El cómic como alivio para personas con trastornos mentales
La psicóloga Begoña Pérez propone utilizar los cómics como tratamiento para sanar a pacientes con problemas mentales
Los cómics o tebeos son creaciones artísticas recientes, del siglo XIX o principios del XX, pero que tuvieron su auge con las grandes tiras de superhéroes americanas. No obstante, donde hay superhéroes tienen que haber villanos y estas historias los mostraban, a gran parte de ellos, como personas con trastornos mentales, como la depresión, la ansiedad, de identidad etc.
Sin embargo, en un trabajo académico, la psicóloga Begoña Pérez ha desarrollado la tesis de que los cómics autobiográficos, escritos y realizados por personas con trastornos mentales, pueden ser utilizados para tratarlas, como un medio de curación, sanación y expresión de una identidad invisibilizada por culpa de la tradición cultural moderna.
«Se tiene aún el estigma de que las personas con trastornos mentales son personas violentas, peligrosas, agresivas o a la que hay que temer, con ejemplos como la película de Psicosis o el personaje del Joker, pero es mucho más habitual que las personas con trastornos mentales, de hacer daño, se hagan daño a sí mismas que a otras personas», explica la psicóloga Begoña Pérez, autora del estudio El sistema de Salud Mental visto desde el cómic autobiográfico, a THE OBJECTIVE.
Cómic como Máster de la salud mental
Pérez amaba los cómics desde pequeña y fue el Máster en Cómic y Educación, de la Universidad de Valencia, el que hizo que pudiese volver a aquella añorada infancia, ya como psicóloga, sexóloga y terapeuta familiar. El final de ese Máster concluyó con la investigación y el desarrollo del ambicioso proyecto.
Este trabajo tiene como objetivo el dar con una terapia que ayude a las personas con trastornos mentales a verse identificadas consigo mismas, mediante los cómic, utilizando ocho obras autobiográficas: Albert contra Albert, de Arnau Sanz (Ediciones Ponent, 2013); Depresión o victoria: Crónica de una batalla, de Meritxell Durán (Reservoir Books, 2020); Majareta, de Ellen Forney (La Cúpula, 2014); Manicomio: Una historia real, de Montse Batalla (La Cúpula, 2020); La batalla del Esquizo, de Manuel García (Nuevo Nueve, 2019); Desmesura, de Fernando Balius y Mario Pellejer (Bellaterra, 2019); Cara o Cruz, de Lou Lubie (Norma, 2018); y Duermo mucho, de María Manonelles (Fragile Movement, 2019).
«El comic autobiográfico da otra perspectiva, por ser escrito por quien lo escribe, separándose de ese cine y arte tan tremendista, pero desgraciadamente sigue teniendo mucho peso en el día a día», explica Pérez.
El cómic a nivel gráfico tiene capacidades enormes para poder expresar las emociones, los sentimientos, las carencias o las aptitudes de sus autores, pues la infinidad de posibilidades al elaborarlos son casi impensables. Gracias a ello, los lectores son capaces de empatizar, no solo con la obra, sino con su autor, siendo esta la razón de tomar en importancia las obras autobiográficas de personas con trastorno mental, que se encuentran casi silenciadas y plenamente invisibilizadas.
«Esos clichés obligan a las personas con trastornos a ‘no salir del armario’ por el que dirán, ya que sienten que se les relacionaría con esos estigmas inmediatamente y muchos no quieren perder su trabajo, sus oportunidades o incluso sus amigos», argumenta la psicóloga a este medio.
Cómics como medida sanitaria
No es sorpresa que el arte se utilice para paliar las situaciones adversas de pacientes en el sistema sanitario. La máxima expresión de pureza cultural sirve como entretenimiento, como forma de enriquecimiento o, simplemente, como forma de perder el tiempo e inhibir los pensamiento intrusivos y perjudiciales.
En concreto, estas obras autobiográficas sirven para devolver la voz a las personas que la han perdido por culpa de su enfermedad. El estigma persiste en la actualidad y las personas con trastornos pasan a ser ‘enfermos’ para la sociedad sin, como se dice, ‘voz ni voto’. «Esa idea debería superarse, pero es más interesante, para el cine o la literatura, mantener ese prototipo de persona con trastorno mental, aunque sea perjudicial para ellos», desarrolla Pérez.
Esa voz que recuperan sirve para que el mundo pueda ver la realidad a través de los ojos de las personas con trastornos, pudiendo empatizar con su problema, sus dificultades y comprenderlas. Además, cuenta con un carácter de utilidad fundamental para los profesionales del ámbito sanitario, sociosanitario, psicosocial y alumnado de dichas ramas, quienes pueden conocer de primera mano los problemas y estudiarlos, mejorando sus habilidades de observación y diagnóstico.
«Está estudiado que los trastornos mentales puede favorecer a la creatividad, aunque no hay demostraciones claras, porque no hay bases orgánicas de los problemas, por eso se les llaman trastornos y no enfermedades», finaliza la psicóloga Begoña Pérez.