Un nuevo ensayo con mezcla de ficción reivindica la vida extraordinaria de Sorolla
La biografía del pintor revela que también tuvo una existencia extraordinaria al lado de su gran amor y reivindicando la luz y la calma por encima de los tumultos y avances propios de su época
César Suárez se fascinó con Sorolla como nos fascinamos por el pintor valenciano aquellos que hemos tenido la suerte de entrar contacto con su obra: admirando su luz, su impulso, su pasmosa verdad pictórica y la capacidad de grabar en su retina imágenes fotográficas que luego trasladaba al lienzo estando aún vivas. Pero este periodista cultural de larga trayectoria quiso dar un paso más allá interesándose por la vida del artista que, pese a su rotunda fama, es paradójicamente desconocida: «Leí algunas de sus biografías, hay muchísimas, y me di cuenta de que había una vida extraordinaria que podía ser contada de una forma más cercana y pasional, más como él era, y no como la había leído yo en algunas de estas obras», cuenta en conversación con THE OBJECTIVE. Esa vida extraordinaria llevó al valenciano a ser requerido por las élites sociales e intelectuales de Europa y América y a ser uno de los grandes artistas de su época, triunfando en los salones de París y en la emergente Nueva York.
Así, de una zambullida profunda en la vida del pintor, nace Cómo cambiar tu vida con Sorolla (editorial Lumen, 2023), un título con tintes de libro de autoayuda que encierra una biografía que es también ensayo, además de guiñarle un ojo a la ficción, pues Suárez se ha servido de todos estos géneros para lograr lo que ambicionaba: «Todo está muy documentado y, a partir de esa rigurosidad, juego con las herramientas que da la literatura para contar la vida de Sorolla desde mi punto de vista. Yo no quería contarla de una forma lineal, sino sobre todo entretenida, porque creo que lo que no puede hacer un libro es aburrir, por mucho que te atraiga el personaje y su contexto histórico». Así, en el libro podemos encontrar incluso una hipotética conversación entre el artista valenciano y Marcel Proust (a quien le responde su famoso cuestionario) y otra con Pablo Picasso
El pintor de la tranquilidad
A propósito de Pablo Picasso, le preguntamos a Suárez por qué la vida de Sorolla no es tan conocida como la del pintor malagueño, siendo la consideración de ambos pareja: «Claro, es que por ejemplo Picasso tiene una vida totalmente extraodinaria pero por el lado excéntrico, por los personajes de los que se rodea, por sus historias con las mujeres, sus ideas del arte, sus descubrimientos que se convierten en vanguardia… Y Sorolla es todo lo contrario: es un hombre que busca tranquilidad, un ambiente doméstico, y al que le hubiera gustado llevar una vida más anodina. Él vive en una época apasionante pero lo que quiere es estar tranquilo y dedicarse a pintar, huir de pompas y banquetes. En ese sentido es quizá el otro extremo a Picasso».
El libro de Suárez nos acerca a ese carácter templado del Sorolla, quien «rehuía los círculos intelectuales y los debates tan intensos» que se producen en la época que vive, a finales del XIX y principios del XX. En las décadas en que desarrolla su profusa creación surge la generación del 98, el movimiento impresionista enfrentado al naturalista, se crean los grandes inventos de la modernidad como el cine, el teléfono y la luz, pero Sorolla no se despista con nada y se afana en lo suyo, que es llegar a triunfar del modo en que quiere hacerlo: desde la mayor libertad creativa.
Los valores a imitar de Sorolla
«Uno de los principales valores de Sorolla es la fe que tiene en sí mismo aunque no siempre vengan bien dadas. Él quiere llegar arriba, no quiere ser un pintor bohemio, quiere hacer una pintura que guste y sea valorada económicamente y le permita una posición número uno para pintar lo que le gusta, que es la playa. Tiene una gran confianza para saber que lleva una pintura dentro que tiene que encontrar. Y al final dice que con Sol de la tarde (1905), al pintar esos bueyes saliendo del agua, encuentra por fin lo que tenía en la cabeza y consigue plasmarlo en el lienzo», dice el autor.
Por cierto, que es de gran belleza lo que hace Suárez al describir esta y otras obras del pintor valenciano. Esto es lo que dice en el libro, a propósito precisamente de la mencionada Sol de la tarde: «Todos los elementos del cuadro transmiten una fuerza extraordinaria: la plasticidad de los pescadores imbuidos en su tarea, el vigor de los animales con su piel canela refulgente, el hervidero plateado de las olas, la vela que responde al afán de los marinos, el horizonte calmo y violeta».
La importancia capital de su mujer Clotilde
Además de la perseverancia y la convicción de que su modo de mirar el mundo valía la pena, Suárez encuentra en el pintor una suerte de modelo a seguir en otras muchas facetas de la vida, y por eso ha estructurado el libro en capítulos que ensalzan cada una de estas parcelas. Uno de los más notorios es el tercero, «Cómo mantener el amor de tu vida», pues su mujer Clotilde tiene una importancia capital en la obra del valenciano: «Es el gran personaje a descubrir, no solo por ser mujer, que ahora está muy de moda descubrir figuras femeninas, pero es que en este caso es una secretaria desconocida, y quien le da el equilibrio emocional que necesita porque a él la pasión por la pintura le desborda como para echarse a llorar. Clotilde es la que le baja a tierra y se ocupa de todo para que él se dedique exclusivamente a pintar». Efectivamente, la mujer de Sorolla, además de encargarse de las cuitas diarias de la casa y el cuidado de los tres hijos que tienen juntos, se encarga de la parte financiera y le programa incluso exposiciones.
«Él la echa tanto de menos cuando viaja que le escribe tres o cuatro cartas al día, y telegramas. Hay partes muy bonitas, muy románticas, y muy eróticas también. La llama ‘mi librito de finanzas’ y ‘mi fea’, porque cuando ella se deja la pinta en todo tipo de situaciones (cosiendo, leyendo, mirando por la ventana, con los niños…) y ella dice que la saca muy fea». Por eso, Cómo cambiar tu vida con Sorolla es también una oda a los amores verdaderos: el del pintor y Clotilde burló, como dice Suárez, todas las tentaciones que conllevaba incluso vivir durante un tiempo «en el París de la Belle Époque, los cabarets y la bohemia».
La amistad como baluarte
Otra de las virtudes que Suárez ensalza de su admirado Sorolla es el valor que este le concedió a la amistad a lo largo de toda su vida: «En la amistad hay una serie de conjunciones, la suerte y el talento de cada uno para encontrar buenos amigos, a los que hay que saber distinguir y cuidar; y eso Sorolla supo hacerlo muy bien, se rodeó de amigos que le ayudaron a conectarse con las élites sociales y económicas para venderle sus cuadros a aristócratas, a la alta burguesía, y me parece muy valioso también a día de hoy ese valor». A uno de los mejores amigos de Sorolla, el banquero y también pintor (aunque sin duda menos aventajado que el valenciano) fue Pedro Gil, de quien el artista se despedía así en la última carta que consiguió responderle, ya muy mermado por las secuelas del terrible accidente cerebrovascular que había sufrido: «Diviértete cuanto puedas haciendo el bien a todo el mundo. Te abraza tu amigo».
A pesar de que vivió una vida plena y feliz, Sorolla padeció ese «final muy desgraciado», como resalta su biógrafo, pues durante esos últimos tres años no podía pintar. También en ese momento, su mujer Clotilde estuvo a su lado, y lo llevó hasta el mar en la esperanza de que la playa, su elemento natural, obrara el milagro: «Clotilde está a su lado confiando en que se va a curar, llega incluso a llevarle al Mediterráneo; él está paralizado de medio cuerpo por el ictus y ella cree que viendo el mar va a recuperar la vida… Esa me parece una escena preciosa», concluye César Suárez.