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'Cromosoma 21': el emocionante juicio a una persona con síndrome de Down

La serie sobre un asesinato cometido por un individuo con discapacidad intelectual es una verdadera y grata sorpresa

‘Cromosoma 21’: el emocionante juicio a una persona con síndrome de Down

Una escena de la serie 'Cromosoma 21'. | Netflix

Hay series que, aún no siendo perfectas, se ganan un lugar en el corazón del espectador. Ese es el caso de Cromosoma 21, un thriller policiaco que nos enfrenta con los prejuicios, culturales y sociales que sufren las personas con síndrome de Down, pero que también se toma su tiempo para mostrarnos el sacrificio de aquellas personas que no se rinden por conseguir justicia.

Titulamos este artículo usando la palabra juicio porque la producción que crea, escribe y dirige con buen tino el joven Matías Venables plantea una mirada al caso en cuestión y otra hacia nosotros mismos. ¿Es capaz de asesinar una persona con síndrome de Down? Y, al mismo tiempo, ¿dudar de que pueda hacerlo no es un prejuicio? Es decir, ¿no es un error creer que un individuo es inocente solo por los sesgos que abrazamos sobre su manera de expresarse y sus características físicas?

Las preguntas que se hace el espectador en ese juego de inferir lo que está por pasar, son tan brillantes que cuesta creer que trabajos con este tipo de premisas no hayan sido tan explorados. Sin embargo, la producción chilena funciona porque no cae en la tentación de centrarse en la particularidad de un personaje. 

El gran valor de la serie se basa en que los principales involucrados en la trama no actúan bajo el tamiz del blanco o negro. Hay un montón de grises que inciden en el devenir, por ejemplo, del acusado, Tomy (Sebastián Solorza); su hermano, el delincuente Bekam (Gastón Salgado) y la detective Mariana  (Valentina Muhr).

Manejar los códigos

Se nota que Venables, quien apenas en 2011 se embarcó en su primer proyecto, Raúl, sabe de lo que habla. Conoce el género policial y por eso sale airoso en el ir y venir de infiltraciones, policías corruptos y delincuentes. Lo que hace diferente esta serie, disponible desde hace pocos días en Netflix, es una novedosa y coral dinámica del gato y el ratón. Todo esto sazonado con nuevos ingredientes: el síndrome de Down y los conflictos familiares.

Es cierto que algunas situaciones no son muy verosímiles, como cuando Bekam (apodo tomado del jugador David Beckham) se pasea con tranquilidad frente a las narices de las autoridades para hacerle seguimiento al juicio de su hermano. Pero, se dejan pasar porque al terminar de ver los ocho capítulos, la recompensa es mayor. Dicho de otra manera, el realizador sabe mover sus cartas para que el espectador termine satisfecho con este plato que no abusa del sentimentalismo, aunque sí busca en algunos momentos la risa y la lágrima fácil.

Venables dice a la revista local 13: «Mi premisa era qué pasa con una persona portadora de síndrome de Down que nace en un ambiente vinculado al mundo delictivo». Esta sencilla línea permite al realizador explorar temas como el amor entre personas con el síndrome y los prejuicios de la sociedad. ¿Por qué los vemos como asexuados? ¿Por qué tomamos decisiones sin consultarles creyendo que le estamos haciendo un favor?

En este sentido, Cromosoma 21 apunta a la reflexión, sin descuidar su esencia: es una serie ante todo policial, con su trama típica de corrupción. No obstante, al cierre de cada capítulo, hay espacio para pensar en la maternidad, el amor y las relaciones que tejemos según nuestros privilegios. Por ejemplo, no es lo mismo crecer en ese ambiente delictivo, como le sucede a Tomy, que en uno con todas las comodidades, como le pasa a Cristina (Pía Urrutia), la polola (novia) del protagonista. Venables se refiere a esa relación como, «un amor imposible con diferencia de clases y a esto se suma el crimen, donde Tomy es el principal sospechoso. Luego de eso se agrega el tema de Cristina, una mujer decidida a formar su familia y ser madre, y toda esta trama en una pareja que tiene síndrome de Down».

Buenas actuaciones

Esta relación no sería creíble sin las buenas actuaciones de Solorza y Urrutia. Los momentos de tristeza, rabia y cariño están muy bien logrados. En las películas con actores con síndrome de Down, se suelen editar demasiado las escenas, pero entre ellos fluye una gran química. También se reconoce que el guión es lo suficientemente inteligente para no abusar de la empatía que pueda sentir el espectador.

El director explica cómo lo logró: «La organización Bendito teatro trabaja con actores con síndrome de Down y estrena todos los años obras, para mostrar así el trabajo colectivo entre todos sus integrantes». Allí, Vanables conoció a los protagonistas de la serie. «Mi aproximación al tema era desde el genuino interés, desde hacer algo que no se había hecho antes y también desde el desconocimiento total». Asegura que lo que aprendió en el colectivo Bendito teatro le sirvió para dirigir a los actores y «no tratarlos con paternalismo, sino como iguales y trabajar desde una disciplina absoluta. Eso llamó mucho mi atención».

Por último, unas palabras para la actriz Valentina Muhr, quien se echa la serie a las espaldas, mostrando una gran vulnerabilidad, si bien no desiste en su meta de hacer justicia. Es ella la que termina uniendo a todas las partes, en una serie con un acertado final feliz.

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