THE OBJECTIVE
Ilustres olvidados

Fidel Pagés, el inventor de la epidural al que trataron de robar su hallazgo

El descubrimiento de este cirujano oscense por poco se atribuye a un médico italiano que lo publicó más tarde

Fidel Pagés, el inventor de la epidural al que trataron de robar su hallazgo

Fidel Pagés. | .

Esta es la primera entrega de Ilustres olvidados, un nuevo espacio de THE OBJECTIVE sobre personajes desconocidos de la historia de España, presentado bajo el doble formato de artículo escrito y podcast. Todos los sábados en THE OBJECTIVE.

Los logros de los españoles del pasado son bien conocidos en terrenos como las artes plásticas, las letras, las armas o los descubrimientos geográficos. No son tan prodigados, sin embargo, las aportaciones patrias a la ciencia, tal vez por el interés de algunos —y el silencio otorgante de otros— por identificar a España con una historia oscurantista.

El caso es que no han sido pocos los avances en esta área que nos pertenecen. Sin ir más lejos, hoy hablaremos de cómo las mujeres embarazadas de todo el mundo tienen mucho que agradecerle a un médico español. Se trata de Fidel Pagés, que inventó la anestesia epidural en 1921.

Fidel Pagés Miravé nació en Huesca el 26 de enero de 1886 y dejó un legado significativo en el ámbito de la sanidad militar y la cirugía en España. Su andadura en este ámbito profesional comenzó en 1908, cuando ingresó como alumno oficial médico en la Academia Médico Militar, siendo luego destinado al Hospital Militar de Madrid.

Aunque pasó por varias ciudades españolas, su carrera se vio marcada por su servicio en tierras africanas, concretamente en Melilla, en una época difícil para el entonces protectorado de Marruecos. De hecho, cuando Pagés desembarcó en la hoy ciudad autónoma en 1909 acababan de producirse dos derrotas españolas a manos de los rifeños, una en el Monte Gurugú y otra en el barranco del Lobo.

Durante la Primera Guerra Mundial, fue destinado al Estado Mayor Central del Ejército, incorporándose a finales de 1916. A continuación, se le concedió una comisión de servicio para Austria-Hungría, por tiempo indeterminado, con el fin de cooperar como delegado del embajador de España en Viena al servicio de inspección de campamentos de los prisioneros de guerra. Fue en esos años cuando recibió varias menciones honoríficas por sus publicaciones sobre el tratamiento de heridas por arma de fuego.

En 1921, volvió a Melilla y asumió el papel de cirujano jefe durante un período crítico en el protectorado español de Marruecos, ante la pérdida de territorios y recursos. Fue ese año cuando tuvo lugar el Desastre de Annual, que se saldó con miles de muertos y la pérdida por parte de España de buena parte de sus posiciones en Marruecos, hasta el punto de que Melilla quedó sitiada. En el tiempo que Pagés estuvo destinado en el norte de África, su destacado desempeño en la Sección de Tropas de Sanidad Militar le valió la recepción de numerosas condecoraciones.

Para entonces, Pagés ya era toda una eminencia médica, hasta el punto de que se convirtió en el galeno y amigo personal de la reina madre María Cristina. El doctor se había especializado particularmente en el tratamiento de heridas, en cirugía de urgencia y en tratamientos anestésicos. Precisamente en este último campo llegaría su contribución más conocida y universal.

En marzo de 1921, Pagés escribe el trabajo más importante de su carrera en la Revista Española de Cirugía, publicación de la que había sido cofundador unos años antes. En el artículo, que llevaba por título Anestesia metamérica, se describe la técnica que hoy en día conocemos por el nombre de anestesia epidural. Pagés también explica la base anatómica del tratamiento, sus aplicaciones prácticas y las características de la analgesia y la parálisis motora.

Sin embargo, el revolucionario descubrimiento de Pagés no alcanzaría entonces el reconocimiento debido. Al contrario, la técnica se da a conocer a través del médico italiano Achille Mario Dogliotti, profesor de cirugía en la Universidad de Módena. Dogliotti publicó un trabajo sobre anestesia epidural en 1931, es decir 10 años después del artículo original de Pagés. En su investigación, Dogliotti no cita el trabajo del cirujano español, no está claro si porque no lo conocía o porque lo omitió deliberadamente. Lo que sí está claro es que el hecho de que el artículo del médico italiano fue publicado en una revista estadounidense y de que luego Dogliotti se dedicase a exponer su hallazgo en diversos congresos internacionales terminaron por hacer olvidar a Pagés y que a los ojos de la comunidad científica el mérito de la epidural recayese sobre el galeno transalpino.

Dogliotti llegó a presumir de su descubrimiento en una ponencia celebrada en la propia España, durante el IX Congreso de la Sociedad Internacional de Cirugía, celebrado en 1932 en Madrid. Al haber fallecido ya Pagés —desaparecido en 1923—, aquella conferencia habría supuesto el paso definitivo para que Dogliotti se atribuyese el mérito del cirujano oscense. Quienes salvaron su legado fueron dos médicos argentinos, Tomás Rodríguez Mata y Alberto Gutiérrez, que ese mismo año 1932 hicieron publicaciones sobre la anestesia epidural mencionando a Pagés como el pionero de esa técnica.

Realmente el olvido de Pagés aún permaneció asentado en la comunidad científica durante muchos más años y sólo en las últimas décadas ha comenzado a desenterrarse por completo la autoría del médico español. Como hemos comentado, un factor decisivo que explica que la confusión se prolongase durante tanto tiempo fue la muerte del propio Pagés, ocurrida en 1923, sólo dos años después de su descubrimiento. Un accidente automovilístico en Quintanapalla, Burgos, puso fin a la vida de Fidel Pagés Miravé mientras iba camino de Madrid. Acaba de cumplirse, por tanto, el centenario de su fallecimiento.

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