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Cultura

Desarraigo y diáspora a través de la lente de Vasco Szinetar

El fotógrafo venezolano presenta su muestra ‘Cuerpo de exilio’ en el Centro Sefarad-Israel de Madrid

Desarraigo y diáspora a través de la lente de Vasco Szinetar

«La espera infinita». Serie: "Postales de la diáspora". Vasco Szinetar. Exposición “Cuerpo de exilio” en Centro Sefarad-Israel. | Vasco Szinetar

En el universo de la fotografía hay nombres que resuenan como melodías familiares. Para muchos, el nombre de Vasco Szinetar (Caracas, 1948), fotógrafo y artista visual judío venezolano de dilatada trayectoria, evoca a sus míticos selfis, inolvidables, frente al espejo, con personalidades tan relevantes como Gabriel García Márquez o Borges, entre muchos otros. El hombre que inmortalizó tales instantes ha vuelto a España para presentar por primera vez en nuestro país, su nuevo proyecto, «Cuerpo de exilio». Esta muestra, enmarcada en PhotoEspaña 2024 y comisariada por el escritor Juan Carlos Chirinos, se podrá visitar a partir de mañana, 22 de abril, hasta el 31 de agosto en el Centro Sefarad-Israel de Madrid. THE OBJECTIVE ha tenido la oportunidad de visitar la exposición y de hablar con el artista. «Trabajo a partir de proyectos y discursos, no grandes fotografías. Soy un explorador del silencio y en esta muestra está la soledad, el dolor y el desasosiego del exilio».

Ese éxodo no es ajeno a Szinetar, descendiente de judíos de Europa del Este emigrados a Venezuela, siempre viajeros y siempre buscando dónde asentarse. Su padre –cuenta– era judío de Transilvania, de la frontera húngara-rumana. «Emigró a Latinoamérica porque los judíos no podían estudiar en las universidades». Llegó a Venezuela en 1938 y se casó con «una niña bien del campo, como decimos nosotros». Una mujer que pasó su vida leyendo, «hija de uno de los caudillos más importantes del siglo XX venezolano y hermana de uno de los guerrilleros icónicos de Venezuela. Y, además, de una familia muy enclavada en la vida político-cultural venezolana». Szinetar conoce bien lo que es el exilio. Por su familia y por su experiencia personal. En 2010 estuvo exiliado en Colombia por las amenazas que el presidente Chávez dirigió en su programa Aló presidente, momento en el cual surge su idea de «Cuerpo de exilio». 

Cartel de la exposición «Cuerpo de exilio»

El desarraigo del cuerpo

En estas fotografías, Szinetar resume buena parte de la que ha sido una de sus pesquisas visuales (y verbales): el exilio, la diáspora y los viajes a ninguna parte que el artista se ha visto forzado a emprender y que lo han llevado a fijar la mirada en ciudades tan distantes como Bogotá, Berlín o Madrid para volver su mirada a su propia ciudad, Caracas. Estas metrópolis han sido el escenario para el desarrollo de una poética fotográfica novedosa, una mirada que busca las razones del exilio en los lugares a donde llega el exiliado. Y por supuesto, esa mirada no ignora la diáspora mayor: el exilio definitivo que experimentamos con nuestro propio cuerpo. «Todos los seres humanos somos cuerpo. Y yo me expreso a través del mío. A través del color, la luz, del deterioro también».

La muestra va desde un profundo silencio y dolor experimentado por fotografías del cuerpo de Szinetar junto con paisajes de la naturaleza pasando por una ciudad, Caracas, abandonada entre basura y rostros angustiados, hasta llegar a Alemania, donde se observa más movimiento «porque esta es una sociedad democrática». Las piernas, los ojos, la frente, la cabeza. Todo es parte de una misma obra. Una carretera solitaria y unos pies, como un collage implícito. La muerte. El accidente. No es necesario verlo para entenderlo. «Estos pies son los de un cadáver. Impactan no como un choque frontal, sino como un mensaje subliminal».  

Vasco Szinetar y Gabriel García Márquez, serie ‘Frente al Espejo’/ Wikimedia Commons

La poesía da forma al silencio

Szinetar no captura lo que ve, sino que trasciende lo mundano para revelar la esencia misma de su sujeto. Cada mirada, gesto o rincón oscuro, iluminado por la gracia de su visión, se convierte en un testimonio conmovedor del dolor humano en su estado más puro. Su idea es «entender los objetos y darle un significado». La muestra es un viaje íntimo, un diálogo silencioso entre el artista y el mundo que lo rodea. En cada fotografía se sumerge en la vida misma, buscando la sombra en la luz y la angustia del constante viajero. «El exilio es la pérdida del territorio inicial. Pero la gente acarrea en sí misma una memoria. Uno lleva todos los amores consigo. Siempre están presentes como fantasmas. Los hay agresivos. Otros, dulces. Pero están contigo. Y a veces piensas en ellos. Cada viaje es particular y cada mochila es única», dice. 

La exposición está compuesta por más de un centenar de imágenes y propone un recorrido por los cuerpos y la diáspora, y sus relaciones con el hogar, la familia y los espacios de transición. La poesía visual queda plasmada en las imágenes que Szinetar ha escogido para darle sentido a este viaje que lo devuelve a lo que podríamos denominar su ars iconica, el manifiesto visual del artista. «Ahonda en pez / y amortaja su alma / vuelto en ojo navega sin rumbo / así descubre el infinito» son los versos de su poemario Hotel Pensilvania, que se hayan debajo de dos de las fotografías. En ellas se refleja un camino ilimitado hacia ningún lugar y un lavamanos con sus objetos personales. Un juego entre lo conocido y lo desconocido, entre el hogar y el abandono de la propia tierra. La diáspora y el encuentro en algún lugar lejano del mundo. 

«El mar». Serie: «Cuerpo de exilio». Vasco Szinetar. Exposición “Cuerpo de exilio” en Centro Sefarad-Israel.

Fotografías suspendidas en la eternidad

Szinetar es un mago que convierte instantes en eternidades visuales. No solamente ve detrás de su cámara, sino que también siente: la tristeza de un hombre solitario andando por una calle despoblada de Caracas, la nostalgia que impregna los callejones de una ciudad olvidada, una fotografía del célebre Hotel Humboldt de su ciudad, visto desde las afueras de la ciudad, desde la mirada de los expulsados.

Es esa conexión emocional lo que hace que sus fotografías trasciendan el mero registro visual para convertirse en cápsulas de tiempo, momentos suspendidos en la eternidad. Cada imagen es un reflejo de nuestra propia humanidad y fragilidad. La muerte también está presente en muchas de ellas.

–«Soy hipocondríaco. El mejor negocio es tener amigos médicos», contesta con una gran sonrisa. Después de lo cual explica que el humor lo es todo. «¿Sabes cómo sobrevivimos al exilio y a todo en la vida? Con el humor. Estamos jodidos si no hay humor, no vamos a ninguna parte».

Szinetar nos recuerda que la verdadera magia de la fotografía no radica en la técnica o la composición, sino en la capacidad de crear un discurso que despierte sensaciones hondas. Y en ese sentido, Szinetar no solo es un fotógrafo, sino un poeta de la luz, del dolor y del silencio, cuyas palabras son imágenes y cuyo mensaje perdura mucho después de que se haya apagado el eco del clic de su cámara.

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