'Arena en los ojos': memoria y silencio de la colonización de Marruecos y el Sáhara
La periodista e investigadora Laura Casielles propone un paseo histórico por los últimos territorios coloniales españoles
La Marcha Verde no solo provocó la salida atropellada e indigna del Estado español del Sáhara Occidental, sino también el olvido, quizás promovido desde instancias gubernativas, de nuestro pasado colonial más inmediato. Arena en los ojos, de la periodista, poeta e investigadora, Laura Casielles, nos propone un viaje por el norte de Marruecos, Sidi Ifni y el Sáhara, nuestros últimos territorios coloniales junto con Guinea Ecuatorial, en un libro recientemente publicado con el subtítulo clarificador de Memoria y silencio de la colonización española de Marruecos y el Sáhara Occidental (Libros del K.O., 2024).
Se trata de un libro de viajes doble. Hay un recorrido en el presente, por ciudades como Tetuán, Alhucemas, Larache, Tánger, Sidi Ifni o El Aaiún, y un paseo histórico paralelo que va del pasado al presente: del general Prim, y su aventura colonial en Tetuán de 1860, a las últimas acciones diplomáticas de Pedro Sánchez a favor de la postura marroquí con respecto al Sáhara.
«Un viaje a contrapelo de la arena (lo escribe cuando acaba de llegar a la península una ola de calima) para tratar de recordar el qué. Un viaje por algunos de los lugares que fueron colonias de España hasta entrado el siglo XX para ir levantando por el camino el polvo que se ha ido acumulando sobre muchas ideas e historias durante todo este tiempo».
La intención de la autora es la de reconstruir la memoria histórica de unas relaciones cubiertas por la arena del desierto y por un silencio que «duele por todo lo que supone en la historia española y el poco conocimiento general que existe sobre la etapa colonial española». Para ello, recurre a lo largo de su viaje a testimonios «humildes» que va encontrándose en su camino, pero también a documentos y a otras fuentes que le ayudan a construir un discurso que pretende dar una nueva visión al asunto.
Acusa la autora a la historiografía nacional de no salirse del patriotismo, centrándose sobre todo en los estudios relacionados con lo militar, o de la nostalgia, con obras literarias como el superventas El tiempo entre costuras, que al fin y al cabo justifican nuestra presencia negando una postura colonialista por parte española. Sin embargo, afirma tras su periplo que las relaciones que mantuvo España con estos territorios durante los siglos XIX y XX fueron plenamente coloniales.
Contradicciones del franquismo
En esta obra, que reúne lo mejor de la crónica y la literatura de viajes con las herramientas más recientes de los estudios poscoloniales, la autora libera el pasado y el presente de corsés discursivos para que imaginemos maneras nuevas de relacionarnos con nuestros vecinos. Porque, como ella misma afirma en un pasaje de este libro, «hay que ir viendo más cosas, cada vez más cosas».
Uno de los puntos más interesantes del volumen es el análisis que hace de la política colonial del franquismo, llena de contradicciones que chocan con la imagen que tenemos del régimen. Bien sabido es que los militares africanistas fueron claves en el triunfo de la guerra civil, también el aprecio de Franco a sus «moros», guardia incluida, pero resulta muy desconocido para el público general cómo el franquismo gestionó los territorios coloniales.
Casielles detalla la relación simbólica del franquismo con Marruecos. Con la instauración del nuevo régimen, en el Marruecos español se permitió y promovió una convivencia con el Islam y el judaísmo que choca con el nacionalcatolicismo imperante en la península. De esta relación surge un concepto de «hermandad» hispanoárabe a través de la cual el franquismo legitima su misión colonial. Ejemplo de esta relación fueron las expediciones de personalidades de la élite musulmana del protectorado enviadas como peregrinos a La Meca que, a su vuelta, eran recibidas por el mismísimo Franco en el Alcázar de Sevilla o la presencia del Jalifa (máxima autoridad nativa en el protectorado) presidiendo las aulas de las escuelas junto con el Caudillo.
Protección a los judíos
En cuanto a la relación con el judaísmo, durante la Segunda Guerra Mundial, concretamente en 1943, el Gobierno español ayudó a huir de Hitler a más de 35.ooo judíos sefarditas que fueron acogidos en Marruecos. Según Gómez-Jordana, ministro entonces de Asuntos Exteriores, el paso de estas personas por territorio peninsular se haría «como la luz por el cristal, sin dejar rastro» en la opinión pública. Y es que era difícil explicar esto a la vez que se aludía a la «conspiración judeo-masónica» como principal enemiga de España. Entre 1960 y 1963 el franquismo colaboró directamente con el Mossad para facilitar la llegada a Israel de más de 7.000 judíos de Marruecos.
Con estas estrategias, defiende la autora, el franquismo colonial consiguió presentarse como «amigo del Islam» a la vez que «salvador de los judíos», sin perder el aura de pureza nacionalcatólica, sosteniendo la idea de buena convivencia que resonaba en el legado mítico de las tres culturas de Al-Ándalus.
Una obra a medio camino entre la literatura de viajes, el ensayo, el periodismo y la historia, que invita a ejercer una nueva mirada sobre uno de nuestros episodios históricos que menos atención ha suscitado en las últimas décadas, a pesar de la enorme trascendencia social que tuvieron las relaciones con el entonces protectorado.