María Tena: la luz a través del dolor
La escritora se enfrenta a la enfermedad en la novela ‘La vida al borde’, ambientada en un solo escenario: un hospital
La escritora María Tena llega a las librerías con La vida al borde (Alba) –tras El novio chino y Nada que no sepas (premio Tusquets 2018), entre otras-, novela que se desarrolla en un solo escenario: un hospital. Allí está todo. Una visión lúcida de la enfermedad donde retrata el dolor físico y el del alma. Y lo importante no es tanto el final como el trayecto. Lo que pasa por el camino. Allí donde hay dolor también, por lo general, existe mucho amor: «Rumi, un poeta y místico persa, ya dijo: ‘La herida es el lugar por donde entra la luz’. A veces es a través del dolor, las heridas emocionales o físicas, donde podemos encontrar una mayor comprensión, crecimiento y amor. El dolor puede llevarnos a ser más compasivos, a entender mejor a los demás, a valorar las cosas importantes en la vida y a conectarnos con nuestra humanidad de una manera más profunda», explica a THE OBJECTIVE la exdirectora del Centro del Libro y la Lectura; Centro de las Letras Españolas y comisaria general de España en la Expo de Shanghái (2010).
Un drama coral donde las subtramas entre adulterios, secretos y esperanzas ponen en marcha el tema central: la enfermedad, la vulnerabilidad y la mortalidad. A la protagonista, Teresa, que espera los resultados de unas pruebas médicas tras descubrir, de nuevo, un bulto en el pecho, se van sumando Carlos, el hombre junto al que se vuelve a sentir viva; Paula, una joven un poco novelera que escribe cartas amorosas y Tomás, un señor todavía de buen ver… Juventud divino tesoro y maduros con corazón y pico de oro. Girando alrededor del amor, la amistad y el sexo: «Los hospitales son entornos ricos en emociones profundas y variadas, lo que los convierte en escenarios perfectos para explorar temas como el amor, la amistad, la entrega y el sexo en una novela. Representan aspectos fundamentales de la experiencia humana y se manifiestan de maneras particulares en este entono».
El dolor, el humor y la ternura van situándose de un modo natural. Y no es un libro de autoayuda. Tampoco una novela confesional. María Tena está en un momento de su vida en el que le apetece dar gracias por todo lo bueno que le ha pasado y todo lo que ha podido disfrutar y disfruta. Si le pregunto qué es la vida le gusta citar a Dickens: «’La vida es como andar en bicicleta. Para mantener el equilibrio, debes seguir adelante’. Sigue pedaleando y no mires atrás, no vaya a ser que pierdas el compás. La vida es memoria, en donde el pasado se teje con el futuro y de ahí parten nuestras ilusiones y sueños».
Cuentan que cuando en un lugar coinciden varias personas buenas y generosas las cosas pueden cambiar. Tal vez, una buena manera de encontrar la felicidad consistiría en dar, compartir y sobre todo amar: «¡Cierto! Además numerosos estudios han demostrado que actos de bondad y generosidad pueden aumentar los niveles de felicidad y bienestar. El sentido de conexión y pertenencia que se experimenta al amar y ser amado, así como la sensación de contribuir positivamente a la vida de los demás, pueden ser poderosos impulsores de la felicidad», afirma la autora.
Esperanza
La vida al borde se lee a buen ritmo. Un texto de esperanzas, amor, ardor sexual disfrutado a gritos y sufrido en silencio. La literatura vence como terapia contra la crispación. Madres, padres, amantes, atrevidos, dolientes, únicos en la enfermedad y la vida sobrellevando los golpes caprichosos del destino. «Hay que partir del concepto de que lo que nos une es más de lo que nos desune para ser verdaderos compañeros en las jugadas de la vida», añade María Tena. Y, que te quieran no depende de uno; quien te quiere, te quiere a pesar de cómo eres y a pesar de conocerte: «El amor es muchas veces incomprensible, no está sujeto a lógica, la amistad sigue los patrones del azar, y las amistades no las eliges te eligen en muchos casos».
«Según Susan Sontag, ‘la enfermedad es el drama del cuerpo; el sufrimiento, el drama del alma’. Esta frase encapsula la idea de que la enfermedad no sólo afecta el cuerpo físico, sino también el estado emocional y mental de una persona. La enfermedad puede desencadenar una amplia gama de emociones, y reconocer y enfrentar esas emociones es fundamental para la curación y el bienestar emocional. La capacidad de drenarlas a través de la palabra es un método útil y eficaz para disolver los problemas. Las emociones al igual que el cáncer pueden ser abrumadoras, pero aprender a canalizarlas, ya sea a través de la escritura u otras formas de expresión, puede ayudar a encontrar un sentido de calma interior y fortaleza emocional», dice la escritora.
María Tena combate la enfermedad con la escritura. Sabe de lo que habla. Desde el epicentro del alma nos descubre vidas sin adornos ni florituras. Invita a exprimir la vida hasta su última gota y a la esperanza. «Esta bella cita de Lao Tse lo resume muy bien: El acto más sublime es ser generoso. El acto más grande de valor es perdonar. El acto más poderoso es el amor».