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Cómo conocer a Carson McCullers desde la literatura del yo

En el 55 aniversario de la muerte de Carson McCullers, la escritora y archivista Jenn Shapland nos muestra una nueva visión de la gran escritora estadounidense

Cómo conocer a Carson McCullers desde la literatura del yo

La escritora estadounidense Carson McCullers | Wikimedia

Si algo sabemos que le gusta a la gente ver en la televisión es la vida amorosa de los famosos. Las noticias del corazón son las más leídas en los medios. No sabemos por qué nos interesa enterarnos cómo viven otros, pero fue a partir de esta curiosidad que la escritora Jenn Shapland, mientras trabajaba como becaria en los archivos del Harry Ransom Center en Estados Unidos, encontró las cartas de amor de la escritora Carson McCullers y una mujer llamada Annemarie Schwarzenbach.

Shapland, al leer estas cartas íntimas, se reconoce en ellas y, al mismo tiempo, no ve a la gran escritora norteamericana Carson McCullers tal y como la historia la ha retratado. A partir de esa duda, Shapland comienza un cotilleo intelectual que termina con la publicación del libro Mi autobiografía de Carson McCullers (Dos Bigotes, 2022). 

Esta memoria hace a la autora meterse en la piel de McCullers, camuflarse como si fuese ella: recupera toda la narrativa, diarios y el lenguaje personal de quien escribió La balada del café triste; se adentra en las transcripciones de la terapia de la autora, se queda en la casa de su infancia e inclusive se recuesta en su bañera color rosa y come pizza a domicilio dentro de ella.

Mi autobiografía de Carson McCullers, como su título ingenioso indica, no es ni una memoria ni una biografía. La obra nace de identificación con McCullers, con la distancia necesaria entre la escritora y su tema, pero en particular el texto crece con la formación del propio yo de Jenn Shapland. La autora se centra en la sexualidad de la escritora y en el modo en que las mujeres aman a otras mujeres y cómo, a menudo, pasan desapercibidas. «Aparte de la mía, nunca antes había leído cartas de amor entre mujeres», escribe. En ese momento, Shapland estaba lidiando con su propia sexualidad, sus ambiciones, su identidad. Ella también esperaba que su vida comenzara y se cuestionaba cómo debería ser esa vida.

La relación de Carson con Annemarie Schwarzenbach es relativamente conocida y se cita con frecuencia en algunas biografías, como la de Virginia Spencer Carr, al igual que sus muchas amistades con otros escritores y artistas queer, y la atípica empatía de su ficción hacia la homosexualidad, la negritud y la discapacidad a mediados del siglo XX. No obstante, Carson está categorizada históricamente como una mujer heterosexual debido a su matrimonio con James Reeves McCullers, de quién tomó su apellido. Sin embargo, la investigación de Shapland en los archivos exploró cómo la escritora tenía «enamoramientos» y amistades cercanas con otras mujeres. En esta memoria la autora descubre cómo Carson tuvo conexiones muy cercanas con escritoras lesbianas de mediados de siglo XX, como Patricia Highsmith o Jane Bowles, además de otras mujeres que las rodearon, creando así un mapa de intimidades y rivalidades que dan vida a un imaginario queer de la época.

La pregunta principal que explora Shapland en Mi autobiografía de Carson McCullers no es si Carson era lesbiana o no. Lo que intenta hacer en el texto es verse a sí misma en la historia y mostrarnos a los lectores a Carson y otras personas queer han amado de otras formas más allá de lo tildado como normal. Shapland detecta muchos aspectos lésbicos o queer en todas partes de la vida de la gran escritora estadounidense, pero sus hallazgos generalmente se ignoran o se refutan por completo, como es el caso que ocurre al entrevistar al director del Centro Carson McCullers quien le ratifica que Carson y su terapeuta, la Dra. Mary Mercer, «nunca tuvieron una relación sentimental». 

La escritora de El corazón es un cazador solitario es un paralelismo de quien escribe Mi autobiografía de Carson McCullers, creando así un nuevo retrato de una de las escritoras más famosas de los Estados Unidos en el siglo XX. Si algo nos ha dado en 2022 la autoficción y las memorias, a partir de la ratificación del género con el Nobel de Literatura a Annie Ernaux, es que estas formas narrativas nos dan a entender cómo la literatura y su conexión lectora muchas veces tiene que ver con cómo los escritores que amamos y las historias que contamos sobre nosotros mismos nos convierten en lo que somos y enaltecen nuestro yo.

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