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'Back To Black': un amable homenaje a Amy Winehouse

La película de Sam Taylor-Johnson es un bienintencionado ‘biopic’, con algunas trampas, de la cantante británica

‘Back To Black’: un amable homenaje a Amy Winehouse

'Back To Black' | Universal Pictures España

En la primera década del siglo XXI, dos estrellas británicas parecían competir por el premio al politoxicómano más pasado de vueltas, por ver quién aparecía en actitud más patética en los tabloides y por decidir quién la diñaba primero. Hablamos de Amy Winehouse y Pete Doherty, este último casi más famoso por su noviazgo con la modelo Kate Moss que por su carrera musical. Doherty, que por momentos parecía un cadáver andante, sobrevivió milagrosamente y ahora reside en Francia, alejado de los excesos. Winehouse, que dejó huella pese a su corta carrera, pasó a formar parte el 23 de julio de 2011 del infausto club de los 27, es decir de las estrellas de rock que murieron a esa edad: Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Brian Jones y Kurt Cobain.

En 2015, Asif Kapadia presentó el magnífico documental Amy (la chica detrás del nombre) -disponible en varias plataformas-, que celebraba el talento de la cantante, pero sobre todo mostraba con inclemente crudeza el torbellino emocional de su breve vida y su concienzudo proceso autodestructivo. Apoyándose en imágenes de filmaciones caseras, la película señalaba a los dos principales responsables de empujar a Amy al abismo, eso sí con la total colaboración de ella.

Por un lado, aparecía su novio y después marido, el yonqui Blake Fielder-Civil, que acabó en prisión por agredir al dueño de un pub. Él fue quien introdujo a la artista en la heroína y la suya era una relación tóxica de manual, con agresiones mutuas, peleas y reconciliaciones, y los paparazzis asistiendo encantados al espectáculo sin fin que les brindaban. El otro personaje retratado como impresentable era el padre, un taxista londinense metido a mánager, que en lugar de cuidar de su hija y convencerla de ingresar en un centro de rehabilitación, parecía más interesado en exprimirla y se negaba a cancelar conciertos cuando ya era muy evidente que la chica iba directa al precipicio.

Mitch Winehouse, el progenitor, se quejó de que el autor del documental había manipulado sus palabras y daba una imagen muy sesgada de él. Llega ahora a las pantallas Back To Black, el biopic de Amy Winehouse, que por momentos parece orquestado por el padre para lavar su imagen. Este es el aspecto más problemático de la película: el empeño que pone en redimir al padre y también en parte, aunque con matices, al marido. Por decirlo claro: alguien miente, porque la versiones que dan el documental y el biopic no pueden ser ciertas al mismo tiempo.

Dejando de lado este asunto, que no es menor, Back To Black busca reivindicar el indudable talento de Amy Winehouse, sin esconder los aspectos más sórdidos de su vida, pero sin tampoco regodearse en ellos (algo que el documental tal vez sí hacía). Con este planteamiento, lo mejor es el retrato de los inicios de la carrera de esta chica de una familia judía del norte de Londres dotada de una voz excepcional y de una personalidad arrolladora. En especial, plasma con mucha sensibilidad la relación con su abuela paterna (interpretada por la veterana Lesley Manville), que había tenido una modesta carrera como cantante e insufló en su nieta la pasión por el jazz y el soul.

‘Back to Black’. | Universal Pictures

Personalidad propia

También están bien recreados sus primeros contactos con la industria musical (Island Records) y la resistencia de Amy a convertirse en un producto moldeable. «No soy una Spice Girl», insiste indignada varias veces en la película. Y es que es importante poner en valor que Amy Winehouse tuvo el mérito de construirse una personalidad propia, haciendo una relectura actualizada del jazz y el soul, con unas letras descarnadamente confesionales, como su célebre Rehab que habla, sí, de su reticencia a someterse a una cura de desintoxicación.

En cuanto al lado oscuro de la artista, la cinta dibuja de forma bastante eficaz -aunque podría haber ido más a fondo- la relación tóxica con su pareja, al que da vida Jack O’Connell, más simpático y seductor de lo que era el personaje real al que interpreta. El verdadero Blake Fielder-Civil, señalado como principal culpable de la muerte de Amy, ha mantenido desde entonces un perfil bajo y en sus escasas apariciones públicas ha hablado del sentimiento de culpa con el que vive. Tras el estreno del largometraje, ha concedido una entrevista en la que se ha felicitado de que el retrato que aquí se hace de él es más ecuánime que en el documental. Es cierto que tras salir de la cárcel -no en la cárcel, como muestra la película- fue él quien solicitó el divorcio para romper el círculo vicioso y que cuando la cantante falleció de intoxicación etílica llevaban ya tiempo separados.

Al padre lo interpreta Eddie Marsan, un actor con mucha mili, que hace lo que puede con esta versión sin muchas aristas del personaje. Pero, por encima de todos, destaca una sobresaliente Marisa Abela, que se mete hasta tal punto en el personaje que el espectador ve a Amy Winehouse.

La directora, Sam Taylor-Johnson, ya había hecho otro biopic, Nowhere Boy, sobre la adolescencia de John Lennon, con el mismo guionista de Back To Black, Matt Greenhalgh. Él es también el autor del guion de uno de los mejores biopics musicales de la historia: Control de Anton Corbijn, sobre Ian Curtis y Joy Division.

‘Back to Black’. | Universal Pictures

Carne de tabloide

Aquí cineasta y guionista hacen encomiables esfuerzos por salirse de las rutinas y clichés del esquema habitual de este tipo de películas: ascenso y caída, o en algunos casos -no en este-, ascenso, caída y redención. También por retratar los claroscuros de Amy -tendente a enamorarse de chicos malos y a establecer relaciones emocionales tóxicas- sin regodearse en lo lúgubre y destacando su legado musical.

Este planteamiento tiene decisiones discutibles, como tratar muy de pasada la explotación inclemente a la que fue sometida por su entorno y por la industria musical, mientras que sí muestra con lujo de detalles el acoso de los paparazis, que la convirtieron en carne de tabloide y contribuyeron a su proceso autodestructivo. Otras decisiones son más respetables, como optar por un final elíptico, que le ahorra al espectador la recreación de aquel último concierto en el que no se sostenía en pie, para cerrar con ella interpretando un tema en plenitud de facultades.

Si quieren conocer la historia de Amy Winehouse en toda su crudeza, acudan al documental Amy. Si quieren ver una película que celebra el talento de un modo más amable -y con algunas trampas-, Back To Black es un bienintencionado homenaje.

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