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E. C. Segar y los orígenes de Popeye

Se publica por primera vez en español la prehistoria del personaje: una recopilación de las páginas de ‘Thimble Theatre’

E. C. Segar y los orígenes de Popeye

Detalle de un cómic de Popeye. | Nano Calvo (Zuma Press)

Cualquier miembro de mi generación que sea sometido al test de asociación de palabras de Jung, ante el término «espinacas» responderá de inmediato «Popeye». La asociación no desvelará ningún conflicto latente, sino que constatará que crecimos con los dibujos animados del marino para el que las espinacas eran lo que la pócima de Panorámix para Astérix. Antes de los dibujos animados, Popeye fue un personaje de cómic creado por E. C. Segar. Apareció por primera vez en 1929, como secundario en Thimble Theatre (literalmente, teatro de dedal, podría traducirse como «pequeño teatro»). Pero cuando el autor prescindió de él por tratarse de una figura episódica, los lectores protestaron y regresó por aclamación popular. No solo eso, sino que se acabó apoderando de la serie y se convirtió en la estrella.

Acaba de publicarse por primera vez en castellano la prehistoria de Popeye: una recopilación de las páginas en color de Thimble Theatre (Diábolo). Su aparición es relevante, porque contribuye a ir completando el mapa de los geniales pioneros estadounidense que forjaron los códigos narrativos del llamado noveno arte. 

Elzie Crisler Segar (Chester, Illinois, 1894-Santa Mónica, California, 1938) empezó ganándose la vida como proyeccionista de un cine de su ciudad natal y saltó al cómic dibujando precisamente a una estrella de la pantalla en la historieta Charlie Chaplin’s Comic Capers. No era su creador, sino que la heredó de Stewart Carothers, un dibujante que falleció muy joven, al precipitarse desde el cuarto piso de una habitación de hotel en la que se estaba celebrando una fiesta. Por cierto, muchas décadas después, otro comediante se convertiría también en personaje de viñetas: Woody Allen, dibujado por Stuart Hample entre 1976 y 1984 con el título de Inside Woody Allen. La muy recomendable antología aquí la publicó Tusquets con el título de Ponte en lo peor

Segar siguió con los temas cinematográficos con Looping the Looop, una tira cómica que parodiaba películas recién estrenadas y tenía la peculiaridad de tener un formato vertical en lugar de horizontal, como era costumbre. De los periódicos locales en los que empezó, el dibujante dio el salto en 1919 al New York Journal con Thimble Theatre.

En esta época los cómics se publicaban en los diarios, en forma de daily strip (tiras en blanco y negro de los días laborales) y de sunday (páginas completas en color de los domingos). La narración en viñetas se desarrolló en la llamada prensa amarilla. Su nombre viene precisamente de un personaje de historieta, el Yellow Kid, que se publicaba en los tabloides de los dos magnates rivales: William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer. E. C. Segar trabajó siempre para Hearst, que además creó el King Features Syndicate para vender los cómics de sus diarios a la prensa de provincias por todo el país, era lo que se llamaba sindicar.

Protegido de Hearst

El todopoderoso Hearst era aficionado a las historietas y tenía especial debilidad por algunos de sus dibujantes. Fue gracias a su apoyo directo que el prodigioso George Herriman pudo continuar con Krazy Kat, cuyo surreal humor muchos lectores no entendían. Krazy Kat es una de las cumbres de la etapa inicial del cómic y buena prueba de su relevancia es que en 2017 el Reina Sofía le dedicó una exposición, conectándolo —de forma muy pertinente— con las vanguardias artísticas. A Hearst también le gustaba el toque disparatado de Segar, que se convirtió en otro de sus protegidos. En Nueva York, el futuro creador de Popeye se hizo muy amigo de Herriman. Ambos dibujantes se lanzaban mutuos guiños y homenajes en sus tiras. Por ejemplo, en una viñeta de Krazy Kat aparece un cartel que indica la dirección a Segar City y en otra unos puros gigantes como edificios (a Segar, por similitud fonética, le habían puesto el mote de Cigar).

Thimble Theatre pertenece al periodo previo a la aparición en los años treinta de las grandes historietas de aventuras: Flash Gordon, Terry y los Piratas, Tarzán, El príncipe valiente, El hombre enmascarado, MandrakeEn las décadas anteriores, desde mediados del 1910, lo que triunfaba eran las sátiras protagonizadas por familias singulares, como los nuevos ricos de Bringing Up Father de George McManus; Polly and Her Pals de Cliff Sterrett, sobre una flapper y sus padres; o Gasoline Alley de Frank King. En esta línea, la familia de Segar era de las más extravagantes. La formaban Olivia Oyl, su hermano Castor Oyl, el novio de Olivia Ham Gravy, y como secundarios los padres Oyl, la esposa de Castor Cynthia…

La evolución de Thimble Theatre permite observar el despegue y la consolidación del talento de Segar, tanto por el trazo caricaturesco cada vez más sofisticado, como por la creciente elaboración de los gags. Además, conforme fue cogiendo confianza, se lanzó a narrar aventuras cada vez más extensas, que se prolongaban durante sucesivas entregas. La edición de Diábolo se centra en el periodo maduro de la serie, entre 1925 y 1929, e incluye uno de sus mejores y más extensos episodios: las andanzas de Castor y Ham en un valle desértico, donde se topan con vaqueros, indios, un equipo de rodaje y hasta dinosaurios. 

En 1929 apareció Popeye por primera vez, en la plancha dominical que cierra el volumen. A partir de ahí, todo cambió. El marino enfurruñado fue ganando protagonismo y convirtió a Olivia, que al principio lo detesta, en su inseparable novia. Ham y Castor desaparecieron y dieron paso a nuevas criaturas: el somnoliento devorador de hamburguesas Pilón, el violento Brutus, el bebé adquirido por correo Cocoliso y el extraño animal llamado Eugene el Jeep (un claro antecedente del Marsupilami de Franquin). Popeye, inspirado en un pendenciero emigrante polaco que tenía un ojo siempre cerrado, al que Segar había conocido de niño, se convirtió en un fenómeno cultural.  

Salto al cine y la televisión

El dibujante, que siempre tuvo una salud muy precaria y se había traslado a vivir con su esposa en Santa Mónica, entonces un enclave bohemio de la costa californiana, falleció en 1938, con solo 43 años, tras una operación. Eso no significó la desaparición del personaje que, como era y sigue siendo habitual, fue retomado por sucesivos artistas, el más estimulante de los cuales fue sin duda Bud Sagendorf. El férreo control autoral en el cómic solo lo han ejercido Hergé y Schulz, que prohibieron de forma expresa que nadie retomara sus creaciones —Tintín y los Peanuts respectivamente—, además de Bill Watterson. Este último decidió dejar de dibujar a Calvin y Hobbes en 1995, cuando tenía solo 38 años, y no solo nadie lo ha sustituido, sino que jamás ha permitido que se haga con sus criaturas ningún tipo de merchandising. 

Popeye saltó al cine ya en 1933 con los cortometrajes de los hermanos Fleisher —los creadores de Betty Boop y rivales de Disney— y después a la televisión. Llegó a materializarse en carne y hueso interpretado por Robin Williams en una estrambótica adaptación de Robert Altman, rodada en Malta en 1980, en la que la recién fallecida Shelley Duvall interpretaba a Olivia. En su día fue un sonado fracaso, pero con el tiempo ha ido ganando fans. 

Segar creó a un personaje icónico, del que incluso se apropiaron Andy Warhol y Roy Lichtenstein para alguno de sus cuadros pop inspirados en cómics. Esta edición de Thimble Theatre permite adentrarse en los orígenes del universo del dibujante, antes de la aparición triunfal del marino de la pipa de maíz, los brazos de músculos imposibles, el ojo cerrado y las espinacas.

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