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Fuga de Dannemora

«Huele la serie a ajuste de cuentas, desde el arte, con un sistema donde reinserción resulta una entelequia y la ley es siempre la del más fuerte, la de las pistolas»

Fuga de Dannemora

Ben Stiller, director de la serie. | Europa Press

Sigo con otro artículo sobre el talego. La lista de series de televisión en torno al maco no es corta, pero destacan dos, la ya antigua Oz de HBO y la nada polvorienta Fuga de Dannemora. Se filma al poco de acaecer los sucesos de realidad que la respaldan, en 2015. Se puede visionar en la reciente nueva plataforma de emisión en España, Skyshowtime. De ahí su vigencia, sumada al eterno tema de la culpa y el castigo.

Fuga de Dannemora es una serie que te cuece a fuego lento, sin estridencias ni alharacas, lo mismo que la vida, así que no esperen la velocidad de la estupidez que nos domina. La dirige y firma ese actor y director judío llamado Ben Stiller, un mago sin chistera. Los personajes principales son complejos y multifacéticos, y la serie se toma su tiempo para desarrollar sus travesías y caracteres. Benicio Del Toro y Paul Dano ofrecen actuaciones excepcionales como Matt y Sweat. Del Toro da carne a un perturbas y Dano a un tipo algo más frío, meticuloso hasta la medula. Matt le espeta a Sweat: no mates a un policía. Está claro, han liquidado y pueden liquidar a cualquiera, salvo a un madero, solo por las consecuencias. 

«La serie lía la madeja en desarrollar las personalidades, lo que le proporciona más profundidad y complejidad»

Una curiosidad de la serie radica en que apenas se ve el patio de la cárcel, ocurriendo todo en el interior, encorsetado en la larga noche, aunque luzca el sol.  Los presos no sueñan nunca con el día. Lo que hace que Fuga de Dannemora sea una serie tan alucinante es la forma en que equilibra la narración de la historia con la exploración de los personajes. La serie lía la madeja en desarrollar las personalidades, lo que le proporciona más profundidad y complejidad.

Es una crítica al sistema de justicia penal estadounidense y a la forma en que las personas son tratadas dentro del mundo carcelario: la brutalidad y la deshumanización que existe en la vida en prisión, acompañada de la corrupción del funcionario de turno, un clásico del género. En la serie le dan una vuelta de tuerca al funcionario,  corrupto y tan humano que incluso da pena. La tercera protagonista en liza se llama Tilly, mujer modelada por una Patricia Arquette soberbia; materializa a una fémina opuesta a la bomba sexual a la que nos tenía acostumbrados. Una trabajadora del penal que se involucra con los presos en parte porque está desesperada por escapar de su vida miserable en Dannemora, aburrida y ausente de sexo, pero también porque está siendo manipulada por Matt y otros miembros del personal de la prisión que están dispuestos a bordar la ilegalidad por dinero o salvación, la que condena a los demás. Tilly, lo sabemos al final, es otra ave de mal augurio con un pasado criminal.

La prisión de Dannemora es la presencia constante en la serie, ocupa a todos con sus reglas dignas de animales, mostrando el talego de una manera que es al mismo tiempo claustrofóbica y amenazante. Hasta los bares del pueblo parecen abrevaderos. La música y los efectos de sonido ayudan a forjar una atmósfera tensa y opresiva que se suma a la sensación general de peligro y duda. Cuando Matt y Sweat huyen, en los dos últimos capítulos, y se internan en un bosque, la serie está rodada de tal manera que los árboles bien pudieran ser rejas y los policías perseguidores alimañas. Huele la serie a ajuste de cuentas, desde el arte, con un sistema donde reinserción resulta una entelequia y la ley es siempre la del más fuerte, la de las pistolas.

Absorberán violencia milimétrica, una puesta en escena oscura pero vistosa, diálogos de malvados y la ausencia de bondad. Merece la pena verla, les hará pensar en el desierto de fuera del sofá, cuando la existencia se tuerce y nos arroja a un agujero.

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