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100 años del nacimiento de la URSS: cuando rusos y ucranianos, ahora en guerra, acabaron hermanados

La Unión Soviética aún sigue dividiendo a la sociedad rusa a día de hoy, con las autoridades intentando borrar toda memoria de los crímenes cometidos por el régimen comunista

100 años del nacimiento de la URSS: cuando rusos y ucranianos, ahora en guerra, acabaron hermanados

La Unión Soviética aún sigue dividiendo a la sociedad rusa a día de hoy, con las autoridades intentando borrar toda memoria de los crímenes cometidos por el régimen comunista

Rusos y ucranianos, enfrentados ahora en el campo de batalla, fundaron hace 100 años la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), fallido experimento que se desintegró en 1991 y que el Kremlin parece decidido a reinventar en el siglo XXI. “No lo celebraremos”, aseguró Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, que tampoco organizó ningún festejo con ocasión del centenario de la revolución bolchevique (1917).

La historia es coto privado del Kremlin, consciente de que la URSS aún sigue dividiendo a la sociedad rusa. Con todo, cada vez son más los rusos que nacieron después de la desintegración, lo que aprovechan las autoridades para borrar toda memoria de los crímenes cometidos por el régimen soviético.

En ausencia de Lenin

El líder bolchevique, Vladímir Lenin, no pudo acudir a la reunión en la que se fundó la URSS, que fue finalmente presidida por Iósif Stalin. Una enfermedad, que acabaría con su vida en 1924, se lo impidió. El Ejército Rojo había ganado la guerra civil, pero los logros de la revolución bolchevique estaban amenazados. La presión de los países occidentales era cada vez mayor. Había que crear un nuevo Estado “sobre los cimientos de la cooperación entre pueblos hermanos”.

Esos pueblos hermanos estaban integrados en cuatro repúblicas socialistas soviéticas: la rusa, ucraniana, bielorrusa y transcaucásica, que reunía a georgianos, armenios y azerbaiyanos. En un intento de prevenir el auge de los nacionalismos, Stalin quiso crear un Estado centralizado con Moscú como nueva capital, pero un convaleciente Lenin se lo impidió.

Finalmente, la URSS nació como un estado federal. El punto 26 del tratado contemplaba el derecho de cada república a abandonar libremente la unión. Rusos y ucranianos estaban en pie de igualdad. El 29 de diciembre de 1922 las cuatro repúblicas firmaron el tratado, que fue ratificado al día siguiente en el primer Congreso de la Soviets.

Esa opción fue aprovechada por varias repúblicas para romper lazos con el Kremlin a finales de los años 80 del siglo pasado, lo que condujo a la desaparición de la URSS. El presidente ruso, Vladímir Putin, no ha dudado en acusar a Lenin de poner “una bomba atómica bajo el edificio llamado Rusia», que «luego explotó» al reconocer el derecho a la libre determinación de los pueblos.

La nostalgia de Putin

Putin, que nació un año antes de la muerte de Stalin (1952), se ha cuidado mucho de aparecer como un nostálgico del antiguo régimen, aunque sus ansias de revisar los resultados de la Guerra Fría dicen todo lo contrario. “Sólo una persona sin corazón puede no lamentar la disolución de la Unión y sólo una persona sin cerebro puede desear su restablecimiento”, dijo Putin, quien se ha negado a retirar el mausoleo de Lenin.

Tras dar por perdidas a las tres repúblicas bálticas, que ingresaron en la OTAN en 2004, Putin profundizó la integración con Bielorrusia, reconoció la independencia de las regiones separatistas georgianas de Abjasia y Osetia del Sur, y reforzó su presencia militar en Ucrania, el Cáucaso y Asia Central.

La revolución europeísta en Ucrania le dio en 2014 la excusa perfecta para “corregir” injusticias históricas como la cesión de la península de Crimea a Ucrania en 1956. El apoyo a la sublevación armada en el Donbás ese mismo año va en la línea con el revisionismo histórico que defiende el Kremlin de que Ucrania es una creación artificial de Lenin y que más de un tercio de territorio ucraniano pertenece, en realidad, a Rusia.

Con todo, de las quince repúblicas soviéticas originales, seis ya le han dado la espalda al Kremlin. Y entre las restantes, con la excepción del autócrata bielorruso, Alexandr Lukashenko, nadie ha apoyado la campaña militar rusa en Ucrania, ya no digamos la anexión de cuatro regiones ucranianas. Reinventar la URSS parece a día de hoy un imposible.

Las dos Rusias

Los comunistas rusos se dirigieron al Kremlin con la petición de reconocer el día de la fundación de la URSS a nivel estatal, pero recibieron la callada por respuesta. “Todos ustedes nacieron en la URSS. A la patria hay que honrarla y respetarla, como se hace con una madre. No tenemos otra patria. Para volver a ganar, debemos recordar que para lograr la victoria necesitamos una base sólida”, dijo Guennadi Ziugánov, el líder comunista.

Ziugánov no sólo considera que Lenin salvó el Estado ruso hace cien años, sino que si el pueblo hubiera defendido sus intereses la URSS seguiría existiendo. “Era absolutamente posible y China lo ha demostrado”, dijo. En cambio, también son muchos los rusos que no quieren volver a la URSS, tanto por la limitación de las libertades como por las estrecheces económicas.

Putin intentó apelar al patriotismo soviético para recabar apoyos a su aventura militar, pero cientos de miles de rusos emigraron como en 1917 para no tener que combatir en Ucrania. “¿Qué es la URSS? No es una máquina de refrescos, sino el GULAG y 4 millones de delaciones. La URSS es la uniformidad en todo. La URSS es el déficit y la ausencia de cualquier progreso”, dijo Anna Politkóvskaya, la asesinada periodista rusa.

Fuente: EFE

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