Pasar el rato con un oso asesino y cocainómano
Se estrena la película ‘Oso vicioso’, la comedia de terror de la directora Elizabeth Banks, que se basa en la historia real de un oso muerto por sobredosis en 1985
Al inicio de Oso vicioso un rótulo nos informa de que está basada en hechos reales. Lo cual es cierto, más o menos. Los hechos reales son los siguientes: en 1985 un traficante de drogas en apuros lanzó desde una avioneta varias bolsas de deporte con paquetes de cocaína al bosque de la reserva natural de Chattahoochee, en el estado de Georgia. El narco se tiró después en paracaídas, vestido de Gucci. Encontraron el cadáver en una carretera porque el paracaídas no se le abrió. Una de las bolsas la encontró una osa negra y se comió lo que había dentro. El pobre animal sufrió un colapso y murió. El guionista se enteró de esta historia al leer en un periódico que a la involuntaria protagonista la habían disecado y había pasado por varias manos en Nashville, Las Vegas y finalmente Kentucky, donde una tienda de souvenirs la exhibe con un ingenioso cartelito: «Pablo Escobear», mezclando Escobar y Bear (oso).
Hasta aquí los hechos reales, con los que arranca Oso vicioso. Todo lo que viene a continuación es ficticio… y muy divertido. El guion imagina qué habría podido suceder si la osa no hubiese muerto casi de inmediato y hubiera empezado a toparse con humanos, la mayoría de los cuales acaban en pedacitos. Tenemos a una niña que se escapa con un compañero de clase y a la madre que trata de localizarlos; a un viejo poli que acaba de adoptar a un perrito; a un grupo de aspirantes a delincuentes juveniles sin muchas aptitudes; a una guardabosques enamoradiza con muchos años y kilos encima; a un par de turistas a punto de casarse; a varios traficantes que intentan recuperar las bolsas con la coca… y al gran Ray Liotta, a quien está dedicada la película. Y es que este fue su último trabajo antes de morir, una dignísima despedida, ya que se autoparodia interpretando al jefe de los narcos.
Sin embargo, la que más se luce en varias escenas tronchantes es una genial Margo Martindale como la guardabosques. Seguro que la han visto en papeles secundarios en un montón de películas y series. Tenía uno relevante en The Americans, y en la serie de animación BoJack Horseman hay un personaje que es ella, o una versión desmadrada de ella en dibujos. Una curiosidad: en Oso vicioso están también los dos actores que interpretaban al matrimonio protagonista de The Americans: ella, Keri Russell, es aquí la madre que busca a su hija; él, Matthew Rhys, hace un cameo glorioso como el narco de la avioneta. Al detective lo hace muy creíble Isaiah Whitlock Jr., que ha aparecido en montones de series policiacas, entre ellas la mítica The Wire, en el papel de Clay Davis.
Oso vicioso (astuta traducción al castellano del más explícito original Cocaine Bear) podría ser una versión tronada de aquel documental de Werner Herzog, Grizzly Man, sobre un lunático empeñado en convivir con los osos, hasta que un día sus amiguitos del bosque decidieron zampárselo. Y ya que hablamos de películas con osos, seguro que recuerdan la brutal escena de El renacido de Iñarritu, en la que el protagonista sufre el ataque de este animal. Sin embargo, aquí los claros referentes son otros: la propuesta tiene un delicioso aire de slasher ochentero de bajo presupuesto, solo que, en lugar de un psicópata enmascarado, aquí el papel del asesino serial recae en una osa que se ha hecho adicta a la coca. Y todo el repertorio de miembros amputados y sangre a borbotones, en lugar de sustos, provocan carcajadas. La película mantiene en todo momento el ritmo, se suceden las situaciones disparatadas y los diálogos tienen momentos muy ingeniosos. Con cuatro pinceladas se crean unos personajes humanos tirando a patéticos, que se convierten en carnaza para la desbocada osa.
La directora es Elisabeth Banks, actriz de larga trayectoria que probó a ponerse detrás de la cámara con la pésima versión de 2019 de Los ángeles de Charlie. Esta es su segunda intentona. ¿Estamos ante una obra extraordinaria que va a pasar a la historia del cine? Hombre, pues no. Pero sí ante una propuesta muy honesta, que ofrece con creces lo que promete: diversión a raudales. Si quieren pasárselo bien con una comedia chiflada con toques gore, se la recomiendo. Eso sí, como vivimos en tiempos bobos, no me extrañaría que aparezca algún ecologista muy concienciado dispuesto a amargarnos la fiesta con el sermón de que esto de reírse de la pobre osa está muy mal. Y hasta es posible que algún tuitero sobreexcitado haga un llamamiento a boicotear la película por maltrato animal. Atención, que la osa está enteramente creada con efectos digitales. Muy buenos, por cierto. Al parecer el grueso del presupuesto se gastó en ella, y la verdad es que da el pego en todo momento, algo fundamental para que la cosa funcione. Y si alguien sigue empeñado en buscar algún motivo de escándalo, le apunto algo mucho peor: la escena en la que los dos niños fugitivos, para dárselas de mayores y enrollados, proceden a probar la cocaína. Oso vicioso es un eficaz divertimento, para qué pedirle más. Lo dicho: si quieren reírse un rato, vayan a verla.