Fernanda Melchor, la escritora que remueve las violencias cotidianas
Tras el éxito internacional de ‘Temporada de huracanes’ y ‘Páradais’, la autora mexicana reedita su primer libro, ‘Falsa liebre’, de la mano de Random House
Fernanda Melchor y portada de su libro 'Falsa liebre'.
Fernanda Melchor se ha convertido en una voz internacional de las letras hispanohablantes convirtiendo a Veracruz, México, en protagonista y escenario. Cuesta imaginarla describiendo cualquier otra ciudad que no sea la que la vio nacer. Las dos novelas con las que se ha hecho eco en la escena internacional tratan las violencias cotidianas en dicha ciudad. Por ello, tras el importante éxito, su editorial, Random House ha decidido reeditar la novela Falsa liebre, con la que debutó con la editorial Almudía en 2013 y que reapareció el año pasado en México y este abril en España.
Falsa liebre es un libro importante para Fernanda Melchor (1982, Veracruz) porque certifica su paso de periodista y cronista a autora de ficción. Ella había trabajado también de traductora y colaborado en numerosas revistas como Replicante, Letras libres y Vice. Estudió Periodismo en la Universidad Veracruzana y cursó el máster en Estética y Arte de la Universidad Autónoma de Puebla.
Así pues, en 2013 daba el salto profesional con la publicación de las crónicas Aquí no es Miami, reeditadas en 2018, y especialmente con Falsa liebre. El éxito llega en 2017 con Temporada de huracanes, que fue valorada como una de las mejores novelas en México de ese año y fue finalista en el International Booker 2020. La guinda del pastel es que el año pasado anunciaron que va a convertirse en serie de Netflix, de la mano de la directora y productora mexicana Elisa Miller.
Con el éxito llegaron las reediciones y, unos pocos años más tarde, Páradais, con el que se certificaba como una potente voz internacional. La novela tuvo dieciocho meses de promoción tras los cuales la autora ganó una beca para trabajar y estudiar en Alemania. En esa época también dejó las redes sociales pese a contar con más de treinta mil seguidores por un escándalo relacionado con una queja suya de la piratería.
Así que en Berlín, rodeada del frío, decidió reescribir una novela tan tropical como Falsa liebre, que orbita alrededor del puerto de Veracruz. Rehizo la novela a golpe de escuchar salsa romántica que en ambas versiones trata sobre «la furia del hambre del amor que ocasiona desgracias». La nueva versión se publicó el año pasado en México y este en España.
Jóvenes delincuentes
Melchor se ha distinguido no por hablar de grandes crímenes sino por el interés en la oralidad y la violencia cotidiana, la que pasa inadvertida por mundana. En sus novelas se ve el mundo con ojos pequeñitos, sus personajes tienen horizontes muy determinados. Se observa a menudo la pérdida de inocencia y el resultado de vivir sin optimismo en una vorágine de abismo.
Melchor ha declarado en otras entrevistas que la novela nació tras escuchar la noticia de un sicario de catorce años detenido y con la influencia estructural de Amores perros (2000). Eso es porque se trenzan las trayectorias de dos parejas de protagonistas. La liebre es Andrik que –abandonado por su madre– se prostituye por las calles hasta que lo secuestra un señor como esclavo sexual. A su búsqueda sale su mejor amigo Zahir, que vive con una vieja que los maltrata a ambos. La segunda pareja es la de Pachi, un adicto con una esposa embarazada, y su amigo Vinicio, con el que quieren escapar de sus problemas a la playa.
La autora lo explica así: «Al escribir Falsa liebre recordé muchas cosas mías. No hago autoficción, pero siempre hay componentes personales. Crecí en una familia disfuncional y con padres con problemas de salud mental y adicciones. Esa es la temperatura emocional del libro. Además, cuando la escribí, tuve la primera ruptura fuerte de una relación larga, con un hombre con el que viví durante años. Fue un momento en donde inicié una serie de relaciones que acabaron muy mal. Esta sensación de abandono, de soledad, de carecer de una familia, de un lugar propio, me acompañaba en ese entonces. Aprendí mucho de mí misma, porque vi los ovarios que tenía para, de la nada, escribir una novela. Ese año que rompí con mi expareja, renuncié a mi trabajo de comunicación social en la UV. Tenía 29 años y aposté a dedicarme a escribir. Diez años después todavía me impresiona mucho ese coraje».
