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Keum Suk Gendry-Kim ahonda en la separación familiar durante la guerra de Corea

La historietista coreana evoca la distancia emocional de los personajes atrapados por la historia de la guerra que separó a su país hace 70 años

Keum Suk Gendry-Kim ahonda en la separación familiar durante la guerra de Corea

Keum Suk Gendry-Kim. | Cedida por la editorial

Una guerra crea una incisión. Diferencias sociales, odios entre bandos y separaciones, no solo ideológicas sino de territorios. Keum Suk Gendry-Kim, autora coreana de la novela gráfica superventas Hierba, vuelve con un nuevo libro titulado La espera (Reservoir Books, 2023) donde recorre un tema espinoso: las familias separadas por la guerra de Corea en 1950.

Con el libro recién llegado a librerías, el editor de la narradora en España, Jaume Bofill, afirma que es una autora consagrada con más de 10 libros publicados, y que este nuevo título es un retrato de la historia de Corea, con las consecuencias de la partición de su territorio y su sociedad, además de cómo ha sido la espera por los reencuentros familiares a consecuencia de la guerra a mediados de siglo XX. 

La espera comienza en el Seúl del siglo XXI con Song Gwija, una mujer que huyó de su hogar en Corea cuando estalló la guerra y que solo quiere ver al hijo del que fue separada durante la larga huida hacia el sur. En la actualidad, su única esperanza se basa en un programa de la Cruz Roja que cada cierto tiempo reúne brevemente a un pequeño número de familiares, bajo la mirada de los cuidadores de Corea del Norte. Solo pueden pasar un día y una noche juntos. Pero, ¿qué oportunidad tiene ella? Su nombre nunca está entre los seleccionados, y no es de extrañar que, si más de 56.000 personas todavía están registradas en la Cruz Roja (el mismo número ha muerto desde entonces), cada reunión tenga un límite de solo 200 personas. Hasta ahora, escribe Gendry-Kim en una nota a pie de página, solo 2.000 familias surcoreanas han logrado reunirse con sus seres queridos en Corea del Norte.

La hija de Song Gwija, Jina es artista -un paralelismo con la propia Keum Suk Gendry-Kim– y quien a menudo se siente frustrada con su madre. Para su generación, la guerra es algo lejano, ya que, en su infancia, sus padres rara vez hablaban de ello. La vecina de su madre, que sí tuvo suerte en las loterías del programa de la Cruz Roja, apenas reconoció a su hermana cuando se conocieron y todo el tiempo que estuvieron juntas, el reloj no se detuvo; pronto tendrían que decir adiós para siempre. Pero en un largo flashback también revela por qué su madre, Song Gwija, no puede dejarlo ir. ¿Quién podría olvidar el horror de una migración tan repentina? ¿Olvidar a los bebés abandonados que van a morir congelados a un lado de la carretera, a los familiares que fueron egoístas y no acompañaron en la huida o, a los aviones que disparaban contra una fila de refugiados? 

Una conversación con Keum Suk Gendry-Kim 

En una entrevista de la autora con varios medios afirma que «ha tenido mucho interés en la historia moderna de la sociedad coreana» porque sus padres vivieron la colonización japonesa y luego la guerra de Corea. «Ellos son las víctimas directas», afirma. La narración de La espera es una mezcla de una historia personal con otros testimonios de víctimas de la separación y hasta de expertos investigadores en el tema, y ello convierte el relato en una temática universal. «Creé mi propia perspectiva y convertí los relatos personales en un retrato de la historia de Corea para poder llegar a más lectores», afirma la escritora.

Una de las viñetas de La espera

Como desvela en su propia novela gráfica, los jóvenes coreanos no están interesados en el tema  de la división coreana ya que, «están ocupados con los asuntos económicos, la precariedad, la vivienda, casarse; y muchos de los jóvenes de hoy piensan que la guerra de Corea es un asunto muy lejano». Sin embargo, la autora se siente esperanzada en que su novela reavive el interés, así como también lo están generando las fricciones, fuera de la ficción, entre Corea del Norte y del Sur. 

Al igual que el personaje de Jina, Keum Suk Gendry-Kim recuerda cómo cuando era niña, había un programa especial titulado Busco a mi familia separada que marcó a su familia. Para ella la televisión fue un elemento importante para la difusión de la separaciones familiares y, como se puede leer en La espera, su madre acudía a la sede del canal de televisión para buscar noticias de su hermana mayor. Sin embargo, cree que, al ella ser tan joven, no le interesaba el tema y, su madre traumatizada por la experiencia vivida quería evitarle «un prejuicio» antes que contarle su historia.

Trilogía de mujeres en conflictos armados

Tanto Hierba como La espera son novelas que parten de una serie, que será una trilogía, admite Keum Suk Gendry-Kim, porque en ellas se relatan historias de mujeres de la generación de su madre. «Hierba comenzó con una historia que me contó mi madre, mientras que La espera es una mezcla que entrecruza la historia personal de mi madre con otros testimonios externos. En ambas novelas cuento una historia que todavía no ha terminado».

Esa historia inacabada se ve invisibilizada por la falta de interés social y político. Sin embargo, para la autora existe la posibilidad de que la tensión entre ambas Coreas desate una guerra real, a pesar de que la sociedad surcoreana actual esté evitando el tema sin entender el dolor ajeno. «Tenemos la necesidad de reflexionar sobre este tipo de temas», afirma, y «no es un tema que no involucre al resto del mundo porque, en general, es un tema sobre la paz. Yo espero que los lectores extranjeros tengan una mayor atención con esta novela porque abarca un tema universal: una guerra donde los padres pierden a sus hijos. Mira la guerra de Ucrania, en cualquier parte del mundo pueden tener este tipo de problemas».

La huída de Song Gwija con su hija, una de las viñetas de ‘La espera’.

En La espera la narración se centra en la separación padres e hijos porque después de escuchar los testimonios dolorosos que encontró en su investigación, entendió que de todos los aspectos y elementos narrativos que puede dar una guerra para contar, este era el más emotivo y emocionante: «una historia madre e hijo podía conmover a los lectores».

Además, la decisión de establecer a las mujeres como protagonistas y narradoras de esta serie de novelas viene dado por la necesidad de restablecer el poder y las experiencias de las mujeres en su país, otorgándoles una voz que no existía dado a «la influencia del confusionismo y una sociedad que apreciaba más a los hombres que a las mujeres». Según la autora, «los hombres ignoraban todos los trabajos del hogar hechos por las mujeres. Por tanto, las mujeres fueron apartadas del poder por su sexo hasta los años 90, aunque aún no se ha resuelto en su totalidad ese prejuicio. Haber recibido esa discriminación desde mi niñez me ha hecho elegir a las mujeres como protagonistas».

La reagrupación: una lotería de Estado 

La madre de Keum Suk Gendry-Kim estaba excluida de las listas y de las loterías, afirma la autora. Además, la celebración de estos encuentros entre los familiares separados depende de las relaciones intercoreanas, que cada día son más inestables y cercana las posibilidades de los reencuentros. Para acabar con la espera, «lo ideal es lograr la paz porque, sobre la base de la paz, las familias podrán comunicarse, y muchos de ellos lo que quieren saber, por lo menos es, si sus familiares están vivos».

En la investigación la dibujante entrevistó a varios de los afortunados de las loterías y «lo sorprendente es que muchos dudaban si ir o no al recuento. El temor viene dado porque piensan en que sus familiares viven problemas económicos en Corea del Norte. Entonces, por miedo a perjudicarlos más, dudan, porque además también ellos en Corea del Sur, también son precarios y pueden quedarse sin nada». 

En varias de las viñetas de La espera reflejan cómo son las reuniones de estos encuentros tan emotivos: «Las reuniones se realizan en un salón grande que no tiene privacidad y durante dos noches y tres días las familias no pueden dormir solas. No pude escuchar ni preguntar lo que realmente quisieran preguntar, lo que siempre me da mucha lástima».

Aunque Gendry-Kim, nunca estudió para hacer cómics, ya que estudió Bellas Artes, afirma que se decantó por el cómic como forma narrativa para expresar lo que quería contar. El cómic era el mejor modo de expresar sus pensamientos. Su estilo entre el cómic europeo y el manga, afirma, puede ser la mejor forma para narrar el dolor que ha vivido su país, y llegar así a un mayor número de lectores.

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