Juan Esteban Constaín, las cartas boca arriba
El escritor e historiador colombiano publica su nueva novela, un homenaje al género epistolar, una oda al papel del azar y un viaje documentado del siglo XX
El escritor e historiador colombiano Juan Esteban Constaín (Popayán, 1979) se estrena en la colección internacional Mapa de las Lenguas, con una amplísima distribución por países de habla hispana, con la novela Cartas abiertas (Random House, 2023). Con ello se confirma como un autor de talla internacional tras el éxito de El hombre que no fue jueves (Random House, 2014).
¿Se han perdido las cartas en detrimento de formatos más breves como el WhatsApp? Definitivamente sí. El género epistolar no atraviesa su mejor momento, lo que no significa que existan los que en secreto siguen disfrutando del formato. Entre dichos sibaritas se encuentran los historiadores que pueden desempolvar el pasado con las cartas, como recientemente ha sucedido con la aparición en castellano de las cartas de H.P. Lovecraft.
Juan Esteban Constaín se incluye en ese grupo y, además, imagina un artefacto literario con un personaje que cruza el siglo XX robando cartas para «descubrir la novela que nace en toda suerte ajena», un truhan que siempre gana a las cartas y se relaciona con condes. Con un estilo muy refinado se convierte este curioso personaje en el anfitrión de una serie de anécdotas de su siglo que nos recuerdan qué tipo de narrador documentado es su autor.
Constaín nació en 1979 en la ciudad de Popayán, capital del departamento del Cauca, en Colombia. Publicó su primer libro en 2005, una colección de cuentos titulada Los mártires dedicada a diversos escritores. Su primera novela fue publicada tres años después, titulada El naufragio del Imperio. Su segunda novela, ¡Calcio!, que trata sobre los probables orígenes del fútbol, ganó el premio Espartaco en la categoría de novela histórica. Su obra El hombre que no fue jueves (2014) fue un homenaje a la clásica novela de G.K. Chesterton. Se convirtió en un superventas en Colombia y ganó el premio Biblioteca de Narrativa Colombiana. Ha sido traducido al italiano. También publicó, en 2018, el libro de ensayos Ningún tiempo es pasado, y en el 2019 el libro Álvaro: su vida y su siglo, ambos publicados por Random House. Vive en Bogotá y tiene tres hijas: María, Manuela y Miranda.
Secretos del azar
Nos conectamos para charlar poco antes del festival Mapa de las Lenguas en el que va a intervenir. Cuenta que la idea de un personaje cartero nace del recorte que le envió un amigo argentino de una noticia en su provincia para que escribiera una columna: «la historia era la de un cartero cuya casa fue allanada por la policía porque pensaban que vendía droga, pero en vez de encontrar droga encontraron una cantidad de cartas que este personaje no entregó jamás; en el juicio de se defendió diciendo que su suegra era una gran lectora de ficciones, que se había quedado ciega y empezó a exigirle a su yerno la provisión diaria de ficciones y decidió empezar a abrir cartas esperando ver allí alguna historia interesante».
Dice que, a diferencia de las tres novelas anteriores, aquí se demoró varios años desde que escribió una primera columna. «Empecé y había algo que no cuajaba, entonces asumí el consejo de Nicolás Gómez, un gran escritor colombiano, que dice que hay que dejar los textos en un plato con agua para que se les caigan las palabras que les sobran». Se le fueron dos o tres años en los que escribió un ensayo hasta que un día volvió al texto con el camino bien encontrado.
Esta novela Constaín la ve distinta a las anteriores porque tenía el propósito de hacer algo distinto: «Escribí una novela en 2014 y allí llegué a un punto límite ahondando en la vida de personajes de la historia, me interesaba descubrir nuevas cosas para que la escritura no sea una fórmula, necesitaba encontrar una historia que me permitiera desembrujarme del tono omnipresente y la voz excesiva del narrador, en Cartas abiertas quería un tono sutil al que no se le vieran las costuras».
El libro esconde una reflexión sobre el azar y el destino que ponemos en común. Tiene un trasfondo filosófico sobre la puerta giratoria entre la realidad y la ficción: «El protagonista lleva como amuleto en el bolsillo un doblón que representa las dos caras de la vida que son el azar y el destino, uno la tira al aire y cuando cae no sabe, a veces el destino es la configuración certera de una serie de azares y viceversa». Por supuesto también pretende «dar homenaje a la civilización epistolar que se perdió». Casi no hay cartas, pero los personajes gravitan a su alrededor, «en cambio ahora con los mensajes de texto y los correos electrónicos se pierde la intensidad de la comunicación humana».
Finalmente, sobre su aparición en la colección Mapa de las Lenguas se muestra muy feliz: «Es la posibilidad de que estos libros viajen como botellas de naufrago y se beneficien de un hecho que en épocas pasadas fue muy importante, que pertenecemos a una lengua y cultura con millones de hablantes y lectores, y esa comunidad que se nutrió siempre de los libros y las historias presenta la posibilidad de que estas botellas de naufrago lleguen como las cartas perdidas a su correcto destinatario».