Monkey Business

Capítulo 30: La noticia

THE OBJECTIVE publica en exclusiva y por entregas la nueva novela del escritor Álvaro del Castaño. Cada día, un nuevo capítulo de un thriller de acción electrizante que, a su vez, es un espejo que refleja la realidad que a menudo preferimos ignorar

Álvaro del Castaño

Publicado: 18/12/2023 • 03:30

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Ilustración de Alejandra Svriz.

6 de Marzo de 2023

¡¿A qué sabrá la victoria?! Esa era la pregunta que rondaba la cabeza de Gracia en las últimas horas, esperando una resolución positiva del enorme embrollo en el que estaba hundida desde hacía meses. La sensación que tenía ella en estos momentos no era aún la del triunfo, ni la del éxtasis mental o corporal que proporcionaba el éxito. La descarga de adrenalina seguida de la narcótica sensación de placidez que genera el logro de los objetivos más rotundos le era todavía ajena. Sus sentimientos eran, en contraposición a la sensación de victoria que ella anhelaba, absolutamente caóticos. Estos transitaban desde la inmensa alegría a la tristeza más absoluta, pasando por un brote de energía inusitada, para terminar recalando en el agotamiento físico y mental. Vivía en una montaña rusa emocional que delataba los probables coqueteos de su psique con la depresión. En los últimos meses habían ocurrido muchas cosas, demasiadas, y todas malas. La más desagradable era, sin ningún género de dudas, las muertes que habían sembrado su camino vital de una tristeza irreparable, la tristeza del adiós definitivo. La muerte de su jefa, su admirada Manuela Montoya, la dejó golpeada y desvalida. El asesinato de su queridísimo mentor Ricardo Urruticoechea, la condenó a la orfandad emocional e intelectual. La desaparición de su madre enferma, la condujo a un hondo pesar y un triste arrepentimiento. Pero estos no habían sido los únicos obstáculos a los que se había enfrentado en el arduo camino que acababa de recorrer. Desde hacía varias semanas se había convertido en una fugitiva de la justicia, viéndose abocada a una condena a cadena perpetua vital, y a una sentenciada a muerte. Había tenido que evitar la guadaña que pendió sobre su cabeza en un par de ocasiones. Para sobrevivir tuvo que manchar sus manos de sangre y matar. Por otro lado, había estado condenada a ser la protectora de un gran enemigo histórico de Agartha y de su querido Urruti, el viejo de Badía. Había hecho mucho daño y engañado a su compañero de vida. Y, finalmente, fue partícipe del más vil de los chantajes a unas torturadas y solitarias almas. Todas estas vivencias eran puntos de sutura que cosían la enorme cicatriz vital que la marcarían hasta el fin de sus días.

Pero Gracia, que afortunadamente a veces veía el vaso medio lleno, notaba que todo este trayecto la había reforzado como persona. Estas experiencias la conducían a un conocimiento profundo de su propio yo y la convertían en un mejor ser humano. Las tristezas irreparables sufridas eran moretones que debería portar con orgullo, feliz de haber conocido a esas personas, en vez de concentrarse en el inmenso dolor que causaba su ausencia. Comprendía que toda desgracia tenía algo de positivo. Ahora estaba saliendo del largo y oscuro túnel en el que se había introducido. Por fin atisbaba los primeros rayos de una luz —caliente, potente y embriagadora— que debería materializarse en una segunda oportunidad que le brindaría la vida. Pero aún no se podía cantar la victoria definitiva. Porque Gracia era una fugitiva, su vida corría peligro, y tenía que mantenerse escondida y a salvo hasta el desenlace.

El plan para desmontar la estructura del complejo andamiaje del acuerdo tripartito había comenzado ya. Ruiz Ahmed había viajado de Rabat a Madrid tras su exitosa reunión con el general Souliman, y había descargado los audios obtenidos por Marruecos y recibidos confidencialmente a través del jefe del DGED en una serie de pen drives. Uno de ellos, el que para ella era el más importante, lo había enviado ya a la atención de Paulo Sobrino en la redacción de The Objective. El resto de pen drives esperaban apilados los próximos pasos del plan sabotaje de Monkey Business. El día antes de la entrega del material a The Objective, Gracia había enviado otro mensaje de SMS a Paulo desde su burner phone, alertándole de una información que iba a recibir relacionada con el mensaje que había recibido sobre que el atentado no era yihadista. En el último texto se le exigía que se preparase para entrar en una vorágine de trabajo, reuniendo a un nutrido equipo de analistas para peinar centenares de horas de audios. Afortunadamente, Paulo le dio toda la credibilidad y preparó todos los medios necesarios para afrontar esa hipotética situación. Su instinto periodístico le convenció de que merecía la pena tomar el riesgo de organizarse, quizá en balde, ante esa eventual situación.

Badía y Gracia esperaban pacientemente el desenlace de los acontecimientos desde el salón de su escondite parisino, del que no habían salido en ningún momento en los últimos días, desde la operación en Le Marais. Gracia no tenía otra opción que la de esperar y realmente tampoco quería, ni debía, perder de vista al comandante. Las vidas de ambos seguían unidas y corrían peligro todavía, y quizá mucho más ahora que Marruecos estaba alertada del chantaje. Era muy posible que los marroquíes hubieran alertado a las demás partes involucradas en el escándalo para intentar ganar la partida de Ceuta y Melilla, aunque Gracia le daba pocas posibilidades a esa alternativa. Además, Badía tenía que ser custodiado y vigilado hasta su entrega a la CIA, de cara a su futura incorporación al programa de protección de testigos que le habían prometido. El comandante estaba extremadamente tranquilo, pues tenía una salida clara, hubiera un desenlace positivo o no. Quizá por ello estaba más relajado de lo habitual. Parecía haber ganado ya su partida.

En cuanto a Paulo Sobrino, desde la recepción de la información proporcionada por Ruiz, se había puesto a procesar de manera compulsiva los centenares de horas de grabaciones. Sabía que contaba con la exclusiva informativa, pero solo durante un estrecho margen de tiempo, porque junto con el pen drive, había recibido una notificación que le daba solamente 24 horas de ventaja sobre los demás medios de comunicación. Tenía un tiempo de exclusividad para analizar y publicar la información, pero debía aprovecharlo al máximo para ser el primero en dar la noticia. Al cabo de un día, la misma información sería recibida en las redacciones de los medios más relevantes a nivel nacional e internacional. Era la oportunidad de su vida, y Paulo no iba a desaprovecharla. Tenía que ir desentrañando la información, ordenarla, recomponerla, analizarla y hacerla pública contrarreloj.

Fue ya pasada la una del mediodía del 6 de marzo, es decir, casi treinta horas después de la entrega del material a The Objective, cuando la noticia explotó como una bomba de racimo entre la opinión pública. Paulo irrumpió con un informativo especial en directo, interrumpiendo la programación habitual de la cadena de televisión. Su editorial pasaría a la historia del periodismo mundial. El rótulo sobreimpreso en la parte inferior de la imagen era extraordinario:

“El Presidente Pérez, culpable de traición, cooperación con el narcotráfico y blanqueo de capitales, en el marco de una operación de corrupción internacional que involucra al primer ministro británico, Marruecos, Venezuela y Gibraltar, y que acaba con el acuerdo tripartito”.

Todos los medios de comunicación a nivel mundial inundaron sus canales con el contenido originado en The Objective. Las redes sociales se convirtieron en un maremagno de excitación, acusaciones, reproches, incredulidad, y para finalmente acabar aceptando la cruda realidad. Las radios comentaban en sus programas especiales, junto con tertulianos especializados, los titulares avanzados por Paulo en su informativo especial. Cada nueva pista proporcionada por The Objective provocaba un terremoto informativo.

Paulo brilló en el tratamiento y en el enfoque de la noticia. Si el día de los atentados yihadistas del 11M fue la catapulta que le lanzó a la fama nacional, esta exclusiva sería su consagración en el olimpo del periodismo internacional. Su inteligente análisis político de la situación, y, sobre todo, las consecuencias de este eran probablemente el mejor golpe mediático de la edad moderna. Por primera vez en la historia, un medio de comunicación había decidido enfocar casi todo el contenido de su exclusiva mundial en las redes sociales, especialmente en Twitter. En esa plataforma iba dando con cuentagotas todos los titulares de manera secuencial y ordenada, enlazándolos con el contenido propio de The Objective, de manera que monopolizaban el origen de la noticia, conduciendo el tráfico informativo a su página web, y todo de manera extremadamente eficiente en términos de recursos empleados. Con este mecanismo conseguían también un impacto a nivel mundial. Los tuits se repetían en inglés para lograr ese deseado alcance global. Esa sucesión eficientemente administrada de microinformaciónes generaba una adicción a la noticia, obligando a todo el mundo a estar constantemente pendiente de lo que iba sacando el periódico. Paulo no solo se convertía en el periodista más famoso del mundo, sino que con su innovadora política de gestión del contenido informativo creaba un estilo propio y lanzaba su periódico a la más alta cima de los medios informativos.

Cada tuit era más demoledor que el anterior. Cada uno un bombazo en sí mismo que provocaba otros bombazos en diferentes países. Los tuits, siempre acompañados de links a informaciones ofrecidas por The Objective u otros medios de comunicación, acumulaban cientos de millones de visitas: