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J.J.Benítez: «Dios es el gran extraterrestre»

El escritor, que publica ‘Caballo de Troya 12’, su obra número 66, asegura saber que existen los OVNIS, «pero no las razones por las que están aquí»

J.J.Benítez: «Dios es el gran extraterrestre»

Juan José Benítez | Carlos Ruiz.

El periodista Juan José Benítez (Pamplona, 1946) supone que en la aventura de su vida está cumpliendo lo contratado: abrir la mente de las personas en la medida de la posibilidad. Dice que no se habla con el Cantábrico y que escribe escuchando música en su Barbate (Cádiz), en una casa que diseñó con forma de OVNI, donde vivió con Blanca, su esposa, que aún habiendo fallecido, seguía comunicándose con él. A ella le dedicó En Blanca y negro (Planeta, 2022), «un diario de experiencia extrema» que es un homenaje a la mujer que le ayudó «a cruzar la calle de la vida durante casi 40 años». Hoy, a sus 77 años, J.J. Benítez firma la última entrega de sus «caballos»: Caballo de Troya 12. Belén (Planeta, 2022). En él, Pedro le pregunta al Padre Azul si el amor es para siempre. ¿El terrenal o el verdadero? Al cielo solo se le puede pedir información.

PREGUNTA.- Cita usted a Isaac Newton en Estoy bien: «Las cosas no necesitan ser explicadas, se requiere tan solo que sean verdaderas». ¿Cómo verbalizamos pues la existencia de Dios?

RESPUESTA.- Es muy difícil, por lo menos para la mente humana. Tenemos una capacidad cerebral muy pequeña y estamos hablando de la posibilidad de que exista el Padre Azul, Dios, que es como intentar beberte el océano, y me quedaría corto.

P.- En Caballo de Troya 12, Pedro pregunta al Padre Azul si el amor es para siempre, a lo que el Maestro responde: «el verdadero amor con mayúsculas, el que mueve la creación, el que os saldrá al paso tras la muerte no tiene palabras». ¿Y cómo se verbalizaría la existencia del amor?

R.- Es imposible. Podemos verbalizar el amor humano que todos, más o menos, conocemos y que es un amor en minúsculas. ¿Por qué? Porque según mi información y mis noticias, el amor con mayúsculas, que es el futuro, lo que nos espera después de la muerte, es imposible de describir. De la misma manera que hoy no podríamos describir a una criatura que tuviera 70 sentidos.

P.- ¿Qué diferencia hay entre Dios y el amor?

R.- Es lo mismo. Según mi información, el Padre Azul es igual a AMOR. No lo podemos comprender. Podemos aceptarlo, pero, yo al menos, no consigo comprenderlo. ¿Por qué? Porque tengo 1.400 centímetros cúbicos de cerebro y eso no da para mucho. El AMOR es un estado o una situación que para nosotros no puede ser nunca comprensible en la vida, en la Tierra, por la sencilla razón de que estamos acostumbrados a momentos felices.

P.- Iker Jiménez contaba en Cuarto Milenio que, como especie, más que un milagro éramos un prodigio porque nuestra probabilidad de existir era de 1/102685000. ¿No somos nada?

R.- Pues, evidentemente, Iker tiene toda la razón. En la creación visible no somos absolutamente nada, somos el escalón más bajo, el más primitivo, y esto también tiene un mérito extraordinario porque partimos de cero prácticamente hacia el AMOR. Tenemos un recorrido increíble, casi infinito hasta llegar a esa situación; por eso decía que es tan difícil que nosotros podamos comprender estas cosas porque no es el momento.

«Todos los seres humanos estamos sentados en las rodillas de Dios»

P.- ¿Cuándo es el momento?

R.- A partir de después de la muerte, supongo. En el momento que pasamos al otro lado, que volvemos a casa, ahí es donde, quizás, empecemos a intuir, no a saber, qué nos aguarda y qué es el AMOR.

P.- Le dijo a Jesús Quintero que estaba sentado en las rodillas de Dios y que, incluso, había encontrado la inmortalidad. ¿Sigue usted sentado en las rodillas de Dios?

R.- Sí, sí, claro, gracias a Él. No por mis méritos; soy uno de los seres humanos más torpes que ha acaecido en la tierra. Afortunadamente, como todos los seres humanos, estamos sentados en las rodillas del Padre Azul. Es más, yo estoy convencido que una chispa de ese Buen Dios está dentro de nuestra cabeza, en la mente.

P.- Está dentro de nuestra mente pero no llegamos a comprenderlo…

R.- No, claro. En la mayoría de los casos no llegamos a saberlo ni mucho menos a intuirlo. Si descubrimos que una chispa infinitesimal del Padre Azul está en nuestra mente, nuestra cabeza, la vida prácticamente se resuelve sola. Lo que pasa es que más del noventa y nueve por ciento de la gente no lo sabe.

Juan José Benítez. | Foto: Carlos Ruiz

P.- A Dios o a la Providencia no hay que pedirle nada porque ya lo sabe. En tal caso, ¿lo único que hay que pedirle son respuestas?

R.- Exacto. Me ha costado muchos años llegar a esa conclusión, pero debe ser así. El amor de ese Buen Dios es tan impresionante, tan incomprensible para nosotros, que antes de que abramos los labios Él ya sabe lo que necesitamos, entre otras razones, porque está dentro de ti. Por tanto, pedir lavadoras no tiene mucho sentido, ni salud tampoco. Ni siquiera para los demás.

P.- ¿Usted esperaba respuestas cuando falleció Blanca?

R.- Sí, esperaba respuestas de ella. Alguna señal. Y la verdad es que me las dio. Con lo cual, se multiplicó mi seguridad en que después de la muerte hay vida. Que yo ya estaba seguro, porque he hecho muchas investigaciones al respecto y ella me acompañó en muchas de esas indagaciones y conversaciones con los testigos, pero bueno, después fue una cuestión, en parte, de curiosidad, en parte de amor, el decir: «dame una señal para que yo sepa que estás bien». Aunque ya lo sabía.

P.- ¿Morir es volver a la realidad?

R.- Exacto. Para mí es como volver a la verdadera realidad, y ya sé que esto es difícil de comprender porque estamos donde estamos, pero este mundo, esta vida es una aventura absolutamente pasajera que dura menos que un suspiro, aunque, muchas veces, parece demasiado larga. Después, al despertar, al abrir los ojos tras la muerte, nos vamos a encontrar con una de las verdaderas realidades.

«Si llegáramos a descubrir la verdad absoluta estallaríamos como globos»

P.- ¿La realidad es una reinterpretación de la verdad?

R.- Seguramente. La realidad es una parte de la verdad, quizás. La verdad absolutamente no la podemos conocer, gracias a Dios, porque si la llegáramos a descubrir estallaríamos como globos. Tenemos nuestras verdades parciales o particulares. Cada uno tiene las suyas. Pero la verdad absoluta está muy allá, muy lejos.

P.- ¿Quién tiene la razón: los expertos, los científicos, la Iglesia…?

R.- Cada uno tiene sus verdades parciales y les sirven o no les sirven. Estamos o no estamos de acuerdo con esas verdades parciales, pero eso forma parte del juego. Forma parte del desarrollo de la vida en este mundo y esa es la realidad. Yo creo que no es bueno tratar de cambiar nada. Cada ser humano tiene su contrato, su plan de vida, su trayectoria, mejor o peor y ya está. Tiene que cumplirla sí o sí.

P.- En los Evangelios canónicos, cuenta usted, se enterró el verdadero mensaje que vino a traer Jesús, que era un mensaje de esperanza que venía a decir que después de la muerte sigue habiendo vida. De hecho, Jesús no fundó ninguna Iglesia.

R.- Ése es mi criterio y eso he escrito y he defendido y lo seguiré defendiendo siempre. La Iglesia católica o la religión católica es un invento humano, consecuencia de la naturaleza humana. Al ser humano le encanta ponerle límites a todo, por lógica y, cuando muere Jesús, Pedro y su gente intentan llegar a los judíos, que era donde vivían, pero aquel mensaje de igualdad, de fraternidad, de que la mujer es igual al hombre, el esclavo igual al hombre libre o el rico igual al pobre, no vendía entre los judíos y tuvieron que desistir. Enterraron el mensaje, efectivamente, de esperanza, y se dedicaron a crear una religión en torno a la figura de Jesús.

«La historia que se nos cuenta en la Biblia es una historia manipulada»

P.- Y plantea que el Estado Judío es un fraude…

R.- Sí. Ya sé que no me van a dejar entrar en Israel, pero yo considero que la historia que se nos cuenta en la Biblia es una historia mal interpretada, manipulada. Al final, resulta que los judíos no eran tales; cuando salen de Egipto eran otra cosa: bandoleros, pastores, nómadas… y el concepto de judío llega muchísimo tiempo después, cuando estaban caminando hacia la Tierra Prometida. Entonces, el Estado Judío, como tal, es un fraude. Con esta gente, con esta mezcla de razas que salen de Egipto, lo que ocurre es que, Yahvé, que para mí, evidentemente, no podía ser Dios, trata de darles una identidad, una religión y una tierra que, además, es una tierra robada, porque los legítimos dueños propietarios tenían derecho a vivir allí, y sin embargo Yahvé los mata, los elimina, los quita del medio y le regala la tierra a esa mezcla de razas. Entonces, ¿cómo voy a considerar el Estado Judío?

P.- Dice que Yahvé es un interlocutor entre Dios y el mundo, no Dios. ¿Por qué?

R.- En cierto modo la hipótesis que yo barajo, naturalmente es sólo una hipótesis, es que Yahvé era un grupo, un equipo al servicio de la divinidad, probablemente, pero no era Dios. En absoluto. Dios no pasa a cuchillo a cincuenta mil personas en Jericó, incluyendo niños, mujeres, ancianos, animales… todo. El concepto que tengo yo del Buen Dios es muy diferente.

P.- ¿De ahí el libro Los astronautas de Yahvé?

R.- El libro Los astronautas de Yahvé y uno que saldrá el año que viene, muy demoledor, que se titula Las guerras de Yahvé.

P.- ¿Cuántos libros puede publicar usted al año?

R.- La editorial no quiere que saque más de un libro al año y yo lo respeto.

Juan José Benítez. | Foto: Carlos Ruiz

P.- En total, ¿cuántos libros ha publicado?

R.- Creo que Caballo de Troya 12 es el número 66, si no he contado mal.

P.- Caballo de Troya 12 forma parte de Caballo de Troya 9; se extrajeron seis meses de la vida de Jesús de Nazaret con la condición de que salieran algún día. ¿Es el último de la saga?

R.- Sí, sí. Es el último de Caballo de Troya que, como dice muy bien usted, son unas páginas que se han sacado del Caballo de Troya 9.

P.- ¿Los libros saben cuándo tienen que aparecer?

R.- Yo creo que sí. Yo creo que todo está minuciosamente diseñado en la vida, sobre todo la vida de las personas. Hasta el momento incluso de la muerte. Todo está perfectamente dibujado, lo que pasa es que al nacer se nos borra y no lo sabemos.

P.- ¿Cree en las casualidades?

R.- No, desde hace muchos años. Creo que, repito, la casualidad es una blasfemia que algún día tendrán que retirar de los diccionarios con verdadera vergüenza.

P.- Antes de que usted se interesara por estos temas, le enviaron de La Gaceta del Norte a cubrir el caso del OVNI que aterrizó en Burgos. ¿Era una aparente casualidad?

R.- Sí, es una aparente casualidad que un redactor jefe me extienda en la mesa de trabajo del periódico un teletipo de aquellos de entonces y me diga: «Vete a ver qué es esto». Lo miro, lo leo y, efectivamente, decían que un objeto no identificado se había colocado sobre la escuela de un pueblico y allí que me fui como podía haber ido a un descarrilamiento o a entrevistar a una vedette. Cuál no sería mi sorpresa al escuchar a la gente del pueblo contar algo que me marcó para siempre.

P.- Uno sabe cómo es un descarrilamiento, una vedette… ¿Pero un OVNI? Lo hemos visto en películas, pero no es una «verdad oficial».

R.- No es una verdad oficial porque los militares no quieren que lo sea. Para qué nos vamos a engañar. Porque ellos saben desde hace más de setenta años en qué consiste el fenómeno OVNI, qué representa y quiénes tripulan esas naves.

«A los militares les molesta reconocer que hay civilizaciones con capacidad técnica superior a la nuestra»

P.- ¿Qué intención tienen los ejércitos para no desvelar esta información?

R.- Porque les molesta muchísimo reconocer que hay unas civilizaciones, muchas, que tienen una capacidad técnica superior a la nuestra y que no pueden defender los espacios aéreos. Si es así, ¿para qué les estoy pagando yo a los militares el sueldo o el sistema armamentístico?

P.- ¿Esperan que venga vida inteligente a la Tierra o a buscar especímenes para investigar?

R.- Pues no lo sabemos, porque yo tengo pocas certezas sobre el tema OVNI. Sé que existen, sé que son naves tripuladas que pertenecen a muchas civilizaciones, pero las razones por las que están aquí son razones que desconocemos. Sospechamos que pueden ser científicos o exploradores o ángeles, como los llama la Biblia, pero la seguridad no la tenemos.

P.- ¿Dios es el Gran Extraterrestre?

R.- Sí. Desde el punto de vista de su naturaleza divina, no tiene nada que ver con la tierra, por tanto, sí: sería el Gran Extraterrestre.

P.- Entonces, ¿llegamos a la conclusión de que los ejércitos nos están ocultando a Dios?

R.- Yo no creo que los militares estén ocultando específicamente a Dios. Están ocultando la presencia de civilizaciones supuestamente no humanas, o al menos los testimonios que tenemos de encuentros con los tripulantes, que son seres con dos piernas y dos brazos, más o menos como nosotros. Y eso es lo que están ocultando.

P.- ¿Es nuestra existencia, no obstante, una casualidad?

R.- No lo creo. Si fuera una casualidad, sería imposible. Para que nazca una rosa o nazca usted o cualquiera de las personas que van a leer esta entrevista, se tienen que reunir tal cúmulo de circunstancias que es imposible matemáticamente.

P.- ¿Es por tanto nuestra vida una simulación?

R.- Nuestra vida es una aventura que nosotros mismos elegimos antes de nacer. ¿Por qué? Porque en el sitio, en nuestra verdadera casa, donde estamos, no existe el tiempo y, por tanto, una de las cosas que venimos a experimentar aquí es el tiempo y tampoco existe la enfermedad, ni la muerte, ni el sufrimiento y, bueno, alguien nos cuenta o nos dice y sabemos que hay planetas donde eso es verdad y decidimos bajar a esos planetas y vivir ese tipo de aventuras.

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