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Katya Adaui: el relato es la madre

La novela ‘Quiénes somos ahora’ es la carta de presentación internacional de la escritora peruana

Katya Adaui: el relato es la madre

Katya actualmente vive en Buenos Aires desde donde dicta talleres de escritura. | (Alejandra López)

No solo resulta fructífero analizar las genealogías sino que se puede hacer obra artística con ellas, con forma de cicatriz. Un accidente llamado familia. Del mismo ejercicio puede sacarse en claro un ajuste de cuentas con los progenitores o encontrar las cenizas dispersas de un incendio que fue el amor en el hogar de la infancia. 

Katya Adaui es una autora limeña que ya aseguró su posición como referente internacional peruano con los cuentos de Geografía de la oscuridad, publicado con la editorial dedicada al cuento Páginas de espuma. Certifica dicha posición como referente peruano con la aparición de su nueva novela en la colección internacional Mapa de las lenguas, una fusión de enormes editoriales para lograr una de las mayores difusiones en países de habla hispana.

Hay muchos tipos de autoficción, recientemente veíamos a Easton Ellis jugando a los psicópatas en su último libro. La autoficción que nos plantea en Quiénes somos ahora (Random House, 2023) es más parecida a la de Annie Ernaux. Es un texto a la búsqueda de la herida, un detective de las trayectorias y emociones del cuerpo. Negándose a usar subordinadas juega en el terreno minimalista imitando la estructura poco lineal de la memoria. Durante la lectura saltamos continuamente de un recuerdo a otro, es puro flashback de los retazos que elige proyectar de la figura de sus progenitores, especialmente la madre, siempre tan omnipotente y poderosa. 

Katya Adaui nació en Lima en 1977 y vivió en Pueblo Libre, lleno de parques y museos, donde estudió periodismo. Luego cursó escritura creativa en la Universidad Nacional de Tres de Febrero en Buenos Aires. Vivió un año en Alemania donde trabajó en un periódico. Actualmente vive en la capital argentina donde imparte talleres de escritura en la Universidad Nacional de las Artes. Es autora de tres antologías de cuentos (Geografía de la oscuridad, Aquí hay icebergs y Algo se nos ha escapado), la novela Nunca sabré lo que entiendo y varios libros infantiles (Muy Muy en Bora Bora). Sus relatos han aparecido en más de veinte revistas del Perú y han sido traducidos al inglés y el italiano.

Sombra y luz

Hablamos de la génesis de la historia: «Yo quería escribir esta novela desde hacia un tiempo, pero no había encontrado el tono. Todo cambió cuando llevé mi perrita enferma que había emigrado conmigo del Perú a una veterinaria, la tuve que sacrificar y la veterinaria me dijo ‘dame un momentito, la voy a poner en la posición en la que nació’, la embolsó, la apretó contra su cuerpo y me la entregó. Que ella dijera esa frase me abrió el corazón a una ternura nueva, a una compasión muy honda y no pude llorar, solo pude escribir. Después de esa frase me fui a escribir a mi casa durante un año y no paré hasta que la terminé».

Dice que considera la escritura de Quiénes somos ahora más pasional, que se trató de un ejercicio en el que no necesitaba preocuparse de la estructura porque construía capítulos íntimos, o en sus propias palabras: «Salió de un lugar tan hondo del corazón que lo entendía a medida que avanzaba».

En una entrevista de Katya afirmaba que la familia es una potencia muy dada a la implosión. Supongo, por tanto, que puede haber sido un texto muy demandante, a lo que me responde: «¿Que otra cosa más tenemos? Todos intentamos pertenecer a vínculos, no podemos solos. Para mi este tema de los vínculos, de los afectos, de la familia de vecinos, es un espacio a cuestionar porque lo damos por seguro, aunque el amor es algo que debe persistir, debe haber un compromiso de amor de por medio, me encanta explorar eso, creo que en la literatura ningún vínculo es sagrado. Además me gusta pensarlo desde la ambigüedad, todo el mundo vive con la multitud que tiene por dentro, y eso va a hacer que exploré sombras y luz, quisiera dar cuenta de esas sombras».

Mujeres fuertes

Ya que hablamos de familia es imperioso parar un momento y charlar de la madre sobre la que orbita el texto: «La madre como figura es muy atrayente porque sobre ella ponemos tanto peso de lo sacro sin que nadie enseñe a ser madres: va a cometer errores todo el tiempo y casi que ni puede cometerlos. Me interesaba la figura de la madre que fuera capaz de pegar de día, pero dar un beso de buenas noches. Esa ambigüedad condiciona la existencia adulta porque aprendes a manejarte con gente esperando a la vez lo mejor y lo peor. Lo que dice la madre te eleva al cielo o te manda al subsuelo».

Cuenta que en esa época andaba leyendo a Jamaica Kincaid, Annie Ernaux, Anne Carson, Vivian Gornick, también a Guy Talesse en Honrarás a tu padre. Explica que sentía que se andaba armando un matriarcado de lecturas: mujeres fuertes e independientes, hijos sensibles que habían podido vencer a las figuras maternas o paternas con lenguaje. Dijo que le encanta leer escritores que piensan el lenguaje en el vínculo con su familia, en ese sentido también estuvo leyendo a Coetzee.

Cerramos nuestra charla meditando sobre su inclusión en una colección tan internacional como Mapa de las lenguas: «Yo publico desde hace muchos años. Tener esta salida internacional ha sido una alegría, darme cuenta del trabajo de todos estos años. Lo que más me gusta también es conversar con las otras autoras y autores de la colección. Tiene que ver con dialogar. También con el viaje y las reconquistas de la literatura latinoamericana».

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