de los cuales se alzó con cuatro, uno de ellos el de mejor banda sonora, la de John Williams, una música que hace viajar al espectador desde la butaca y que hizo soñar a toda una generación.

Spielberg, que ya había trabajado con Williams en Tiburón (1975), quedó especialmente maravillado con la partitura de E.T. el extraterrestre. Fue tal su fascinación que cuando la escuchó por primera vez, no pudo reprimir las lágrimas y le pidió que no cambiara ni una sola nota.

La cinta fue la primera experiencia cinematográfica en la pantalla grande para muchos niños nacidos en la década de 1970, mientras que otros la han podido disfrutar a través de cintas de video, DVD o televisión, en los años posteriores.

¿Qué tiene de especial el filme para que 40 años después siga emocionando y atrayendo al público? Quizá la respuesta más sencilla es que narra una historia sobre un sentimiento tan universal como la amistad, además de mostrar al público en general que los extraterrestres pueden ser cariñosos y familiares en lugar de simples monstruos de otro mundo como hasta entonces lo imaginaba el cine.

Fuente: Silvia García Herráez (EFE).

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