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Ilustres olvidados

Agustín Agualongo, un general indígena contra la independencia americana

Este cacique militar fue un auténtico dolor de muelas para Simón Bolívar y el resto de libertadores americanos

Agustín Agualongo, un general indígena contra la independencia americana

Retrato ficticio de Agustín Agualongo, óleo sobre lienzo. | Anónimo

Este 13 de julio se cumplen 200 años de la muerte de Agustín Agualongo, un desconocido protagonista del proceso de independencia americano respecto a España. Desconocido, probablemente, porque, a pesar de ser más indígena que ellos, no estuvo al lado de los próceres secesionistas como Bolívar o San Martín, sino que defendió hasta la muerte a la Corona española.

Pero empecemos por el principio, porque la vida de Agustín Agualongo estaba llamada a ser de lo más ordinaria, por no decir anodina. Nacido en 1780 en Pasto, en la actual Colombia, sus padres eran dos humildes indígenas llamados Manuel y Gregoria. El primer trabajo del joven fue de aguador para una familia. Las hijas le apodaron Agualongo a causa de su oficio y de la palabra ‘longo’, que en quechua significa indígena. Pero los padres de Agustín se preocuparon de darle la mejor educación posible y le enseñaron a leer, escribir y también a pintar al óleo. Así pues, el joven se inició en el oficio de pintor en un taller de la ciudad, al que se dedicó durante veinte años.

Las guerras de independencia

Pero esa vida común dio un giro en 1809, cuando toma fuerza el movimiento independentista en la actual Colombia. Como hemos apuntado, Agustín y su familia eran de Pasto, una ciudad situada en una posición estratégica por estar en la frontera entre los virreinatos de Nueva Granada y Perú, así como en la intersección de varias rutas comerciales. Es por ello que Pasto se convirtió en una plaza importante cuando se inició el conflicto armado contra la Corona española.

Ese año, los independentistas toman Pasto durante algunas semanas, pero en la ciudad surgió un importante movimiento realista, especialmente entre la población indígena. Esta guerrilla contra las tropas rebeldes se ha llegado a comparar con la Guerra de la Vendée durante la Revolución francesa, y parte de ella formaba Agustín Agualongo, que en 1811 se alistó en la Tercera Compañía de Milicias del Rey. Las fuentes hablan de que «su coraje le dio fama de imbatible» y que era «el terror de las tropas» independentistas del sur de Colombia.

Subiendo en el escalafón

Rápidamente, Agualongo se convirtió en un hombre clave de un grupo de indígenas que se enfrentó a Bolívar, Alcántara, Herrán, Obando y otros líderes independentistas. En 1811, las tropas de Agualongo recuperan Pasto, para después marchar hacia el sur. Un año después, los realistas vencen a los rebeldes en Catambuco, y Agualongo es ascendido a sargento. La guerra sigue y, en 1816, Agualongo logra el grado de teniente, tras la victoria realista de la Cuchilla del Tambo. Pero las tornas se van inclinando progresivamente hacia el bando independentista; es entonces cuando más empiezan a destacar las hazañas bélicas de Agualongo.

En 1822, con Nueva Granada ya independizada, Agualongo declara la guerra a la recién constituida República de Colombia en defensa del rey Fernando VII y de la fe. Pasa a dirigir así la guerrilla realista, toma varias veces la ciudad de Pasto y llega a enfrentarse con Bolívar, que le derrota. La guerrilla de Agualongo recibió el apoyo de las comunidades indígenas de la zona y dio lugar a dos levantamientos populares. Sus acciones fueron un continuo calvario para los generales independentistas, retrasando el triunfo rebelde y llegando a amenazar la plaza de Quito. Es en este punto cuando el propio Bolívar decide intervenir personalmente, la única vez que lo hace en Ecuador. El libertador americano se refirió en ocasiones a Agustín Agualongo y a los vecinos de Pasto como «malditos, demonios, infames, malvados, infelices y desgraciados».

Captura y muerte

Con todo, la lucha independentista había triunfado ya en toda la Gran Colombia y sólo Pasto continuaba resistiéndose a ser dominada. Con una tropa cada vez más mermada, Agualongo sólo pudo ser detenido del todo al ser traicionado por el que una vez fue su jefe militar y fue después presidente de la República de Nueva Granada, José María Obando. Mientras estaba preso, a Agualongo le llegó la cédula firmada por Fernando VII en la que se le ascendía a general de brigada. Pero no tuvo ocasión de lucir sus galones. Sus captores le ofrecieron salvar la vida a condición de jurar fidelidad al nuevo gobierno, pero se negó y fue condenado a muerte. Sus últimas palabras frente al pelotón de fusilamiento fueron: «Si tuviese veinte vidas, estaría dispuesto a inmolarlas por la religión católica y por el rey de España».

Agustín Agualongo encarna como pocos la realidad de que la independencia de los territorios americanos de España fue abanderada por los criollos, es decir, por descendientes de los propios españoles. Por el contrario, la lucha en favor del rey fue mantenida por la población más indígena, como el propio Agualongo.

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