Mujer, familia y 'thriller', claves de la nueva narrativa en español
Los dramas familiares, el género de la novela negra y una edad de oro para las escritoras marcan las tendencias que rigen en las novedades literarias
Es un hecho: las novedades literarias que pueblan los escaparates, las mesas y las estanterías de nuestras librerías conforman un torrente inabarcable de narrativa incluso para el lector más sediento. Y eso que los datos de lectura en España, en contra de lo que se pueda creer, son un tanto esperanzadores: según el último Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España, casi el 65% de la población lee, y un 52% compra libros.
Ahora, ¿qué leer? ¿A qué novedad dedicarle nuestro tiempo? María Fasce, directora literaria de Alfaguara, Lumen y Reservoir Books en Penguin Random House y Emili Rosales, director editorial de Ediciones Destino en Grupo Planeta, y tres reconocidas libreras: Lola Larumbe (librería Rafael Alberti), Andrea Reyes (Librería Ciento Volando) y Marina Escorza (librería Muga) comentan a este medio cuáles son las tendencias que rigen en la narrativa actual en español.
Hay un tema en el que coinciden los consultados: la familia es el eje central de gran parte de la novela contemporánea. «Vemos una narrativa cruda, de historias dramáticas, tanto en ficción como en la llamada autoficción. Son dramas familiares, con personajes llenos de dolor…», reflexiona Andrea Reyes, la librera de Ciento Volando, situada en el barrio madrileño de Malasaña. Reyes, también escritora e ilustradora, aporta como ejemplos «libros con mucho tirón» como Lo que hay, de Sara Torres (Reservoir Books, 2022) o Vengo de ese miedo, de Miguel Ángel Oeste (Tusquets Editores, 2022).
Por su parte, María Fasce, destaca también la familia como «foco» de atención en la narrativa actual: «Está por ejemplo en la literatura de Sara Mesa o en la nueva novela de Laura Ferrero, Las Astronautas». Lola Larumbe, al frente de la librería Rafael Alberti, una de las más longevas y prestigiosas de Madrid, coincide: «Sí, la familia es un tema universal, algo que tiene que ver con lo biográfico, con lo memorialístico, con eso que se ha llamado autoficción. Es verdad que hay mucha producción de vivencias familiares, historias de padres e hijos; es un tema que salta a la vista».
Para Emili Rosales resulta difícil destacar unos temas que imperen sobre otros y lo que señala precisamente «es la variedad de apuestas literarias». En su caso, ha publicado recientemente la novela Esperando el diluvio, de Dolores Redondo, «basada en un crimen real que, sobre una base de investigación policial, indaga en el sentido de la vida con un gran marco ciudadano como es el Bilbao de esa época» o el Premio Nadal de Manuel Vilas: «Nosotros tiene la apariencia de una historia de amor singular, pero en el fondo sobre lo que reflexiona Vilas es sobre la identidad propia». De modo que, en su opinión, «más que un tema a lo que estamos asistiendo es a un auténtico despliegue de recursos por parte de narradores que están adquiriendo una gran plenitud».
La investigación como coartada
Sí hay algo en lo que ambos editores concuerdan plenamente, y es una tendencia de mercado que resulta asombrosa y comprensible, al mismo tiempo: «Lo que yo noto es que la literatura y los autores literarios beben del thriller y la novela negra, y eso es algo que me parece muy bienvenido, porque se trata de usar las técnicas de estos géneros para contar su historia, captando así la atención del lector», afirma Fasce. Ejemplos de ello son la última novela de la autora chilena Alia Trabucco, Limpia, La hija de la española de Karina Sainz Borgo, Miseria de Dolores Reyes o varias obras de Mariana Enríquez. «Hay menos metaliteratura y más enfásis en la novela como un género que cuenta una historia y tiene que atrapar, algo que es muy viejo, pues Borges ya decía ‘todo buen relato es en esencia un relato policíaco’», añade.
Al respecto, Rosales reflexiona: «Algunas propuestas literarias, que podrían ser más intimistas, es verdad que aprovechan esta coartada de la investigación para captar de algún modo al lector. Y la investigación no tiene por qué ser solo criminal; puede ser también vital, existencial, familiar… A partir de la irrupción hace 15 años de Asa Larsson, momento en que se convierte en un género mayoritario en todo el mundo, es verdad que la novela negra lo tiñe todo». En su colección, otro ejemplo de esta tendencia es Nadie en esta tierra, la última novela de Víctor del Árbol, una narración «a caballo entre Galicia y Barcelona, que es también una investigación policial, pero inmediatamente se va a una reflexión sobre la existencia».
Con este auge del thriller como coartada para contar cualquier tipo de historias coinciden también las libreras a las que THE OBJECTIVE ha consultado: «Los géneros cada vez son más fluidos», comenta Lola Larumbe, «las novelas policíacas cada vez son más novelas sociales o de crítica». Del mismo modo, apunta la librera, las fronteras entre otros géneros son «cada vez más porosas», como sucede con ese «género híbrido que es mezcla de lo narrativo y el ensayo», del que es un buen exponente El infinito en un junco. «Y luego también notamos la presencia de los libros de naturaleza, otra de las cosas interesantes de estos últimos diez años. Libros por ejemplo sobre pájaros, o sobre el bosque, cosas muy buenas publicadas por editoriales grandes como Paidós o Capitán Swing», añade.
Marina Escorza es librera en Muga, y ella también considera que «la novela negra y la histórica hasta ahora ocupaban muchas estanterías», sin que por ello dejen de llegar novedades con esa «literatura más intimista y cotidiana» de la que hablábamos al comienzo de este reportaje, «que nos habla de la vida en general y de las experiencias que derivan de esta». Y añade: «No queremos olvidarnos del new adult, un género que crece y que gusta mucho».
Esplendor de las autoras
En cuanto al género de la pluma, los cinco especialistas vuelven a coincidir en que este el siglo de las mujeres: «Sigo viendo un momento de gran esplendor de la literatura escrita por mujeres», afirma María Fasce, y cita solo algunos de los muchos nombres femeninos que conforman su catálogo, como Sara Torres, Leticia Salas, Lara Moreno o Charo Lagares. «Incluso, propiciado por esa cantidad de novelas tan brillantes que me llegan, vamos a restaurar el premio Lumen tal como lo creó Esther Tusquets, es decir, para novelas escritas por mujeres».
«Sin ninguna duda, si hay que hablar de algo que está ocurriendo en la narrativa -y afortunadamente en más campos de la cultura- es la irrupción de muchísimas narradoras con propuestas interesantísimas que ensanchan estos géneros», reflexiona por su parte Emili Rosales, a lo que añade: «Esto es lo que marca el presente en todos los estratos de lectura, en la literatura más popular y en la más elaborada».
«Está claro que ahora la batalla la están ganando ellas: lo que se ve es que como hay nicho los editores están en búsqueda permanente de voces nuevas, que muchas veces se disuelven. Hay mucha corriente subterránea, como los ojos del Guadiana», observa Lola Larumbe, advirtiendo que será el tiempo quien determine qué voces han llegado para quedarse, puesto que «las carreras literarias son lentas y largas». Celebra, en cualquier caso, que haya «nicho de lectores y por fin oportunidad, pues durante toda la historia no lo ha habido».
Para Andrea Reyes (librería Ciento Volando) «sí se nota un mayor interés editorial por autoras mujeres», y destaca al respecto «el trabajo de Renacimiento con su colección Biblioteca del exilio». Marina Escorza (librería Muga), por su parte, también resalta que «quienes las leen (a estas nuevas autoras), las disfrutan, pues vuelven a por más». Y, sobre su procedencia, señala que un grupo nutrido de jóvenes autoras proviene de América Latina: «De hecho, no es baladí señalar que tanto las librerías del Gremio de Librerías de Madrid, como las de la plataforma de todostuslibros.com hayan premiado como mejor libro del año en la categoría de ficción al libro Ceniza en la boca, de Brenda Navarro (editorial Sexto Piso)».
Nuevo boom latinoamericano
En la misma línea, María Fasce habla de ese «nuevo boom latinoamericano», protagonizado en su mayoría por «una eclosión de autoras muy poderosas en torno a los 40 años». Dentro de este fenómeno se cuentan escritoras como Dolores Reyes o Sara Jaramillo, y todas ellas tienen un nexo común, a ojos de la directora editorial: «Tienen este componente tan interesante de beber de maestros como Borges, Rulfo o García Márquez, pero también de lo audiovisual, de las buenas series. Creo que estas autoras han visto las mejores series y las incorporan también a su narrativa. La novela Miseria, que publicamos en Alfaguara en mayo, es la combinación perfecta de Rulfo y True Detective».
Este aperturismo está permitiendo que en España permeen otras formas de hacer y otras historias que interpelan al lector y le traen aires de otras fronteras: «Hasta hace poco se daba la paradoja de que autoras como Claudia Piñeiro o Samanta Schweblin vendían mucho más en Alemania que aquí, y eso está empezando a cambiar, también en parte porque son novelas más fuertes, que llaman más la atención. Yo tiendo a pensar que quizás podemos dejar de mirarnos el ombligo y viajar gracias a la literatura a otros países», remacha Sasce.
Lola Larumbe refuerza la tesis de la directora editorial: «Por fortuna los escritores americanos ya están en igualdad de condiciones que los de aquí, las editoriales españolas han empezado a editarlos y eso ha cambiado las tornas. Hasta hace unos años costaba mucho que lo hicieran, solo se publicaba a los muy conocidos como Vargas Llosa o García Márquez». Larumbe atribuye este fenómeno a que «cada vez está más globalizada la literatura en español» y ya no se trata de «dos mundos estancos separados por un oceáno», sino que el lector acepta de buen grado «los diferentes modismos, expresiones y vocabulario» de un lado y otro de este, en parte «gracias al cine y a las plataformas».
La llegada de estas voces nuevas, para la veterana librera, es también una excelente noticia: «Pienso en Mariana Enríquez o Samanta Schweblin, escritoras muy potentes que están explorando mundo mientras nosotros estamos mirando por un agujerito lo pequeño. Creo que aquí se está ahondando demasiado en esa microhistoria y los lectores a veces se quejan de eso, les oímos comentar. Ellas, las autoras latinoamericanas, son más globales en cierto sentido. Están contando un mundo, historias que no se habían contado», concluye.