'Furiosa', algo más que una versión femenina de Mad Max
George Miller realiza una nueva y espectacular entrega de la saga de los guerreros motorizados en el desierto australiano
Cuando en 1979 se estrenó Mad Max. Salvajes de autopista, modesta y ultraviolenta cinta australiana con aires de serie B, nadie podría imaginar que la cosa derivaría en una fastuosa saga cuya quinta entrega, Furiosa, llega este viernes a los cines españoles como el gran blockbuster de la temporada.
A la primera película, protagonizada por un entonces desconocido Mel Gibson, le siguieron en los años ochenta del pasado siglo otras dos entregas que ya perfilaban un universo más marcadamente futurista, disponían de más presupuesto, eran más espectaculares y más cercanas a una estética de cómic. En 1981 llegó la estupenda Mad Max 2: El guerrero de la carretera y en 1985 la no tan redonda Mad Max 3: Más allá de la cúpula del trueno. Parecía que ahí se cerraba una trilogía y el director, George Miller, pasó a registros muy diferentes: desde el melodrama El aceite de la vida hasta cintas de animación como Happy Feet.
Sin embargo, 30 años después de la tercera entrega, Miller retomó en 2015 al personaje en Mad Max: Furia en la carretera, que con toda probabilidad es la mejor película de acción de lo que llevamos de siglo XXI y toda una lección magistral de narrativa visual. Con un hilo argumental mínimo y una inacabable persecución motorizada por el desierto, el cineasta mantenía durante dos horas y media un ritmo trepidante que jamás desfallecía. Pura adrenalina, sí, pero también puro cine.
El listón estaba muy alto y urdir una precuela de esa historia que es además el spin-off de uno de los personajes femeninos (al que daba vida una Charlize Theron manca) podía parecer temerario e innecesario. Algunos han refunfuñado porque Furiosa tiene un planteamiento muy diferente al de Mad Max: Furia en la carretera, lo cual es una crítica absurda. Miller se hubiera equivocado intentando replicar lo que ya había hecho de forma óptima, ¿qué sentido tendría?
La estructura de Furiosa es lo opuesto a la de su antecesora. Si Mad Max: Furia en la carretera se concentraba en una única persecución que se prolongaba unos pocos días, la nueva entrega se divide en cinco actos y recorre la vida de su protagonista desde la infancia hasta que se convierte en una mujer adulta. Este vasto arco temporal le permite al director dar muchos detalles que van apuntalando el mundo del yermo y los clanes del desierto. Hay un worldbuilding trabajado con mimo en los escenarios -aquí tres ciudadelas muy diferentes entre sí-, los personajes estrafalarios -incluida la reaparición del impagable Inmortal Joe-, el vestuario, los vehículos, las armas… Y se va construyendo a fuego lento un personaje central cuyo destino es la venganza. Hay difusos ecos de tragedia griega presentada en formato de cine distópico de acción.
Lenguaje visual
Furiosa tiene más trama y más momentos de pausa que Mad Max: Furia en la carretera, pero sigue habiendo espectaculares escenas de acción; ¿quién supera a Miller rodando persecuciones automovilísticas? Destacan el rapto de la niña en el tramo inicial; la encerrona en una ciudadela minera, y el intento de asalto a un enorme camión cisterna, como si de una diligencia perseguida por indios hostiles se tratara. Y es que la saga clona la estructura y los arquetipos del wéstern, del spaghetti western y si me apuran de las cintas de samuráis, solo que los caballos se sustituyen por vehículos a motor y la acción se traslada a un futuro distópico.
Pese a que esta entrega trabaja más la construcción del personaje central, hay en ella casi tan pocos diálogos como en la precedente. Furiosa apenas abre la boca en toda la película y cuando lo hace no dice más de dos frases seguidas. Insisto en lo de la lección de cine: Miller narra con lenguaje visual, sin apenas apoyarse en la palabra. En este sentido, era crucial la elección de la actriz que toma el relevo de Charlize Theron, y es todo un acierto haber optado por Anya Taylor-Joy. El magnetismo de su mirada -esos ojos enormes- es capaz de expresar un amplio abanico de emociones sin despegar los labios.
Otro actor brillante y taciturno de la función es Tom Burke, procedente del cine indie (era el protagonista de esa joya llamada The Souvenir de Joanna Hogg). Su personaje recuerda mucho a Mad Max sin serlo. En un registro muy diferente, un histriónico Chris Hemsworth da vida al antagonista, un villano que tiene un nombre de tebeo, Dementus, y está a medio camino entre el psicópata y el payaso. Si aquella lejana primera entrega de 1979 era una arquetípica historia de vengador-justiciero sin fisuras en la estela de Charles Bronson, el personaje de Furiosa presenta algunos matices que la convierten en algo más que una mera versión femenina de Mad Max. De todos modos, no se esperen una tragedia de Shakespeare en el desierto australiano. Pedirle este nivel de complejidad a este largometraje sería absurdo, porque juega en otra liga: la del cine de acción inteligente y con gran despliegue de virtuosismo visual.
¿Este quinto capítulo pondrá el broche final a la saga de Mad Max? Miller mete aquí tantas sugerencias que la película abre muchos posibles caminos para seguir desarrollando el futurista universo del yermo australiano y sus guerreros motorizados. En el estreno mundial en el festival de Cannes el director se ha mostrado dispuesto a explorarlos. Solo la edad juega en su contra: tiene ya 79 años. Sin embargo, el club de los cineastas octogenarios en activo es cada vez más nutrido: Woody Allen, David Cronenberg, Ridley Scott, Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Paul Verhoeven, Werner Herzog, y también los hay nonagenarios: Frederick Wiseman, Roman Polanski…