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Philippe Sands y el fin del colonialismo

El escritor y abogado recorre en ‘La última colonia’ la lucha legal del archipiélago de Chagos y Mauricio con Reino Unido

Philippe Sands y el fin del colonialismo

Tropas británicas en Ladysmith, durante la guerra de los bóeres, en 1900. | John Henry Frederick Bacon

Liseby Elysé tenía 20 años cuando el 27 de abril de 1973 le obligaron a subirse a un barco con destino a Mauricio desde su hogar en la pequeña isla de Peros Banhos, perteneciente al archipiélago de Chagos, un enclave bajo control británico desde principios del siglo XIX, cuando los franceses se la cedieron tras la derrota de Napoleón. «Recuerdo la música »–relataría tiempo después–. «Todos los sábados por la noche había un baile para toda la comunidad, nos juntábamos todos. Lo llamábamos la soirée. Teníamos nuestra propia música y nuestras propias canciones. Nos encantaba cantar y bailar hasta altas horas de la noche. Entonces, un día, todo cambió». 

Embarazada de cuatro meses, obligada a llevarse tan solo una maleta con sus pertenencias más imprescindibles, junto a ella viajaban el resto de los habitantes del lugar. Lo hicieron en la oscuridad y con alevosía en un trayecto que duró cuatro días. El hijo que Elysé estaba esperando murió nada más nacer. Antes de partir, cuenta Philippe Sands en La última colonia (Anagrama), «ella no sabía que ahora era habitante de una nueva colonia británica en lugar de ciudadana de una Mauricio independiente. No sabía nada de ningún acuerdo con Estados Unidos. Y tampoco sabía que su tiempo en Peros Banhos pronto llegaría a su fin, que en breve sería expulsada de su hogar y deportada de la isla, junto con todos sus demás habitantes».

Portada

Todos ellos no eran más que un daño colateral de las políticas colonialistas y de la larga sombra de una Guerra Fría que quedaba muy lejos de África. Aquel traslado forzoso era la consecuencia directa de que Estados Unidos sintiera la necesidad de instalar una base militar en la isla de Diego García, y evitar testigos, para lo que hubo que vaciar la población autóctona de las islas próximas. «En el verano de 1973, toda la población de Chagos había sido expulsada por la fuerza; unas mil quinientas personas. Dejaron atrás casas y posesiones, muebles y animales, entre ellos muchos perros. Estos animales domésticos crearon otro problema, que se intentó solucionar con balas y estricnina. Al fracasar esta solución, se optó por capturar a los perros, encerrarlos en un secadero de copra, gasearlos y luego incinerarlos».

Una lucha esperanzadora

Colonia de Reino Unido, aquellas islas habían sido desgajadas de Mauricio en 1965 bajo el nombre de Territorio Británico del Océano Índico, lo que impidió que cuando la isla se independizó en 1968 lo hiciera también el archipiélago. Fue el primer ministro mauriciano, Navinchandra Ramgoolam, quien contrató a Philippe Sands, especializado en Derecho Internacional, para defender la independencia del resto de las islas y el derecho al retorno de sus ciudadanos. «He acudido a usted debido a su libro sobre Irak» –le dijo en aquella ocasión–. «Quiero un abogado que se sienta cómodo enfrentándose al Gobierno británico». 

Autor de varios libros, Sands había publicado para entonces un ensayo sobre las ilegalidades cometidas en la guerra de Irak titulado Lawless World, al que siguió Torture Team, sobre el uso de la tortura por parte de la Administración Bush. Además, como abogado, había participado en destacados juicios internacionales en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y en la Corte Penal Internacional de La Haya, como los casos de Pinochet, la guerra de Yugoslavia, el genocidio de Ruanda, y las torturas a presos en Guantánamo. Aunque nada de lo anterior, afirma en una entrevista concedida a THE OBJECTIVE, impidió que siempre se sintiera «totalmente cómodo» en su oficio. «Llevo mi independencia como una insignia de honor y respeto profundamente que el Gobierno de Reino Unido nunca me haya causado dificultades».

En cuanto Sands conoció a Elysé, lo tuvo claro. «La amé desde el primer momento en que sonrió. Me evocó recuerdos de una bisabuela que nunca conocí, deportada con una maleta». Sobre su propia memoria familiar, el autor había escrito ya anteriormente en el magistral Calle Este-Oeste (Anagrama, 2016), donde abordaba los orígenes del concepto legal de genocidio y de los crímenes contra la humanidad cometidos durante la Segunda Guerra Mundial, relacionados con la historia de su abuelo, Leon Buchholz.

Bandera de Mauricio Británico

En el caso particular de Chagos a Sands le llamó la atención «la dignidad, la fuerza y el compromiso que habían alcanzado en su lucha emblemática del legado colonial. De los chagosianos me impresionó el compromiso y su gobierno, su paciencia e inteligencia, y el deseo de crear una estrategia que produciría (y produjo) un resultado. Puede que al final sea una historia esperanzadora después de todo», señala. No en vano, cuando el escritor francés y Premio Nobel Jean-Marie Le Clézio se enteró de la historia de Mauricio, escribió una carta al presidente Barak Obama para que interviniera. «Las ideas importan, las palabras importan, la escritura importa. Estoy profundamente agradecido al señor Le Clézio por su carta. Demostró que importaba», afirma Sands.

En 2018 el caso de Chagos llegó al Tribunal Internacional de la Haya y ante ellos se dirigió Elysé, sin saber ni leer ni escribir, con un discurso de tres minutos y 47 segundos. El 25 de febrero de 2019, la Corte Internacional de Justicia dictaminó que Reino Unido debería abandonar el archipiélago, a lo que el Gobierno británico se negó. Sin embargo, en noviembre de 2022, dos semanas después de que se publicara la primera edición inglesa de este volumen, Londres y Mauricio decidían iniciar conversaciones sobre el ejercicio de la soberanía. Unas negociaciones que aún hoy continúan. «¿Ha pagado el Reino Unido? Por supuesto que no, pero es posible que aún lo haga», afirma optimista el abogado. En ese sentido, Sands opina que «el fallo de Chagos es emblemático. Señala la posibilidad de un nuevo momento».

¿El fin de la ONU actual?

Autor de otras novelas como Ruta de escape, que profundizaba en la huida de nazis de Europa a través del Vaticano, Sands se dedica actualmente a asesorar al Gobierno de Volodímir Zelenski en la creación de un Tribunal Especial para juzgar el ataque de Rusia a Ucrania. «La justicia» –dice– «es siempre una partida larga». En La última colonia utiliza el pretexto de Chagos para repasar la historia legal del colonialismo, especialmente los crímenes de lesa humanidad, que implican la deportación o traslado forzoso de un grupo de personas de un territorio a otro. Sin embargo, se plantea el autor sobre la utilidad de estas normas, «¿las leyes sobre violación y asesinato detuvieron la violación y el asesinato?».

Reconoce, no obstante, que hacen falta cambios. «La ONU necesita una reforma radical. La composición del Consejo de Seguridad es un absurdo histórico. El mundo de 1945 no es el mundo de hoy». En marzo, intervendrá como abogado de la Autoridad Palestina en la Corte Internacional de Justicia sobre las consecuencias jurídicas derivadas de las políticas y prácticas de Israel en el territorio palestino ocupado, incluido Jerusalén Oriental. «Estoy en contra de los dobles raseros, tengo una visión a largo plazo», señala sobre los últimos acontecimientos en la región. 

Mientras que sobre la situación actual española, advierte de que «una amnistía legal sin un proceso de verdad y reconciliador, o algo similar, probablemente fracasará y volverá a atormentarnos». Comprometido, el abogado cuenta que dedicará gran parte de lo que le queda de su vida jurídica al cambio climático, con el que ya lleva mucho tiempo implicado, y al ecocidio. «Me hubiera gustado que los tribunales internacionales hubieran ido más rápido y más lejos en materia de medio ambiente».

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