Miquel Alzueta: «En España, las artes decorativas no generan interés»
El galerista, escritor y antiguo editor español repasa su trayectoria y mira al futuro con una reestructuración de su negocio que se acerque al canon actual
Miquel Alzueta ha dedicado su vida al coleccionismo de arte y mobiliario. Su galería se reparte en espacios tan especiales como una masía del siglo XVI en el Ampurdán o en enclaves míticos de Barcelona como Turó o la calle Séneca. Actualmente piensa delegar a una nueva generación la dirección de Alzueta Gallery para formar un proyecto más «canónico» de arte contemporáneo y expandirse a Londres, París y Lisboa. Su pasión por los objetos ahora lo tiene inmerso en el Folk Art del siglo XVIII.
P.- ¿Cómo han ido las ventas este año, podemos afirmar que el mercado ya se ha estabilizado luego de la pandemia?
R.- Este año ha sido bastante distinto a los años anteriores. Diría que ha sido un año muy bueno, pero las ventas han cambiado. Las ferias no han tenido la repercusión que tenían previas a la covid, pero las ventas presenciales han subido y van bien. Para Palau de Casavells ha sido un año difícil por el excesivo calor que hemos tenido en el Ampurdán. Ahora entramos a una época un poco más confusa por la economía y no sabemos cómo evolucionará el mercado.
P.- Te conocen mucho por tu faceta como galerista, pero fundaste y tuviste durante muchos años la editorial Columna cuando eras muy joven…
R.- La editorial pertenece a mi prehistoria. La fundé con veintitrés años, con un par de amigos, la llevé durante veinticinco años de mi vida, fue un proyecto muy apasionante. Pretendía colocar el mercado del libro catalán, a nivel competitivo ,con el del libro castellano que había en Cataluña. Columna llegó a publicar casi doscientos títulos nuevos al año y llegábamos a vender ciento cincuenta mil ejemplares. Fue una etapa muy buena pero que en cierto momento sentí que se había terminado a nivel personal.
P.- ¿Y a qué edad empiezas a coleccionar arte, es cierto que fue por una obra de Josep Mompou?
R.- Sí, empecé de forma un poco casual, por un cuadro que me emocionó en una subasta, lo compré, ese cuadro de Mompou me despertó una pasión, desde entonces empecé a coleccionar, tenía veinticinco años. Luego me interesé sobretodo por la pintura española y catalana de 1900, las vanguardias históricas y también coleccioné muchos libros de la etapa. Casi al cumplir los cuarenta años, fue que me metí de lleno en el mundo del arte. Primero ayudando a algunos artistas jóvenes, o a amigos míos a que compraran obras y poco a poco eso derivó en que abrí una oficina. La primera la puse en Paseo de Gracia.
P.- ¿Qué te entusiasmó de esas primeras vanguardias europeas?
R.- Hay un momento histórico en el mundo del arte que me interesa mucho, el movimiento del fauvismo entre 1900 y 1910, y luego la aparición de las vanguardias a partir de los grandes ismos, del futurismo hasta el cubismo. Busqué referentes tanto españoles como internacionales y a los que podía acceder para poder tener piezas representativas. Desde Julio Gonzales a Braque y Jean Metzinger, ente muchos otros. Iba comprando poco a poco y luego las galerías de Barcelona también me querían comprar piezas y empecé a vender.
P.- También hiciste una de las colecciones más importantes de fotografía de la década del veinte y del cincuenta.
R.– Sí, la fotografía también fue una de mis grandes locuras en una temporada. Formé una gran colección de fotografía española de las primeras vanguardias, al final la vendí a una fundación. Creo que es irrepetible porque eran las últimas piezas que quedaban en cada uno de los estudios a los que íbamos. Estaban desde fotógrafos catalanes como Joan Colom y los que vinieron después, hasta fotos de vanguardias extranjeras de la escuela de Chicago. Eran de las pocas piezas que quedaban de época firmadas y dedicadas.
P.- ¿Cuando llega la admiración por el diseño mobiliario?
R.- Ha sido otro de los ejes de mi vida, llegó mientras paseaba por París por la Rivière du Temple. Vi una silla y un mueble en una vitrina, entré a la tienda con la idea de comprármelas para mi casa, pensando que no valdrían mucho porque era como una silla de colegio y un mueble de hierro, que no parecían nada importantes. Al preguntar me dieron un precio altísimo, pero me enamoré así que decidí comprar la silla, la pagué en medio año. Desde entonces empecé a estudiar qué era aquello, un libro me llevo a otro, conocí a un marchante y poco a poco me metí en el mundo de Perriand, Le Corbusier, Prouvé, de Knoll y de los grandes diseñadores franceses de la década del cincuenta. Toda mi vida me he dedicado a buscar buen diseño y a pagar lo que he podido, ahora las piezas son impagables, ya no las puedo comprar. He hecho una colección importante y muchas exposiciones, que la mayoría de veces le han interesado a muy poca gente.
«Yo empecé con la galería tarde y me di cuenta de que no disponía del tiempo necesario para hacer la carrera tradicional de un galerista»
P.- ¿A qué crees que se debe el desinterés?
R.- En España no he conseguido, en estos treinta años que he hecho cosas relacionadas con el diseño, generar un cierto coleccionismo de mobiliario. He logrado tener muy buenos clientes, pero la mayoría extranjeros. Es una pena porque cuando yo hacía las primeras exposiciones los precios eran muy asequibles, un regalo si lo comparamos a lo de hoy, pero a su vez, ha sido una pequeña suerte para mi. En España, las artes decorativas no han generado interés ni para el coleccionista ni para la burguesía. No hay una cultura de artes decorativas como sí lo hay en Francia, Inglaterra o Italia. Ahora empieza a haberla pero como siempre llegamos un poco tarde. Dentro de la economía española media, las piezas de estos diseñadores siempre han sido un poco caras. Pero también se ha demostrado que es más caro un Chillida o un Barceló y sí los han comprado.
P.- ¿Cómo logró Alzueta Gallery diferenciarse a lo largo del tiempo de las otras galerías?
R.- Yo empecé con la galería tarde y me di cuenta rápidamente de que no disponía del tiempo necesario para hacer la carrera tradicional de un galerista. Mi proyecto desde un inicio fue distinto, más personal y arriesgado en ese momento. Estaba fuera de los cánones habituales del mundo del arte, no pertenecíamos a ninguna asociación y éramos un poco unos outsiders con una cierta voluntad de serlo. Ahora la galería la quiero delegar a un nuevo equipo, el cual ya se ha formado, y tendremos una etapa de transición. Haremos un proyecto más canónico dentro del mundo del arte. No habrá diseño, no habrá mobiliario, esos temas personales míos ya no estarán. Va a ser una galería contemporánea, con los mismos objetivos de la mayor parte de galerías jóvenes que se fundan hoy en día.
P.– ¿A qué te refieres con canónico?
R.- A dedicarnos solo al arte contemporáneo, participar en ferias y hacer proyectos comisariados con muchos más artistas y distintas voces. Es la voluntad de hacer una galería sin un sello tan marcado, yo me permitía poner una jirafa al lado de un Prouvé. En cuanto al fichaje de los artistas siempre voy a estar en el consejo de la galería y en el comité de selección de artistas y voy a seguir evidentemente involucrado, porque es también el proyecto de mi vida. Pero las decisiones se las quiero pasar a los jóvenes, no hay que permitir que los jóvenes accedan al poder cuando ya sean viejos, creo que lo deben ejercer en juventud.
P.- Pero la experiencia es la tuya Miquel…
R.- Sí y el activo estará, estaré en la galería todo el tiempo, pero las decisiones estratégicas creo que ha de tomarlas la nueva generación. Hay que saber traspasar lo proyectos, la mayor parte de las galerías mueren con el fundador o propietario, yo no tengo intención de desaparecer, pero quiero que el proyecto sobreviva a mi vida.
P.- ¿Cómo ves el panorama actual cultural? Barcelona fue un enclave de modernidad, sobre todo en el momento en el que tu empezaste…
R.- Barcelona esta pasando una crisis profunda desde hace una década. Es una ciudad con poco rumbo o sin rumbo, la ciudad no es solo una abstracción, son las personas que habitan en ella y las que habitamos acá estamos un poco fatigados, por no decir agotados. Llevamos una década de convulsión política, de falta de liderazgo, de ideas, de dinero y de proyectos que se realicen e ilusionen a la ciudadanía. Lo que siempre ha destacado en la sociedad catalana es tener una burguesía muy activa que se ha involucrado en la cultura y en la evolución de la ciudad, eso en los últimos años desapareció. Hoy somos una sociedad sin liderazgo sin ideas y sin un futuro demasiado claro.
Debo también reconocer que hace un tiempo nos hemos vuelto más conscientes y en la medida en que la gente se empieza a comprometer, es posible que la ciudad recupere la fuerza que tuvo. Yo también he visto un Londres destrozado, donde lo regalaban todo, los pisos, los coches, las tiendas, durante la última época de Thatcher y ahora es la ciudad más puntera del mundo. Son ciclos y Barcelona pasa por un ciclo bajo, coincidiendo además con un momento de auge de Madrid. Aún así pienso que Barcelona regresará.
P.- ¿Cuál fue el momento de más creatividad en Barcelona?
R.– Durante los años ochenta, después de la dictadura y la llegada de la democracia, hubo unos años de mucha convulsión política, también hubo una etapa de crisis y de conflicto social que duró desde el setenta y seis hasta entrados los años ochenta. Con la llegada de los socialistas al poder y con el empuje de Europa, España empezó a tener una capacidad creativa y dinero para hacer cosas. Eso coincidió en Barcelona con un momento de creadores muy buenos y empresarios que se juntaron para crear plataformas entre ambos y surgieron infinidad de iniciativas musicales, de ocio, arte y arquitectura. Fue la época de la construcción de la Barcelona moderna y contemporánea, venían las Olimpiadas del 92, eso también trajo consigo mucha efervescencia ciudadana. Luego llego el 2000 y el 2010 y la convulsión política y la lucha de la independencia, eso golpeó mucho a la ciudad.
«Vivimos en una época difícilmente definible desde el punto de vista filosófico, hay muy pocos libros que hablen de la realidad actual»
P.- ¿Bajo qué criterio fichas a tus artistas?
R.- Yo no creo que en España tengamos el espacio para tener un galería que sea solamente el reflejo de un pequeño movimiento o de una corriente artística, si haces eso no hay mercado. Siempre he querido tener una visión amplia, hemos buscado gente que viene del minimalismo, de la pintura extendida, o artistas de la nueva figuración. La galería se nutre de los que nos gusta puramente, somos tres personas constantemente buscando nuevos artistas. Ahora me voy a Copenhague y a Estocolmo a ver estudios, al que me emociona lo ficho, aunque no se ajuste a una estética determinada.
P.- En el arte siempre hay una intención de reflejar el tiempo en el que vivimos o representarlo…
R.- Sí y vivimos en una época difícilmente definible desde el punto de vista filosófico, hay muy pocos libros que hablen de nuestra realidad actual y que la analicen. Después de la posmodernidad, pocas cosas nuevas se han dicho, vivimos en un mundo muy ecléctico. No podemos hablar de una estética predominante, ni de una ética vinculada a una estética pictórica que marque una tendencia, vivimos una época muy dispersa, nos regimos por sentir que habitamos en un mundo muy fluido, líquido. La calidad y la exigencia de los artistas es lo que para mi prevalece y lo que busco. Mi gran fracaso sería fichar a un artista de veinte años y que a sus treinta trabaje para un banco. Para mi el compromiso es lo que importa , hay que seguir una línea, yo conozco gente muy comprometida con su trabajo en el mundo del arte.
P.- He escuchado que estas muy interesado en el Folk Art…
R.- Es cierto, está vinculado al mundo del diseño, he descubierto al arte popular inglés del siglo XVIII, pueden ser sillas, objetos, cualquier tipo de mobiliario o enseres utilitarios. Lo he empezado a estudiar y a coleccionar, es previo al movimiento de Arts and Crafts. Los representantes son anónimos, campesinos de Gales o Escocia, no hay firmas. Es como ver el arte primitivo africano o prehispánico donde no hay autoría, todo es hecho para uso real. Aún así el arte precolombino se centra mucho en cerámica o textiles, que podríamos entender como artes mayores, esto es utilitario, el trabajo de artesanos haciendo el mobiliario que necesitaban, sin sentido ritual y sin simbolismo. La estética es maravillosa.
P.- ¿Qué ha significado para ti el coleccionismo?
R. Una forma de conocimiento y aprendizaje. Inmiscuirme en un tema para estudiarlo y saber qué ha pasado alrededor de esa sociedad para que se produzca tal o cual objeto. Yo siempre recomiendo tener referentes, creo que es fundamental, para el coleccionismo y para la vida. Cuando empecé con los libros quería ser Gallimard, no había más, o Anagrama en España. En el mundo del arte me ocurría lo mismo, yo tengo claro qué galerías quería o quiero ser, e intento aprender y seguir el modelo o avanzar en la misma dirección. Ahora sigo a Robert Young, por sus conocimiento sobre el Folk Art, y en París a Eric Philippe por el mobiliario, tiene un ojo muy diferente de lo habitual. En la vida es fundamental tener la humildad de reconocer que por encima nuestro hay muchísima gente buena, pero hay que saber reconocer quiénes son los mejores y seguirlos porque esa es una forma de avanzar.
P.- ¿Con qué proyectos cierran este año y empiezan el próximo?
R. Las Residencias las seguimos teniendo cerca a Palau de Casavells, es una nave donde invitamos artistas para ponerlos en contacto con coleccionistas. El otro proyecto es el Turó un espacio nuevo de la galería y otro en calle Seneca, desde que vi el local supe que lo quería. Creo que Palau de Casavells en los próximos años tendrá una gran transformación. Hasta ahora siempre ha tenido un carácter expositivo comercial y ya creo que después de estos quince años toca hacer algo distinto. Quizás haremos retrospectivas, editaremos libros o invitaremos curadores con artistas que no sean nuestros. Hay que darle una vuelta porque el lugar lo merece y estamos en ello. También queremos abrir en Londres, París y Lisboa. En Londres ya teníamos el espacio, pero aprobaron el proyecto Chelsea Barracks y no queremos estar ahí. Espero que de aquí a final de año anunciemos la apertura en alguna de estas ciudades y lo iremos consolidando en los próximos años.
P.- ¿Que falta para crear coleccionismo en el país?
R.- El mundo del arte contemporáneo suele ser muy snob, se refiere a sus clientes como coleccionistas, si nos remitimos al concepto de coleccionismo éste es muy pequeño. Coleccionar es comprar un cuadro meterlo en una caja y de repente, no verlos nunca más o adquirir documentos que son representativos y guardarlos. Clientes hay muchos porque todo el mundo tiene cuadros en su casa, el arte es muy común, se ha democratizado profundamente. Si hablamos de coleccionismo en España sería un desastre, pero si hablamos de gente que se acerca al arte, creo que España es un país muy bueno.