THE OBJECTIVE
Cultura

Gaudí, un arquitecto para la eternidad

La reedición de ‘Gaudí’, de Juan-Eduardo Cirlot, confirma la creciente veneración por este artista genial

Gaudí, un arquitecto para la eternidad

El lagarto del Parque Güell, símbolo de la obra de Gaudí. | Wikimedia Commons

Gaudí constituye una magnífica aproximación a los territorios creativos que el arquitecto exploró a lo largo de su vida. Su autor, el poeta y ensayista Juan-Eduardo Cirlot (1916-1973) cuenta en su haber con otras obras imperecederas: por ejemplo, su Diccionario de símbolos (1968). Como crítico de arte, Cirlot brilla de forma especial en este estudio sobre el artífice de la Sagrada Familia, un volumen que, gracias a sus constantes reediciones, regresa a las librerías desde hace décadas. 

Convertido con el paso del tiempo en un texto imprescindible para especialistas y legos en la materia, el Gaudí de Cirlot encabeza la lista de los libros necesarios para comprender el alcance de este personaje. Dejando aparte los estudios de Joan Bassegoda, otros títulos para esa biblioteca gaudiniana serían Gaudí. La obra completa, de Rainer Zerbst (Taschen, 2019), Antoni Gaudí (Debolsillo, 2020), de Gijs van Hensbergen, y Antoni Gaudí. Escritos y documentos, editado por Laura Mercader (El Acantilado, 2002).

Aunque estos y otros libros nos sitúan frente a un Gaudí clásico, convertido en leyenda, lo cierto es que su fama actual explotó de una forma un tanto inesperada. Es más: no han faltaron en el siglo XX quienes quisieron despreciar e incluso destruir el legado del arquitecto.

Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, | Wimedia Commons

Objetivo: dinamitar la Sagrada Familia

Aquel 7 de junio de 1926 debió de parecerle a Gaudí un día similar a cualquier otro. Con las mismas rutinas ‒rezar en la capilla de San Felipe Neri‒ y la misma conclusión ‒cenar y entregarse al sueño en la oficina de la Sagrada Familia‒. Por desgracia, mientras caminaba ensimismado, el anciano Gaudí no advirtió a tiempo el potente quejido del tranvía. Malherido en la calle, sufrió otro infortunio tras ser arrollado por la máquina: la indiferencia de los paseantes, convencidos de que era un vagabundo y no merecía su caridad. 

Desconocemos cuánto tiempo pasó exactamente hasta que el moribundo acabó, gracias a un buen samaritano, en el Hospital de la Santa Cruz. Falleció tres días después. 

Cuando se descubrió su identidad, Barcelona entera se conmovió. De forma reveladora, Antoni Gaudí abandonaba este mundo como esos pobres con los que tanto se identificó en vida. Su agonía, propia de un franciscano, fue recordada con respeto por el cortejo fúnebre que lo acompañó hasta ese templo aún inacabado.

Debemos intercalar aquí otra tragedia. Quien reconoció a Gaudí tras el accidente, Mosén Gil Parés, capellán de la Sagrada Familia, fue asesinado en 1936 por las Patrullas de Control ‒la policía revolucionaria dependiente del Comité Central de Milicias Antifascistas‒. La persecución religiosa de aquellos días, ejercida por anarquistas e izquierdistas, supuso, entre otras muchas muertes, la de otras once personas vinculadas con el templo y la figura de Gaudí.  

Los revolucionarios también se ensañaron con el patrimonio artístico relacionado con la Iglesia. En el caso de la Sagrada Familia, fueron los anarquistas de la FAI quienes hicieron todo lo posible para no dejar piedra sobre piedra. Incendiaron el archivo, los dibujos, los planos y la correspondencia de Gaudí, para luego destruir los talleres donde se custodiaban las esculturas y maquetas. Después de reducir a cenizas la memoria del arquitecto, quemaron otras partes del edificio, y además, destrozaron y profanaron las tumbas. Por fortuna, no triunfó su proyecto de dinamitar la fachada del Nacimiento y las torres

Un desubicado George Orwell bromeó diciendo que los anarquistas «demostraron muy mal gusto al no volarla cuando tuvieron ocasión de hacerlo». 

Al recordar todo esto, se advierte la gran paradoja que nos plantean Gaudí y su principal obra. El arquitecto que murió como un ermitaño y ese templo que estuvo a punto de ser demolido durante la guerra son, en la actualidad, dos emblemas excepcionales para Barcelona y para el conjunto de España. Para millones de visitantes, la Sagrada Familia es hoy un destino turístico enormemente atractivo. Ya lo ven: la genialidad de Gaudí es tan inconfundible que no hay forma de que pase inadvertida. 

Portada del libro

Un escenario fantástico

Nacido en 1852, Gaudí aprendió en el taller de su padre los secretos de la forja. Esta y otras habilidades artesanales ‒como el trencadís, o aplicación de fragmentos cerámicos​‒ pronto se incorporaron a su estilo. Además de una piedra angular del modernismo, Gaudí es un ejemplo de cómo la burguesía catalana protegió a los artistas ‒su mecenas fue Eusebio Güell‒. En todas sus creaciones rebosa una inventiva portentosa, admirada por todos aquellos que visitan el Palacio Güell, el Parque Güell, la Casa Batlló, la Casa Milà (La Pedrera), la Casa Vicens o la cripta de la Colonia Güell.

Sin duda, el lenguaje del arquitecto se sublima, de forma muy particular, en la Sagrada Familia. Gaudí creó en esta basílica un escenario fantástico y majestuoso, cargado de simbolismo, que condensa su religiosidad. 

Al margen de las innovaciones ornamentales y del itinerario católico que se despliega en sus formas, lo más llamativo es que el templo imita las formas de la naturaleza, con paraboloides, hiperboloides y helicoides, en lo que viene a ser una analogía de la Creación divina: materia dotada de vida, con texturas y geometrías orgánicas. Con ello, se anticipaba Gaudí a la moderna arquitectura biomimética, cuyos diseños parten de un atento estudio de la biología.  

Todavía quedan unos cuantos mitos que convendría matizar. Por ejemplo, aunque se ha querido politizar su figura, lo cierto es que el arquitecto se preocupaba más por cosas que no son de este mundo. En todo caso, su amor por la cultura catalana se alineó con el apoyo a una «España grande», tal y como explica en este revelador testimonio: «Yo me parezco a mi padre ‒escribe‒, el cual (…) reprobaba el separatismo; era un entusiasta defensor de los ideales regionalistas y de la España grande, concebida por Cambó».

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D