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Historias de la historia

La organización terrorista OAS nació en Madrid

Los partidarios de la Argelia Francesa fundaron el 10 de febrero de 1961, la OAS, responsable de 2.000 muertes

La organización terrorista OAS nació en Madrid

El fundador del grupo terrorista OAS, Pierre Lagaillarde. | Wikimedia Commons

La Torre de Madrid es un edificio emblemático de la capital de España, durante muchos años fue el rascacielos más alto de la ciudad. Vivir allí en un apartamento no resultaba precisamente barato, pero el caballero francés no tenía problemas de dinero. Monsieur Lagaillarde era diputado de la Asamblea Francesa, lo que suponía unos ingresos que en la España de antes del desarrollo resultaban muy altos.

En realidad Pierre Lagaillarde era un exilado político, perseguido en Francia por conspirar contra el presidente De Gaulle. Lo irónico del caso es que Lagaillarde, carismático caudillo de los pied-noirs (los franceses nacidos en Argelia) había iniciado la insurrección que en 1958 derribó a la IV República Francesa y trajo al poder al general De Gaulle. Los pied-noirs y el Ejército francés, encabezado por jefe militar de Argelia, Raoul Salan, que había decidido el éxito aquella insurrección, le entregaron el poder a De Gaulle pensando que acabaría con la rebelión de los independentistas musulmanes, que era el hombre enérgico y autoritario que, sin la rémora de la izquierda que ataba las manos a la IV República, ganaría la Guerra de Argelia. Pero De Gaulle resultó ser un pragmático que pensaba que el conflicto argelino era un lastre para Francia, y en vez de aplastar a los nacionalistas argelinos se puso a negociar con ellos.

Desde la óptica de Lagaillarde había que empezar de nuevo desde cero, es decir, había que derrocar a De Gaulle e implantar un nuevo régimen presidido por el general Salan, dispuesto a ganar la Guerra de Argelia. Ésa era la cuestión que se discutía en el apartamento de la Torre de Madrid aquella tarde del 10 de febrero de 1961. Entre los asistentes estaba el propio Raoul Salan, exilado desde hacía unos meses en Madrid, que vivía en la misma calle que Lagaillarde, en el Hotel Princesa.

También estaban Marcel Ronda, un pied-noir de origen español, como gran parte de los «franceses de Argelia», capitán de la milicia con amplia experiencia en la lucha contra la guerrilla independentista, y el joven Jean-Jacques Susini, líder estudiantil pied-noir, un auténtico animal político, un agitador nato que empezó a militar en el Partido Comunista Francés, hasta que el PCF apoyó la independencia argelina. Susini llegaría a ser condenado a muerte dos veces, aunque escaparía siempre a la sentencia letal.

Esa noche iban a asistir a una cena decisiva para el futuro de Argelia y querían dar la impresión de contar con un movimiento estructurado. Había que buscarle un nombre, y alguien recordó que durante la ocupación alemana de Francia en la II Guerra Mundial surgió una organización llamada Armée Secrète (Ejército Secreto), fruto de la unión de los tres principales grupos de la Resistencia contra los alemanes. El nombre tenía por tanto una suma de connotaciones positivas: patriótica, la lucha contra la ocupación extranjera, reivindicativa de la libertad, la lucha contra el nazismo, y unificadora.

«La OAS se convierte en una organización terrorista que estremecería a Francia durante varios años»

Para no usar exactamente el mismo nombre decidieron llamar a su movimiento Organization de l’Armée Secrète (Organización del Ejército Secreto). Así nacería la OAS, que se hará tristemente célebre en los años 60 como grupo terrorista, con 2.000 muertos en su haber, más que ETA o cualquier otro grupo terrorista europeo. Sin embargo, en ese momento de la fundación sus creadores no pensaban en convertirse en terroristas clandestinos, sino en protagonizar una rebelión militar que les llevaría al poder.

Para eso, el primer paso se iba a dar en la cena que esa noche les aguardaba.

Serrano Suñer

El anfitrión que les da de cenar en su casa es un hombre que lo ha sido todo en España, pero que ya no es nada: Ramón Serrano Suñer. Ha sido jefe de la Falange, jefe de Propaganda, ministro del Interior, ministro de Exteriores, como abogado del estado ha diseñado jurídicamente el régimen franquista, ha tratado de tú a Hitler y a Mussolini… pero sobre todo, porque esa era la fuente de su poder, ha sido el Cuñadísimo, el cuñado del Generalísimo Franco. En algunos momentos de la inmediata posguerra ha dado la impresión de que mandaba más que el jefe del estado, que era la mano que movía los hilos de Franco, pero eso es sólo fruto de su labia, de su fotogenia, de su dominio de la propaganda política. Cuando en 1942 Franco ve señales de que Hitler y Mussolini pueden perder la guerra, decide desprenderse de ese superministro demasiado fascista, por si tuviera que entenderse -como al final hizo- con los ingleses y los americanos.

De la noche a la mañana el Cuñadísimo se convierte en cuñado, y su poder se evapora para siempre. Pero a finales de 1960 ve de pronto la oportunidad de entrar de nuevo en la Historia, por la llegada a Madrid, como exilado, del general Salan. El militar más condecorado del Ejército francés es amigo de Serrano Suñer, y es el invitado de honor de esa cena del 10 de febrero de 1961, donde se fragua el complot para convertirlo en un nuevo Franco. 

Serrano Suñer tiene la experiencia de haber conspirado contra la República en la España de 1936 y busca entre sus antiguas relaciones falangistas a un grupo de nostálgicos, dispuestos a jugársela en un nuevo Alzamiento como el del 18 de julio, aunque esta vez en Francia. A la cena acuden los aviadores Carlos Texidor, que luchó en Rusia con la División Azul como piloto de caza y ahora es subdirector de las líneas aéreas Aviaco, y José Vicente Insarría, conocido en la Guerra Civil como el Flecha de Teruel, oficial de tráfico aéreo en Barajas. Por su posición ambos son indispensables para el complot que ha concebido Serrano Suñer.

También forman parte del grupo Narciso Perales, ex gobernador civil de León y camisa vieja, como se llaman los primeros falangistas del núcleo fundacional de José Antonio, que ha sido el primer contacto de Salan en España, y Víctor de Felipe, oficial de la Legión retirado, que fue el primer alcalde de Barcelona tras la entrada de las tropas franquistas.

Los conspiradores del año 36 entre los que estaba Serrano Suñer daban gran importancia a trasladar a Franco desde las lejanas Canarias al Norte de Africa, para asegurar la adhesión al Alzamiento del ejército colonial, del que Franco era un héroe y líder reconocido. Los de 1961 aplican el mismo esquema, consideran fundamental llevar a Argelia a Salan, que tiene un gran prestigio en el ejército colonial francés. Y elaboran un plan propio de película de James Bond.

En la noche del 22 al 23 de abril de 1961 un grupo de tres hombres de negocios fletan un vuelo privado de la compañía Aviaco con destino Mallorca. Inesperadamente se pone a los mandos del aparato el subdirector de la compañía, el citado Carlos Texidor. Los viajeros son, por cierto, el ex gobernador de León Narciso Perales, el ex legionario Víctor de Felipe y un periodista francés amigo de Salan.

Paralelamente un discreto automóvil utilitario, conducido por un hijo de Serrano Suñer, recoge en el Hotel Princesa a Salan, al comandante Ferrandi, su ayudante de campo que le ha seguido lealmente al exilio, y a Susini, el líder juvenil de los pied-noirs. Serrano Suñer hijo los lleva hasta la entrada del Aeropuerto de Barajas, y allí cambian a un automóvil de servicio del aeropuerto, conducido por el Flecha de Teruel, José Vicente Insarría, que temerariamente se mete en las pistas cuando el vuelo privado de Aviaco ha iniciado la maniobra de despegue.

Ante el asombro de la tripulación el avión se detiene, el comandante ordena abrir la compuerta y los tres pasajeros saltan a la pista, mientras que Salan, su ayudante y Susini suben. Texidor despega entonces como si nada hubiera pasado, pero las sorpresas no han acabado. Antes de llegar a Baleares Texidor informa por radio de una «emergencia por fallo de motor», que le obliga a desviarse y aterrizar en Argel, donde ya se ha producido el golpe militar y tienen el control de la capital los batallones de paracaidistas alzados.

El plan hasta ese momento ha salido a la perfección, sin embargo Argelia no es sólo la capital Argel, y el ejército colonial no son solamente los paracaidistas de la Legión Extranjera. En todo el país hay medio millón de soldados de reemplazo, «quinientos mil chavales con transistores», dice el general De Gaulle, que oyen la arenga de éste condenando a los golpistas y no se suman al levantamiento.

En definitiva, aunque el plan de Serrano Suñer es un éxito, el golpe militar es un fracaso. Salan y los militares que lo han seguido, incluidos cuatro generales, tienen que pasar a la clandestinidad y plantear su enfrentamiento a De Gaulle de otra manera, por la lucha subversiva. La OAS, capitaneada por Salan, se convierte así en una organización terrorista que estremecería a Francia durante varios años, aunque hoy sólo los historiadores se acuerden de ella.

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