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Álvaro Cortina y los sonetos para Garravento

La novela del escritor, ‘Garravento. La garra al viento’, ha llevado a varios poetas a componer versos sobre sus personajes

Álvaro Cortina y los sonetos para Garravento

Alvaro Cortina. | Editorial Jekyll and Jill

Álvaro Cortina es un novelista especial, fuera de las tendencias narrativas españolas, un aerolito, un auténtico tío raro. En sus historias se juntan armoniosamente el gusto morboso por la subliteratura popular (Lovecraft, etcétera), la tradición de la literatura española (Baroja) y la filosofía, disciplina o saber en la que es docente. 

Tesis doctoral sobre Aristóteles y Bergson, ensayo sobre Schopenhauer, y noches en cines cultural-cutres viendo por enésima vez Las manos de Orlac o El abominable hombre de las nieves.

Tipos raros así son los únicos que de verdad me interesan, esa es la verdad.

Meses atrás Cortina publicó una novela, Garravento. La garra al viento (ed. Jekyll and Jill), cuyo solo título redundante ya es llamativo y cuyo argumento tengo que contar brevísimamente para que se entiendan los poemas que vienen a continuación. 

Manfredo, un oscuro erudito autodidacta, publica en las redes un ensayo sobre Kant. Y sus tres mejores amigos, también especialistas en este filósofo, responden en sus respectivos blogs en internet con críticas tan severas que el pobre Manfredo enferma y ha de encamarse, incapaz de afrontar el disgusto y la traición. 

Bien. Pero su esposa, una cetrera algo loca, decide vengar a su amadísimo marido adiestrando a un águila monstruosa, Garravento, para que viaje por toda España y mate, uno tras otro, a los tres amigos desleales. Se sigue una catástrofe que no contaré, por no arruinar el suspense. 

A cualquier escritor, maltratado o no por la crítica, le encantará la venganza de Garravento, y yo creo que también cualquier lector disfrutará de la gracia y la inventiva verbal de Álvaro Cortina y de su breve, divertida y a la vez terrorífica novela.

Pero lo que me ha traído a estos párrafos no es tanto celebrar la novela Garravento como la curiosa cola poética que ha generado. Varios poetas, algunos muy conocidos y considerados, se han sentido impelidos a componer sonetos sobre distintos aspectos y personajes de la novela.  

Esto, desde luego, es raro en la literatura española del siglo XXI. Pero ya he dicho que Álvaro Cortina es un autor raro, y los tipos raros provocan reacciones insólitas.

A renglón seguido reproduzco el espléndido e inaugural sonetazo que le dedica Luis Alberto de Cuenca:

Soneto a Garravento

Garravento, nos dice tu leyenda

que sembraste la muerte por doquier,

sometida a Florinda, una mujer

que se tomaba todo a la tremenda.

Que tu garra de viento feroz hienda

cuerpos y almas sin desfallecer,

y que no quede vivo ningún ser

que te apetezca a ti como merienda.

Obedece a tu dueña vengativa

y actúa contra aquellos que a Manfredo

pusieron en ridículo en las redes.

Que tu garra desgarre, compulsiva,

su carne, paralítica de miedo,

y los sepulte en las sulfúreas sedes.

Creo que es un magnífico envoi.

Estimulado por De Cuenca, Iñaki Ezkerra, maestro del soneto (véase su antología Cien sonetos de la vida entera, ed. Huerga y Fierro)  recogió, caballeroso, el guante con este Soneto a Florinda Delmas, la esposa amorosa y vengativa:

De todos los filósofos que ha habido

desde la antigua Grecia presocrática


ninguno tuvo esposa tan fanática


como Manfredo, el genio incomprendido.

Como Florinda Delmas, que al marido


vengó lanzando un águila lunática


contra la secta vil y telemática


que en una red social lo dejó hundido.

Que sea por los siglos recordada


tu drástica lección, Florinda Delmas,


contra los envidiosos y los pelmas.

Eso es amor y una hembra empoderada.


La de Álvaro Cortina en “Garravento,


la garra al viento” y lo demás es cuento.

A mí mismo me picó el gusanillo, y, no sin trabajo y una pequeña ayuda de mis amigos, especialmente del mismo Ezkerra, que me echó una mano con la métrica, también he escrito un soneto a la novela deliciosa de Cortina. Estoy muy contento del resultado. Lo veo como una joya, es como si no lo hubiera escrito yo. Lo he titulado Soneto al vilipendiado filósofo Manfredo y dice así:

Tú cuestionaste a Kant y ardió la llama

de la envidia cainita entre la jet

siniestra de las redes de Internet

y ahora estás que no sales de la cama.

Qué triste es un filósofo en pijama.

Es un bailarina sin ballet,

un moscón que se perdió en un cabaret

confuso, lerdo, indigno de su dama.

Olvídate, Manfredo, de las redes 

sociales porque ya «la garra al viento»

te venga de los viles. Lo que debes 

hacer es escribir: será la guinda 

de la justicia que te hace Garravento

celebrar tus amores con Florinda.

Ahora bien, después se sumó a la cascada de sonetos el erudito y por muchos motivos admirable profesor Jorge Isusi, que, viendo que a los personajes principales ya se les había cantado, se ha centrado en un personaje secundario pero decisivo, una víctima –un niño llamado Janko— de la ferocidad de Garravento:

Soneto a la memoria de Janko, nieto de Ragnarr

Descaperuzada, la gran arpía

emprende vuelo cierto a las alturas,

bajo el cielo abierto, sin imposturas,

con la muerte susurrada por guía.

Confiada Florinda en demasía,

no repara en que entre las espesuras

-nueva presa, sabrosa de ternuras-

a Ragnarr hace Janko compañía.

¡Ay, Janko! Las Sisargas son testigo

de tu vuelo en las garras del instinto

y del caer que decretó la parca.

Llora triste, Florinda, al niño amigo

y un dolor llorarás nuevo y distinto:

de la culpa en el rostro queda marca.

Finalmente, reproduzco aquí también el soneto sin rima que Luis Antonio de Villena, poeta «novísimo» y colaborador de THE OBJECTIVE, ha dedicado Al autor de Garravento y que, como su mismo título indica, celebra al autor mismo, más que la novela:

Conocí a Álvaro Cortina (Urdampilleta)

cuando bogaba atroz contra sí mismo.

Querían volver periodista al filósofo de la novela…

Prosa de mármol dúctil, jamás es teletipo.

Profundicé “Deshielo y ascensión” y noté

que toda ascensión desciende y que el deshielo

puede ser falaz. Cortina (Alvarito) sorprende

e inflama y sus amigos hacemos sonetos

porque somos incapaces de alcanzar, bordar, su

facundia de sabia letra y libertad total.

¿Novelista? Tal vez no. Literatura caudal.

“Garravento” atrapa, como enmurallaba “Abisal”.

Entrar en estos libros es pura luz, toda

luz, y profana oscuridad de galaxia esencial.

P.D.: Mientras escribía este artículo consultaba internet, y he descubierto que en Todoliteratura se han sumado a la celebración otros poetas que no tengo el gusto de conocer. Sólo por eso, y porque no tengo el copyright, no agrego aquí sus sonetos, que me parecen  magníficas aportaciones ad maiorem gloriam Cortinae y a la gloria también de Garravento, alada encarnación de nuestros más íntimos terrores sobre la venganza, el mal y la necedad.

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