'Los niños de Winton': un hombre bueno frente a la barbarie nazi
El film, protagonizado por Anthony Hopkins, es un honesto y emotivo relato del filántropo que salvó la vida a 669 menores
Dice el Talmud que «quien salva una vida salva al universo entero». Nicholas Winton salvó 669 vidas. La preciosa película Los niños de Winton (cuyo más austero título original, One Life, hace referencia a la cita talmúdica) cuenta el heroico y noble empeño de este ciudadano británico por salvar a críos indefensos del nazismo. Es una historia aleccionadora, porque nos dice que incluso en tiempos de barbarie es posible la bondad. Y si al ver este largometraje dirigido por James Hawes no derraman alguna lágrima, acudan con urgencia al médico, porque es muy probable que tengan un pedrusco en lugar de corazón.
Nicholas Winton (1909-2015; no es una errata, las fechas son correctas: vivió 106 años) era en 1938 un agente de bolsa londinense joven e idealista. Simpatizaba con las ideas socialistas y tenía vocación filantrópica, inculcada por su madre. Esto lo llevó a colaborar con el llamado Comité Británico para los Refugiados de Checoslovaquia formado por voluntarios que ayudaban a perseguidos políticos del nazismo. En aquel entonces Hitler había invadido los Sudetes checos, con el beneplácito de las potencias europeas, que ingenuamente creyeron -en la llamada Conferencia de Múnich- que, si le dejaban dar este paso, calmarían a la bestia y evitarían la guerra.
Winton, aunque bautizado en la iglesia anglicana y británico hasta la médula, tenía antepasados judíos y sus abuelos habían llegado a Inglaterra procedentes de Alemania. Esto lo hacía especialmente sensible a lo que estaba sucediendo en Checoslovaquia y decidió tomarse pedir una excedencia temporal en el trabajo y viajar a Praga para echar una mano. Allí quedó conmovido por la situación de centenares de niños acogidos en campos de refugiados en condiciones lamentables, algunos con sus familias y otros solos porque no se sabía el paradero de sus padres.
La organización con la que colaboraba se dedicaba a la protección de los perseguidos políticos, pero Winton decidió que debía hacer algo por las víctimas más inocentes de la situación: los niños. Y puso en marcha un plan para sacarlos de allí mientras fuera posible. Era una operación de alto riego. Había que evacuarlos en pequeños grupos en tren, atravesando territorio alemán, y para ello era necesario disponer de visados, de dinero para pagar fianzas y de familias dispuestas a acogerlos temporalmente en Inglaterra. Regresó a Londres y con ayuda de su madre y varios voluntarios repartidos entre la capital inglesa y Praga, dieron la lata hasta vencer las reticencias y la molicie de los burócratas del ministerio de exteriores británico y pusieron en marcha el operativo.
Consiguió sacar en ocho trenes a un total de 669 niños, la mayoría judíos y algunos hijos de perseguidos políticos. El noveno grupo iba a ser el más numeroso, 250 críos, porque en marzo de 1939 los nazis habían entrado en Praga y el control de los visados era cada vez más estricto. Pero esa última expedición no logró ya salir de Checoslovaquia, porque el 1 de septiembre Hitler invadió Polonia y se declaró la guerra. Eso supuso el abrupto fin de la misión de rescate de Winton.
Robert Maxwell y la BBC
Los 669 que sí logró llevar hasta Inglaterra salvaron la vida gracias a él y sobrevivieron a la guerra y al Holocausto. Después pasaron los años y aquella hermosa hazaña quedó olvidada, como tantas otras pequeñas historias heróicas de esos tiempos de zozobra. Ya anciano y jubilado, Winton quiso que esa gesta humanitaria no se perdiera para siempre y ofreció el cuaderno de recortes en el que guardaba las fotos y las listas de los niños salvados a la prensa local para que hicieran un reportaje. Como no le hicieron caso, acabó contactando con la esposa del magnate de la prensa Robert Maxwell, que había nacido en Checoslovaquia y llegado a Inglaterra en 1940 como refugiado con 17 años. Y movido por este vínculo personal, Maxwell dio la orden de que uno de sus periódicos publicara la historia de los críos rescatados. Era el año 1988.
La BBC enseguida vio el potencial del tema e invitaron a Winton a un popular programa de entretenimiento llamado That’s Life. En plena emisión, sin haberle advertido previamente, le presentaron a una de las niñas a las que había salvado, ahora ya una mujer mayor. Ese emotivo encuentro en antena causó sensación y el programa lo invitó una segunda vez. Lo que sucedió en el plató ha quedado como un hito de la televisión británica. Le convocaron para presentarle a otra superviviente, pero por sorpresa, la presentadora pidió que, si había algún otro niño salvado por Winton entre el público, se pusiera en pie. Se levantaron todos los presentes. Decenas de esos niños, ahora ya adultos, se habían puesto en contacto con el programa y había acudido a homenajear a su salvador. Pueden ver la emocionante escena en YouTube.
Los niños de Winton narra esta historia real alternando los dos periodos en que se desarrolla, 1938 y 1988. Anthony Hopkins interpreta con enorme sabiduría y contención al anciano filántropo y Johnny Flynn le da vida de forma muy convincente en su idealista juventud. También destaca entre el elenco de actores Helena Bonham-Carter en el papel de la decidida y un punto excéntrica madre del protagonista. El desarrollo de esta doble trama, con continuos saltos temporales, fluye en la pantalla con enorme elegancia. La película evita efectismos y truculencias, y no recarga los tintes emocionales más allá de lo necesario. El resultado es un largometraje muy honesto, que logra conmover.
Después de que saliera a la luz gracias a la Maxwell y a la BBC lo que había hecho a finales de los años treinta, Winton fue nombrado caballero por la reina y recibió también honores en Checoslovaquia. En la estación de tren de Praga hay una escultura dedicada a él. De los 669 niños, tras el eco del programa televisivo, se logró localizar a la mitad de ellos, la pista del resto se había perdido. Entre los localizados, que ya nunca volvieron a ver a sus familias biológicas y se convirtieron en ciudadanos británicos, había un diputado laborista, una poetisa, un matemático y también un cineasta. Ya que estamos hablando de una película, permítanme cerrar con este último. Karel Reisz (1926-2002), uno de los directores más relevantes del llamado free cinema británico, y autor de cintas como Sábado noche, domingo mañana, Isadora o La mujer del teniente francés, fue uno de los niños checos a los que Nicholas Winton salvó la vida.