THE OBJECTIVE
El purgatorio

Lamata: «Pablo Iglesias desearía ser Federico Jiménez Losantos»

El creador del conocido canal La Hemeroteca del Buitre analiza la situación actual del periodismo y sus conflictos

Cuando los chavales guardaban pósters de los jugadores de futbol, él coleccionaba periódicos en el archivador. Doctorado en periodismo con calificación Cum Laude, es un amante sin igual de la historia de los medios de comunicación, de los personajes que los habitan y todas las trifulcas internas y externas que se producen. Si pudiéramos hacer comparación diríamos que es el Maldini del periodismo, lo tiene casi todo archivado, posee una memoria prodigiosa y su canal, La Hemeroteca del Buitre, cosecha cada vez mayores adeptos. Con dos hermanos curas, Juan Francisco Lamata, el buitre Lamata, eligió otro tipo de sacerdocio donde abunda más la vanidad, el periodismo.

PREGUNTA. – Si digo que estoy ante un friki de los medios, ¿estaría en lo cierto?

RESPUESTA. – Como yo he usado ese término para identificarme a mí mismo en alguna ocasión, no puedo reprocharle nada. Si se entiende como friki el que es muy fan de algo porque lo estudia como el que se sabe todos los personajes de una historia de ficción, ese tipo de frikeria. Si se refiere a alguien que se pinta la cara de algo, en eso me identifico menos.

P.- ¿Por qué los medios? ¿Cuándo nace eso? ¿Cuándo un chiquillo de repente empieza a ser muy fan de los medios en general?

R.- La recolección, como el que colecciona sellos, yo siendo bastante pequeño ya empecé a coleccionar periódicos. Cuando coleccionaba periódicos no es porque fuera fan de los periodistas, es por las noticias que contaban ellos. En mi época era muy típico que en el colegio tenías que aprender solfeo y te daban un archivador transparente donde metías las partituras, pues en mí caso por delante tenía las partituras y por detrás tenía los periódicos que iba guardando.

Me acuerdo de Borrell, Almunia, el señor tal y lo iba guardando. Empezaron a ir creciendo y ya no valía el archivador de solfeo y hubo que comprar archivadores específicos. Eso fue creciendo hasta que empezaron a convertirse en estanterías de periódicos. El imperio de los periódicos fue invadiendo la casa hasta que creo que por eso mis señores padres me animaron a que me fuera a mi propio piso, para que me llevara con los periódicos.

Claro, eso hace inevitable que te empieces a percatar de determinadas líneas editoriales, determinados periodistas, determinados directores y aparte, como al periodismo español, no al único, le pasa al argentino o al norteamericano, le encanta hablar de sí mismo y le encanta ponerse a parir a sí mismo. Es una profesión donde realmente hay una especie de pasión por desacreditarse y echar basura contra el gremio, es algo que les encanta. Entonces era muy fácil enterarte de las historias de unos contadas por los otros.

Y entonces se creó un interés equivalente a esto, que fueron los partidos políticos. Tenía una gran pasión por la historia, los partidos políticos y su evolución, y una gran pasión por la historia de los medios de comunicación. Precisamente cuando entrevisté en una ocasión al señor Cebrián y me dijo «Oye, deberías especializarte en historia de los medios de comunicación». Y le dije «bueno, me apasiona la historia de los medios, pero también me apasiona la historia de los partidos políticos». Y dijo «sí, pero de eso hay muchos quédate con el tema de los medios» y al final del camino me hizo que me fuera centrando por allí, aunque me sigue interesando todo, pero es verdad que ya estoy un poco más centrado en ese ámbito.

J. M. Lamata, en el plató de THE OBJECTIVE – Foto: Víctor Ubiña

P.- Cualquiera que le conozca de su trabajo en medios debe notar que una de sus marcas características es el usteo, jamás el tuteo.

R.- La verdad es que alguien que me conociera diría que es una marca en mi vida personal. Quiero decir, en otro mundo al que yo también estoy muy implicado, que es el mundo de la locución, el mundo de los locutores, ahí también me refiero a la gente habitualmente como don y con usted, hasta el punto de que alguno ya me lo dice con coña, «Hombre, llega don Fran». Es verdad que empecé a aplicar esto como libro de estilo personal, esta forma de hablar no tiene ningún tipo de componente elitista, no me cuesta nada tutearnos si lo prefieres. Muchas entrevistas que yo hice en Periodista Digital, el entrevistado prefirió el tuteo, y sin problema.

Cuando yo lo hago es para recordar la importancia que tiene el respeto. El respeto no tiene nada que ver con tutear o ustear a alguien, pero ayuda a recordarlo. O sea, hemos llegado un momento en el que parece que el desprecio se ha convertido en un punto a favor para el periodista. En cuanto yo escenifico que desprecio a la persona a la que estoy criticando, pues tengo más seguimiento.

Hay un grupo de periodistas que entienden que el periodista es poco menos que una especie de persona superior, portavoz del pueblo, por encima de los políticos que viene a, digamos, a evaluar cual Risto Mejide. Como un jurado que viene a evaluar al político y a mí, respetando mucho las catalogaciones que tenga cada uno, no me acaba de convencer. No me sentía cómodo, no con la crítica, sino que esa crítica se hiciera desde un plano de superioridad.

P.- Hacemos esta entrevista con usted y siempre empezamos preguntando por la relación con la fe de los invitados ¿Cuál es la suya?

R.- Me considero parte de la familia de la Iglesia Católica, porque tengo dos hermanos sacerdotes.

P.- ¿Dos hermanos sacerdotes?

R.- Aunque en nuestro barrio pasó varias veces, creo que hubo algún meteorito o algo, porque hay varios casos. Piense usted que de tres chicos, dos sacerdotes y un friki, con esto mando algún mensaje de que debía pasar algo en ese hogar. Entonces, con todas las rarezas y anomalías que tengo en mi forma de interpretar ese mundo, que me despierta un profundísimo respeto, pero también profundas preguntas. Para mí el camino de la fe es un camino de preguntas, pero literalmente es mi familia, pero en los dos sentidos. Familia, porque hay lazos consanguíneos con dos personas que es su vocación de vida, pero también familia, porque me considero parte de ella, aunque soy una persona cuya relación con el rito es muy distante.

P.- Decía usted y creo que decía correctamente, que a los periodistas nos encanta hablar de periodismo.

R.- Y mal. Cuando la gente dice ahora que los políticos atacan a la profesión periodística, miren, el mayor ataque a la profesión periodística nunca viene de la política, viene de la propia profesión periodística. De hecho, todos los que tienen quieren defenderse de un ataque de un político a la profesión periodística, siempre uno mete una coletilla, un mandatario dice «es que hay muchísimos hay mucho falso periodista» Y sale un periodista: «es cierto, pero yo no estoy entre ellos»

Siempre parten de la premisa de iniciar dándole la razón al político, cosa que yo no juzgo inteligente. Yo niego la mayor, por una cuestión de protección a la profesión. La coletilla genérica de que si es cierto que hay mucho mentiroso en periodismo, entiendo que lo haga el señor que nos está viendo, pero no que lo haga la propia profesión periodística. Exigiría un poco de rigor, si vas a hacer esa premisa, si vas a decir es cierto que hay mucho periodista falso, tarjeta amarilla, dime quiénes si no, no lo digas, porque tú eres un periodista. A ti no te puedo permitir el concepto genérico de sí que es cierto que hay mucho periodista falso.

El comentario genérico al político o al ciudadano. Si tú eres periodista y vas a empezar por la premisa de decir que hay falsos periodistas, ten la bondad de decirnos a quién se está refiriendo o de explicarnos cuál es tu catalogación para decidir que alguien no es periodista. Aunque no es nuevo, esto lleva pasando muchos años, asumir que hay periodistas falsos, partir de esa premisa. El eslogan es: «esta profesión da asco, pero yo estoy en la mitad buena» Este es básicamente el eslogan que defienden todos los medios desde que existe democracia en este país.

P.- ¿Me compra usted esta teoría que tengo de que hay ahora más que nunca, polarización entre medios, de que estamos viendo a periodistas enfrentados, medios contra medios?

R.- No creo que sea el momento más crispado. Piense usted que, por ejemplo, el periodo en el que se produce el cambio de gobierno del señor Felipe González por el señor José María Aznar, que es el momento 95, 96, 97, 98 ese periodo es el que cito como el más bestia que ha habido. A nivel medios de comunicación había mucha agresividad entre medios como la hay ahora, pero en ese momento ocurrieron cosas muy anómalas. En ese momento, año 1997, hay un proceso judicial para empapelar a toda la cúpula del grupo Prisa, el caso Sogecable. No llegó porque se paralizó, pero llegaron a pedir la libertad bajo fianza de Jesús Polanco, presidente del grupo Prisa y Juan Luis Cebrián, consejero delegado del Grupo PRISA.

Ese mismo año, se difunde un video sexual del director de El Mundo, don Pedro J. Ramírez, en un intento aparente por destruirle personalmente. También en 1997, el juez Garzón inicia un proceso contra todos los accionistas de Telecinco por el llamado caso Telecinco y pasan a hacer el paseíllo Miguel Durán, el que había sido presidente de la Once, el señor de la Rosa, el señor Muñoz Machado, que ahora preside la Real Academia Española de la Lengua. De nuevo en 1997, hay un cambio de propiedad en Antena 3 TV y sale Antonio Asensio en unas circunstancias extrañas de la presidencia, y entra Telefónica.

En aquel año pasaron muchas cosas muy extrañas en ese medio de comunicación y a la gente que le parecían mal unas no le parecían mal las otras el mundo. El Mundo no salió precisamente en defensa del señor Polanco. Por lo menos es que algunos de sus columnistas estaban entre los que habían presentado la acusación particular, Jesús Cacho o Jaime Capmany. Cuando sale el vídeo de Pedro J., El País no sale precisamente a apoyar al director de El Mundo, aparece un editorial poco menos que machacando aún más a don Pedro J. Ramírez por el tema del vídeo. Lo cual quiere decir que imagínese qué ambiente había en aquella época, que yo creo que aún no hemos llegado al que había entonces.

P.- La relación entre políticos y medios, ¿puede ser uno de los peores o el peor momento que recuerda?

R.- Sí, puede ser porque ha cambiado mucho el concepto. Y no solo en España, sino a muchos niveles, sobre la actitud que tiene que tener un político hacia los medios de comunicación. En otros tiempos, un político no se iba a rebajar a discutir con un periodista, porque eso es concederle una entidad que no tiene. El político se peleaba con el político rival. El periodista es un intermediario entre la audiencia y los políticos.

Eso un grupo de políticos cambia el chip y dicen «nos viene bien porque mi público le tiene manía a ese periodista, Por tanto, a mí me puede venir bien este enemigo para lucirme peleándome con él» Eso me acuerdo que uno de los primeros fue George Bush padre, cuando en el año 88 se hace un debate con Dan Rather en la CBS, no fue a debatir con alguien del Partido Demócrata. Pero el asunto es que a mi público, a mis electores conservadores, les cae fatal este tío.

P.- ¿En España, cuando sitúa la fecha en la que los políticos empiezan de repente a jugar con esa arma?

R.- En la derecha eso tiene nombre propio, Doña Esperanza Aguirre es la que se da cuenta. Porque, por ejemplo, señor Aznar que podemos suponer que así como un cariño especial hacia el Grupo Prisa no tenía, lo que hacía es no concederle entrevistas, pero no hablaba nunca del señor Polanco. Porque no le iba a conceder un plano de igualdad. En cambio, a Esperanza Aguirre sí le gustó, y habló abiertamente sobre PRISA o La Sexta.

Es más o menos el equivalente a lo que sería el señor Donald Trump, que también dice «oye, si están contra mí, pues os voy a identificar y voy a movilizar a mi gente contra la CNN, contra la ABC, etcétera». Y en el campo de la izquierda tiene otra naturaleza que tiene que ver con la moda que empiezan los nuevos gobernantes latinoamericanos de identificar como enemigos a los medios de comunicación privados. Cuando ese estilo llega aquí muy identificado por quien lo trae, pues dice «oye, pues yo también voy a arremangarme y voy a aplicar esto de conceder a los medios como iguales». Y nunca he sabido si a los medios les gusta o les disgusta.

«Al periodismo español le encanta hablar de sí mismo y le encanta ponerse a parir a sí mismo»

P.-  O sea, don Pablo Iglesias.

R.- Él y el grupo político que representa, además entiende el valor de la provocación porque sabe que si tú vienes a reventar un programa, lo importante ya no es lo que te respondan, sino lo que le dices a la cara. Lo que le viene mal es estar en su parroquia, en Canal Red, que tampoco parece que esté funcionado muy bien. En cambio, si le llevan a las sedes de los malignos, ya sea Atresmedia o Mediaset, él ya va a ganar porque a su parroquia lo que le quiere vender es que todos los medios son una panda de facinerosos, y en cuanto te invitan ya has ganado.

Además, tampoco se puede decir que le va mal, teniendo en cuenta que gracias a los buenos manejos de José Pablo López como director de Contenidos General de Televisión Española, pues les metieron a tres de los suyos como tertulianos en Mañaneros y La hora a la uno. Creo que si comparamos con los representantes que puede tener la tercera fuerza política VOX o la cuarta fuerza política, Sumar, en comparación a una fuerza más minoritaria como es Podemos, que tiene 3 y además muy militantes y que comunican bien, pues diría que no se puede quejar. Eso es un favor que aún no le ha agradecido lo suficiente a don José Pablo, o sea, don José Miguel Contreras.

P.- ¿Pablo Iglesias desearía ser Federico Jiménez Losantos?

R.- Eso no creo que ni lo niegue él, si se lo preguntaran. Es que ambos tienen mucho en común en cuanto a un concepto ideológico que es el concepto, en mi opinión, insostenible a efectos reales de que España está controlada por los medios de comunicación. Usted ya encontrará artículos del señor Jiménez Losantos en los 80 diciendo algo sobre TVE, porque su primera obsesión fue la TVE, pero enseguida cambió por PRISA, que se convirtió en su bestia negra. Desde entonces, para él este país está gobernado por PRISA.

Ahora Iglesias viene a decir que a España la controlan los medios de comunicación y que manda más Vicente Vallés que el Partido Popular. Ese mismo discurso, pero con una curiosidad, ¿Qué nos delata que dos personas que dicen que los políticos en verdad están sometidos al poder mediático? ¿Qué nos delata que esas dos personas creen medios de comunicación? O sea tienen la teoría de que España está controlada por los medios de comunicación y no piensan en crear un partido político para impedirlo, crean un medio de comunicación ¿Qué lección nos da sobre las intencionalidades editoriales de Jiménez Losantos y de Pablo Iglesias?

P.- ¿Que quieren practicar política desde los medios?

R.- Es una forma suave de decirlo, porque si me está diciendo que tú consideras que el poder está en los medios y creas un medio de comunicación, pues entiendo que tu labor no es informar.

P.- Es curioso este proyecto mediático de Pablo Iglesias, Canal Red, que básicamente es un proyecto para dar buenas noticias de Podemos, ellos mismos lo han dicho. Como Vox dispone de la Gaceta de la Iberoesfera, ese tipo de medios de comunicación muy pegados a los partidos, cuando no solapados.

R.- Es un poco volver al origen. No sé si vamos a volver otra vez a los tiempos de nuestros bisabuelos, cuando los primeros periódicos identificables que hay al comenzar el siglo XX eran periódicos de partido o incluso diría que de político. Ahora hay una faceta interesante en medios como Periodista Digital qué es lo que llamaría periodismo de representación. Es un periodismo que no está para informarte, está para que tú si eres de ideología tal, te sientas representado por ese medio. Su intención es defender una posición, y para que la gente que lo lea se sienta representado.

El señor Lamata durante la conversación – Foto: Víctor Ubiña

P.- Hablemos del último invento propagandístico, mediático, me refiero a la máquina del fango. Esta nueva coletilla que el presidente Sánchez se encarga de colocar en cada entrevista, mitin, aparición pública, ¿la máquina del fango es una cosa que ya estaba inventada?

R.- Si habla de esa marca en concreto es que se repite el mismo guion. Lo que pasa es que se cambian las palabras. A lo mejor en otra época hubieran dicho sindicato del crimen o imperio del monopolio, pero decir que el poder político es una víctima de gente muy mala que va a por él y que son todos unos mentirosos y unos manipuladores, eso es muy viejo. Eso es tan viejo que hasta el señor José Calvo-Sotelo cuando cae como ministro del dictador Primo de Rivera, ya exclama que ha habido una campaña de los periódicos de Campsa porque les había perjudicado el negocio de los petróleos.

Es una forma en la que el político nunca se siente culpable, es mejor decir que uno ha sido víctima de una campaña mediática. Si usted se va al año 93, hubo un debate muy profundo, porque el Gobierno que preside entonces Felipe González, propone un cambio del Código Penal para regular, endurecer el delito de difamación. Pretendía que se hiciera una modificación para casos en los tú acusas de algo a un político pero no podías demostrar como periodista esa acusación que habías hecho.

Por ejemplo, si tú decías «en el Consejo de Ministros se ha hablado de los negocios de Juan Guerra. Yo tengo fuentes que me han dicho que esto es así». El gobierno dice «no, eso es mentira» ¿Cómo demuestras que es mentira, no es algo que puedas demostrar realmente como una calumnia o injuria? Entonces el gobierno propuso un cambio de ley, donde iban a tipificar un nuevo delito de difamación en la que o usted presenta una prueba inmediatamente de lo que ha publicado, o si no condena.

Y eso es lo que provoca que se cree una asociación de periodistas llamada oficialmente Asociación de Escritores y Periodistas Independientes, AEPI, pero cuyo nombre más conocido por el populacho, era sindicato del crimen. Una asociación creada para oponerse a esa propuesta de cambio de ley y hubo un debate muy profundo. Y ya había, como siempre, periodistas que estaban a favor y otros que hablaban de ataque, porque también a uno le encanta ponerse el papel de mártir. Si no te has hecho el mártir algún momento, no eres un periodista auténtico en este país. Entonces ya se montó el debate. Lo que pasa es que perdió la mayoría absoluta del PSOE y eso es lo que hizo que ese proyecto cayera.

Pero el discurso que usaba en ese momento Felipe González o Rosa Conde, que era portavoz del Gobierno, no es muy diferente a lo que escuché el otro día de Pedro Sánchez en TVE diciendo que había que poner coto a los pseudomedios, es un discurso bastante parecido. Cuando Felipe González concedió la primera entrevista después de ser presidente del Gobierno, él dice que han sido víctimas de una campaña mediática, de una trama de acoso y derribo que ha ido contra ellos, en la que han participado periodistas, políticos de derecha y jueces descerebrados. Una alineación muy parecida a la que he leído hace poco decir a Sánchez. Por eso me extraña que se lleven tan mal ambos, tienen mucho en común.

P.- ¿Piensa que Sánchez es el presidente del Gobierno que más ha atacado a la prensa?

R.- Eso siempre lo dicen del que esté en el poder. Es que he visto a Felipe González diciendo en una rueda de prensa como presidente del Gobierno que es víctima de la Triple A, que eran Aznar, Anguita, Ansón, comparándolos con una banda terrorista argentina. Recuerdo a Felipe González en un mitin en las elecciones del 96, diciendo «tenemos que vencer a la prensa, a los medios de comunicación, tenemos que usar el boca a boca porque vamos a tener muy pocos titulares a favor». También es verdad que había gente que era más ruda que él.

El mayor ladrador que tenía el PSOE era Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el que, cuando ya han ganado las elecciones del 93, dice «y hay que dar el pésame en esta noche electoral al señor Luis María Ansón, al señor Pedro J. Ramírez y al imbécil de José María Carrascal, al fascista de Jaime Campmany, al baboso de Jesús Cacho y a Encarna Sánchez». Eso en la sede del PSOE, y aplaudiendo todos. Ibarra era lo que hoy sería Óscar Puente. Y además hay una cosa que es inevitable, el periodismo no puede hacerse el inocente, no puede creer que es solo el mensajero.

Cuando en muchas ocasiones el periodista forma parte de las operaciones políticas, igual que en otros tiempos pasados, pues tú querías hacer un golpe para provocar un cambio y tenías que conseguir la bendición de algún obispo para que este conde o este duque pudiera derrocar a éste otro. Pues en muchas ocasiones cuando hay que hacer una operación tienes que meter a un periodista para hacer algún tipo de filtración.

«Felipe González en su hostilidad a la prensa no fue muy diferente a como es Pedro Sánchez»

P.- Le quiero preguntar un tema siempre polémico que es el tema de la nacionalidad y los delincuentes. ¿Usted está a favor de que cuando un medio publica información sobre un delito que haya cometido una persona que no sea española, se dé ese dato? Porque hay otros que están en contra. De hecho, escuché a la presidenta de RTVE, Concepción Cascajosa, en un momento en el Congreso de Diputados, decía que RTVE en sus códigos no debía dar esa información.

R.- Lo que tendría que decir el colectivo periodístico, aunque creo que es una causa perdida, es que al final tienes que respetar el derecho de cada medio a poner el foco donde ellos consideren oportuno ponerlo. Si un medio considera que es relevante decir que el que ha cometido un crimen es religioso y formaba parte de tal cosa, o era un ciudadano nacido en Albacete o era un señor educado en Sudán, pues déjale que ejerza esa libertad editorial, como si en cambio considera que es irrelevante, pues que ejerza también ese derecho. De todos modos, al final lo que delata esto son las manías de cada sector.

Recuerdo de cuando apareció aquello que se llamó el bulo del culo, como el relato encajaba en los que querían que fuera un atentado homófobo, pues mucha gente se apuntó a airearlo sin hacer las verificaciones pertinentes porque encajaba en el relato del tipo de crimen que querían denunciar. Pero los que se rieron de ese bulo si hubiera sido lo mismo, pero la invención hubiera sido con una agresión magrebí hubieran caído en la misma. Con lo cual al final una ya sabemos que hay dos relatos, que hay dos públicos en distinto grado, pero están deseando escuchar. Está todo perdido.

De todos modos, la sensibilidad de la señora Cascajosa merece un capítulo aparte. Me acuerdo de cuando Imanol Arias, el protagonista de Cuéntame, en TeleBilbao dijo que había una consejera socialista, en ese momento Pérez Tornero era presidente de RTVE, y él cuenta que hay una consejera socialista que ha pedido que se deje de emitir Cuéntame, porque está empezando a contar cosas que perjudican al PSOE, se refiere a que han hecho un capítulo en el que sale Narcís Serra y le ordena a un personaje que manipulen un telediario, una información sobre una tortura a un etarra.

Y entonces dice Arias: «hay una consejera socialista mujer que ha dicho que hay que acabar ya con la serie porque están contando algo que nos perjudica». No dice el nombre, le preguntan a Tornero de este tema en la siguiente sesión de control, y Pérez Tornero argumenta que los datos que ha dado de cuánto cobran los consejeros no son correctos, pero lo que no dice es que sea mentira lo de Cascajosa, simplemente porque no es mentira. Porque todo el mundo sabe quién ha hecho quién ha defendido eso en el consejo de administración.

J.F. Lamata posa en la sede de THE OBJECTIVE – Foto: Víctor Ubiña

P.- ¿Qué partido ha respetado más la independencia de RTVE?

R.- Es que todo es cíclico, siempre me quedo con el título de la película de Amenábar, Mientras dure la guerra. El argumento es que hay que aceptar que Franco sea dictador, al menos mientras la guerra dure. Los partidos políticos en muchos momentos deciden que RTVE sea algo moderado y ponen a uno moderado como director. Luego lo piensan, y cómo para ellos, estamos en guerra, ahora no se lo pueden permitir, que vuelva el lado duro. Soy UCD, soy buena gente. ponemos a Castedo, que es alguien moderado, pero cómo está yendo mal, fuera, mientras dure la guerra, Robles Piquer.

Llega Aznar y elige a Mónica Ridruejo, perfil moderado, luego esto está mal, fuera, según ellos no se lo pueden permitir, mientras dure la guerra López Amor. Viene Rajoy y ponen a un moderado como González-Echenique, perfil Somoano que es alguien más bien de perfil abierto, aunque como la cosa va mal, que venga José Antonio Sánchez y José Antonio Álvarez Gundín. Pedro Sánchez decide que el cargo debe ser para Pérez Tornero, un consenso que se entiende con todos, que se lleva bien con PSOE y PP. Frase literal de Cascajosa: «Soy una soldado, esto es una guerra», qué es lo que le dijo a la que había sido su compañera antes de pegarle la puñalada.

P.- O sea que en la balanza para repartir culpas hay un equilibrio.

R.- Que se arrepienten, siempre al final es lo mismo. Llega un momento determinado donde quieren hacer una televisión más plural, más maja, y luego se arrepienten ellos mismos. Al final, ¿quién se carga Castedo? La propia UCD que le puso ¿Quién se carga González Echenique? El propio Partido Popular que le puso ¿Quién se carga Pérez Tornero? El Partido Socialista que le puso, que también se carga a Elena Sánchez, que también fue quien le puso.

P.- ¿En qué es nostálgico el señor Lamata en los medios?

R.- La nostalgia es un peligro, aunque alguien que hace mucha hemeroteca y que se pone a hablar de cosas que pasaron hace 20 años supongo que está delatando tener un punto de nostalgia. Y creo, de todos modos, que la idealización es peligrosa. Si cruza por esa puerta don Juan Luis Cebrián o don Luis María Ansón o don Pedro J. Ramírez, me va a ver poco menos que acercarme a pedir un autógrafo, porque hay una cierta admiración por lo que han supuesto en el periodismo estas personas. Pero intento que esa admiración no se confunda con una idealización que no responda con la realidad.

Lo que ha cambiado es que yo sí creo que ahora ha desaparecido una figura que solo existía en su momento, que era el periodista plenipotenciario, una especie de cosa rara en la que el periodista, sin ser propietario, era como si lo fuera. Juan Luis Cebrián no era propietario, pero como si lo fuera. Ese tipo de periodista que era como periodista empresario, pero sin serlo, porque el periodista no se juega su dinero, Ansón no se jugaba su dinero sino el de los Luca de Tena, Pedro J. no se juega su dinero, era el dinero de los italianos. Pero tenía autoridad, como un García. Y aquí, con perdón de la blasfemia, eran como Dios en ese momento. Y hoy eso se ha perdido, y no va a volver.

Por mucho que digan que pueden tener el poder Antonio García Ferreras, Carlos Alsina, Vallés, el señor consejero delegado de Mediaset, no creo que sea equivalente a lo que era un señor Cebrián, un señor Ansón y un señor Pedro J. Ramírez en otros tiempos. Y no es porque una portada del mundo pudiera tumbar a un ministro. Eso nunca ha sido verdad, pero sí es verdad que condicionaba la agenda ¿Hoy puede condicionar la agenda a un medio? Complicado, la dominan ellos. No ha sido un medio de comunicación el que ha sido la causa de que hablásemos 5 de la dimisión o no del presidente, fue un tweet de Pedro Sánchez. No ha sido ningún periódico el que ha llevado al señor Luis “Alvise” Pérez, ni tampoco una televisión a su plató.

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