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Cultura

'El barco de Teseo' contraataca

El éxito de este homenaje al libro físico tiene mucho que decir sobre las entrañas de la revolución digital

‘El barco de Teseo’ contraataca

El ejemplar viene con varios «elementos complementarios» entre sus páginas. | Duomo Ediciones

El libro. Qué gran invento. El penúltimo arreón digital, moda IA mediante, nos lleva de vuelta a lo profundo del (quizá) objeto más maravilloso inventado por el ser humano. Como una resaca del mar que surca el barco de El barco de Teseo (Duomo Ediciones). 

Porque El barco de Teseo es un libro que quiere ser libro sobre todas las cosas. Un libro que presume de ser libro, que exhibe sin pudor (y quizás hasta el exceso, pero podemos perdonarlo) su… ¿literalidad? 

Paradójicamente, y esto es casi lo mejor, su creador es un icono de la era audiovisual. J. J. Abrams. Sí, el de Lost (Perdidos), aquella paranoia que fascinó a los televidentes de principios de siglo, con internet a las puertas. También de cosas como Fringe, en TV, o los reboots cinematográficos de Star Wars y Star Trek, nada menos, además de alguna de Misión Imposible, la deliciosa Super 8…  En fin, ese tipo. 

Con la ayuda en la fontanería de Doug Dorst, un escritor sólido pero poco conocido, Abrams ha intentado explotar al máximo las posibilidades narrativas del libro como objeto físico. De hecho, el momento cumbre para su lector sea eso tan de moda últimamente bajo el palabro unboxing, experiencia con la que alucinan unos youtubers que lo mismo todavía no saben quiénes son los Reyes Magos, por ejemplo. 

El barco de Teseo viene dentro de un estuche de cartón. Tiene sentido más allá del marketing: evita que se caigan los más de 20 «elementos complementarios», como los llama la editorial, entreveradas entre sus 472 páginas. 

¿Truco publicitario para vender un producto premium? A lo mejor. Pero J. J. Abrams prefiere (y/o añade) esta explicación: «En este momento de correos electrónicos y mensajes de texto, y todo lo que se mueve en la nube de una manera intangible, este libro es intencionalmente tangible. Queríamos incluir cosas que realmente puedas tener en la mano: postales, fotocopias, páginas de blocs de notas o un mapa en una servilleta»

¿Una servilleta dentro del libro? Y postales y cartas y de todo y alguna cosa por el final que no contamos para no hacer spoiler. De tanto en tanto, a la vuelta de cualquier página, salta una Cosa revolucionariamente no digital. Recreada con un realismo notable, por cierto. 

Búsqueda

Pero la magia del libro comienza a funcionar antes de todo eso, que lo remata. Diseñado como si fuera un libro de la biblioteca de la ficticia Universidad de Pollard, en EEUU, la imprenta se las ha apañado para darle a las hojas el tono sepia de los libros muy usados. Yo juraría (aunque no sé, puede ser sinestesia o algún otro problema mío) que huele a libro usado.    

Porque está muy usado. Y ahí radica la clave narrativa del invento. Cada página viene ya manchada de anotaciones ajenas, tanto a bolígrafos y rotuladores de varios colores como a lápiz, que añaden a la trama de la novela otra que la completa y supera.

El barco de Teseo se supone que es la última novela de V. M. Straka, un enigmático autor de principios de siglo XX. Trata de un hombre que sufre amnesia, es secuestrado y emprende un extraño y sugerente viaje a bordo de un barco. En los márgenes del libro, un torturado especialista en la obra de Straka anota comentarios que son respondidos por una estudiante que atraviesa una (basta convencional, la verdad) crisis vital. 

Portada del libro (o de la caja que contiene el libro). | Duomo Ediciones

Comienza una relación epistolar en la que la típica tarjeta de préstamos bibliotecarias al final del libro hace las veces de índice cronológico. Mientras discuten sobre el libro y su autor, los glosadores desarrollan una trama que mezcla la novela de campus y el thriller impulsado por el misterio de la identidad del autor. Y, por supuesto, se van enredando en una intimidad cada vez más intensa.   

A lo largo de los textos que discurren en paralelo, el lector va descubriendo cómo tanto el protagonista de la novela como su autor y la pareja que se escribe en los márgenes (o sea, lectores, o sea, ¿tan reales como nosotros?) coinciden en una misma búsqueda existencial. El mito del barco de Teseo, que fue renovándose con piezas distintas, espoleó la reflexión de los filósofos griegos: ¿seguía siendo el mismo barco tras los cambios obligados por el paso del tiempo? 

¿Son los personajes los mismos cuando la novela toca a su fin? ¿Y los lectores?

¿Son las letras de los papiros del antiguo Egipto las mismas que vemos en el Whatsapp de ayer por la tarde? 

Más allá de su calidad literaria, de la experiencia que aporte al lector, El barco de Teseo resulta significativo en sí mismo como tendencia. ¿Qué nos está diciendo la aparición de un producto como este?  

Para empezar, nos cuenta el tremendo esfuerzo de una editorial pequeña. Fundada en Barcelona en 2009, Duomo es la primera filial del grupo Mauri Spagnol fuera de Italia. Lanzó el libro en octubre tras una intensa campaña de márketing y comunicación con especial atención a las redes sociales. 

La primera edición se agotó rápidamente y las librerías ya anotan encargos para la segunda, que llegará en marzo. Las obvias dificultades de edición, dadas las características del libro, invitaron a la prudencia en la impresión de ejemplares y no permitieron un refuerzo antes de Navidades, donde ha sido uno de los libros más regalados pese a costar sus buenos 49 euros. «Miras el libro… y los vale», dice la empleada de una librería en Madrid. A ellos le llegaron 40 ejemplares, que «se vendieron en seguida».  

Copa de Aisón, del s. V a. C., conservada en el M.A.N., de Madrid: Teseo vence al Minotauro en presencia de Atenea. | Wikimedia Commons

Arco temporal

El éxito tenía truco. El barco de Teseo ya fue un bestseller hace una década. El original en inglés llegó a ocupar el número 1 en la lista de los libros más vendidos de The New York Times. En Italia alcanzó las 15 ediciones, con 75.000 ejemplares vendidos, y en Holanda, por ejemplo, ya es un longseller tras más de un año en la lista de los más vendidos. Algo parecido pasó en Alemania, Francia, Reino Unido, Portugal, Hungría, Brasil, Corea, China y Taiwán. 

Faltaba España. ¿Por qué ahora?

Evidentemente, porque Duomo Ediciones se ha atrevido. Pero el arco temporal de la tendencia tiene su interés. 

La librera antes mencionada, que prefiere mantenerse en el anonimato, cree que este tipo de iniciativas suelen tener éxito, pero a cambio de un riesgo notable. Remite a un caso icónico, algo así como una leyenda libresca: La casa de hojas (Alpha Decay). Publicada en 2000 por el estadounidense Mark Z. Danielewski, cuenta una historia de terror a través de un texto con líneas distribuidas con una irregularidad paralela a la claustrofobia y agorafobia de los personajes, y… multitud de notas a pie de página concéntricas con referencias a libros, películas y artículos académicos casi siempre inventados.  

Se trata de un caso paradigmático de literatura ergódica, aquella que requiere del lector un «esfuerzo relevante» para atravesar el texto, como explica Espen J. Aarseth en su libro Cybertext. Sí, cíber… De hecho, Aarseth explora ahí «las dinámicas estéticas y textuales de la literatura digital desde los videojuegos a la ficción con hipertexto».

¿Nos está mandando el inconsciente de vuelta al campamento base (el libro) para recordar en qué consiste eso que vamos encontrando en nuestras exploraciones cada vez más digitales (¿ChatGPT contándonos cuentos hiperconectados)? 

El libro. Siempre fue el libro. El artefacto que nos da cuenta del jardín de los senderos que se bifurcan, que diría Borges, sigue siendo el mismo. Intacto… Nunca peor dicho: en la época de lo digital y lo virtual, tocarlo es la mejor forma de recordar su esencia.  

La casa de hojas no llegó a España hasta 2013… justo cuando se publicó El barco de Teseo en EEUU, con reseñas, en general, muy positivas. Incluso los pocos que cuestionaron la trama, como el Toronto Star, reconocieron la belleza del libro como objeto. 

El ejemplar viene con varios «elementos complementarios» entre sus páginas. | Duomo Ediciones

Era digital

Quizá la crítica más interesante sea la de Wired. «Leer la novela de J.J. Abrams es como descargarte Lost en el cerebro», titularon. Ese «descargarte» (en el original, «download», que suena como más internáutico) tiene una gran importancia simbólica. Wired se ha convertido en algo así como el órgano oficial de la ideología más techie. La tecnología casi como religión. 

De acuerdo que ya se habían hecho cosas como aquellos libros de «Elige tu propia aventura», o la trama a dos tintas de La historia interminable, el puzle de Cortázar en Rayuela o… Una ristra interminable. Porque empieza con la literatura misma y nunca se termina. Toda lectura multiplica la existencia porque… ¡nos la descarga en el cerebro! 

Pero los fanáticos de la era digital necesitan (necesitamos, que todos tenemos WhatsApp) que les (nos) recuerden de la forma más evidente posible que la realidad (incluidos nosotros mismos) es (somos) como un barco que sigue siendo el mismo (y, a la vez, no) aunque le estén cambiando continuamente las piezas. 

Con La casa de hojas, el libro le sacaba músculo conceptual a un internet en ciernes. Algo así como: «A mí me vas a hablar tú de conexiones, chaval…» En España parece que nos enteramos, o nos atrevimos a enterarnos (a traducirlo y publicarlo), una década después. En 2013, con internet ya definitivamente instalada, El barco de Teseo redoblaba la apuesta dándole donde más le duele no ya enseñando… sino dejándose tocar con orgulloso deleite: «¿Quién te acaricia a ti los bits, bonito…?» A los españoles nos ha llegado, de nuevo, una década después.

¿Qué golpe tendrá preparado el libro con la IA generativa en ciernes? ¿Podría tardar un poco menos de una década en llegar a España? 

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