William Atkins captura los secretos espirituales de ocho grandes desiertos
‘El mundo inconmensurable’ es un libro de viajes desérticos particularmente exhaustivo, tanto física como históricamente
Prácticamente un tercio de la tierra son tierras infértiles y desérticas y, sin embargo, son para nosotros una especie de lejano libro en blanco, tierra de nadie a la que no prestamos atención. Pero nos ciega la ignorancia de las mecánicas ocultas de la vida entre las dunas de arena, experiencias de desolación y paz tan absoluta que no podemos traducir. Bajo un cosmos de destellos dorados se esconden los secretos de credos arcanos.
William Atkins (Inglaterra, 1976) es editor y periodista, por ello en 2016 contaba con las herramientas para una expedición única a través de ocho desiertos y cinco continentes que permite mostrar lo que algunos ya intuían con el planeta Arrakis de la fantástica saga Dune, que el desierto despierta su propia mística. Atkins no solo repasa referentes a lo largo de toda la historia -Marco Polo, Lawrence de Arabia, Gertrude Bell- sino que se encuentra con la sombra de San Antonio y los Padres de la fe.
La claridad de pensamiento que ofrecen los contrastes del desiertos se pone al servicio de precisos perfiles de Atkins pasando por China, Kazajistán, el desierto de Sonora en México o el de Victoria en Australia. Así de manera lógica comprendemos la diferencia entre lo cenobítico y lo eremítico o la función política del desierto convertido en arma y frontera.
William Atkins me atiende desde Londres donde trabaja para Harper’s, Granta, The Guardian o The New York Times. Su libro anterior, The Moor, estaba dedicado a los paseos por la campiña inglesa mientras que después del éxito y reconocimiento con los desiertos encaró su trabajo hacia Three Island Journeys.
«Los lugares marginales se cargan de significado poco a poco hasta convertirse en arma política»
William Atkins, autor de El mundo inconmensurable
El mundo inconmensurable, publicado ahora por Literatura Random House empieza con una visita suya a los cistercienses en la que comprende la mística de la soledad y parte en su búsqueda pero no me quedaba clara su motivación para un proyecto narrativo tan enorme: «Si algo tienen los libros es que responden a la pregunta sobre por qué escribes ese libro sobre la marcha». Pero si tuviera que concretar estaría la inspiración de los monjes ingleses en contraposición a los Padres de la Fe del desierto y el poder de ese símbolo, la necesidad de buscar significado entre tantas metáforas culturales. Y añade: «Los lugares marginales se cargan de significado poco a poco hasta convertirse en arma política como es el desierto mexicano contra los migrantes o el desierto australiano en el que los británicos experimentaron con sus bombas».
El libro apareció publicado en 2019 así que, después de estos años intensos geopolíticamente, quería saber cómo se siente ahora con su texto, Atkins afirma que considera que «se mantiene relevante porque los lugares a los que fui solo han empeorado, su importancia aumentado, el tema de las fronteras tampoco dejará de estar a la orden del día porque una de las cosas que comprendí es que las migraciones son fundamentales en el tiempo y que por eso exigen respuestas colectivas porque en el desierto no hay jueces ni testigos».
Discutimos brevemente sobre si se trata de un libro naturalista, literatura de viajes o un reportaje religioso aunque la conclusión parece obvia: para Atkins se trata de un libro sobre la política de ciertos paisajes. También comparto la que me parece una dificultad añadida, conciliar lo personal de la ruta y los perfiles de los nativos: «Presentí desde el inicio que en la narración era necesaria mi presencia para que los lectores entiendan las preguntas que iba haciendo durante el camino a personajes del presente tanto como exploradores del pasado».
«Los exploradores polares tienen otro término: el polo de máxima inaccesibilidad. Al parecer ese era el objetivo final de todo viajero por el desierto: llegar al eje en donde lo absoluto coexiste con lo infinito».
William Atkins en ‘El mundo inconmensurable’
Al final se me escapa la palabra catedral para referirme al proyecto, porque tiene un nivel de detalle y erudición que resulta sublime, pero Atkins con humildad señala que trabaja con material que ya era importante por sí mismo, como la soledad o las fronteras. Eso nos lleva a hablar del desierto de Monegros y William me recomienda un libro de psicogeografía que visita dichos desiertos: Outlandish: Walking Europe’s Unlikely Landscapes de Nick Hunt.
Eso me lleva a hablarle sobre Will Burns y su proyecto de psicogeografía La linterna de papel ubicado en una pequeña taberna durante la pandemia que ya cubrimos aquí sobre el que, para finalizar la charla, comenta que «con la pandemia se ha complicado viajar cosa que me ha hecho pensar en la importancia de escribir sobre lugares muy concretos, sobre tus vecinos, tan importante como concebir el mundo como una sola cosa; captar ambas visiones sería mi ambición».