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Guy Ritchie y los 'malditos bastardos' de Churchill

El director estrena en Amazon Prime ‘El ministerio de la Guerra Sucia’ sobre una operación secreta en Guinea Ecuatorial

Guy Ritchie y los ‘malditos bastardos’ de Churchill

Peli Guy Ritche.

En los días más oscuros de la guerra, cuando la invasión de Inglaterra por los nazis era algo más que una remota posibilidad, Winston Churchill llega a la conclusión de que no va a vencer al enemigo con el muy británico fair play y decide pasarse a la guerra sucia. Desafiando el derecho internacional, infiltra a un comando en un puerto neutral, concretamente en la colonia española de Guinea Ecuatorial. La misión: sabotear un barco italiano que presumiblemente avitualla a los submarinos alemanes. Este es el argumento de El ministerio de la Guerra Sucia de Guy Ritchie, que acaba de estrenarse en Amazon Prime.

La propuesta, un disfrutable divertimento que recuerda al clásico de Robert Aldrich Doce del patíbulo, cuenta una hazaña rocambolesca que parece muy peliculera… Pero resulta que está basada en una historia real y, aunque Ritchie se toma bastantes licencias, lo que sucedió de verdad es casi más increíble que lo que vemos en pantalla. Se trata de la llamada Operación Postmaster, llevada a cabo por el recién creado SSRF (Small Scale Riding Force) o Comando 62, una rama especial de la SOE (la dirección de operaciones espaciales), cuya misión era sabotear y aterrorizar al enemigo con incursiones al estilo de los Malditos bastardos de Tarantino.

La Operación Postmaster se llevó a cabo en enero de 1942, tras largos meses de preparación, aunque en que en la película parece que sea cuestión de semanas. La inteligencia británica había detectado que los temibles U-Boats nazis repostaban y se reparaban en ríos africanos de las colonias francesas controladas por el Gobierno de Vichy. También descubrieron que en el puerto de Santa Isabel de la isla de Fernando Poo, posesión colonial de la no beligerante España, había amarrados tres barcos que levantaron suspicacias. Dos alemanes –un remolcador y una barcaza- y un carguero italiano, el Duchessa d’Aosta, cuyo incompleto manifiesto de carga hizo sospechar que ocultaba algo y se utilizaba para avituallar a los submarinos del Eje.

Se mandó entonces a un reducido grupo de comandos para sabotearlos. Tal como muestra la película, viajaron en un velero, haciéndose pasar por pescadores, mientras agentes infiltrados desde Lagos, en la colonia británica de Nigeria, preparaban el terreno. Al mando del operativo sobre el terreno estaba el mayor Gus March-Phillipps. Entre el personal de inteligencia que planificó la operación desde Londres estaba el joven oficial Ian Fleming, futuro creador de James Bond, personaje para el que el aguerrido March-Phillipps le sirvió de fuente de inspiración. Por otro lado, el personaje de M lo creó a partir de su superior durante la guerra.

Entre los miembros con una participación destacada en la Operación Postmaster que aparecen en la película figura Geoffrey Appleyard. Había combatido con March-Phillipps en el desastre de Dunkerque y ambos se conjuraron para que esa humillación no volviera a producirse. Appleyard en realidad no viajó en el velero, como se ve en la cinta, sino que viajó antes a Lagos para preparar la operación. Sí iban en el velero el capitán Graham Hayes y el oficial danés Anders Lassen, alias El Vikingo, célebre por lo mucho que odiaba a los nazis y por su letal eficacia.

Agente británico en Fernando Poo

En la película, la misión inicial consiste en hundir con cargas dinamita el carguero italiano, pero cuando se enteran de que el casco se ha reforzado, optan por secuestrarlo. En la misión real, desde el principio el objetivo fue llevarse el Duchessa d’Aosta y los dos barcos alemanes. ¿Cómo? Acercándose a ellos de noche con kayaks, dinamitando las cadenas de las anclas y sacándolos del puerto con dos remolcadores nigerianos, operación que se completó con éxito en menos de media hora.

Para ello era imperativo alejar de los navíos a los oficiales y a buena parte de la tripulación. Con este fin se organizó una fiesta. Y aquí entra en acción Richard Lippett, un agente secreto británico que se instaló en Fernando Poo haciéndose pasar por empleado de una naviera y se ganó la confianza de españoles, italianos y alemanes. Como las tripulaciones se aburrían, lo de la fiesta fue un reclamo infalible. De lo que se trataba era de conseguir que bebieran hasta emborracharse para que no pudiesen reaccionar. De hecho, cuando explotaron las cargas de las cadenas de las anclas, confundieron el estruendo con un ataque aéreo y cuando llegaron al puerto, los barcos ya habían desaparecido.

En la película Lippett, que era blanco, es sustituido por un personaje de raza negra con un nombre y una coartada diferentes. También participa en la jugada de la fiesta una seductora agente británica llamada Marjorie Stewart. ¿Es otro personaje inventado para introducir una figura femenina en la trama? Sí y no. Aunque no participó de forma directa en esta misión, el personaje es real: era una actriz reciclada en espía, que justo después de esta operación se casó con March-Phillipps.

La maniobra de los británicos tenía muchos riesgos, entre ellos que la acción se llevaba a cabo en un puerto neutral. Por eso figuras relevantes de la cúpula militar y del cuerpo diplomático británicos se oponían a la decisión de Churchill, por miedo a las consecuencias internacionales. La argucia táctica ideada fue que, si los comandos eran interceptados, el Gobierno los abandonaría a su suerte y diría que no tenía nada que ver con el asunto. Además, ningún buque de guerra británico se acercó a la costa de Fernando Poo y apresaron los barcos secuestrados en aguas internacionales.

Protesta de Franco

Tras el ataque, el Gobierno de Franco protestó airadamente por la violación de su territorio y el ministro Serrano Súñer amenazó incluso con una respuesta militar. No se produjo, porque ese paso habría supuesto entrar en la guerra. Ante las acusaciones españolas, los británicos miraban hacia otro lado silbando. Su versión oficial: su Armada había tenido que hacerse cargo de unos barcos a la deriva con los que se toparon en alta mar y los condujeron hasta un puerto seguro, casualmente el de Lagos, que pertenecía a su colonia. Según ellos, estas naves habían sido tomadas por marineros amotinados, que las habían sacado de Fernando Poo. En realidad, los marineros que quedaban a bordo habían sido reducidos y secuestrados por los comandos.

Por cierto, y aunque en la película no hay rastro de ellos: como la Operación Postmaster se desarrollaba en territorio español y se necesita a alguien que hablara el idioma, los británicos reclutaron a tres republicanos españoles, que participaron en la acción. Aunque en la cinta los protagonistas se cargan a un montón de militares nazis y marineros italianos, en la realidad la incursión se llevó a cabo sin disparar un solo tiro. No hubo ninguna baja, tan solo dos comandos con una costilla rota por la onda expansiva de la voladura de la cadena del ancla.

La audaz maniobra logró entorpecer la mortífera acción de los submarinos alemanes que en el Atlántico torpedeaban los convoyes de suministros. Fue además una inyección de moral. Su éxito animó a Churchill, que ordenó a su ministerio de la guerra sucia hacer que la Europa nazi ardiera. Los miembros de la SSRF eran héroes, pero no superhéroes. De los principales implicados en la Operación Postmaster ninguno sobrevivió a la guerra.

March-Phillips murió a los 34 años, en septiembre de 1942, poco después de haberse casado con Marjorie. Cayó en la desastrosa Operación Aquatint, llevada a cabo en Normandía. Por un error de cálculo desembarcaron en un punto equivocado de la costa y se toparon con una patrulla alemana. El capitán Hayes, que también formaba parte del comando de 11 miembros, fue uno de los cuatro que logró escapar. Se adentró en Francia e intentó cruzar a España pero, traicionado por un doble agente, fue detenido en la frontera por la policía franquista, que lo entregó a los nazis. Lo ejecutaron en la prisión de Fresnes en julio de 1943; tenía 29 años. Appleyard falleció con 26 años ese mismo mes, en una acción de paracaidistas de las SAS durante la invasión de Sicilia. Anders Lassen cayó en combate en abril de 1945, con solo 24 años, en el lago de Comacchio, en los días finales de la campaña de Italia.

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