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Cultura

'Diario de una invasión', la guerra de Ucrania vista por Andréi Kurkov

THE OBJECTIVE habla con el autor ucraniano y de origen ruso más importante del país, que lanza una crónica en primera persona de la guerra con Rusia

‘Diario de una invasión’, la guerra de Ucrania  vista  por Andréi Kurkov

Andréi Kurkov. | Pako Mera/ Opale Bridgeman Images

«Esta guerra nos ha echado de casa a mi familia y a mí. Me he convertido en uno de los millones de ucranianos desplazados. Sin embargo, me ha brindado asimismo la oportunidad de comprender mejor a Ucrania y a mis compatriotas», escribe Kurkov en el prólogo de su Diario de una invasión (Editorial Debate, 2022). Se trata de un diario de guerra descarnado en el que el escritor ucraniano -de origen ruso- más importante del país relata en primera persona todo lo acontecido hasta julio del presente año.

Las entradas comienzan un 29 de diciembre de 2021, cuando la amenaza omnipresente de Ómicron dominaba el panorama informativo. En aquel momento, no es que no se sospechara que la guerra pudiera estallar de nuevo, pero aún prevalecía cierto clima de optimismo entre las gentes. Dicho de otro modo, se escuchaban los tambores de guerra, pero el espíritu positivo del pueblo ucraniano les aplicaba sordina. Kurkov recoge cómo Zelenski, en su discurso televisado de Año Nuevo, expresó el deseo de que «nuestros vecinos vengan a visitarnos con una botella (de vodka) y áspic de carne, y que no vengan a asaltarnos con armas». 

Portada del libro.

A 3 de enero, el escritor reseñaba estos datos: «Por el momento, se han revisado los cinco mil refugios antiaéreos de Kiev, las sirenas de alarma y el sistema de megafonía de la ciudad para transmitir mensajes públicos importantes. Sin embargo, ninguna de estas acciones ha provocado el menor pánico entre la población. ‘¡Llevamos ocho años en guerra con Rusia!’, dicen unos. ‘¡Putin se está tirando un farol para chantajear a Occidente’, dicen otros. Ambos están en lo cierto. Pero también es verdad que Rusia se niega a dar a Occidente garantías de que no atacará Ucrania». 

El caldo de cultivo estaba servido, y conforme avanzaba el mes de febrero, los días previos a la guerra, la tensión iba aumentando sin freno. Kurkov detalla con esmero cómo la vida cotidiana se iba impregnando del miedo, y cualquier intento por sobreponerse a la amenaza quedaba empañado por la posibilidad cruenta de que la guerra estallara: «Por primera vez, se siente la tensión en Kiev. Pero todavía no cunde el pánico. Cerca de mi casa, el restaurante libanés Mon Cher está instalando una terraza de verano (…). Ha llegado la primavera, la temperatura ha subido trece o catorce grados. Brilla el sol, los pájaros cantan y por las carreteras del oeste llegan camiones con vehículos médicos militares».

Es 23 de febrero, y Putin lanza su ultimátum a Ucrania y al mundo: ambos deben reconocer Crimea como territorio ruso y Ucrania debe abandonar su aspiración de ingresar en la OTAN, o el ejército ruso entrará en Kiev. Efectivamente, el 24 de febrero, al día siguiente, se rompen las relaciones diplomáticas entre ambos países y la invasión comienza. A Kurkov el comienzo le coge en Kiev, prevenido y dispuesto a seguir haciendo lo que mejor sabe hacer: narrar. «Yo sigo aquí y continuaré escribiendo para ustedes, con el fin de que sepan cómo vive Ucrania durante la guerra con la Rusia de Putin. Manténganse a salvo dondequiera que estén». 

Bucha tras la invasión rusa de Ucrania, el presidente Zelensky y Yermak. | Wikimedia Commons

Con motivo de la publicación de este valioso documento, THE OBJECTIVE ha podido entrevistar al autor, que está de vuelta en la capital ucraniana tras diez meses exiliado en varios países. La entrevista empieza tratando la forma en que la adversidad de la guerra ha unido al pueblo ucraniano: «Después de la terapia de choque del primer mes de la guerra, los ucranianos realmente se dieron cuenta de que eran capaces de defender su país. De hecho, las atrocidades del ejército ruso en Bucha y Gostomel, y en otras ciudades y pueblos, hicieron que los ucranianos se volvieran más fuertes y decididos», comienza diciendo. A su juicio, el pueblo se ha autoafirmado con más fuerza como «estado independiente», y por eso cientos de miles de ucranianos se han ofrecido voluntarios para luchar por su país. «Este movimiento de masas no podía sino tener un poderoso impacto en la sociedad ucraniana, en el nivel de patriotismo y de confianza en su victoria», añade.

Al respecto, el autor escribe en la obra: «Me consuela haber sido feliz durante muchísimo tiempo, y siento una tristeza enorme por los jóvenes. Aun así, veo cómo oponen resistencia a las fuerzas que desean arrebatarles su futuro (…). Desde el inicio de la guerra han nacido en Kiev más de cuatrocientos ochenta niños, casi todos bajo tierra, en refugios antiaéreos, en andenes del metro y en sótanos de los hospitales maternoinfantiles». Le preguntamos si, diez meses después, la esperanza sigue estando en el ADN del pueblo ucraniano: «Ahora que un tercio del país ha sido destruido por el ejército ruso y entre seis y siete millones de ucranianos se han convertido en refugiados en Europa y otros continentes, es difícil hablar sobre ADN. Pero no hay duda de que la fe y la esperanza de los ucranianos están vivas. Durante este tiempo los ucranianos se han vuelto más exigentes consigo mismos y con los demás, incluidos con los políticos».

Hablando de política, tratamos con el escritor la percepción que en Europa tenemos de Zelenski. ¿Es cierto que está mejor valorado fuera de las fronteras ucranianas que dentro? «Sí, la guerra despertó el talento del actor dramático que es Zelenski. Y se convirtió en una estrella para el mundo entero, se convirtió en un símbolo de Ucrania luchando por su existencia. En Ucrania, también es popular, pero no tanto como en España, Gran Bretaña o Estados Unidos». Sobre su evolución en estos meses, Kurkov opina que «no se parece al Zelenski anterior a la guerra» y que esta le ha vuelto «más maduro y decidido».

La lucha a través de la pluma

Kurkov también tiene su forma de luchar: en Diario de una invasión deja claro que nunca dejará de narrar. Incluso tiene una novela interrumpida desde febrero por el deber que siente de contarle a los ucranianos y al mundo lo que está sucediendo. Pero confiesa a este medio que añora la literatura: «Sigo escribiendo artículos sobre lo que está pasando en Ucrania. Sigo hablando de la guerra y sobre la vida de los ucranianos durante la guerra. Pero anhelo la literatura y espero que el nuevo año traiga buenas noticias para mi país y para mí». De ser así, volverá a empuñar la pluma para narrar historias como la de Abejas Grises (Alfaguara, 2022).

El valor de los diarios que Kurkov publica ahora es el acontecimiento de la rutina de la guerra, plasmada en pequeños detalles que explican cómo la normalidad no puede existir bajo la amenaza de las bombas.  «Yo bebo cien mililitros de coñac ucraniano antes de acostarme y caigo dormido de inmediato, a eso de la una de la madrugada. Luego me despierto varias veces para consultar las noticias», escribe en una de las entradas. La preocupación se sistematiza cuando se está en guerra. Por eso le preguntamos cuál es su peor recuerdo hasta la fecha: «La primera mañana y los primeros días, en los que reinaba la absoluta confusión y la incertidumbre sobre el futuro. Y también cuando marchamos a Ucrania occidental el segundo día de la guerra. Todos los ciudadanos corrían, querían salvar a sus familias, a sus hijos, a sus vidas. Después ha llegado la comprensión de que esta guerra durará mucho tiempo y, cuando acepté esta realidad tal como es, me he calmado».

Apoyo a Ucrania contra la invasión rusa – Manifestación contra la guerra en Vancouver (2022) | Wikimedia Commons

Putin ya ha perdido

Efectivamente, la guerra se está prolongando mucho más de lo que los ucranianos imaginaban, de lo que los rusos imaginaban y, desde luego, de lo que esperábamos en Europa. ¿Cómo ve el escritor a Putin ahora mismo? ¿Cómo le ha sentado no llegar, ver y vencer? ¿Cree que tiene intenciones reales de apretar el botón nuclear? «Putin ya ha perdido, pero no va a admitirlo. Por lo tanto, debemos estar preparados para cualquier nueva escalada. Las vidas de los soldados rusos no significan nada para él. Tampoco la vida de los ucranianos le importa nada, ni las de los militares ni las de los civiles. Cuando puede llegar a presionar el botón nuclear es si llega a darse cuenta de que finalmente ha perdido».

Reconstruir la esperanza

El libro que publica la editorial Debate puede servir también como prueba para una suerte de juicio de Núremberg en un futuro ojalá cercano: «Cada día se alarga la lista de crímenes (…): el tiroteo contra unos jóvenes voluntarios que estaban llevando comida al refugio para perros de Hostómel, el asesinato de carteros que estaban entregando las pensiones a los residentes mayores de la región de Sumi, la ejecución de dos sacerdotes en la carretera y el asesinato de unos empleados del centro de televisión de Kiev. La lista crece sin cesar», reza un fragmento. 

Además de reconstruir el país, Ucrania tiene la difícil tarea de levantar de nuevo la esperanza e impedir que el rencor, el día de mañana, lo domine todo. Pero Kurkov muestra su convicción de que el pueblo lo logrará: «Los ucranianos han vivido muchas tragedias en los últimos trescientos o cuatrocientos años, comparables a esta guerra. La hambruna de 1932 a 1933 mató entre cuatro y cinco millones de ucranianos. A fines de la década de 1920, Stalin deportó a Siberia a 300 000 campesinos ucranianos. Esta guerra es una continuación de todos los conflictos anteriores con Rusia y con la Unión Soviética. Cuando la guerra haya terminado y todos los muertos estén enterrados, los ucranianos comenzarán a reconstruir ciudades y pueblos. Y en esta reconstrucción de Ucrania, nacerá una nueva energía positiva».

La presente obra se cierra con el mes de julio de este año, pero el prolífico autor ucraniano ya prepara una continuación de los diarios de guerra con todo lo acaecido en los meses posteriores. Y tiene claro qué es lo que más anhela contar: «Espero que el segundo libro del diario incluya un capítulo sobre la victoria, sobre el fin de esta guerra». 

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