«Todos los burofaxes recibidos por 'El Mundo Today' han sido de partidos de derechas»
El fundador y director de ‘El Mundo Today’ habla con David Mejía sobre su formación, la vocación del humor y su novela ‘La mejor persona’
Xavi Puig es director de El Mundo Today, diario satírico que fundó junto a Kike García. Es licenciado en Filosofía y Comunicación Audiovisual, y trabaja como guionista de radio y televisión. Acaba de publicar su primera novela: La mejor persona (Temas de Hoy).
PREGUNTA.- Te conocemos como fundador, director y redactor de El Mundo Today, pero nos gustaría que nos contaras más sobre ti.
RESPUESTA.- Bueno, yo hace 16 años que vivo en Madrid, pero soy de Barcelona. Estudié Filosofía en la Universidad de Barcelona y luego estudié Comunicación Audiovisual. Hice también un máster de dirección y producción de cine y tele. Y este es todo mi currículum académico.
P.- No está mal.
R.- Es un poco la ‘titulitis’ de la que muchos adolecemos. Pero bueno, la clave de mi desarrollo profesional está en el hecho de que, estudiando filosofía, conocí a un chaval de mi clase que se llamaba Kike García. Fue un enamoramiento mutuo y ya empezamos a pensar y a ejercer un poco esa labor creativa. Aparte, éramos estudiantes muy aplicados y compartíamos los mismos intereses.
P.- ¿Por qué estudiaste filosofía?
R.- Yo creo que estudié filosofía porque se me daba bien. En el instituto es muy sencillo que lo que se te da bien te acabe gustando. En mi caso, como se me dio bien, abracé la filosofía. Pienso que porque venía de una etapa de escolarización que no fue especialmente grata para mí. No es que sufriera acoso ni nada de eso, me refiero a que siempre arrastraba cuatro o cinco suspensos. No me interesaba nada de lo que se impartía en el colegio y mi autoestima estaba muy lastrada. Entonces, de repente encontré en la filosofía un ámbito en el que sí que me desarrollaba con cierta soltura y eso facilitó que me inclinara por estudiar la carrera.
P.- La filosofía es una disciplina que te exige una capacidad de pensamiento abstracto y analítico. ¿Sabías que tenías esa capacidad o lo fuiste descubriendo sobre la marcha?
R.- Siempre afronté la vida más desde el pensar que desde el hacer. Creo que es algo que viene ya en el carácter. De niño era más bien introvertido, es decir, tenía toda la pinta de que de mayor sería un nerd. También debo decir que cuando tenía unos 13 o 14 años, el profesor de lengua catalana nos encargó a todos los de la clase que escribiéramos una redacción y nos la hizo leer a cada uno en público. Y recuerdo que el relato que yo escribí llamó mucho la atención, tanto de mis compañeros como del profesor. Me citó en un aparte y me preguntó si escribía. Le dije que no, que no lo hacía de forma sistemática, pero que me gustaba y me animó mucho a que escribiera. Desde entonces me refugié en lo verbal, en la escritura, en esa parte más intelectual. Sin ser un pedante, porque también tenía mucho sentido del humor. Pero bueno, estaba claro que mi destino iba a ser cualquier disciplina que tuviera que ver con el análisis conceptual.
P.- ¿Y eras gracioso? ¿Estando con amigos eras el de los golpes de ingenio?
R.- Era ese tipo de gracioso, el de tener un golpe de ingenio o de hacer de repente un comentario que no te esperas, no de contar chistes. Sorprendía precisamente por el contraste con mi seriedad habitual. Yo sacaba el comentario más afilado.
P.- Y estudiando filosofía conoces y encajas con Kike.
R.- Kike y yo teníamos un perfil diferente. Yo iba con americana negra de pana. No llevaba gafas aún, pero vamos, era un nerd total. Kike, en cambio, iba siempre con camisa, pero con un pelo que llamaba mucho la atención. Aún tiene ese pelo, de hecho. Siempre se sentaba en primera fila. Al principio, intercambiamos unas palabras entre clase y clase. Luego ya fuimos a una conferencia que dio Agustín García Calvo en la facultad. Y en esa conferencia que todo el mundo se tomaba muy en serio, nosotros fuimos incapaces de no soltar carcajadas con lo que decía García Calvo. Y ahí vimos que teníamos una misma forma de reaccionar ante determinadas propuestas filosóficas. Luego nos hicimos amigos. Se convirtió en mi pareja profesional. Y bueno, te diría que es como un hermano para mí. Nos adoramos.
P.- Me interesa esa imagen de vosotros observando lo que os rodeaba en la facultad sin la habitual solemnidad universitaria.
R.- Me acuerdo de un día en el que subíamos a la biblioteca por unas escaleras, así como medio en espiral, y en un rincón de esas escaleras había dos personas jugando al ajedrez. Es como: «Venga ya, hombre, no me fastidies, ¿en serio?». Nosotros nos reíamos de cosas como esa. Sin embargo, también nos interesaba mucho la filosofía.
P.- Por esa época creáis una página web que sigue activa.
R.- Sí, esponjiforme.com, que se vendía como «Una revista electrónica de filosofía o algo así». Y básicamente lo que hacíamos era reírnos de la solemnidad de la filosofía. Pero no dejábamos de hablar de filosofía. Por ejemplo, había un curso de estoicismo impartido por Paris Hilton, que en aquel momento era un personaje del que se hablaba mucho. Venía a ser la Kardashian de entonces. Entonces tú leías el curso de Paris Hilton y te quedabas con algunas nociones de de estoicismo. Había un diccionario de filosofía que se suponía que había redactado una de las mujeres de la limpieza de la facultad, que era muy crítico, con humor e ingenio. Y luego había relatos. Hasta llegamos a hacer entrevistas a los profesores. Por supuesto, desde un enfoque humorístico. Y los que tenían una vis cómica, los que eran más humanos en el carácter, se prestaron a ello. Me acuerdo, por ejemplo, de Enrique Lynch, que era un tipo muy serio, pero también tenía retranca.
La magia de ese proyecto era que firmábamos con seudónimo y nadie podía sospechar que éramos los autores, porque nosotros éramos realmente muy aplicados. No faltábamos a una sola clase, sacábamos matrículas de honor, nuestros apuntes eran impecables y claro, la gente asocia el humor al gamberrismo y no tanto a un perfil como el nuestro. Llegamos a vernos en la situación de estar haciendo cola en la cafetería y tener delante a un profesor de metafísica comentando: «Ay, ¿estos tíos quiénes serán?». Porque había algunos que se cabreaban. Me acuerdo que García de la Mora, profesor de teoría del conocimiento, estaba obsesionado con que teníamos que tener un apoyo financiero detrás. Lo pensaba porque no mucha gente entonces era capaz de hacer páginas web, salvo que se dedicara a la programación. Creo que había cierta paranoia, como si otros profesores estuvieran aprovechando para reírse de sus compañeros o de determinados enfoques filosóficos. Hay que tener en cuenta que en los departamentos hay grupos. Por un lado, estaban los profes del Opus, que eran los que impartían las optativas de Teología o Filosofía de la naturaleza. Y luego estaban, por ejemplo, los más anglosajones, los que habían estudiado en Stanford, becados normalmente por La Caixa, y que volvían de Stanford con la cabeza en otro sitio. Es la típica dicotomía de analíticos y continentales, y esos dos mundos también colisionaban con nosotros.
P.- ¿Cuáles eran vuestras referencias en el humor?
R.- Yo creo que Cuentos sin plumas de Woody Allen es como la Biblia de cualquier humorista. Todos hemos pasado por allí. O el Monty Python’s Flying Circus, donde había mucha burla de lo intelectual, pero desde el respeto, desde una admiración. Al final, hay un tipo de humor que no deja de ser una declaración de amor al objeto de la burla o del chiste. Y nosotros, sin duda, hemos practicado eso. Cuando hacíamos chistes de nuestros profesores de filosofía, daba igual que fueran de nuestra cuerda o no, lo que había era realmente una admiración, porque para eso estábamos allí estudiando.
P.- ¿No tuviste tentación de hacer carrera académica?
R.- Yo tenía claro que, después de Filosofía, quería estudiar Comunicación Audiovisual, porque quería ser guionista y quería escribir, pero sabía que si no estudiaba Filosofía, no lo iba a hacer después. Y fue una especie de capricho que tuve la suerte de poderme permitir. Yo estaba muy necesitado de un ámbito en el que pudiera sobresalir, al menos académicamente, pero no quería ser profesor para nada. Pero es verdad que cuando estaba en el 4.º curso, ya muy metido en la filosofía analítica, tuve un profesor que me tentó para que fuera a Nueva York a hacer un doctorado.
P.- ¿Cuándo se supo que erais vosotros quienes estabais detrás de esta web?
R.- Se supo tarde. No sé si estaba yo ya en Madrid o no, pero ocurrió cuando no estábamos en la facultad, y ya no había ninguna necesidad de mantener el anonimato. Creo que, de hecho, fue en una entrevista sobre El Mundo Today cuando dijimos que teníamos una web anterior y también dijimos que éramos estudiantes de Filosofía.
P.- Vuestra historia me recuerda a la de los emprendedores que fundan sus empresas tras conocerse en Harvard.
R.- No te diré que empezamos en un garaje, pero sí que tuvo relación con una asociación de estudios nietzscheanos. El caso es que esa asociación tenía un local en la facultad y lo usábamos mucho. Ahí empezamos a hacer cosas. Se puede decir que ese local fue nuestro garaje.
P.- El Mundo Today se crea en 2009. ¿Cómo surge la idea?
R.- Quería estudiar audiovisuales y Kike quería ser profesor. Yo le inoculé el veneno de querer hacer algo relacionado con este hobby. Empezamos a pensar en hacer un programa de televisión que fuera un falso informativo. La idea era grabar un piloto y, de hecho, lo grabamos con un periodista que acabó siendo importante, Mientras hacíamos el piloto, teníamos muchas ganas de empezar a producir contenido, y como veníamos de la experiencia de crear una web, lo teníamos bastante a tiro para crear otra que fuera un periódico digital. Lo que ocurrió es que la web enseguida cogió tracción y fue lo que atrajo luego a algunas productoras que se interesaron por hacer informativos. Al final, la web de El Mundo Today se convirtió en el buque insignia. Y lo sigue siendo.
P.- Entiendo que El Mundo Today durante mucho tiempo no sería rentable...
R.- La realidad es que enseguida empezamos a hacer branded content. También es cierto que no sabíamos qué rentabilidad íbamos a conseguir. Y es verdad que teníamos la ambición de que fuera sostenible económicamente. O sea, no era un juego. El Mundo Today tenía una vocación comercial clarísima. Enseguida ya pudimos más o menos defendernos con lo que nos salía con las colaboraciones. En 2010 ya empezábamos a hacer radio. O sea que tardamos poco. A veces me sorprendo cuando veo que el primer libro que sacamos es de 2011 y ya era una antología. Ahora que llevamos casi 15 años hemos publicado una segunda antología. Pero el hecho de haber sacado esa primera antología en 2011 da la medida de lo rápido que nos consolidamos.
P.- ¿Y a qué achacas esa consolidación tan rápida?
R.- Creo que tiene que ver con Facebook, la verdad. En aquel momento las redes sociales fomentaban la circulación de contenido y para los que lo creábamos era Jauja, porque nos mandaban una cantidad de tráfico brutal. No existía WhatsApp, pero la gente se empezaba a mandar noticias nuestras por email. Entramos ya en el tema de la viralidad. Eso luego tuvo una contrapartida, y es que Facebook secuestró la audiencia de todos estos medios a los que encumbró, y luego se adueñó de esa misma audiencia, que perdió el hábito de ir a las páginas web. Fue un poco una jugada de robarnos la cartera con el cebo de los clics. Pero bueno, es innegable que el empuje de Facebook en ese momento nos hizo mucho bien.
P.- Publicáis noticias a diario. ¿En algún momento tuvisteis miedo a la página en blanco?
R.- Ese miedo se suele proyectar desde la gente que no se dedica a esto, que cree que empezamos el día esperando a que baje del cielo una idea. En realidad, el oficio consiste en manejarse entre ideas mediocres, manosearlas, compartirlas unos con otros, hasta que de dos ideas horribles sale algo interesante. Eso es un ejercicio constante que tiene mucho de remar y no tanto de recibir un rayo que te dispare una chispa de brillantez. Es cierto que tenemos una predisposición. Como te decía antes, yo desde pequeñito ya tenía esa inclinación a buscarle la punta a las cosas, eso es verdad. Siempre digo mi trabajo es tener tres buenas ideas al día. No es poca cosa, pero, ¿cómo se consigue eso? Pues en no dejar de trabajar con ocurrencias sin esperar a que sean buenas. Simplemente, hay que ponerlas sobre la mesa, y relacionar unas ideas con otras. Entonces no hay página en blanco, porque nosotros trabajamos siempre con un bloc de notas mugriento lleno de anotaciones. Y ese bloc es perpetuo, está siempre manchado.
P.- ¿Os ha dado algún problema alguna noticia que habéis publicado?
R.- Sí, claro, hemos tenido problemas. De hecho, te mencionaba antes la última antología que publicábamos, que se llama Mejor no bromear que recopila las noticias más polémicas que hemos sacado en todos estos años. También reproduce demandas que hemos recibido por burofax y mails amenazantes, tuits y comentarios de los lectores ofendidos. Y es un buen compendio de toda la conflictividad con la que hemos tenido que lidiar. De todas formas, en el propio libro hacemos advertimos que se trata de un compendio de muchos años de trabajo, porque cuando lo ves todo junto te puede dar la idea de que cada dos por tres estamos metidos en un fregado. Pero eso no es así. Afortunadamente, no son tantas las noticias que nos han dado problemas.
P.- ¿Que dirías que es lo que más molesta?
R.- A la gente lo que más le molesta es que hagas humor de cosas que son importantes para ellos: su equipo de fútbol, la religión, claro, y lo político. Todo aquello en lo que la gente pone el corazón. Pero, sin duda, si no molestas, probablemente no lo estás haciendo bien. Es una consecuencia de dedicarse a la sátira. Ahora las marcas, por ejemplo, han visto que interesa seguir las bromas para blanquear su imagen. Pero al principio las marcas eran las que más se cabreaban con nosotros. De hecho, el nuestro es el primer medio en España que empezó a hacer chistes sobre marcas sin cambiar el nombre de la marca. Decíamos Telefónica, no Timofónica. Nos podíamos permitir jugárnosla con grandes marcas y lo hacíamos. Y bueno, las marcas se lo tomaban muy en serio. Imagínate, tienen todo un departamento dedicado a cuidar la imagen, como para que luego lleguen dos idiotas a tirarlo todo por los suelos y a reírse de sus productos.
P.- ¿Y los políticos qué tal lo llevan?
R.- Procuramos no tener ningún contacto personal con ningún político. Lo hemos tenido puntualmente porque, colaborando con la radio, esas cosas ocurren. De hecho, teníamos una sección en A vivir que son dos días donde venían políticos y les sometían a una especie de concurso moral, para dilucidar si eran buenas o malas personas en base a unas preguntas que les hacíamos en una sección de filosofía y de divulgación. Entonces interactuamos con ellos, pero yo, por ejemplo, nunca me quedaba luego a charlar. Era educadísimo siempre, pero nada de compadreo con los políticos. Creemos que si te dedicas a la sátira tiene que haber cierta profilaxis.
P.- ¿Crees que en la izquierda actual ha perdido un poco el sentido del humor?
R.- Le falta humor a la política en general. Pero los que los que amenazan con un departamento de abogados, los que mandan burofax, suelen ser los de la derecha, no los de la izquierda. Nosotros no hemos recibido ningún burofax de ningún partido de izquierda. Todos los burofaxes que hemos recibido han sido de partidos de derechas. Tú sabes lo que vale contratar a un abogado que estudie el caso, que te diga si es viable poner una demanda, el procurador, el notario o lo que sea. Eso vale dinero. Y ellos lo hacen. ¿Por qué? Porque tienen dinero. El uso del entramado judicial para acallar bocas se practica constantemente, especialmente con perfiles como los nuestros, porque ellos saben perfectamente que no tenemos grupos mediáticos detrás, apoyándonos. Colaboramos en la SER, pero la SER no es propietaria de El Mundo Today ni te va a salvar el culo, ni te va a pagar un abogado nunca. Lógicamente, claro, porque tú no eres su propiedad. Entonces saben que somos dos tíos y lo que nos costaría gastarnos 4.000 o 8.000 euros para responder a una demanda. Y eso siempre ha venido de la derecha.
P.- Hablemos de de tu novela. Has descrito tu trabajo en El Mundo Today como coral y colaborativo, lo cual entiendo que contrasta con la soledad que implica la escritura de una novela.
R.- Sí, de hecho, yo escribo una novela, en primer lugar, porque sentía que necesitaba enfrentarme a un proceso de desarrollo largo. Estoy muy acostumbrado a escribir artículos de forma rápida, a publicarlos y a obtener los likes y los comentarios en el momento. Esa inmediatez de la gratificación instantánea puede generar una especie de vicio, y hay algo en mí que me llamaba a romper esa dinámica, o al menos, a explorar otras cosas que me ofrecieran mayor resistencia. Y del fruto de esta inquietud nace esta novela. Por supuesto, también viene de un proceso de autoexamen y de soledad. Aunque es ficción pura y dura y no hay ningún aspecto literalmente reconocible de mi vida, yo he volcado en ella muchas cosas de mí, cosas de las que nunca había hablado antes. Y efectivamente, cuando tú compartes eso por primera vez, tiene un efecto en la gente que te conoce bien.
P.- ¿Eras pudoroso con todo esto?
R.- La verdad es que, como se ha producido de manera tan visceral, no era algo que yo planeara. Yo empecé de manera muy visceral y luego, al terminar de escribir, me di cuenta de lo que había hecho, de las cosas que habían emergido en el proceso. No tuve tiempo de pensarlo. Muchas veces aparecen como espectros, personas a las que conozco y que sé que eso que estoy diciendo en ese momento les resonará. Cuando terminé la novela, sabía perfectamente a quién le iba a encantar de mis amigos. Los tengo muy presentes. Es algo así como mi foro.
P.- También está presente el humor.
R.- De hecho, el punto de partida de la novela también es cómico, porque es un tipo que recibe un mail de una chica rusa: un mail claramente de spam que todos mandamos a la carpeta de correo no deseado. Sin embargo, él, que tiene tanta necesidad de conectar con alguien, se aferra a ese correo y responde, y entabla una suerte de relación, aunque el lector sabe que esa mujer rusa no existirá. Pero él se aferra a eso. Y sobre esa relación construye un relato de su día a día, que tiene mucho, en su caso, de terapéutico, de contarle a alguien lo que no le cuenta a nadie, porque no tiene a nadie con quien hablar. Es una persona absolutamente aislada y sola, desamparada afectivamente. Entonces, de repente, él mismo, por pura desesperación, se construye un interlocutor. Luego la novela acaba retratando un universo realmente oscuro, asfixiante, con momentos de comedia involuntaria, que actúan también como respiro para el lector, porque si no, esa novela no sería soportable.
P.- Es una novela epistolar, donde el protagonista y narrador se expresa de una manera muy acelerada, y lleva al lector a seguir el mismo ritmo.
R.- Y a mí me llevó también. Es una novela que se lee como se escribió. La escribí en orden cronológico y tiene poca edición, poco mangoneo. Me daba mucho miedo manosearla demasiado y romper esa magia, que es la energía interna de la novela. Si empezabas a mover las piezas del puzzle, te cargabas esa chispa. Entonces también pensaba: «Jolín, eres el típico autor novato que no quiere que le toquen el manuscrito». Tampoco era esa mi actitud. De hecho, el manuscrito se tocó, pero quirúrgicamente. Se tocó con mucho cuidado y afortunadamente, el editor lo comprendió y estaba de acuerdo conmigo. Pero la escribí desde un fogonazo y creo que el lector la lee así también.
P.- ¿Y cómo has quedado después de terminarla?
R.- Estoy ya con otra cosa, pero terminé la novela devastado. No cansado, emocionalmente devastado. Hecho trizas porque es algo parecido a lo que les sucede a esos actores que se meten mucho en un papel, le prestan al personaje sus emociones, se mezclan con él y luego salir de allí, desconectar el interruptor y volver a tu vida cuesta.
P.- Terminamos con la pregunta habitual: ¿a quién te gustaría que invitáramos a Vidas cruzadas?
R.- Os recomiendo que invitéis a Alberto González Vázquez, Querido Antonio, que aparte de ser uno de mis mejores amigos, es una de las personas más interesantes que conozco.